Hablamos con Mark Bellido y Judith Vanistendael

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Yo quería escribir una historia sobre esa gran palabra y concepto que es LIBERTAD.

Doce de la mañana en el Salón de Getxo, acudimos al stand de Astiberri para poder charlar con Mark Bellido y Judith Vanistendael de su obra Salto que acaba de aparecer en nuestro país. La organización tiene la amabilidad de prestarnos una sala para realizar la entrevista. Y comenzamos una charla tan divertida como instructiva, que va mucho más allá de Salto.

Entrevista con Mark Bellido y Judith Vanistendael.

Zona Negativa (ZN): ¿Cómo surge Salto?
Mark Bellido (MB): Yo quería escribir una historia sobre esa gran palabra y concepto que es LIBERTAD. ¿Qué es eso? La cuestión es que me parecía muy idóneo situarla en Euskadi. Un lugar en donde en el nombre de la libertad había personas que ponían bombas y pegaban tiros en la nuca. Y otros que en nombre de la libertad llevaban escolta. Una situación que me parecía interesante vivir y explorar. No tenía ni idea de cómo iba a enfocarlo y que iba a contar en ese libro. Mi idea no era escribir una novela gráfica, jamás pensé que iba a hacer novela gráfica en mi vida.
Había tres opciones para meterme dentro y poder vivirlo: hacerme político, etarra o escolta. Escolta era la menos mala. No quiero ofender a nadie, sobre todo a los políticos, que quede constancia. (Risas). Mi idea fue trabajar un año como escolta y pensaba que con eso ya lo tenía solucionado. Pero se me complicaron las cosas y fueron cuatro. Después de esos cuatro años ya tenía la novela escrita, o casi. Y deje la profesión de la noche a la mañana. Entregue el arma, la placa… todo muy telenovelero. (Risas) Como por Pamplona pasaba el Camino de Santiago, me pillé una mochila y empecé a caminar para poner un punto final. Quería aprovechar el camino para ir corrigiendo lo que había escrito. Y aunque ella (señala a Judith) no se acuerda en una etapa un poquito después de Pamplona, estaba yo tomándome un tinto de verano al solecito y noté una sombra y era ella. Se presento diciendo ‘Hola soy Judith, soy artista’.
Judith Vanistendael (JD): Sí es verdad, ahora si recuerdo.
MB: Con un acento medio andaluz como escucháis. Hablaba español, pero se la veía que era extranjera.
JV: Yo diciendo que soy artista y él pensaba que yo no era nadie.
MB: Pero, ¿quién se presenta como artista? En el mundo del postureo, vale, pero en pleno Camino…
JV: Empezó a mirar internet en el móvil y dijo: vale sí que es artista y además publica y mucho. (Risas)
MB: Nos conocimos, seguimos caminando juntos y hablando. Le conté la historia y me ofreció convertirlo en guion para que ella lo dibujara. Yo no es que no me lo creyera, pero ¿cuántos proyectos surgen así que no acaban por realizarse? La mayoría, el 99% no llegan a nada. Pero sí que era verdad y el diez de agosto de 2010 estaba en Ámsterdam firmando el contrato con De Bezige Bij.
Se cambio totalmente el guion, la idea que tenía cambio y volví a reescribirlo. Me tomo un añito y medio. Y luego cuatro años después Judith termino de dibujarlo.

ZN: ¿Cambias mucho el guion para convertirlo a comic? ¿Haces un guion completo?
JV: Lo he cambiado yo casi todo.
MB: Me ha quitado medio libro. La novela gráfica si se hubiera hecho como era el guion original eran seiscientas páginas. Yo nunca había hecho una novela gráfica, no pensaba que eso lo tiene que dibujar alguien y eso es mucho curro. De lunes a viernes ocho horas pegada a la mesa de dibujo.
JV: Lo que pasa es que puede hacer libros que van muy rápido, en blanco y negro y así. Pero queríamos que la historia tuviera mucha atmosfera, ese sentimiento de pesadez y que pareciera verdadera. Yo he trabajado mucho en la técnica para lograrlo. Esa técnica ha sido usar lápices de color y cuesta mucho, tanto tiempo como físicamente. Uno de los motivos de quitar escenas fue para reducir el tiempo de producción. Es un libro que estoy haciendo para alguien y no quería estar tanto tiempo haciéndolo.

ZN: ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con un guion ajeno?
JV: Difícil, soy insoportable porque yo también soy autora. Me quede completamente fascinada con su historia y quería hacerla, ya que es un mundo que yo sola nunca iba a conocer. Un mundo de guardaespaldas terrorismo, pistolas, coches… algo que no conozco.
MB: El decoupage fue un año.
JV: Yo quiero entrar en su mundo porque es completamente fascinante y no iba a tener otra oportunidad. Además, el País Vasco a mí me interesa, soy flamenca, soy minoritaria en Bruselas. Yo conozco la discriminación, tener que luchar por mi cultura. Así que conocemos el tema de la ETA y del País Vasco y me interesaba mucho.
Pero claro soy autora, yo había hecho comics largos y yo sabía cómo se cuenta y tú (por Mark) estabas contando cosas y cosas. De tu madre, de…
MB: Era una novela…
JV: Vamos a contar eso, vamos a contar lo otro. Y no, tu madre no entra en el libro. Qué sí que tiene que entrar.
MB: No lo digas así, porque parece que esto es mi biografía y no es así.
JV: No. Pero está basada en lo que has vivido tú.
MB: Mira, por ejemplo, en el comienzo en del libro…
JV: Vale, ya estamos…
MB: No, no, no…. (Risas) Es que no quiero que insistas en que es mi vida. Estoy cansado ya de decirlo. Porque parece como solo si un escolta ha escrito un libro y hay un proceso detrás.
JV: Vale, no es tu vida.
MB: Había una escena chulísima de la madre, pero tenía un sentido no era por ponerla por poner. Servía para explicar porque ese tipo tiene San Judas Tadeo además de la placa de identificación de escolta… (Nos las enseña) Al final me fue quitando cosas… El final eran ciento cincuenta páginas que se quedaron en diecisiete o así.
JV: El final era el viaje por el Camino de Santiago. Era otro libro. (Risas)
MB: Sobre todo, el interés del libro era que fuera real. Alejar el cliché del guardaespaldas de Whitney Houston y Kevin Costner, nada que ver. Ni romanticismo, ni hostias. Es otra cosa. Por ejemplo, estoy harto de ver series a tios con una pistola en cada mano. (Hace el gesto) Así no le das a nadie. La realidad es que hay que coger el arma de una manera determinada. Hay una forma de moverte y eso había que dibujarlo de manera correcta. Para mirar debajo del coche buscando una bomba no te puedes agachar, te tienes que tirar. Te tienes que humillar, ponerte al nivel del suelo. Cada uno de esos detalles para nosotros era importante, aunque haya gente que en el cómic no lo aprecie. Queríamos que lo que sucedía en el cómic fuera de verdad, no que la historia sea real. Que el ambiente y la forma de actuar de los personajes transpire esa realidad.

ZN: En Salto dais voz a los escoltas que han sido los héroes silenciados y ninguneados del conflicto vasco ¿No se os ha reconocido el trabajo?
MB: Mi interés no era darles voz, ni convertirlos en héroes. Pero es el punto de vista del que no se ve y para mí eran el paradigma de lo que yo quería contar: libertad. Una persona que por defender la libertad pierde la suya. En el momento que eres escolta ya no la tienes, se mea cuando se puede, se caga cuando se puede y dormir ya veremos. ¿Y cuantos días de trabajo? Treinta días al mes. ¿Y vacaciones? Que me estás contando. Esto es ser escolta privado y es así. La realidad es que si eres alcalde tienes un equipo de ocho escoltas que se van rotando y si eres el concejal de un pueblo tienes uno. Que no sirve para nada, es más para callar bocas. Un ejemplo, después de un atentado sale el ministro diciendo que llevábamos la más alta tecnología, nosotros llevábamos un inhibidor de frecuencia que si estaba más de cinco minutos se calentaba, vamos que salía ardiendo. Y que te protegía dos metros, o sea que si la bomba está a tres explotaa igual. Pero si hubiera pasado algo podrían haber dicho oficialmente que llevababamos inhibidores de frecuencia. Mentira. Al final lo que tienes es una pistola y veinticinco cartuchos. Y ya está. Esa es toda tu dotación. A veces hacíamos cosas que pueden ser muy graciosas, pero es que lo importante era aparentar. Poner cara de malo y que el terrorista de lo piense dos veces. Yo tenía uno de los primeros IPhone que salieron y no lo tenía mucha gente, yo lo cogía y hacia como si estuviera haciendo un barrido del coche. Por si alguien me estuviera viendo para que pensara: Mira la tecnología que tienen. A esta gente no les podemos poner una bomba. Todo un juego psicológico. ¿Por qué te estoy contando esto? (Risas)

ZN: Hablábamos de los escoltas y que no se les ha reconocido.
MB: Es cuando se acabó el terrorismo fueron al paro. Gente que durante 15 años no saben hacer otra cosa, ni se han preparado para otra cosa. Se vieron con el culo al aire, que no es mi caso porque yo no hice la mili por no coger armas. Yo no era escolta, ni era el sueño de mi vida, sino que fue algo puntual para conseguir contar una historia. Sin embargo, compañeros que era su vida de verdad, que no sabían hacer otra cosa, ¿qué haces con ellos? Algo de lo que no se ha hablado. Por ejemplo, una de las compañias más importantes del sector es Ombuds, cuyo dueño es hermano de Mayor Oreja algo que no es casualidad, ahora están en prisiones haciendo un trabajo que antes hacían guardias civiles. Para no crear una bolsa de tres mil parados de la noche a la mañana.
ZN: Y para echarle un cable al hermano del ministro.
MB: Si claro, no para ayudar a los escoltas sino para que la empresa siga facturando. Mi interés tampoco es poner en su lugar, ni buscar un reconocimiento a los escoltas. No era eso, pero sí que realmente me servían como paradigma de la libertad. La pierden para que otros supuestamente la puedan tener. ¿Y para qué la usan? Para irse de parranda y a veces de postureo, para fardar de coche oficial. Hay protegidos que, de verdad, yo pensaba si no lo mata ETA, lo mato yo. Llegas a pensar eso y yo me escuche a mí mismo decir estas palabras. Para mi resultaba fuerte y pensaba que tenía que dejar esto porque es una locura.

ZN: ¿Ha leído alguno de tus excompañeros el cómic?
MB: No, porque hasta ahora no había salido en España.

ZN: ¿Se podría haber publicado cuando ETA estaba activa?
MB: A ver…
JV: En Flandes sí.
ZN: Nos referíamos a España.
MB: No sé. La verdad es que cuando todavía iba a ser una novela la editorial, no voy a decir el nombre, dijo que sí. Pero con pinzas y mucho miedo y que ya veríamos cuando lo publicaban. En España ha faltado mucha valentía, ahora parece que con Patria se ha abierto la veda. Me jodio mucho porque Norma tenía los derechos para publicar Salto desde 2011, antes de que el libro estuviera escrito ya compro los derechos. Pero lo fue dilatando…

ZN: ¿Cuánto de Mark hay en Miguel?
MB: La pregunta… (Risas)
ZN: Teníamos que hacerla.
MB: La imagen.
JV: La imagen de Miquel es Mark. Pero yo creo que el carácter de Miguel también es el de Mark. Té conozco muy bien, he dibujado a Miguel cientos de veces y la manera de reaccionar ante las cosas es la de Mark. Pero yo creo que todas las escenas del cómic son inventadas para contar la historia que quería contar. Así que es confuso porque es difícil distinguirlo.
Yo también hago cómics que tienen que ver con mi vida y las emociones son mías o de mis amigos o familia. Pero los hechos y las escenas son inventadas porque la vida en si misma en muy aburrida para contarla.
MB: La vida de un escolta mucho más.
JV: Es un coñazo contarlo y yo creo que eso confunde a la gente. La gente que conocen a Mark le ven moviendose por la página en las calles de Pamplona y todos esos sitios que parecen reales, pero es un autor contando una historia. Y cada autor es Dios en su historia y cuenta lo que quiere.
MB: Muchas gracias, Judith. (Risas)
JV: No, pero es importante.
MB: Mira, si yo decido hacerme escolta no es una decisión a la ligera. Hay que hacer un entrenamiento, aunque no es para tirar cohetes, aunque en ese momento lo único que hacía falta era atreverte. Buscaban a gente que se atreviera a venir aquí, a pillar una pistola y, en teoría, poner tu cuerpo. Digo en teoría porque llegado el caso nadie sabe cómo va a reaccionar. Si decido hacer eso es porque me interesan las emociones, vivir eso y sentirlo para poder luego plasmarlo. ¿Qué hay de mí? Las emociones son mías, las escenas que ocurrieron no es mi vida aunque visualmente sí soy yo. Miguel o Mikel es un poquito más parvo que yo, más inocente. Eso es la parte que conecta con la realidad. También es díficil definir ficción o no ficción. La historia si es ficción, pero el contexto y todo lo demás es real. Aunque la historia sea una mentira hay mucha más verdad en este libro que en todo lo que se haya escrito en la prensa sobre el tema en la historia.
JV: Yo creo que haber vivido las emociones es lo más importante que hay. Por eso la gente piensa que la historia es verdadera. Aunque yo digo que lo es para para mejorar las ventas, que es su vida. (Risas)
MB: Se juega con ello porque al final el libro también hay que venderlo.
ZN: La historia es completamente verosímil.
JV: El protagonista al principio era muy distinto. No tenía tu cara, pero yo tenía que dibujar algo que está muy lejos. Lo que estoy dibujando está a cientos de kilómetros de mi vida real. Además, tenía que dibujar pistolas y coches que no me gustan, y en cada escena un coche distinto. A mí me gusta dibujar gatos y plantas, otro tipo de cosas. Al principio yo había dibujado otro personaje, pero cada vez se parecía más a Mark y ahora es él. Estábamos juntos en el estudio y para mí era mucho más practico decirle Mark: Haz cómo si estuvieras buscando debajo del coche para ver si hay una bomba. Por eso el personaje físicamente es él. Es por comodidad y para poder tener ese realismo. Esas reacciones reales de un personaje que conozco. Me ha enseñado muchas cosas. Incluso me ha protegido por la calle como si fuera mi escolta, para que conociera la sensación de sentirse escoltada.
MB: ¿Cómo vas a hablar de amor sí nunca te has enamorado? Es imposible. Te lo pueden contar, pero cuando tú lo sientes puedes mostrarlo. Las emociones tienen cierto grado de universalidad, que permite que la gente empatice más, aunque nunca hayas sido escolta. En ese sentido el libro va de transmitir esa emoción.

ZN: Mikel dice en el libro que no se puede escribir sobre algo sin vivirlo. ¿Estáis de acuerdo?
MB: Totalmente. Para mí sí. Yo he hecho mucho periodismo y puedo contar algo, pero va a ser algo que me ha contado fulanito de tal con entrecomillados y punto. Yo me lo puedo creer o no. Puedo empatizar o no. Pero para que algo sea de verdad, en el amplio sentido de la palabra, emocionalmente tienes que vivirlo. Hablo de emociones. Aunque es cierto que puede haber muchas aproximaciones.
JV: Yo creo que uno elige los temas y cuenta historias que vive. El señor de los anillos, debajo de la fantasía, habla de temáticas que interesaban a Tolkien como el horror de la guerra que él había vivido. Todas las historias tienen un punto autobiográfico porque no vas a escribir sobre algo que no te interesa.

ZN: ¿Merece la pena el sacrificio de haber pasado por esas experiencias para escribir Salto?
MB: Para mí sí que merece la pena porque mientras lo estoy experimentando estoy viviendo y eso ya es emocionante en sí mismo. Si Salto no hubiera llegado a nada, a mí ya me habría merecido la pena, aunque mi vida cambió radicalmente a raíz de aquello. Pero también lo hizo con el siguiente libro y está cambiando ahora. Bueno, ahora no porque estoy escribiendo una historia sobre el siglo XVII y no puedo vivir en él. (Risas) Pero si quiero hacer algo sobre las cazas de brujas de Zugarramurdi me voy a Perú a ver los ritos Ayahuasca que es lo más cercano que hay en el siglo XXI. Para mí sí merece la pena porque es una forma de vivir. ¿Merece la pena económicamente? Bueno, ya hablaremos. Comprad mucho el libro por favor. (Risas)

ZN: ¿Ha cambiado vuestra percepción de conflicto vasco desde que fuiste escolta en el caso de Mark y desde que dibujaste Salto en el de Judith?
MB: Para mí el conflicto vasco antes de ser escolta eran las noticias. Yo soy del 75 y viví los años de plomo en los que te acostumbrabas. Otra bomba, otro guardia civil… la normalización, que es algo aberrante, pero lo veías de lejos. Venia mucho a Donosti al festival de Jazz, pero lo vivía de una manera lúdica, música, pinchos… me encantaba el País Vasco. Me decía con lo verde que es esto, la música que hacen… como se explica porque están así. Luego ya desde dentro la cosa cambia. A lo mejor va a ser una barbaridad lo que voy a decir, pero yo conociéndome sí hubiera nacido en Intxaurrondo, a lo mejor hubiera sido simpatizante de la izquierda abertzale. No lo sé. Entendí muchas cosas a raíz de trabajar de escolta. ¿Cómo va a reconocer un estado democrático que ha practicado torturas? Sí, claro que las hubo, no seamos infantiles, y en ese momento… Es un tema delicado. Con el tiempo en esos años, la situación fue evolucionando, ya iban siendo los últimos años de ETA y ya cada vez veía menos sentido y menos apoyo social. Pero bueno mi percepción sí que cambio, claro.
JV: Yo conocía el País Vasco porque era una de las únicas regiones de Europa en las que podía decir que era flamenca y entendían lo que era. El resto de españoles apenas conocían la situación en Bélgica. Los vascos sabían lo que era ser flamenco y para mí era muy interesante, ya que eran una cultura que conocía lo que habíamos vivido nosotros. Pero yo también lo conocía de la tele por el terrorismo y ETA. Sabía que había muchos muertos y violencia. Pero para mí, antes de hacer el libro era sobre todo un país de vacaciones y comida muy rica con un paisaje genial. Me encantaba el País Vasco. Ahora soy menos inocente y cuando vengo veo las cosas de manera diferente. Ahora no solo lo veo como un lugar de vacaciones también veo el resto. A lo mejor es una manera más adulta de ver la realidad y menos de turista, menos idealizada.

ZN: Judith, tus anteriores trabajos (Sofia y el Negro y Los silencios de David) son historias con un componente biográfico, ¿contarlas te sirve de catarsis?
JV: No, todo el mundo me pregunta eso porque hago historias sobre asuntos muy complejos. Ahora voy a sacar un libro (Penelope) sobre una madre que no quiere ser madre, pero yo soy madre, tengo hijos y no me voy. Así que no tiene nada que ver con mi vida, pero yo tengo asuntos por aquí dentro (se señala la cabeza) que son complicados. Así que hago cómics, aunque hubiera podido ser otra forma de expresión, para hablar de esas cosas transformandolass en historias para poder contemplarlas desde la distancia. Y eso me da la facilidad de mantener una distancia profesional con mis propios asuntos, pero no tanto como una catarsis.
Pero sí que estoy dentro de las historias. Por ejemplo, el marido de mi madre se murió de un cáncer brutal y él no hablada de su enfermedad. Eso para la gente de alrededor era muy duro porque le ves muriéndose y no puedes decirlo. Todo tiene que ir bien. No puedes despedirte y con esto yo construí una historia ( habla de Los silencios de David), claro que no era él, ni era mi madre, ni era yo. Pero la experiencia sí aparece, aunque completamente transformada.

ZN: En El Mesías, junto a Waulter Mannaert abordas una figura peculiar de la historia reciente de España como es “El Pocero” y el pueblo sevillano de Marinaleda ¿Por qué decides contar su historia? ¿qué pensaron tus editores cuando les presentaste el proyecto?
MB: Me parece increíble que se publicara. No es que sea la historia de “El Pocero” junto con la Manuel Sánchez Gordillo. No sé si os acordáis de las imágenes del 2012 del SAT en el Mercadona, pues yo era el que grabo las imágenes que luego salieron en la tele. ¿Cómo le explico yo eso a un editor?
ZN: Si y además extranjero.
MB: Aquí sí que habría sido impublicable. (Risas) Porque aquí o piensas como yo o eres mi enemigo y creo que esa fue la ventaja de que fuera publicado fuera. Primero por verla desde la distancia y sobre todo porque allí si que les interesaba verlo todo desde los distintos puntos de vista. Estoy generalizando mucho, pero un español compra el periódico que compra porque lo que busca es la corroboración de lo que ya piensa. Busca la información en aquellos medios que van a reforzar lo que ya piensa. No hay elemento crítico, es más bien como un aficionado de futbol o del Madrid o de Barsa. De este partido y de esta ideología y ya está. Y cualquier hecho lo va a interpretar desde ese prisma.
Lo primero fue explicarle a Waulter la historia. A él le encanto que existiera un pueblo en España en el que era anarquista y comunista en donde todos cobraban lo mismo. Era como un Astérix y Obélix. Y así fue como lo vendí. Astérix, los galos y el imperio romano. Eso existe, pero a nivel económico en medio de la crisis en 2015 que es cuando se publicó. También fue un lio para mí porque para escribirlo me fui con el SAT a vivir en Marinaleda, a ser la sombra de Sánchez Gordillo, a escucharle decir que era la mezcla de Jesucristo, Gandhi y Marx, que él era el espíritu y la gente lo concreto. (Risas) Yo no me tengo que inventar nada, solo tengo que mostrarlo. Era hilarante y al mismo tiempo me servía para profundizar sobre qué es el capitalismo, qué es el comunismo, qué es el anarquismo, pero a través de gente, de historia humanas concretas. Un señor llamado Josef Stalin, el segundo mayor genocida de la historia, dijo que un millón de muertes era una estadística y que una era una tragedia. Y tenemos el ejemplo del Diario de Ana Frank, ¿Cuántos judíos murieron? Seis millones, pero empatizamos con ellos a través de la historia de una niña concreta y su familia.
Así que sí vender el libro fue complicado, tuvimos muchos “no” y hasta que no sé porque un día el editor dijo venga va. O sea, un libro de 300 páginas en blanco y negro, a lápiz, de un tema que es en España y además que nadie lo conoce ni nada y metiendo a “El Pocero”. A mí me interesaba la transformación de un capitalista que le lleva a meterse dentro de ese mundo totalmente diferente al suyo. Fue complicado, pero con mucha confianza porque antes de que tuviéramos ningún contrato firmado yo estaba escribiendo, Waulter estaba dibujando páginas… y la verdad es que la respuesta me sorprendió mucho. Tuvo una exposición en el museo del cómic en Bruselas y un fiestón en la embajada española presentándolo. Y luego se publicó en Francia, aunque a nivel de ventas no fue muy bien, si lo fue a nivel de críticas.
En el cómic hay una mezcla entre religión y política porque de nuevo hablamos de pasiones, de emociones. Más que la ideología y explicar qué es una cosa o de qué parte estoy yo, a mí me interesaba poner sobre la mesa todos los puntos de vista del tema y sobre todo a nivel emocional, que en ese caso es pura pasión. Sin ningún tipo de lógica, ni razonamiento. Sí tú eres de una idea por mucho que te muestren la realidad con razonamientos tú vas a darle la vuelta para llevarlo a tu terreno. El Mesías no es que sea un libro de izquierdas, tampoco es anti-izquierdas, es lo que hay. Ojalá Astiberri se atreva a publicarlo.

ZN: Te íbamos a preguntar si alguien tiene los derechos para publicarlo aquí.
MB: No tiene los derechos nadie en español. Hace poco me pidieron desde Astiberri que les enviara el pdf. Así que témenos que hablar. Me sorprendería que se publicase. Pero creo que funcionaria muy bien.
ZN: Yo lo compraría. (Risas)
MB: Creo que funcionaría bien, porque no hay nada parecido.

ZN: ¿Cómo veis el cómic español desde Bélgica?
MB: Yo no lo veo.
JV: Yo veo muy poco. Lo que yo veo es sobre todo que los autores españoles trabajan para las editoriales americanas de superhéroes. Y luego para un país tan grande hay muy poca industria de novela gráfica. Pero lo que veo es un estilo español de dibujar distinto al del Norte. Nosotros pintamos más, es menos línea clara. Nosotros no publicamos mucha línea clara, en España está mucho más presente. De lo que conozco me gusta mucho que los cómics de España están más enfocados a la historia. En Flandes están más enfocados a la estética, al art. Los flamencos somos muy visuales, los francófonos menos, pero también. Hay mucha experimentación grafica lo cual está muy bien, pero al final la historia es secundaria. En cambio, en España se cuentan historias. El estilo no es para mí, pero las historias sí que son muy buenas y eso es algo que me interesa mucho. Y son políticas muchas veces y eso es algo que no abunda en mi país.
ZN: En España venimos de cuarenta años de censura y dictadura donde no sé podían contar cosas.
MB: Hay mucho que contar y eso da mucho juego.
JV: Lo que veo sobre todo es que para nosotros el cómic es algo como la pintura o la literatura, un medio admirado y aquí no está a eso nivel.
MB: Yo cuando se publica El Mesías o Salto veo mi cara en un periódico en la parte de cultura. La crítica aparece en la sección de literatura, en las librerías los cómics no están en un apartado propio, sino que están junto a los libros. En la sección de novedades conviven la última novela gráfica con un ensayo o novela.
En cuanto al cómic español, yo mucho cómic no leo, pero ni español ni de ninguno, en general. Pero lo que leo del cómic español me gusta mucho por las historias. Altarriba, Paco Roca… el dibujo ya es otra historia con mucha línea clara que no es mi estilo.
JV: Es un mercado pequeño.
MB: No lo entiendo porque con el potencial de la lengua española… ¿Cuántos millones la hablan en el mundo? No, conozco el cómic sudamericano, por ejemplo…
ZN: Es todavía más pequeño.
MB: Sí, claro es que también el precio de los libros en América latina… Muchísimo potencial, pero mal explotado. Tu sacas un pedazo de libro como Los surcos del azar, sobre una temática que puede interesar a muchísima gente, pero está escondido en una sección al fondo para un público endogámico. El concepto de cómic en España sigue siendo mal visto, mi padre todavía me pregunta si me dedico ya a cosas serias. Para él el cómic es Mortadelo, que me encanta, pero es reducir la importancia de un medio tan heterogéneo que abarca desde El Víbora, que era mi material onanista en mi adolescencia, hasta tratados filosóficos o crónica periodística como hace Joe Sacco. Puedes contar cualquier cosa y en Bélgica ves en un periódico en un reportaje gráfico y no pasa nada. Hay presupuesto para enviar a un dibujante a cualquier sitio. Por ejemplo, Judith ha estado en Alepo haciendo uno. Eso no me lo imagino en España. Le Monde publicó cincuenta páginas de Salto en la web el verano que apareció allí. Creo que aquí falta la voluntad de acercárselo a la gente porque la calidad de las historias está, hay dibujantes buenismos, aunque veo que la mayoría tienen que trabajar para Marvel o DC.
ZN: O para Francia.

ZN: ¿Una recomendación de un cómic?
JV: Parecer es mentir de Dominique Goblet, aunque no sé si se ha publicado en español. (Apareció en 2010 publicado por Norma)
MB: Me pillas. Me lo tenía que haber preparado. Yo recomendaría que la gente lea a Altarriba.
JV: Todo el mundo le conoce, ¿no?
MB: Todo el mundo que lee cómic. Blacksad también.
ZN: Muchas gracias por atendernos.

Solo nos queda dar las gracias a Astiberri y a la organización de Salón de Getxo por permitirnos hacer la entrevista.

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Reseña de Salto de Tristan Cardona.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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