Edición original: Marvel Comics – agosto-octubre – 1997
Edición España: Comics Forum – junio 1998
Guión: Tom DeFalco, Ron Frenz
Dibujo: Ron Frenz
Entintado: Pat Olliffe
Color: Christie Scheele
Portada: Jesús Merino
Precio: 895 pesetas (tomo en tapa blanda de ochenta páginas)
El “vacío” dejado por Vengadores y Cuatro Fantásticos como consecuencia del acuerdo constituido en torno a
A finales de la década de los ochenta del siglo pasado, DeFalco y Frenz asumieron la difícil tarea de sustituir a Walter Simonson y Sal Buscema al frente de la colección del dios nórdico del trueno. Su respuesta al desafío fue una estrategia de retorno a los orígenes que se hizo más y más acusada con el transcurso del tiempo. El aspecto nórdico de la colección dejó paso a un tono Lee-Kirby que se reforzó con el cambio de Brett Breeding por Joe Sinnott en las labores de entintado. Al poco de su llegada, el nuevo equipo recuperó para la causa a un Hércules había quedado ligeramente incapacitado (y viva el eufemismo) durante la participación de los Vengadores en La Guerra de la Evolución. En palabras del profesor Loki, el olímpico se convertiría en algo así como el escudero de Thor, amén de una fuente constante de problemas para la nueva contrapartida mortal del asgardiano, el arquitecto Eric Masterson. Cuando este asumió la identidad del dios del trueno, Hércules se convirtió en mentor del tronador novato, pero poco o nada se aportó al desarrollo del personaje. El semidiós siguió siendo una especie de alivio humorístico, merced a su naturaleza campechana, juerguista y excesivamente despreocupada. En esta ocasión, don Tom y don Ron, en su condición de coguionistas, se encuentran a un Herc en sus momentos más bajos.
Al principio de la miniserie, Hércules acaba de abandonar a los Héroes de Alquiler (el proyecto de regreso de los Defensores que Roger Stern acabó dejando en manos de John Ostrander y Pasqual Ferry). Su querencia por el alcohol ha convertido su habitual exuberancia del héroe en una fuente constante de problemas, motivo por el cual este ha decidido poner en pausa sus actividades grupales, buscando refugio en el museo de un camarada olímpico. Sus intenciones de paz se verán interrumpidas por la presencia de uno de sus más viejos y pertinaces enemigos, el dios helénico de la guerra Ares.
Antes de que Michael Avon Oeming y Brian Michael Bendis captaran al belicoso hijo de Zeus para la causa heroica, Ares había sido un integrante de la galería de villanos de la franquicia vengadora. Su enemistad con Hércules se transfirió al equipo al que este pertenecía, siendo el enemigo principal en el centésimo número de la colección de los héroes más poderosos de la Tierra marveliana. Cuando el comatoso príncipe del poder señaló en su delirio a los Vengadores como los causantes de sus heridas (que habían causado los Amos del Mal durante el asalto a la mansión) la deidad guerrera se situó obediente y alegremente a las órdenes de Zeus. Tiempo después, haría una apuesta con Hera para determinar quién podía causar más pesar a Heracles. Aquí vuelve a utilizar a sus antiguos servidores, los halcones de la guerra, para fomentar la política si vis pacem para bellum. Su hermanastro tendrá que incorporarse a SHIELD para intentar frenar este nuevo complot que incluye el socorrido artefacto mitológico con capacidad para convertir continentes en solares.
La miniserie se presenta como un producto de la factoría DeFalco-Frenz, en la que se recuperan algunos de los secundarios creados en trabajos anteriores. Don Tom ha demostrado repetidamente sus capacidades para el reciclaje; todo se aprovecha para el convento y esta aventura de Hércules no es una excepción. El protagonista vuelve a ser el torpe guerrero que resuelve los dilemas de combate por el sistema de ser un elefante en una cacharrería (nada que ver con el táctico con dos mil años de experiencia que poco antes presentara Peter David en un especial junto a la Masa) y que compensa su «brutidad» con un gran corazón y una inagotable capacidad para ponerse en pie después de la caída. En resumidas cuentas, un producto típico del equipo creativo que se consume para pasar el rato y que no aporta nada al personaje. Afortunadamente, diez años más tarde Greg Pak y Fred Van Lente darían a Hércules un nuevo impulso y la posibilidad de protagonizar unas cuantas aventuras memorables.