Historietas desde Latinoamérica #57 – Morir por el Che

 

Edición original: Morir por el Che (Loco Rabia / Dragoncomics).
Guión: Pablo Roy Leguisamo.
Dibujo: Marcos Vergara.
Color: Caio Di Lorenzo.
Formato: Rústica, 96 páginas.

 

Ernesto Che Guevara, entre otras tantas cosas, es un personaje histórico que da lugar a muchísimos abordajes, anclados en hechos reales o no tanto. La producción cultural se aprovecha de eso, y rápidamente podemos pensar en varios ejemplos que grafiquen esta apreciación: el iniciático viaje de joven Ernesto en Diarios de Motocicleta, filme de Walter Salles, el Che de Steven Soderbergh interpretado por Benicio del Toro, o Edén Hotel, con un adolescente Ernesto Guevara y su padre topándose con nazis en la argentina provincia de Córdoba, en la historieta de Diego Agrimbau y Gabriel Ippóliti publicada originalmente en Francia por Casterman. Tres simples ejemplos y como esos hay a montones.

Morir por el Che, de Roy Leguisamo y Marcos Vergara, se sumó a esa lista en el año 2013 pero no para ser uno más de un largo listado sino que aporta lo suyo, tanto en los matices para abordar al personaje como también en el logro artístico de la obra por sí misma, más allá de quien circule por ella.

En primer lugar, nos situamos en el año 1961, en Montevideo, cuando Guevara visitó Uruguay en calidad de Ministro de Industrias y Presidente del Banco Nacional de Cuba para la Conferencia de Punta del Este, reunión extraordinaria del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) tras la cual se crearía lo que se llamó la Alianza para el Progreso. Es decir, apenas un breve capítulo en la vida del Che que estuvo plagada de otros tantísimos que han sido tratados en voluminosos libros.

Los autores se paran desde ese momento que es casi anecdótico en la vida de Ernesto Guevara y despliegan desde allí múltiples aristas que nos interpelan desde el pasado hasta nuestro presente. Aquellos días que pasó el Che en Uruguay son el contexto para graficar el espíritu de época de aquel entonces, y no sólo en la República Oriental sino en toda esta América que comparte historias similares. En aquellos primeros años de la década de 1960, bajaban desde la Cuba revolucionaria ideas que parecían hacer realidad sueños socialistas, y como tales comenzaron a ser las banderas de muchos grupos militantes y partidos políticos, a las cuales se oponían otros tantos. A esto se le añade el marco global de la Guerra Fría, EEUU-URSS, CIA-KGB…

En menos de 100 páginas, Roy y Vergara consiguen presentar todo lo enunciado de una manera sutil y precisa. La vía para lograr su objetivo es un hecho histórico real que ocurrió durante la visita de Guevara a Uruguay, cuando luego de su discurso en la Universidad fue asesinado en circunstancias misteriosas el profesor Arbelio Ramirez; tan misteriosas que se elaboraron múltiples teorías, se escribieron libros, se filmaron películas y existe ahora también esta historieta.

Pero como ya dijimos, Morir por el Che hace más que narrar un hecho histórico, ya sea esta visita del revolucionario argentino-cubano o la muerte de Ramirez. Por un lado, lo que se cuenta en estas páginas es el fruto de un largo trabajo de documentación con el fin de ofrecer una ficción histórica lo más precisa posible, siendo fieles a las portadas de los periódicos, al discurso del Che (transcripto desde el audio original) y a otros hechos que tienen que ver con sus días en este país, y a las relaciones de los personajes reales que aparecen (por ejemplo, la agente de la KGB y Ramírez).

Y por el otro, se erige como una obra interesante por sí misma. La historia del profesor, en el cómic, está atravesada por una trama de espionaje y contraespionaje que el guión de Roy maneja con el suficiente misterio como para intrigar pero sin perder de vista lo que está contándose aquí. Asimismo, se cruza con otra historia que es plenamente ficcional pero bien podría ser real: la de una joven estudiante llamada Patricia, militante cautivada por el Che Guevara y la Revolución Cubana. En este personaje se harán carne los duros antagonismos ideológicos presentes en aquella época en este lado del mundo, aunque fácilmente traspolables a otros sitios y otros períodos históricos con los cuales cualquier lector se identificará, con seguridad.

Arbelio Ramírez y Patricia, entonces, son los verdaderos protagonistas de este cómic, con sus respectivas historias paralelas como los ejes de la narración. ¿Y el Che? Entra y sale de escena en breves y contadas apariciones que igualmente se llevarán la atracción del lector en cada momento, gracias a la manera notable en que los autores le dan vida en las viñetas, humanizándolo en situaciones relajadas y presentándolo como el político que era dando su discurso.

Marcos Vergara es importante para la presentación viva de Guevara en estas páginas, dándole energía y (apariencia de) movimiento a un cuerpo que principalmente hemos visto en fotografías históricas. Pero siendo justos, el dibujo de Vergara también es indispensable para la mayor valoración de este cómic, lo cual puede apreciarse en varios aspectos: el uso de luces y sombras para crear ambientaciones tranquilas o más tensas (que las hay en varios momentos); unas cuantas viñetas que logran transmitir un profundo dramatismo; el anclaje espaciotemporal con la presentación de edificios, vehículos y vestimentas; la capacidad para intercalar un dibujo más realista al plasmar a personajes que necesitan ser reconocidos (como Guevara o Salvador Allende) y otro más suelto y estilizado para los personajes de creación propia, lo cual no sólo no choca entre sí sino que ayuda a guiar la lectura; y en la mencionada atención al realismo, logra varias páginas a la altura de pinturas históricas dignas de ser enmarcadas.

El guión de Roy tiene también sus virtudes marcando el ritmo de la narración introduciendo personajes y situación, contraponiendo escenas de los personajes ideológicamente opuestos, generando los citados climas junto al dibujante, y entregando unas páginas de un dramatismo notable en igual conjunción autoral con Vergara.

Cabe destacar también su manera de combinar ficción y realidad en un mismo mundo, amalgamándolas, acomodando ciertas cuestiones a fines narrativos; sintetizando en Patricia y el reparto de personajes que la rodea así como en un grupo opositor a la Revolución Cubana muchas historias reales que se repiten por toda esa época y todo el continente; opinando con ambigüedad sobre el asesinato de Arbelio Ramírez, dejando cierto lugar para que el lector saque sus conclusiones y opine; construyendo en aquél un personaje con el cual el lector pueda empatizar a partir de todo lo que se sabe de su vida; exhibiendo resumidamente en una sucesión de hechos prácticamente simultáneos como fueron los 60s y 70s de América Latina.

En efecto, los sucesos del asesinato de Arbelio Ramírez fueron señalados posteriormente como la primera muerte por razones políticas del país en aquella época, siendo por ende un hito de la violencia política en Uruguay. Y como tal, se identifica también con hechos similares que ocurrieron en los países vecinos por los mismos años, dando lugar a consecuencias también parecidas. Es por eso que Morir por el Che al mismo tiempo que narra una historia basada en la realidad y transmite el espíritu de la época, interpela también al lector presente sobre los sucesos de entonces que aún tienen heridas abiertas varias décadas después, así como en cuanto al estado de situación del mundo contemporáneo visto desde la perspectiva de la década de 1960.

En conclusión, un cómic de ficción histórica muy bien logrado narrativa y artísticamente, que es difícil que deje indiferente al lector que pase por sus páginas.