Las historias en ambientes carcelarios tienen un encanto especial, quizás por el interés y la curiosidad de vivir en los centros de castigo (o, mejor dicho en lo ideal, de recuperación y rehabilitación) con todas sus particularidades, en esos submundos que generan microsociedades con sus subgrupos que las integran. Pero vivirlas desde afuera, desde lejos, mediados por una pantalla o en este caso una página de historietas; cuanto más lejos, mejor, y más los disfrutamos. Vivir efectivamente allí… lejos estaría de ser disfrutable.
Lo mismo puede afirmarse de las historias de terror. Amamos seguir a personajes sufrir la tensión (y acompañarlos en ella) ante el impulso de supervivencia amenazado seriamente por alguna criatura o un hombre o lo que fuere. Pero para nada nos gustaría estar protagonizándolas, envueltos realmente en una situación siquiera similar ni cercana.
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El referido nombre del cómic hace referencia a la premisa inicial que se irá por los caminos de la historia de terror y desandará varias consecuencias; esta es la de presentar a un personaje que es especialista en fugarse de cárceles, y llevarse con él a algún prisionero. En el desarrollo de la narrativa se nos da a entender que es enviado (contratado, podríamos decir) para sacar a otro prisionero del penal. Claro que al escapista, cuando llega a la prisión, ya lo ha precedido su fama, y otros presos destacados y poderosos en el ambiente interno querrán usar sus servicios para fugar también con él, generando una revuelta entre bandos que pujan por dominar en la cárcel. En torno a esto girará la narración, a la vez que se va creando el conflicto del género de terror, sembrándose de a poco bien al estilo de H. P. Lovecraft.
Santullo, como recordarán los viejos lectores de esta sección, es un guionista uruguayo con un gran oficio para desenvolverse en su trabajo, y en este cómic lo demuestra una vez más. Tomando los tópicos de las narrativas carcelarias y de los mitos de Cthulhu, los combina con maestría y crea su propia historia que nos lleva por los dos caminos a la vez con calidad. Vivimos la tensión de una revuelta interna en un penal al mismo tiempo que el miedo y la locura de la llegada de un antiguo ser invocado, esos que no se deben nombrar.
Para concretar esta historieta, trabaja junto a Horacio Lalia, veterano artista experto en el género del terror y en particular también se ha desenvuelto con calidad dibujando historias del universo de Lovecraft. Sin dudas, es un dibujante totalmente adecuado para llevar adelante este guión de Santullo, que es capaz de mostrar lo que el gran escritor nunca mostró en sus relatos y que sea creíble (dentro del universo de ficción aceptado, claro está).
Por todo ello, El Escapista es un gran trabajo dentro de los géneros en los que se inscribe y que también destaca en el general de la producción historietística de los dos países que representa, Argentina y Uruguay, tanto por sus autores como por las editoriales (Loco Rabia y Grupo Belerofonte). Esto se refuerza por las nominaciones a los Premios Carlos Trillo que se otorgan en el marco de la Crack Bang Boom, Convención Internacional de Historietas de Rosario, de las cuales recibió tres: mejor guionista, mejor dibujante y mejor obra público adulto.
Y por todo esto, además de los premios que pueda recibir, es una historieta que se vive intensamente y disfruta a la manera que se pueden disfrutar las historias de terror y de ambientes carcelarios… con un gusto algo perverso, masoquista.
Santullo es garantía de excelentes guiones y un muy exquisito desarrollo de personajes. Otro orgullo que tenemos en el comic rioplatense