“… Y nuestra inversión es casi inexistente, porque todo es trabajo que ya ha sido comprado y pagado”.
Cuando la leyenda se convierte en hecho, imprime la leyenda. Esta frase dicha en el famoso western mal titulado en castellano como El hombre que mató a Liberty Valance (1958), dirigido por John Ford, es una de las máximas la película y resume a la perfección las bases ficticias en las que se cimentó lo que pomposamente vino a llamarse «La conquista de Oeste».
La historia de los comienzos de la industria norteamericana del comic book, también tiene innumerables “licencias poéticas” que nos distraen de la realidad, de los hechos, para llevarnos por territorios casi legendarios. Y curiosamente estas dos fabulaciones históricas se construyeron para disimular los mismos pecados, para esconder un terrible expolio; en un caso el de las legítimas tierras de los habitantes indígenas de Norteamérica y en el otro para ocultar el robo de los legítimos derechos de autor de los creadores de personajes y argumentos de historieta.
Indudablemente,
Después de la Segunda Guerra Mundial, dos artistas de cómic que acaban de ser desmovilizados intentan buscar trabajo en varias editoriales. Son Ray Clarke y Ted Whitman, en las oficinas de una de estas editoriales se encuentran con Benita Heindel, artista y ayudante de edición que les pone al día. Son unos años de incertidumbre en la que la industria del comic book está cambiando y va dejando atrás a algunos de los han ayudado a crearla, casi siempre artistas.
Siguiendo a estos tres personajes principales, la historia va saltando de coordenadas temporales para fijarse en varios momentos relevantes de la historia del medio. 1945, 1955, 1965, 2001 son los años escogidos por Chaykin para ilustrar de manera crítica y sin tapujos los delitos y las faltas de todos los componentes de este conglomerado de palabras, dibujos y colores. Delitos y faltas que cometieron unos por acción, otros por omisión y muchos por sumisión… Era una industria que premiaba a los dóciles con las migajas y expulsaba a los valientes, a los rebeldes o a los conscientes de sus derechos. Y ahora, al final de su carrera, los dóciles sólo pueden sentarse en las butacas de los cines o en las sillas de los entierros y quejarse inútilmente en voz baja.
Marvel, DC, EC… o los syndicates de comic strips desfilan por las páginas de esta serie como empresas sin escrúpulos, explotadoras, cobardes y manipuladoras que no dudan en destruir a las personas si con ello obtienen beneficios y aseguran su supervivencia. Lo normal en cualquier entorno laboral, pero sin la pretendida fachada de glamour y sana diversión que la industria vendía hacia fuera, cara al público. El trabajo de Chaykin pretende desmontar esta hipocresía que dura demasiado tiempo. Por cierto, algunos aficionados y fans del medio tampoco salen muy bien parados.
En el apartado gráfico esta obra destaca por su cuidada ambientación y por una narrativa sencilla pero eficiente. El artista divide sus páginas con una estructura variable en la que predomina el esquema de tres tiras con dos o tres viñetas. A menudo inserta unos cuadros menores en las viñetas principales para detallar algunas conversaciones destacadas. El trabajo de descripción de los personajes – uno de los puntos flacos de Chaykin – está mejor resuelto que en otras obras y más si tenemos en cuenta que la mayoría aparecen con diferentes edades y en diferentes épocas.
La narrativa es sencilla en la que predominan los primeros planos o los planos de figura, pero el conjunto esta resuelto con elegancia y sobriedad. El tratamiento del color es el apropiado; predominan los diferentes tonos de marrón, sepia y verde contrastados con algunas masas de rosas, naranjas y rojos. El uso del coloreado por ordenador y del collage fotográfico, algo habitual en la obra reciente de Howard Chaykin, no desvirtúa el resultado final que resulta en todo momento eficaz y atractivo. El trabajo Will Quintana al color y de su habitual colaborador Ken Bruzenak en la rotulación, aportan un valor añadido al aspecto visual de la obra. Lo peor lo encontramos en las portadas de Don Cameron que simplemente son horribles.
Quién es quién en Hey Kids! Comics!
Consultando algunos foros y con mi experiencia personal como lector, creo que puedo especular en quien pensaba Howard Chaykin cuando construyó sus personajes.
A continuación os detallo mis conclusiones.
Los protagonistas:
Ray Clarke: Gil Kane
Benita Heindel: Ramona Fradom/Marie Severin/Flo Steinberg
Ted Whitman: Matt Baker/Joe Kubert/Bill Finger
El trio protagonista presenta rasgos muy claros de autores concretos. Chaykin fue ayudante de Gil Kane en sus inicios y Ray Clarke parece un personaje claramente basado en él. Benita Heindel es una amalgama de diferentes autoras que sufrieron en sus carnes el machismo de la industria y Ted Whitman se inspira en Matt Baker, que se murió prematuramente, y en algunos otros artistas ninguneados y resignados de la industria.
Los más evidentes:
Bob Rose: Stan Lee
Sid Mitchell: Jack Kirby
Irwin Glaser: Jerry Siegel
Ira Gelbart: Joe Shuster
Ron Fogel: Bob Kane
Sr. Gertz: William Gaines
Estos personajes casi no necesitan presentación. Son tal cual eran en la realidad y Chaykin tan solo les ha cambiado el nombre.
Personajes con matices:
Dan Fleischer: Will Eisner/Martin Goodman
Pete Sawyer: Milton Caniff/Walt Kelly
Meyer Hershenson: Harry Donenfeld
Lou Berkowitz: Jack Liebowitz
Lotte Zanuck: Dorothy Woolfolk
Jess Mayberg: Mort Weisinger
Tom Hollenbeck: Joe Quesada/Todd McFarlane/Rob Liedfeld
Lazlo Fabin: Alex Toth/Lou Fine
Brian Callanan: Joe Maneely/Sol Brodsky
Alfred Kessler: Bernard Krigstein/Harvey Kurtzman
Mike Dunn: Wally Wood
Milt Koenigsberg: Julius Schwartz
En estos casos puede haber alguna duda, porque Chaykin haya atribuido sucesos o anécdotas de varias personas a un solo personaje pero en lo sustancial la lista parece bastante exacta. Si opináis lo contrario o queréis aportar información al respecto, para esto están los comentarios.
En el fondo esta lista no deja de ser un divertimento, pero le añade un valor a la obra y nos deja mucho más claro lo que opina Howard Chaykin de ciertos hechos que acabaron haciendo historia del medio y de sus principales protagonistas. Evidentemente es la visión del autor de esta obra y otras personas pueden opinar muy diferente sobre los personajes citados y su enfoque de los hechos históricos.
En un texto incluido en este álbum, el autor puntualiza que cada protagonista de estas historias está basado en la amalgama de muchas personas reales y que en realidad lo que intenta es describir los hechos usando personajes con entidad propia. Pero por parte de los lectores es inevitable hacer las oportunas comparaciones.
Howard Chaykin nació en Newmark el año 1950.
Entró en el mundo de los cómics de la mano de una de sus principales influencias; el artista Gil Kane del que fue asistente en 1969. Un año más tarde se enroló en el estudio que Wally Wood compartía con Jack Abel y Syd Shores y posteriormente entró a colaborar en el estudio de Neal Adams.
En 1971 empezó a publicar sus primeros encargos en revistas militares como dibujante sin acreditar bajo la firma del artista Gray Morrow.
En 1973 dibujó una adaptación del relato de Fritz Leiber titulado The price of pain ease escrito por Dennis O’Neil que se publicó en Sword and Sorcery #01. También para DC realizó varias historias de Ironwolf para la revista Weird Worlds.
En Marvel compartió el personaje de Killraven con Neal Adams en su primera historia publicada en Amazing Adventures #18.
En 1974 empieza su primera serie realmente de autor; Cody Starbuck que publicará irregularmente en el magazine Star Reach y posteriormente en la revista Heavy Metal. Cody Starbuck es una space opera que protagoniza un pirata interestelar simpático, cínico y de moral ambigua. Chaykin realiza la serie usando la doble página como base narrativa y el color como un elemento primordial. Cody Starbuck marca el inicio del estilo personal de Howard Chaykin; basado en una querencia por la novela gráfica, un concepto narrativo que prima la espectacularidad, la influencia de artistas como Gil Kane, Jim Steranko, Neal Adams o de ilustradores como Robert Fawcett y Al Parker y su preferencia por personajes simpáticos, de moralidad ambigua y tremendamente cínicos.
Para la editorial Atlas/Seaboard Comics creó en 1975 el personaje de Scorpion del que llegó a realizar dos episodios y que se canceló al tercer número. En 1976 se encargó de la adaptación oficial en comic book de la serie cinematográfica de Star Wars que editó Marvel Comics con guion de Roy Thomas. El inquieto Chaykin aguantó hasta el octavo episodio. Un año más tarde realizó varios números del comic book titulado Conan the Barbarian – concretamente del 79 al 83 – que estaban fuera de la continuidad y que fueron escritos por el guionista y editor de la serie Roy Thomas.
El año 1978 supone su ruptura formal con el cómic más comercial, aunque durante el resto de su carrera irá yendo y viniendo, encargándose de proyectos puntuales y encargos más o menos exclusivos. Este año empieza su colaboración regular para la revista Heavy Metal en la que seguirá publicando Cody Starbuck y otras novelas gráficas como The stars my destination, una adaptación de la novela de ciencia ficción de Alfred Bester, también Swords of Heaven, flowers from Hell, un relato original de Michael Moorcock escrito especialmente para él y Empire de Samuel R. Delany.
En 1980 se encarga de dibujar los números 13 a 18 de la serie Los Micronautas de la editorial Marvel y por fin en octubre de 1983 sale a la venta el primer episodio de su serie American Flagg! editada por First Comics y de la que se publicarán 50 números, Chaykin se encargará del guion y del arte de los 26 primeros.
Posteriormente Chaykin publicará The Shadow: Blood and Judgment (1986) para DC o la novela gráfica para Marvel protagonizada por Nick Furia y Lobezno titulada The Scorpio Connection (1989) pero donde seguirá destacando será en sus aventuras de autor con Time2 (1987) y sobre todo con la miniserie Black Kiss (1988) que marcará toda su carrera posterior.
En la década de los noventa su carrera entra en una etapa de dispersión, encargándose de proyectos heterogéneos que casi nunca llegan a cuajar. Los más destacados son el guion de Twilight (1990) una miniserie dibujada José Luis García López; la serie Fafhrd and the Gray Mouser (1991-1993) en colaboración con Mike Mignola y para Epic Comics o la miniserie Power and Glory (1994) de la que fue autor completo y que publicó Malibu Comics.
En el nuevo siglo el autor se centra en la serie regular American Century (2001-2003) publicada por el sello Vertigo de DC que escribe junto David Tischman y que dibujan Luke Ross, Marc Laming y Lan Medina y también para DC se encarga de Challengers of the Unknown, (2004) una miniserie de seis números.
Para Marvel se encarga del dibujo del volumen 3 de la serie Blade (2006-2007) que escribe Marc Guggenheim y de la que se publicarán doce episodios; dibuja War Is Hell: The First Flight of the Phantom Eagle (2008), con guion de Garth Ennis; escribe el volumen tres de la serie Supreme Power que durará doce comic books y también realiza cuatro números de Dominic Fortune (2009) para el sello adulto de Marvel llamado MAX.
En la década actual destacan sus colaboraciones con la editorial Image, donde publica la mayoría de sus trabajos más recientes como:
Black Kiss II (2013) para Image Comics
Satellite Sam #1 a 15 (2013-15) para Image Comics
The Shadow: Midnight in Moscow #1 a 6 (2014) para Dynamite Entertainment
The Divided States of Hysteria #1 a 5 (2017) editada por Image Comics
Hey Kids! Comics! #1 a 5 (2018), publicada también por Image Comics.
La edición de este álbum a cargo Dolmen es muy buena. El libro es en tapa dura, tiene un tamaño adecuado, está bien impreso y cuenta con un papel bastante adecuado. Incluye una introducción de Ángel de la Calle y varias aportaciones de otros autores a la serie en forma de colaboraciones de una o dos páginas; son artistas de la talla de Jerry Ordaway, José Luis García López o Walter Simonson. El precio del álbum no es barato pero se paga con gusto.
Hey Kids! Comics! es un duro alegato contra la explotación del talento de l@s autor@s y artistas del comic book norteamericano clásico. Howard Chaykin compone un relato acusatorio a base de acumular hechos, sucesos y anécdotas de manera discontinua que acaban dibujando un retrato global de una industria que se vendió de manera amable, pero que escondía en su interior un hábitat saturado de depredación y abusos laborales. Como casi todas. Y nos explica que en la actualidad se están utilizando los mismos métodos pero con diferentes soportes. Como casi siempre.
Al menos al creador de American Flagg! le ha quedado el recurso del pataleo. Y a nosotros nos ha entregado una obra muy atractiva e interesante.
Salut!
Guion - 8.5
Dibujo - 7.5
Interés - 9.5
8.5
Alegato
Una obra crítica y desmitificadora que derriba muchos tópicos interesados de la historia oficial del comic book norteamericano
Solo vengo a decir que la trama me interesa, pero el dibujo de Chaykin es horrible para mí. Además de añadir mi pensamiento de que esta obra puede tener verdad así como muchas cosas salidas de la mente de Chaykin. No sé por qué, pero me huele a que le va a dar palo a Stan Lee hasta decir basta. Me gustaría saber si estoy equivocado.
Vielmehr,
a mí el dibujo de esta obra sí me parece atractivo. En otros trabajos actuales, no tanto.
Y te confirmo que Stan Lee recibe lo suyo – ¿merecidamente? – pero hay otros de la Distinguida Competencia que reciben mucho más. De hecho reciben casi todos…
Salut!
Bueno, lo del dibujo es para gustos colores. A mí Chaykin sí me llama en ese Satellite Sam pero aquí… no sé si es el color pero a mí me repele.
Me imagino ya los palos que le caerán a Lee (unos merecidos y otros… peloteo a Kirby). Y también a todos los de DC… yo imagino que las anécdotas de la Edad de Oro serán menos fiables que las de fechas posteriores. Por cierto, no hay ni una referencia a Alan Moore y esa invasión británica?
Un saludo también desde Venezuela
Tebeazo, como todo lo que hace últimamente Chaykin. Vuelve a estar en plena forma.