En Siberia no crecen la manzanas.
«Doña Rosa, una ancianita, nos dijo que nos acercáramos a la ventana para que viéramos Lituania una vez más, ya que no sabíamos cuando la volveríamos a ver.»
En 2024 esta casa cumple su vigesimoquinto aniversario y si algo hay que destacar de la evolución de la edición de cómics en España desde esa fecha es la total apertura de fronteras que se ha producido. En aquellos años era casi imposible acceder a buenas ediciones de obras seminales del medio como el Spirou de Franquin, Terry y los piratas o Krazy Kat, por poner tres ejemplos de obras incontestables. Hoy en día la oferta es tan amplia y variada que podemos encontrar obras tan ajenas a lo que veíamos en las librerías especializadas a finales del siglo pasado como Haiku Siberiano de Jurga Vilé (Vilna, 1977) y Lina Itagaki (Kaunas, 1979). Un cómic lituano que fue la primera incursión el cómic de ambas autoras que recientemente ha publicado Impedimenta en castellano con su habitual buen hacer. En sus páginas Vilé tomando como base las vivencias de su padre Algis y los recuerdos de su abuela escribe un guion que nos relata cómo entre el 14 y el 18 de junio de 1941 unos 17.000 lituanos fueron deportados a los campos de trabajo de Siberia poco después de la anexión del país báltico a la Unión Soviética y justo una semana antes de la invasión nazi.
Haiku siberiano es un cómic que, aunque nos cuenta una historia muy dura de supervivencia en unas condiciones realmente adversas, está pensado para un público infantil que ha acumulado una enorme cantidad de premios como el Libro Infantil del año 2018 en Lituania o una nominación al mejor cómic infantil en Angoulême, por destacar algunas. Pero como sucede con los buenos cómics infantiles nos encontramos ante una obra que tiene diversas capas de lectura que posibilitan que tanto los más jóvenes como los adultos disfruten de una lectura absorbente en la que con lenguaje infantil repleto de elementos simbólicos y una marcada visión poética nos está contando una historia de memoria y desgarro que encoge el alma.
La historia nos relata un drama bastante desconocido en nuestro país, pero que sirve para explicar y que comprendamos algunas de las muchas de las cicatrices que tiene Europa y que siguen marcando el rumbo de la actualidad. La obra está contada a través de los ojos de Algis, un niño en aquella época, así que no hay una explicación de los porqués de las deportaciones en ningún momento, algo que nos ayuda a entender la situación de desconcierto de los niños que sufrieron el mismo destino. Se trata de un testimonio lleno de ingenuidad, pero igualmente conmovedor y por momentos escalofriante a los ojos de un lector adulta capaz de desentrañar la realidad que esconden las metáforas y los símbolos que abundan en la obra.
Estamos ante un trabajo que se mueve entre el cómic y el libro ilustrado, con una trama que se puede dividir en dos partes. La primera que relata el viaje desde que son arrancados de su Lituania natal hasta Siberia y una segunda parte centrada en las dificilísimas condiciones de viva allí para ese grupo de desterrados en medio del frio terrible y la escasez de alimentos. Sin embargo, pese a todo la obra consigue reflejar que aun en las condiciones más adversas la capacidad de resistencia humana consigue perseverar. En esta ocasión gracias la música y la capacidad de los más pequeños para idear un mundo de fantasía en el que refugiarse de la barbarie y la miseria, gracias a la complicidad de algunos de sus mayores. Algo que acaba confiriendo a la historia un hálito de esperanza y amor por la vida pese a todo.
Jurga Vilé y Lina Itagaki construyen la obra entrelazando pequeñas anécdotas de las que es testigo Algis en las que se puede ver cómo las personas de su entorno viven las diferentes vicisitudes por las que pasan. Con una estructura que puede remorar a la de un diario, que sirve como el testimonio de unas vivencias. Aunque hay momentos que en los que se nos relatan cosas terribles, pero en lugar de optar por una representación realista optan por darnos una visión más sutil, poética y simbólica que en ningún momento resta ni un ápice de emoción, ni esconde la verdad del relato. De esta manera la obra se convierte accesible a cualquier lector que podrá conocer todas las injusticas y miseria por la que pasaron los desplazados lituanos.
El estilo gráfico de Lina Itagaki es muy personal y versátil con una sensación de inmediatez y frescura que casa a la perfección con el tipo de historia ante el que nos encontramos capaz de brillar por igual en tanto en las escenas más realistas como en las más fantasiosas. Aunque la preocupación principal es mostrarnos las diferentes emociones que viven los niños, que van desde la incertidumbre, hasta el miedo pasando por la esperanza e incluso algunos momentos de alegría.
Haiku siberiano es toda una sorpresa en la que sus autoras nos relatan unos sucesos terribles que han marcado a su país, pero de una forma sutil, lirica y que lo hace accesible para cualquier lector que se acerque a una historia que nos deja ver la capacidad humana para resistir a cualquier situación.
Lo mejor
• La sutileza con la que nos cuentan un relato terrible.
• La capacidad para ver la historia a través de los ojos de un niño.
Lo peor
• En algunas secuencias el texto y el dibujo no están tan bien integrados como deberían.
Guión - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 7.5
7.5
Ojos de niño
Jurga Vilé y Lina Itagaki hacen un estupendo debut en el cómic con una obra que nos enseña una de las mayores tragedias de Lituania.