Hanzô: el camino del asesino

 

Edición nacional/ España: ECC Comics.
Guión: Kazuo Koike.
Dibujo: Goseki Kojima.
Formato: Rústica con sobrecubiertas, 464 páginas. Blanco y negro.
Precio: 14.95€

 

Hay veces en las que parece que los astros se alinean y se obra el milagro. A veces de manera fortuita, otras forzada; es el resultado del mismo lo que nos importa. Sin duda, la unión de Kazuo Koike con Goseki Kojima es uno de esos milagros que ha dejado una huella indeleble en la historia, en este caso en la historia del cómic. La suma del gran talento de uno de los guionistas más prolíficos y reputados de su época con uno de los dibujantes que mejor ha sabido retratar el Japón medieval, sin darle un exotismo absurdo y dotándolo de belleza y de violencia al mismo tiempo. La unión de fuerzas de estos dos autores ha llegado al extremo de lo legendario; ha traspasado fronteras; ha disfrutado del éxito sin olvidarse de la calidad. Y es algo que pocas veces pasa, autores que se alían una y otra vez y de los que surge la magia. Ahí están Jack Kirby y Stan Lee, o, dentro de la industria del cómic japonés, Takeshi Obata y Tsugumi Ohba, por nombrar un tándem reciente y en aras de prosperar y dar más sorpresas.

Hanzô: el camino del asesino, habla de la vida del que sea probablemente el ninja más famoso de la historia: Hattori Hanzō (no, no es Naruto), el guerrero cuya vida estuvo ligada a uno de los gobernantes más notables del periodo medieval japonés y cuya fama se debe sin duda a esta asociación. El manga nos cuenta la vida de Hanzō , pero es en ello inevitable hablar del que fue su señor, Ieyasu Tokugawa, y de la vida que compartieron. Esta relación es la que aporta toque maestro del cómic, pues si bien están presentes las peleas e intrigas que uno esperar encontrar en un manga del estilo, Koike no se olvida de la humanidad de sus personajes y de lo que les motiva, vínculo que hace brillar con luz propia a una obra que podría haberse quedado en una mera representación más de la época. Hanzō piensa, Hanzō siente su debilidad y su fortaleza, y al igual que su amo, padece los terrores que genera el nerviosismo de las intrigas de las altas esferas: alianzas, traiciones, guerra, asesinatos; pero dando lugar a momentos de intimidad: el sexo cobra mucho protagonismo, pero también la complicidad y amistad entre los protagonistas, que empieza a desarrollarse en este tomo y probablemente ocupe gran parte de la historia de aquí en adelante. Porque, recordemos, Hanzo era un servidor de su señor, un mero vasallo, y su vida es la del amo; son inseparables.

Nos adentramos en este periodo para ver a Hanzō y a Tokugawa, que al principio de la historia se llama Motonobu Matsudaira, enredados en ese mundo de engaños y estrategia que es la ascensión al poder. En ese aspecto, el guión de Koike es deslumbrante, al más estilo Shakesperiano; Tokugawa bien podría ser Cordelia, hija del Rey Lear y condenada por derecho de sucesión a sufrir la lucha por el trono y a no ceder ante las embestidas de sus enemigos, actuar con frialdad y sacrificar lo sacrificable, mientras Hanzō juega el papel de fiel vasallo, siempre a su lado en la sombre. Koike sabe manejarse por una historia de tal dificultad: crea las intrigas, las enemistades y los juegos de guerra sin llegar a hacerlo obvio ni brusco, buscando el término medio entre el juego físico y el estratega. Sus diálogos son concisos pero también profusos, y puede que esta sea la parte en la que el lector occidental más problemas tenga: hay tal cantidad de nombres y hechos que se dan por sabidos que es difícil no perder un poco el hilo de lo que los personajes se llevan entre manos. La profusión de detalles que Koike incorpora al guión para darle el toque realista e introducirla en el marco histórico de mediados del siglo XVI podría ser el mayor problema del cómic. En cualquier caso, aunque la lectura del tomo podría ser mucho más rica si conociésemos en profundidad los detalles de la época, o si se hubiese incluido algo de material extra para ayudarnos a comprender mejor el contexto, la historia es adictiva y disfrutar del cómic no va a resultarle difícil a nadie.

De esta forma, el autor nos muestra su propia versión de la historia. Si bien es cierto que Koike está muy documentado, esta es solo una versión más de Hanzo y Motonobu. Hattori Hanzō es un personaje del que poco se conoce con exactitud, y aunque de Tokugawa se sepa algo más, puedo imaginar que quinientos años después es difícil retratar con exactitud qué tipo de personas fueron. Por eso Koike, en base a la documentación, elabora sus propios personajes en pos de la ficción.

Por su parte, Kojima me parece el gran genio del tándem. No solo dibuja un Japón medieval asombroso, sino que lo carga de realismo y muestra tanto lo hermoso como lo afeado; no hace personajes estereotipados: los hay feos, los hay guapos, altos y bajos, gordos, flacos, deformes; todos imperfectos y reales. Se nota su labor a la hora de otorgar vida al paisaje, la movilidad que se desprende de sus páginas. La escena en la que Hanzō se esconde entre las altas hierbas que se mecen al son del viento, o la lucha a la orilla del mar en una noche lluviosa. Cada página tiene un número de viñetas distinto, apropiado a lo que se está contando pero sin llegar al punto experimentativo de Tezuka. La narración es convencional en ese sentido, pero el dibujo, sobre todo en las escenas de acción, posee un ritmo rápido y ágil.

Hanzô: el camino del asesino es en mi opinión el mejor manga que se ha publicado (o recuperado) en España en 2014. Por su calidad, por su relevancia, por todo. Una lectura apasionante de principio a fin. ¿Serán capaces los importantes lanzamientos de los dos meses restantes de quitarle ese puesto? Probablemente no.