Amanda Conner y Jimmy Palmiotti están haciendo un gran trabajo con Harley Quinn. Están haciendo suyo al personaje y dotando a la serie de una identidad propia, cada vez más consolidada. Siendo muy fiel a la creación original de Bruce Timm y Paul Dini, están desarrollándolo y llevándolo a nuevos lares, hasta el punto de haber conseguido, como sucede con Nightwing, que esté muy lejos de aquel secundario de lujo de los títulos de Batman para llegar a ser protagonista de sus propias aventuras desde hace tiempo. Pero no solo tiene su propio título, consolidado y con unas ventas más que aceptables en USA, Harley Quinn ya cuenta con su grupo de secundarios, su propia ciudad como base de operaciones, sus propios enemigos…sus propios asuntos. La enamorada del Joker camina en solitario y a su estilo.
Conner y Palmiotti han conseguido que los números de Harley Quinn tengan el estilo Harley Quinn. Navegan entre momentos hilarantes, cómicos, alegres y violentos. La violencia siempre aparece. Y que no falte. Al igual que la personalidad alocada y despreocupada de la protagonista, que llena cada página con su imponente presencia y el favorecedor diseño que le otorgan cada dibujante que coge los lápices de la serie.
En estas cuatro grapas ECC nos trae los números 9 a 16 de la edición original, con dos nuevos arcos argumentales, aunque en la primera de ellas, la número 5, vienen dos aventuras de transición, con una divertida odisea navideña y un interesante relato en el que Harley acude a su psiquiatra para tratar con él un sueño que ha estado teniendo, inspirado en El Mago de Oz, a medio camino entre la comedia y el homenaje que se disfruta solo. En esta historieta también vemos una bronca en su club de roller derby que termina con más sangre de la que permiten y las reglas y, después de pelearse con unos ladrones en una pizzeria, vuelve a casa y se encuentra con una sorprendente visita…la del Joker.
Es aquí, dentro de la sexta grapa, donde da comienzo el arco en el que el Príncipe Payaso del Crimen intenta recuperar el amor de Harley, haciéndole ver que puede cambiar. Que le echa de menos. Es una saga corta, pero suficiente para conocer los sentimientos de la protagonista y comprobar que donde hubo llamas siempre quedarán cenizas, pues a pesar de lo que le hizo sufrir siempre le queda un mínima duda sobre si de verdad habrá cambiado esta vez. Aunque su amigo Red Tool, intentará convencerla de que no es una buena idea.
La resolución es más sorprendente de lo esperado, aunque con mucha menos acción de la deseada. Quienes busquen una serie de pura acción superheroica, tramas policiales, novela negra, género fantástico o ciencia ficción, tienen que tener paciencia al leer Harley Quinn. Pueden pasar varios números en los que no pase nada de eso, aunque siempre haya alguna página con disparos y sangre, y aunque haya muertes, esta no es una serie como las demás. Ni pretende serlo. Ahí radica el su éxito. Cuenta historias entretenidas, con un tono luminoso, amable y divertido, sin necesidad de indagar en profundos misterios.
La segunda historia que se incluye en la grapa #7 comienza el siguiente arco argumental, que termina al final de la #8. De una puerta secreta a un mundo subterráneo, que se encuentra debajo de la sede de la banda de Harleys que en el número #6 Harley y Red Tool dejan abierta sin querer, salen unos piojos gigantes transportando un capullo que contiene a su líder, Zorcrom, un poderoso ser que alimenta su energía y su fuerza gracias a la luz solar. Su intención es dominar el mundo de la superficie y empieza destruyendo varios edificios de Brooklyn. De otra de las puertas sale Atlee, una mujer que se enfrentó a él en el pasado con ayuda de su clan, que logró encerrarlo en ese capullo gigante y viene para volver a vencerlo, pero sola no puede. Por eso, Harley traza un plan y pide ayuda a Power Girl, quien está un poco cansada de salvarla.
Esta aventura recordará a muchos al tono de las historias de la JLI, con momentos cómicos, soluciones poco serias para derrotar a los malos y unos personajes con un carácter que se acerca más a la parodia que a las historias convencionales de superhéroes. Hay que destacar una interesante conversación que Harley Quinn mantiene con Zorcrom.
La heroína desarrolla durante su charla un discurso en favor de la paz, haciendo entender a la criatura las consecuencias de la destrucción y de cómo echaría de menos las cosas que acaba de descubrir que le gustan, pues le lleva a comer manjares como hot dogs, sandwiches, pastrami…
Un recurso bastante diferente a la batalla que uno podría imaginar que se avecinaba. La resolución sí que trae un combate y varias páginas con unas cuantas ostias, pero es casi lo de menos, pues el desarrollo humorístico opaca los mamporros, aunque habrá quienes vean esas viñetas como un desahogo.
Paralelamente a estas aventuras, se van desarrollando tres nuevos hilos que se espera que lleguen a ser próximos arcos argumentales de gran calado. Por un lado tenemos a una nueva asistenta del Alcalde, Madison Berkowitz, que le pide actuar con total libertad para solucionar el problema que preocupa al mandamás: la masiva presencia de vagabundos por las calles. Para solucionarlo contrata a un siniestro grupo de seres que quieren comerse el problema…literalmente. Por otro lado, Harley Sinn es liberada de la prisión de Arkham a cambio de llevar a cabo un trabajito por el que no le dejan preguntar mucho: matar a dos personas. ¿Quienes son y por qué ha de matarlas? Esperamos saberlo pronto.
Además, en el futuro, concretamente en el año 2127, una joven llamada Devani Kage combate en un torneo en el que todos los competidores son fans de Batman. De hecho, todos visten trajes o armaduras con detalles que recuerdan a la indumentaria del Hombre Murciélago. El premio: viajar en el tiempo para conocer al auténtico Batman. Pero la ganadora tiene un plan mayor, que trae una idea más violenta.
Estamos sin duda ante una buena época para Harley Quinn. Tiene una serie que ofrece mucho entretenimiento, un equipo creativo que ha sabido conducirla por un camino que le viene perfecto al personaje, creando secundarios y enemigos propios, dotándola de su propia personalidad y jugando con las posibilidades de su alocado carácter. Es bueno ver que la propia Harley no termina por definirse como una heroína al 100% y sigue jugando con la ambigüedad del antihéroe que se mueve por interés si cree que puede tener éxito en su misión, pues le da un punto más original y con más alternativas argumentales. Amanda Conner y Jimmy Palmiotti están haciendo crecer una serie a la que alimentan, inteligentemente, con historias que amplían poco a poco el sentir de un personaje que, aunque ya sea de sobra conocido, sigue siendo imprevisible. Además, ese recurso de introducir en pequeñas dosis, nuevos hilos argumentales para ir desarrollando en números posteriores es un recurso muy bien llevado que sirve de perfecto cliffhanger.
Si una pega tiene esta serie es la cantidad de números de relleno, que aunque son desahogos disfrutables restan calidad al conjunto y pueden llegar a molestar al lector ávido de seguir leyendo las aventuras de Harley Quinn y los suyos. Además, la constante rotación de dibujantes no siempre ayuda a mejorar el aspecto gráfico. Andrew Robinson, Brett Blevins, Joshep Michael Linsner, Khari Evans y, sobre todo, Chad Hardin, John Timms, dibujan estas cuatro grapas (ocho números en USA) y aunque siguen una línea editorial gráfica común, en algunas ocasiones se pierde la coherencia de estilo y contrastan demasiado unas páginas con otras. No puede hablarse de que sean cómics mal dibujados, pero tal vez una reducción de la cantidad de dibujantes en los créditos ayudaría más a conseguir un cómic redondo.
Divertida e impredecible
Guión - 7.8
Dibujo - 6.8
Interés - 7
7.2
Unas historias alocadas e impredecibles de la maravillosa Harley Quinn.
