Luego de la no publicación del jueves pasado (advertí que no sería completamente semanal), comenzamos aquí la primera etapa verdadera de abordaje del panorama de la historieta en los distintos puntos de Latinoamérica (es decir, basta de introducciones), y lo haremos recapitulando un poco en la historia y concentrándonos más en el presente, que luego seguiremos profundizando en la siguiente etapa.
El elegido para comenzar es Chile y hay motivos para ello, que se basan en el interesante presente que está viviendo la historieta de ese país, lo cual pude conocer gracias a Comicópolis y la visita de protagonistas de ese estado actual como Carlos Reyes, a quien en dicho evento tuvimos la oportunidad de entrevistar (con esta sección en mente), y quien también fuera entrevistado recientemente en un sitio de su país dedicado al cómic, Mesa Gráfica, otra fuente interesante de la cual partir para este artículo (pueden encontrar el enlace correspondiente al final).
“La historieta chilena necesita mirar su pasado para saber que no venimos de cualquier parte y que tenemos una tradición gigante, que no es nuevo, que tenemos una tradición de autores maravillosos para atrás. Chile es en Sudamérica junto con Argentina una pequeña potencia de la historieta” – Carlos Reyes
Enciclopédicamente puede decirse que la historieta chilena existe desde 1906, con la aparición del que se considera el primer personaje del cómic de Chile, Federico Von Pilsener, creado por Pedro Subercaseaux y publicado en la revista Zig-Zag. Más allá de este dato enciclopédico, que es bastante anecdótico, es de notar la temprana presencia del título mencionado que se mantuvo hasta la segunda mitad del siglo XX, acompañando toda la primera gran etapa del cómic de Chile tanto a través de la revista como de su editorial homónima.
Esa época se extendió, a grandes rasgos, desde la década de 1940 hasta la de 1970, a partir de la cual la situación política y económica del país impactó negativamente sobre la producción de revistas de historietas, tan abundante en esos 30 años previos. En ese período, en Chile había mucha historieta que era leída por un público generalizado como cualquier otro producto de entretenimiento, a diferencia de lo que sucedió en los últimos años (no sólo en este país, sino mundialmente) creando un público de cómic, especializado. Entre las incontables revistas y personajes de esa época, caben destacar a Mampato, Condorito y Mortis, por mencionar unos pocos ejemplos ilustrativos.
Si bien, como comentábamos arriba, el contexto político y económico de la década de 1970 de Chile fue afectó profundamente a la producción que se había desarrollando hasta entonces, según afirma Carlos Reyes “nunca dejó de ser un país de historieta”; porque aunque desaparecieron las principales revistas y editoriales (la destacada Zig-Zag entre ellas), nunca se deja de hacer historieta, existió siempre el humor gráfico y, por ejemplo, Condorito se publicó (y se publica hasta hoy) de manera ininterrumpida, y surgen revistas que aún siendo de corta duración colaboraron a que nunca faltara la historieta chilena.
Desde esa crisis hasta el resurgimiento que se está viviendo desde hace alrededor de 10 años, cabe destacar la aparición en la década de 1980 de revistas como Matucana y Trauko, que significaron una especie de explosión de la historieta en su momento aunque con diferentes características y con menor potencia de lo que sucede en la actualidad.
Quedándonos entonces en el presente, podemos retomar lo que decíamos hace tres semanas sobre Chile, en base a la entrevista Carlos Reyes y Miguel Ángel Ferrada en Comicópolis: “fue la publicación en el año 2007 de Road Story (de Gonzalo Martínez basada en una novela de Alberto Fuguet) el punto de ruptura para el panorama de la historieta chilena respecto a lo que fue la década de 1990 y hacia lo que es hoy en día. Esta fue la primera novela gráfica que abordó temas nuevos (fuera de la fantasía, los superhéroes y los géneros) y fue la primera desde la década de 1970 que fue publicada por una editorial transnacional, que fue Alfaguara. A partir de eso surgieron de manera incipiente varias editoriales, y en 2011 se produce otro gran impacto con la publicación de otro cómic chileno original por una editorial transnacional; en este caso la editorial Norma, con la obra 1899 (de Francisco Ortega y Nelson Dániel). Al mismo tiempo, una editorial de las surgidas en los años anteriores (Arcano IV) publicó con éxito una novela gráfica titulada Mortis: Eterno Retorno (recuperando un personaje histórico de la historieta chilena), logrando un impacto que hasta ese momento ninguna otra editorial de su tamaño había logrado”.
A esto, podemos agregar también de esa misma entrevista que el trabajo realizado desde 2007 a hoy por estas editoriales, en gran medida se sale de lo que se había hecho en los 10 años anteriores que era tratar de imitar el modelo superheorico norteamericano y también el modelo europeo del álbum a color de gran tamaño, dando lugar a que se genere una historieta chilena propia con un estilo de trabajo más profesionalizado, creando obras de géneros diversos interesantes.
Esto resulta en que aparezcan más editoriales especializadas, así como que las editoriales nacionales o transnacionales existentes se interesen en publicar historieta chilena distribuyéndola en el mercado de libros, aumentando a su vez el interés de la prensa, las presentaciones de libros, las entrevistas, los comentarios de las obras… lo que se dice un círculo virtuoso.
No obstante, cabe señalar la advertencia de que aún siendo auspicioso “no hay que llevarse a engaño, porque está construyéndose todavía”, según comentan Reyes y Ferrada, quienes ven mes a mes un crecimiento permanente, lento pero sostenido. “Tampoco es que se vende mucho y uno puede vivir de eso. En ningún caso se compite con los bestseller… los proyectos se sustentan, se pagan los costos, llegan regalías, pero no hay ningún autor que viva de esto haciendo comic en Chile exclusivamente”.
Habiendo establecido un panorama general, pasamos a una enumeración que repasa brevemente algunas de las editoriales actuales que, por las declaraciones obtenidas y la pequeña investigación realizada, pueden considerarse relevantes en el estado del cómic chileno de hoy en día, y de los últimos años.
Arcano IV: aunque en su página de Facebook declara su fundación en el año 2009, esta editorial empezó a aparecer en el 2007 trabajando en la recuperación del personaje de Juan Marino, el Doctor Mortis. Este retorno se produjo por un lado en la publicación web, en un primer momento, de nuevas historias de Mortis, y por otro lado en la reedición de los cómics clásicos junto a Unlimited Cómics.
El hito de la editorial es la edición de la novela gráfica original que continúa lo publicado en la web, Mortis Eterno Retorno, lo cual fue complementado con la reedición en papel de lo digital y la publicación de un tercer volumen, In nomine mortis.
Además, en el pasado año abrió nuevos caminos editoriales publicando las historietas también originalmente digitales Siento y Miento y Lado B, ambos de de Alfredo Rodríguez, del mismo modo que recientemente lanzó Me pasa a veces de Verónica Rodríguez.
Mythica Ediciones: tal como se define en su página web, «pretende apoyar el renacimiento de la industria de la Narrativa Gráfica chilena en todas sus formas (cómic, novelas gráficas, webcomic e ilustración)». Desde su fundación en 2008 ha publicado gran cantidad de títulos, entre los cuales pueden mencionarse La Mano Izquierda, Martín Warp , Cuentos de Cara y Sello, Alpha Luna la chica lobo y Zombies en la Moneda.
Feroces Editores: como se describe a sí misma en su sitio web, “tiene como objetivo primordial difundir el material de los historietistas nacionales en impresos de calidad y a precios y accesibles. Otro aspecto importante de su reciente labor editorial es tender puentes entre lo mejor de los grandes autores de ayer y los más talentosos artistas de las nuevas generaciones, ofreciendo al lector una selección de lo mejor del pasado y el presente de la historieta chilena, un lenguaje que vive por estos días una creciente expansión artística”.
Dos ejemplos de estos títulos son Pato Lliro de Christiano, publicado a fines de 2012, y La Tormenta Perfecta de Rodrigo Salinas.
Unlimited Cómics: perteneciendo al Grupo Copesa, esta división de Unlimited Editorial iniciada en 2010, publica y distribuye en kioscos y a precios accesibles cómics de Marvel y DC, actuales y no tanto, así como de The Walking Dead, y también reediciones de cómics chilenos como el mencionado Doctor Mortis o Mampato, como el proyecto propio Papelucho en Cómic.
Ediciones B: editorial transnacional de libros no especializada en cómics, que como otras editoriales apostó por la publicación de cómic chileno, destacando en ello Policía del Karma de Jorge Baradit y Martín Cáceres y las Dosis Diarias de Alberto Montt.
Grupo Editorial Norma Chile: otra de las editoriales transnacionales que ha apostad por la historieta chilena, publicando recientemente Mocha Dick (con reediciones en el extranjero) y la mencionada como relevante para el “boom” reciente, 1899.
Desde luego estas no son todas las editoriales que publican cómics en Chile, pero sirven como muestra del amplio espectro que da cuenta de lo que pasa actualmente.
Video entrevista de Mesa Grafica a Carlos Reyes, para enterarse de más sobre historieta chilena: enlace a Youtube
Ergocomics, sitio web que tiene por objetivo difundir, desarrollar y estudiar la narrativa gráfica chilena y latinoamericana: enlace
Estupenda nota, Mariano. 1899 no lo conocía pero me ha llamado mucho la atención. Y atentos todos a Ergocómics porque es visita obligada, sobre todo para los aficionados a Morrison… la conocí cuando escribí mis artículos para Zona sobre la obra del escocés, y cada monográfico dedicado a sus cómics era una pequeña joya. En cada artículo enlacé el correspondiente de Ergocómics, pero si alguien quiere perderse en sus contenidos, que empiece por la sección de Análisis de obras y autores. ¡Un abrazo, Mariano!
Siempre un paso adelante José 😉
A mí también me llamó la atención 1899 (en verdad, casi todas las obras que menciono), pero no sé hasta que punto será conseguible. En la medida de que pueda leerlas, mi idea es reseñar todo lo mencionado, de a poco 😛
Otro abrazo José!
Junto con agradecer tan magnífica nota, me permito sugerir la novela gráfica Mocha Dick editada por Norma. Lamentablemente es en blanco y negro (en colores sería sublime), pero está muy bien, una lectura muy amena sin grandes pretensiones pero que acaba redondeando una linda historia.
Yo guardo bellos recuerdos de la revista Mampato. De pequeño cuando visitaba a unas tías en otra ciudad, veía la pila de revistas que habían sido de mi madre y me ponía a ojearlas, maravillado primero con los dibujitos, y luego cuando aprendí a leer ya con la variedad de historias que traían. Ya de mayor me las quedé definitivamente y las guardo con mucho cariño (además las reediciones de las historias de Mampato).
La revista se caracterizó por entregarnos mucho material franco-belga a lo largo de su historia editorial, además de las aventuras del protagonista, Mampato, con un Themo Lobos impresionante que nada tendría que envidiar a otros clásicos como Tintín o Asterix 🙂
De la nueva oleada comiquera, los hermanos Rodríguez (Gabriel, el mismo de «Locke & Key»; Alfredo, de «Siento y Miento» y «Lado B»; y ahora también Verónica con su «Me pasa a veces») son imparables y una muestra de lo que consigue la perseverancia… Yo soy fan de Gabriel de hace unos 10 años, de cuando ilustraba cartas Mitos y Leyendas (que tuvieron un gran impacto en Chile y algún país vecino… hoy ya extintas, pero no olvidadas) y verlo triunfando en EE.UU. es alucinante.
Felicidades por esta entrega Mariano, estaré atento como siempre a la siguiente entrega 😉
Gracias a los dos por sus comentarios 🙂
Enhorabuena una vez más, Mariano. Interesantísimo el panorama chileno 😉
Vaya sorpresa encontrar este articulo aqui y ver como se aprecia lo que se ha ido construyendo (reconstruyendo) desde hace poco menos de una década. Ahora mismo se ha reeditado Mampato que fue una institución de muchos años y los eventos de comics se multiplican por el país aunque lamentablemente la mayoria se concentran en una sola ciudad.
Quisiera acotar que gracias al desarrollo de internet los creadores chilenos también han tenido acceso al mercado global y es para muchos posible vivir de esto aunque sus trabajos puedan terminar publicados en Timbuctu en alguna editorial menor. El verse publicado y reconocido dentro del país, eso ya es harina de otro costal. Dificil, pero no imposible.
Gracias por el artículo.