Hace más de una década, tras los sucesos acontecidos en el tomo titulado Hellboy: Lugares extraños, dejábamos al protagonista embarcado en un pequeño bote a vela, dispuesto a regresar a la civilización. Nada supimos de aquella travesía, y se nos dio a entender que no había sido un viaje con percance alguno que reseñar. Sin embargo, efectivamente algo le sucedió al ya por aquel entonces ex agente de la AIDP mientras surcaba los mares después de haber aprendido un par de cosas sobre los orígenes del mundo y los suyos propios.
El Chico Infernal, Anung Un Rama, a la deriva en la noche oceánica, se topa de repente con un misterioso barco llamado Rebecca. Tan abrupto es el encuentro que no le da tiempo a reaccionar, y el sobrenatural luchador es hecho prisionero por la tripulación. Sus captores tiene algo extraño: no parecen ser de comienzos de siglo XXI, sino más bien tienen pinta provenir de la literatura decimonónica británica. El capitán está convencido de que podrá vender al extraño fenómeno de piel roja y cuernos pulidos que han capturado a un circo y sacar un buen precio. La supersticiosa tripulación tiene sus reservas, y parte de ellos creen que puede ser de mal fario llevar a alguien de aspecto demoníaco en el barco. Y por otra parte está la extraña pasajera del Rebecca, inmersa en un viaje de descubrimiento arqueológico y de poder más allá de cualquier media…
Gary Gianni es un fantástico dibujante que ha ilustrado ediciones de libros como el Solomon Kane de Robert E. Howard, o El caballero de los siete reinos de George RR Martin, un spin off del celebérrimo Juego de Tronos. No es para nada ajeno al mundo del cómic, ya que aparte de haber adaptado al medio 20.000 leguas de viaje submarino, de su serie Monster Men, o de haber estado al cargo de la tira de prensa de nada menos que el Príncipe Valiente, además en 1997 ganó un premio Eisner al mejor dibujante por una historia corta de Batman Black & White.
El caso es que este sensacional ilustrador cuyo estilo nos recuerda a la ilustración del pulp, las dime novel, la prensa decimonónica, o incluso los grabados de Gustave Doré, se encargó en su día de redactar la introducción del tomo que recopilaba las aventuras de Hellboy tituladas El tercer deseo y La isla. Este volumen fue llamado Lugares Extraños, y se les debió quedar en la cabeza a él y a Mike Mignola cuando por fin tuvieron oportunidad de colaborar para ofrecer al público una novela gráfica original en tapa dura protagonizada por Hellboy. Así, decidieron relatar un capítulo nunca contado de la historia del personaje, que da la impresión de que querían que transcurriese en el mar para dar rienda suelta al talento de Gianni rindiendo homenaje a otra de sus influencias gráficas, El libro de los piratas de Howard Pyle. Subrayando esta relación con el arte anglosajón de temática marítima, no es de extrañar que Hellboy: Aquel mar misterioso abra con una cita de Samuel Colleridge sacada de The Rime of the ancient mariner, o que luego se haga referencia textual al Moby Dick de Herman Melville.
Digámoslo ya: la estrella de la función es Gianni, de largo. Su arte está a la elevadísima altura de lo esperado, y quizás en el apartado gráfico nos encontremos con una sola sorpresa: y es que incluso a pesar de contar en el coloreado con el talento del gran Dave Stewart, un servidor estaba escéptico ante si no perderíamos más de lo que ganábamos dejando el trazo Gianni en blanco en negro para su pleno disfrute. Pero no, al igual que pasó con —salvando las distancias ya que son proyectos que poco tiene que ver— el X-O Manowar de Tomás Giorello, el colorista sorprende consiguiendo estar a la elevadísima altura del enorme dibujante que tiene debajo, subrayando sus fuertes sin ocultarlos y dejando patente la categoría de Stewart.
Sin embargo, nos tememos que estos son casi los únicos parabienes que podemos cantar de Hellboy: Aquel mar misterioso. Mignola hace bien queriendo apartarse de los focos y dejando lucirse a Gianni dándole simplemente un escenario idóneo donde desplegar su talento; pero su guion es francamente insulso, en la onda de los correctos pero intrascendentes relatos cortos de terror cuasigótico que pueblan la andadura de Hellboy. Sí, hay oficio y un momento al final en el que uno se conmueve ligeramente, pero poco más.
Quizás la breve extensión del proyecto (56 páginas) tampoco daba para mucho más, cierto; pero eso está lejos de disculpar, ya que el precio de esta novela gráfica no es proporcionalmente reducido que digamos. En fin, una muy bella curiosidad que uno no tiene claro que acabe de merecer la pena, a no ser por supuesto que por preferencias personales y gustos pueda más el querer apreciar este maravilloso apartado gráfico por encima del coste que le han asignado a la obra.
Coincido con tu apreciación de la obra y con el hecho de que se trata de un capricho caro para completistas del personaje. Antes, Norma, publicaba estas obras en tomos que agrupaban varias de ellas y, aunque seguían siendo caros, compensaba. Pero ultimamente Norma apuesta por publicar estos álbumes de menos de 100 páginas que no le hacen ningún favor ni al lector ni a la serie