Varios años pasaron y probablemente muchos se han olvidado ya de que en 2012 todos los días hablábamos del fin del mundo. Aquella supuesta profecía dio lugar a productos de la cultura bastante olvidables, pero también a otros que bien merecen ser recordados. Raquel y el fin del mundo es uno de esos y justamente (¿por casualidad?) tiene como uno de sus ejes a la memoria.
Este libro es la primera novela gráfica de la joven historietista colombiana Mariana Gil Ríos, nacida en Medellín y que cuando Editorial Robot publicó este libro contaba nada más que 24 años. En él, la autora toma la cuestión del posible fin del mundo del año 2012 y la utiliza como excusa de contexto para narrar la historia de un grupo de amigos que crecieron juntos y el paso de la adolescencia a la juventud comienza a separarlos, por esas cosas que tiene la vida. De tal modo, la amistad es otro de los temas centrales de este libro.
Raquel, por supuesto, es la protagonista de esta narración; ella es la que ve cómo va desapareciendo todo el mundo alrededor suyo, sus amigos que se van en busca de nuevos destinos y los mayores que, por otra ley de la vida, se van muriendo. Es así que, entonces, la profecía del fin del mundo de 2012 es apropiada y reinterpretada por Mariana Gil Ríos como metáfora: quizás no será el final para el planeta ni para la humanidad, pero sí llega el final al mundo en el que Raquel vivió toda su vida.
Contando una historia de temáticas tan comunes es que esta obra excede sus fronteras, más allá de modismos propios de la manera de hablar en Colombia, para ser prácticamente universal; cualquier lector puede empatizar con lo que le sucede a la protagonista, todos en algún momento nos preguntamos como ella ¿por qué todos se van?, ¿por qué todos quieren irse?, ¿por qué todos tienen que irse? Estas preguntas existenciales atraviesan toda la historia de Raquel y el fin del mundo, siendo abordadas desde diferentes perspectivas y cuestiones con las que se enfrentará la protagonista.
Desde ya que estamos ante un libro de contenido reflexivo, emocional, personal y poético. Y este contenido está en concordancia con el aspecto gráfico, con la manera de dibujar de Mariana Gil Ríos tanto en lo que respecta al trazo, las figuras que crea con este, como el uso de aguadas para entintar. Más aspectos que le dan toques personales a estas páginas tiene que ver con realizar el recuadro de las viñetas esté hecho a mano, y darse lugar a experimentar bastante con el lenguaje visual de la historieta: al representar a los sueños, graficar emociones de los personajes, por ejemplo transparentándose ante un momento de tristeza, angustia, y hasta utilizar colores para varios de los flashbacks a la inversa de lo que suele hacerse (lo cual nos dice más de las intenciones de la autora, mostrándonos un pasado colorido y un presente gris).
Asimismo, este último aspecto habla también de una sensación de época para esta (nuestra, me incluyo) generación posmoderna. Claro que esto está presente no solo en sentir un presente gris, sino en todos los personajes del libro que no se hallan en su ciudad y buscan su lugar viajando a distintos puntos del mundo, o los que se quedan en el mismo lugar y se sienten extraños como le ocurre a Raquel. Una vez más, estamos ante cuestiones que no son propias de Colombia sino que son universales y en las cuales se reconocerán fácilmente los lectores.
Aprovechando un momento bastante anecdótico de la historia de nuestras vidas como es el hecho de que en 2012 se hablara del final del mundo (que fue una vez más como tantas otras), Mariana Gil Ríos logra el no tan simple cometido de presentar una obra que es una cabal muestra de lo que nos ocurre, lo que pensamos y sentimos en estos años, además de hacerlo mediante historietas que valen por sí mismas en lo que cuentan y cómo lo cuentan.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Aprovechando un momento anecdótico de la historia de nuestras vidas como es el que en 2012 se hablara del final del mundo, Mariana Gil Ríos logra el cometido de presentar una obra que es una cabal muestra de lo que nos ocurre en estos años, además de hacerlo mediante historietas que valen por sí mismas en lo que cuentan y cómo lo cuentan.