Tomas Giorello está (junto a Buscema, Adams y Windsor Smith) en la nómina de dibujantes legendarios de Conan. Su trabajo transmite a la perfección toda la fuerza de los héroes clásicos de la antigüedad, así como el ímpetu juvenil a la hora de descubrir un mundo más bello, enorme y terrible de lo que la imaginación alcanza a elucubrar y la sabiduría alcanzada en el ocaso de una vida que llega a su fin con los últimos estertores de un mundo a punto de desaparecer.
Con motivo de la Heroes Comic Con celebrada el pasado fin de semana en Madrid, quisimos hablar con él para charlar acerca de historia, héroes de leyenda, mundos en expansión y rutinas frente a la mesa de dibujo. Giorello nos sorprendió con una simpatía desbordante, una sencillez desarmante y un profundo conocimiento del medio y los arquetipos con los que trabaja.
PABLO MENÉNDEZ: La primera pregunta que tengo aquí apuntada a lo mejor te la han hecho millones de veces, pero aun así me gustaría saber cómo comenzó tu interés por el dibujo y el arte.
TOMÁS GIORELLO: Creo que la historia se repite siempre, solo que con distintos nombres. Todos dibujamos desde chicos sin parar. En mi caso, yo era un pésimo alumno. Conseguí convencer a mis padres para que me dejaran estudiar dibujo libremente una vez acabara la escuela secundaria. Yo estaba dibujando siempre, todo el día. Así que sufrí mucho, acabé la escuela y entré en el estudio de los hermanos Villagrán. Hacían trabajos para Estados Unidos y Europa. Estudié con ellos, trabajé de ayudante, di clases con ellos y luego ya empecé a trabajar por mi cuenta.
PM: ¿Recuerdas tus años de formación con cariño?
TG: ¡Sí! Absolutamente. Los hermanos Villagrán tuvieron muchas deferencias conmigo. Cuando yo entré en el estudio no tomaban alumnos. Me trataron con mucho cariño, como a un hijo. Ellos me enseñaron tanto la parte práctica del oficio como la política de trabajo, la responsabilidad, y me consiguieron mis primeras oportunidades laborales. Me empujaron a hacer el típico viaje de fuego, que fue en el año 96 a Estados Unidos a buscar trabajo. Por aquel entonces las editoriales argentinas ya estaban bastante mal financieramente, así que había que salir a buscar trabajo fuera, lo cual no era fácil. Me ayudaron, me dieron coraje, un montón de direcciones…y así fue. Desde el año 96 trabajando.
PM: ¿Y eran muy relevantes los hermanos Villagrán en esa época en Argentina?
TG: Sí. Tuvieron un protagonismo destacado durante los 70 y gran parte de los 80, con la editorial Columba en Argentina. Una editorial enorme, de muchísimo éxito. Ellos empezaron a intercambiar el trabajo en esa editorial, con encargos para Marvel y DC, y otras editoriales más pequeñas. Hicieron colaboraciones con José Luis García López en Atari Force, y dibujaron a Superman, Batman, 4 Fantásticos. Una carrera muy, muy larga.
PM: Desde luego. ¿Y quienes dirías que son tus mayores influencias a nivel artístico?
TG: Bueno, con los hermanos Villagrán la premisa era «somos tres hermanos con el mismo estilo, así que no necesitamos a nadie más». Así que me obligaron a buscar influencias en otra parte. Y yo empecé con todo esto de querer pintar, de querer ser ilustrador. Mis influencias vienen de todos lados: Frazetta, Serpieri, Zaffino…Soy una mezcla. Por un lado soy el típico dibujante argentino con influencias europeas, pero a la vez siempre he tenido el ojo puesto en Estados Unidos. Creo que eso último es lo que tiene de particular mi estilo: la combinatoria de cosas que en su momento miré y que hoy trató de combinar.
PM: ¿Conocías los universos de Star Wars y de Conan antes de trabajar en ellos?
TG: De Conan conocía lo que podía conocer alguien que leyera a Conan en Argentina en los 80: las dos películas que se habían hecho y el Conan Rey de Silvestri.
PM: Muy bueno.
TG: Muy bueno, sí. Pude tener un poco más de acceso, no mucho más, al estar en un estudio donde los maestros dibujaron a Conan también ellos. Pudé ver trabajos tempranos de Pablo Marcos, por ejemplo, y yo traté de consumir todo lo que pude, y a la hora de hacerlo no mirarlo.
PM: ¿Y qué diferencias percibes a la hora de trabajar en los mundos de Star Wars y Conan?
TG: Para mi lo que tienen de especial los universos de ciencia ficción y de fantasía heroica, es que por más escenarios elaborados y grandiosos que puedas tener y por mucho trabajo que lleve, al final de lo que se trata es de creatividad, de divertirse haciendo un mundo. Es muy diferente hacer un trabajo realista, las referencias son distintas, todo tiene que parecerse a la realidad. El desafío es otro.
Pero lo que sí encontré más difícil en Star Wars fue encontrarle el ritmo. Yo era un fanático de las películas, pero no había seguido los comics. Y resulta que todo estaba referenciado: las armas, las ciudades, los personajes…Había muy poco margen para la creatividad del dibujante.
PM: Hablamos un poco de tu proceso creativo. ¿Cómo enfocas la narrativa de la página?
TG: Soy un dibujante bastante particular. Prácticamente no hago bocetos. La técnica clásica es diseñar la historia con pequeños esbozos, pero yo no lo hago porque lo mismo me levanto al día siguiente y quiero hacer una cosa totalmente distinta de lo que he pensado. Lo que yo trato de hacer es una página por día, y ya. Me propongo la meta de hacer una página en veinticuatro horas y me enfoco en ello con todas mis fuerzas.
Además, los bocetos no me divierten. No le encuentro la libertad por ningún lado. Y no son estáticamente atractivos. En lugar de abocetar prefiero encontrar un equilibrio entre lo que el guion pide, el atractivo estético y lo que yo quiero hacer.
PM: O sea que el atractivo estético y la composición visual para ti tiene mucha importancia.
TG: El diseño de página tiene que ser atractivo pero primordialmente tiene que narrar. Si dentro de eso hay elementos que permiten jugar con la composición mejor aún. Pero lo fundamental es contar una historia.
PM: Se comenta mucho que en la biografía de Schultz, el creador de Snoopy, se inventaron muchos datos, porque se consideró que no era suficientemente interesante que una persona se dedicara durante cincuenta años a dibujar una tira cómica todos los días. ¿Cómo enfocas tú la rutina?
TG: No, no. Para mi es un placer. El símil más sencillo para alguien que no dibuja es que es como una película. Para nosotros es como ver una película. Yo dibujé Conan durante ocho años. Para mi cada guion y cada página era una oportunidad de mejorar con cada página. Y creo que en eso ocho años se nota una evolución en el estilo. Empieza en un punto y acaba en otro. Y eso es gracias a la permanencia. Si yo hubiera estado saltando de un personaje a otro todo ese tiempo…bueno, creo que hubiera llegado donde estoy ahora, pero habría tardado más. Embarcarse en un guion nuevo es siempre una aventura. Entiendo que para alguien pudiera resultar tedioso tardar ochenta horas en hacer algo que se cuenta en una, pero para mi es al revés. Es una oportunidad de mejorar, de hacer las cosas interesantes. Sobre todo las páginas de transición, aquellas que nos llevan de una situación a otra y que estéticamente a priori no tienen un gran valor.
Hay una frase un poco cursi, pero que es muy cierta: cuando uno dibuja tiene que lograr que los límites de la página se desdibujen. A mí me pasa. El resto del mundo no existe. Y quiero pensar que si me pasa a mí, le pasará al lector.
PM: Al final es una labor de concentración. ¿Qué opinas de las diferencias que pueden existir entre la industria del comic de hace veinte años y la industria que existe después de toda esta explosión de las redes sociales y las nuevas formas de publicación y edición?
TG: Creo que como consecuencia de todas estas nuevas formas de edición es posible ver muchos estilos nuevos. Lo digo porque yo en su momento con veintidós años tuve que ponerme la mochila al hombro e irme a Estados Unidos y tuve que volver a hacer lo mismo a finales de los noventa. Y ello debido a que antes, como premisa, las dos compañías fuertes solo aceptaban un estilo o dos, y si uno no los seguía era casi seguro que no iba a tener trabajo.
PM: Estilos que podían ser como los de Kirby, Buscema, Romita…
TG: Claro. Por ejemplo, en los 90, Jim Lee o los hermanos Kubert eran los pilares, y luego había muchos estilos que se descomponían a partir del tronco madre. Era difícil conseguir trabajo si uno no tenía esa estética. No digo que no pudiera, pero era difícil. Hoy por hoy, con los materiales nuevos y la mejora del rendimiento óptimo de impresión, un tipo como yo no necesita entintarse, con todo lo que ello supone. Los tipos talentosos pueden proponer un trabajo de excelente calidad que a la vez amplíe el abanico de opciones estéticas. Se puede proponer, y esa es la gran diferencia. Los puntos de vista distintos solo pueden sumar, solo pueden enriquecer.
PM: ¿Hay algún personaje con el que te gustaría trabajar o volver a trabajar?
TG: Me gustaría volver a hacer tanto Conan como Batman. O Lobezno o Punisher. Hay muchos. Yo en realidad lo que busco hacer es tratar de conseguir una estética particular, y poder recrear en cada trabajo las mismas condiciones. Lleve el tiempo que lleve, sin correr como un desesperado. Hay un dicho que dice que si a un dibujante le das dos días para hacer una página te las hace, y si le das veinte días también te la hace. Porque la idea es tratar de poner lo mejor de uno mismo en cada trabajo, encontrar un equilibrio entre el tiempo que se tiene y el tiempo que se le quiere dedicar. Por eso más que personajes favoritos, prefiero enfocarlo en tratar de conseguir esas condiciones que sacan lo mejor de mi.
PM: ¿Hay alguna editorial con la que te sientas particularmente cómodo trabajando?
TG: Con Valiant me sentí extraordinariamente cómodo. Eran gente muy organizada, muy responsable. Me prometieron unas condiciones de trabajo que se cumplieron colmadamente. Y por otro lado recuerdo con mucho cariño los cinco años que estuve con Conan Rey. El proceso era «aquí tienes el guion y nos vemos en cuarenta días».
PM: ¿Puedes contarnos algo de tus próximos proyectos?
TG: En realidad, desde hace un año estoy generando material para un proyecto que todavía no puedo decir. Creo también personajes y mundos…pero creo que temprano podremos saber de que proyecto de trata.
PM: Y por último, ¿alguna película, libro o comic que recomiendes a los lectores?
TG: De película, It. En cuanto a lectura, me van a querer asesinar, pero yo no leo tantos comics. Los consumo visualmente y sigo artistas por deformación profesional.
PM: ¿Qué artistas en concreto?
TG: Totino Tedesco, Olivier Coipel, Gerardo Zaffino, Mico Suayan, Sean Gordon Murphy. Es un poco lo que hablamos hace un rato. Hay tanta variedad de estilos, todos ellos exitosos, que creo que es un gran lugar para ser un artista y lector.