Edición original: Tristeza (Llanto de Mudo).
Guión: Federico Reggiani.
Dibujo: Ángel Mosquito.
Entintado: Ángel Mosquito.
Color: Ángel Mosquito.
Formato: Rústica, 134 páginas.
El entorno de mundo post apocalíptico es un concepto revisitado una y otra vez. No siempre se recurre a esta idea por falta de originalidad, sino porque en verdad ofrece una gran cantidad de alternativas diferentes; allí es donde radica la originalidad (o no) de los autores.
“El mundo no se termina con un estallido, sino con un gemido” comienza, parafraseando a T. S. Elliot, la sinopsis de esta historia post apocalíptica de Federico Reggiani y Ángel Mosquito, para luego continuar aclarando que se trata de “un fin del mundo menesteroso y suburbano, sin invasiones extraterrestres, sin tsunamis, sin meteoritos”. El final de este mundo, o mejor dicho de la civilización como la conocemos, llega a través de un virus que contagian las vacas, animales muy importantes para la alimentación cotidiana básica: leche, quesos, carnes. El contagio se expande entre los humanos y diezma a la población, obligando a rehacer la vida sin los servicios básicos a los que ya estamos muy acostumbrados.
La historia de Tristeza no es sobre cómo surgió y se esparció la epidemia, sino justamente cómo sobreviven los humanos ante estas urgencias; y no cualquier humano, sino que se concentra especialmente en los que habitan el llamado conurbano bonaerense, la extensión urbana que rodea lo que es la capital de Argentina que tiene sus particularidades sociales, demográficas y culturales. Gran parte del mérito de este cómic reside justamente en saber captar ese espíritu social e imaginar cómo se traspasaría a esta situación de perderlo todo y empezar desde cero, representándolo en un grupo de personajes diversos cuidando los detalles.
Su planteo bastante regional, por llamarlo de alguna manera, quizás limitaría el aprovechamiento de su lectura a quienes conozcan, al menos por cercanía y referencias, esta parte del mundo en donde se desarrolla la historia. No obstante, y al mismo tiempo, Tristeza también cala más hondo y toca temas que van mucho más allá del conurbano y tienen que ver con cuestiones humanas universales que podemos definir ampliamente como la creación y desarrollo de una sociedad, lo cual se especificaría en grandes y eternas materias como la política, la religión (con misticismo y religiosidad popular incluidos), la educación, las relaciones personales, entre la dicotomía de la civilización o la barbarie.
Para lograr ambos abordajes, el más local y el más abarcativo, es necesario un gran trabajo de desarrollo de mundo, de personajes y de la historia, el cual no caben dudas que fue realizado por Reggiani y Mosquito antes y durante la creación de esta historieta. Esto se hace evidente en cuestiones que a primera vista son menores, pero que aportan mucho a la involucración con la lectura, por su credibilidad. El hecho de que se pueda creer en lo que está viéndose en estas páginas no es en absoluto menor, dado su planteo bastante próximo al realismo con una situación que no es del todo improbable (de hecho, los mismos autores cuentan en una entrevista que en verdad es posible la transmisión de este virus de las vacas a los humanos).
Otra parte importante de este trabajo es el planteo de los personajes, de ambos sexos y de todas las edades, cada uno con sus características e intereses personales, sin que ninguno de ellos destaque como un protagonista saliente. Esto da lugar a una historia sin un héroe al que seguir, o el cual tiene razón, lo que suma un punto de atractivo más a este trabajo incitando al lector a decidir quién está actuando de manera correcta, sin bajar un mensaje claro desde el sitio del autor a quien lo recibe.
Como otro añadido de interés, Tristeza está dividido en dos partes que en esencia plantea dos escenarios post apocalípticos diferentes: la primera parte con una sociedad autogestionada muy pequeña (que deben abandonar por amenazas exteriores de incivilizados), y una segunda parte en la que el grupo reducido de la inicial se ve incorporado a una estructura social gobernada jerárquicamente con un sistema de reglas muy estrictas, que por supuesto generarán rechazos y opositores.
Esas dos partes, a su vez, están seccionadas en breves capítulos de ocho páginas (en su mayoría) lo cual tiene que ver con el hecho de que este cómic se publicó originalmente por entregas en la Revista Fierro. De este modo, ofrecía en su momento una lectura breve y bastante autocontenida, y ahora en su libro recopilatorio se presenta como un todo que le da mayor sentido global a cada uno de sus capítulos. La división en historias cortas de ocho páginas hace de Tristeza una lectura bastante ágil y dinámica, pero no por ello pasatista (aunque tenga sus buenas dosis de humor) al tocar temas serios y profundos.
Como muestra de la interrelación que hay entre el humor y la gravedad en esta historieta tenemos el dibujo de Mosquito, quien con su trazo presenta personajes de aspecto un tanto caricaturesco a los cuales es capaz de dar un tono sombrío con su entintado y su color. De este modo le da un agregado más a lo ya peculiar y propio de este libro.
En cuanto a la edición, es de destacar la calidad del papel elegido que permite serle fiel al trabajo del dibujo (especialmente del coloreado), un cuidado especial que se agradece a los responsables en Llanto de Mudo y que hace justicia al esfuerzo de ambos autores a la elaboración de su Tristeza.
Recuerdo haber charlado con Ángel Mosquito en tiempos en los que se estaba publicando esta historieta en la revista Fierro. Es uno de los mejores autores argentinos de estos tiempos y un muy buen tipo. Recomiendo a todo aquel que pueda acceder a este libro, que no pierda la oportunidad de leerlo.