Guión: Shotaro Ishinomori
Dibujo: Shotaro Ishinomori
Edición España: EDT
Contiene: Hokusai JAP
Formato: Tomo manga rústica de 600 páginas (Tomo único)
Precio: 15,00 €
Shotaro Ishinomori. El rey del manga.
Somos muchas las personas en España que nos llevábamos haciendo la misma pregunta una y otra vez. ¿Cómo es posible que alguien con tan magnífico pseudónimo hubiese pasado tan desapercibido para los aficionados del cómic? Si miramos un escalón más arriba tenemos a Osamu Tezuka, Dios del manga, categorizado como la persona más influyente de la historia en lo que al cómic nipón se refiere. Y así se refleja en las estanterías de cualquier librería especializada en el género. Si bien las ventas de Tezuka no acompañaron en prácticamente en ninguna de sus series (famosas son las penurias de Astro Boy y Black Jack), no podemos decir lo mismo de las ventas de Shotari Ishinomori. Y no podemos decirlo por una simple razón: sólo existen dos tomos del Rey del manga publicados en España.
Tras esta contundente frase, me cito a mí mismo: ¿Cómo es posible que alguien con tan magnífico pseudónimo hubiese pasado tan desapercibido para los aficionados del cómic? Inexplicable. Imperdonable.
Esto mismo debieron pensar los chicos de EDT, que con su nueva política editorial se da cabida a autores que nunca antes habían sido publicados aquí. Primero fue Shintaro Kago. Después Usamaru Furuya. Y ahora es el turno del Rey del manga.
Shotaro Ishinomori (1938-1998) es una de las piezas clave en el temprano desarrollo y asentamiento del manga en Japón. Fue uno de los autores del Tokiwa-so, que a día de hoy se considera la cuna del cómic nipón. Allí coincidió con otros autores de la talla de Osamu Tezuka (su mentor), Fujio Akatsuka, Fujiko Fujio y Yoshiharu Tsuge. Su estilo gráfico es el estándar del manga de los 50, estilo que, por otra parte, había establecido el ya mencionado Tezuka.
Durante sus 60 años de vida, Ishinomori tuvo una producción realmente grande. Exageradamente grande, podríamos decir. Tanto es así que actualmente ostenta el récord del mundo de producción de cómic, con un total de 128.000 páginas publicadas a lo largo de su carrera, recopilados en 770 títulos.
Con semejante prolificidad, es de esperar más de una serie notable. Así pues, tenemos a Cyborg 009 (1963), la primera serie que agrupaba a un grupo de super héroes tipo Power Rangers (del que Ishinomori fue creador también, aunque en Japón se llamaba Super Sentai). Otra creación notable es Kamen Rider, serie de televisión acuñada bajo el el mismo concepto de un grupo de super héroes con súper poderes.
Pese a que estas fueron sus creaciones más famosas e influyentes, Ishinomori tocó la mayoría de temas en sus páginas. Un claro ejemplo de ello es la obra que hoy tratamos aquí, que cuenta la vida del famoso pintor Hokusai, máximo representante del estilo Ukiyo-e. En las próximas líneas desglosaremos todo lo relacionado con esta obra y la ajetreada vida de Hokusai.
Katsushika Hokusai: El viejo pintor loco
El arte es un concepto abstracto y de perspectiva asombrosamente amplia, presente en todas las sociedades y culturas humanas conocidas, un medio de expresión útil como reflejo de una realidad, una época o del mismo mundo interior de la persona o artista. En este sentido, el arte japonés no es diferente al resto, pero tradicionalmente su concepción ha tenido un carácter más introspectivo, ligado al valor de lo cotidiano, en el cual la belleza tiende a relacionarse con la búsqueda de cierto tono contemplativo y espiritual por sórdida que pudiese ser su expresividad. El orden del mundo japonés imita a la naturaleza, busca la armonía constante en la que el ser humano debe ser uno con todo, un objetivo perseguido a lo largo de su historia por muchos y diversos artistas y autores, incluso en el campo del manga, pero sólo identificado a la perfección en la figura de uno de ellos: el gran Katsushika Hokusai.
Este ilustrador, pintor y grabador japonés, nacido con el nombre de Tokitaro en el año 1760, en Hojo Warigesui, Edo, el antiguo nombre de la actual Tokio, fue todo una auténtica fuerza de la naturaleza, la misma que tantas veces representó en sus pinturas. Esta figura vital en la historia artística de Japón fue una importante fuente de inspiración e influencia para sus coetáneos y compatriotas pero también para otros artistas occidentales posteriores, cubistas, impresionistas y modernistas, como Claude Monet, Vincent Van Gogh o Henri Matisse. Estos, entre otros muchos, conocerían la obra y trabajos de Katsushika Hokusai durante el período de apertura del país a los roles y la idiosincrasia occidental que se produciría durante la llamada era Meiji, a partir de 1868, momento en el cual los grabados y estampas del autor llegarían a Europa, a través de Francia, siendo allí objeto de admiración y coleccionismo.
Esta corriente o tendencia ha sido conocida como japonismo e indirectamente, el mismo Katsushika Hokusai sería su responsable, cuando algunos años después de su muerte, en 1849, el pintor y grabador francés Félix Bracquemond encontrase una copia de su trabajo realizado en Hokusai Manga, la obra de toda una vida, en el taller de su impresor el cual incomprensiblemente había estado utilizando como papel de embalaje para porcelana. Este autor, temperamental y autodidacta, innovador y abierto a todo tipo de experimentación, como demuestra el hecho de haber introducido en sus trabajos la técnica de la perspectiva y el colorido de origen occidental, ha legado a la posteridad una extensa y variada herencia artística. Entre toda su producción es un icono muy reconocible su estampa La gran ola de Kanagawa, perteneciente a la serie de grabados Cien vistas del monte Fuji, versionada, entre otros munchos, por el mangaka Shotaro Ishimori en la portada de la presente Hokusai. Esta mítica representación define a la perfección no sólo la faceta artística de Katsushika Hokusai sino también su indómita y brava personalidad que le llevaría a dedicar hasta el último aliento de vida a la pintura.
Porque cuando hablamos de Katsushika Hokusai lo estamos haciendo de un incansable artista, el cual utilizó durante su vida hasta veintisiete seudónimos diferentes, y que inició su carrera adscribiéndose a la escuela de Ukiyo-e de la que acabaría convirtiéndose en su máximo representante. El Ukiyo-e se trata de un género de grabados, normalmente de corte paisajístico y cotidiano, temáticas centrales para Katsushika Hokusai, en los que se utiliza la técnica de la xilografía, muy popular entre los siglos XVII y XX en Japón, y que nuestro protagonista aprendió de su maestro Katsukawa Shunsho. En sus inicios, mediante este tipo de obras, Katsushika Hokusai se ganaría la vida retratando a geishas, actores del teatro japonés, el tradicional kabuki, y otro tipo de personalidades de la época, consiguiendo labrarse una cierta reputación debido a ello.
En estos años, Katsushika Hokusai se siente muy ligado a su familia, por su condición de hijo adoptado de Nakajima Ise, un artesano de la época fabricante de espejos y proveedor del Shogun, del que acabaría siendo legítimo heredero, y habiéndose ya casado por primera vez a los veinte años de edad con toda la responsabilidad que ello conllevaba. La muerte de su maestro Katsukawa Shunso y poco después la de su esposa, alredor del año 1793, quedándose con sus tres hijos a su cargo, sería un punto de inflexión en su vida y también en su carrera. Esto se traduciría en un paulatino alejamiento de la escuela de Ukiyo-e, dentro de la que ya había experimentado con todas sus posibilidades, atesorando una gran experiencia en sus encargos de libros ilustrados, tarjetas, antologías de poemas, libros eróticos o de bocetos y con una especial predilección por las temáticas paisajísticas e históricas. La experimentación se convirtió para él en una pasión, lo que le llevaría a ser expulsado de la escuela Katsukawa, entrando posteriormente en la escuela Tawaraya en la que aprendió a dominar el arte del surimono, xilografías commemorativas, y que le ayudarían como artista a romper más abiertamente con la tradición hasta que dedició seguir su propio camino.
Ya en el siglo XIX, Katsushika Hokusai se especializaría en la ilustración de yomihon, las novelas históricas japonesas, en las que acabaría por desarrollar un estilo muy personal y reconocible que le granjearía una renovada fama y numerosos seguidores y discípulos aunque el éxito no se reflejase en lo económico. Después de la muerte de su hijo mayor, en 1812, este trabajo se convertiría en el mayor interés del artista, unido a sus ilustraciones y exposiciones públicas en festivales en los que exhibía sus dotes para asombro de los ciudadanos. En 1820 moriría su segunda esposa, el artista ya casi había cumplido los setenta años de edad, y pese a un desafortunado accidente que destruiría su estudio y el hecho de padecer una parálisis intermitente en el brazo izquierdo seguiría practicando su arte hasta sus últimos momentos. Finalmente, la muerte le llegaría a Katsushika Hokusai en el año 1849, a la avanzada edad de ochenta y nueve años, dejando un legado artístico a sus espaldas verdaderamente impresionante.
Entre las miles de estampas, grabados e ilustraciones de Katsushika Hokusai destaca su trabajo titulado Hokusai Manga, una colección de 4.000 ilustraciones reflejo cotidiano de la vida y el paisaje de Edo, recopiladas en quince volúmenes. Esta obra le acompañaría la mitad de su vida, dibujando la primera estampa a los cincuenta y cinco años y siendo publicados sus últimos volúmenes recopilatorios de manera póstuma. El término manga que define a la obra fue acuñado por el mismo Katsushika Hokusai traduciéndolo como «dibujos caprichosos» o «garabatos». Este concepto sería aplicado al cómic japonés en épocas posteriores aunque Hokusai Manga no es un precedente a este, se acabó relacionando con el mismo porque Katsushika Hokusai utilizaba en sus creaciones, y como ocurre en el manga moderno, el papel trasparente y el trabajo en varias fases.
Entre otras obras destacadas de Katsushika Hokusai habría que destacar sus Canciones de Itako, una serie de retratos femeninos de la época, Ocho vistas de Edo, Vistas poco usuales de los puentes de las provincias, su manual Lecciones rápidas de dibujo simplificado y, sobre todo, sus bucólicos grabados de paisajes como Treinta y seis vistas del monte Fuji o las posteriores Cien vistas del monte Fuji. En este caso, la fijación de Katsushika Hokusai por el Monte Fuji no es algo arbitrario, tiene un componente religioso porque el autor fue miembro de la orden budista de Nichiren, una rama del budismo defensora del Sutra del Loto consistente en la práctica altruista del amor compasivo del bodhisattva para intentar guiarnos a la comprensión de la vida. Esa espiritualidad se refleja en Katsushika Hokusai en su reiterada visión del Monte Fuji, una montaña tradicionalmente vinculada a la inmortalidad, como ya se aprecia en La historia del cortador de bambú, uno de los relatos más antiguos del folklore japonés. Por ello, el Monte Fuji es una imagen icónica en sus formas, un símbolo de Japón y un elemento recurrente en las interpretaciones del arte y la literatura japonesas. Es un concepto de gran fuerza debido a su inevitable ambigüedad, esa sensación de paz espiritual que puede provocar su representación en contraste con su naturaleza y origen volcánico aún activo.
De esta manera, igual que pasaba con La gran ola de Kanagawa, el Monte Fuji es otro matiz de la personalidad de Katsushika Hokusai, un artista capaz de plasmar la paz y la tranquilidad de la naturaleza siendo artísticamente un auténtico volcán en erupción en su interior. En muchos aspectos, su obra ha sido insuperable a pesar del paso del tiempo, máximo representante del arte paisajístico japonés y de la escuela de Ukiyo-e, su talento era tan desbordante que conseguiría traspasar fronteras cuando curiosamente, debido al ingenio de la fotografía, el arte japonés de su época había empezado ya a perder presencia e interés dentro de su propio país. Pero el arte del maestro Katsushika Hokusai ha conseguido abrirse camino a través del tiempo, convirtiéndose, como el imperturbable Monte Fuji, en un auténtico icono japonés rebosante de inmortalidad.
Hokusai y Ishinomori: Entre maestros
En el Hokusai de Shotaro Ishinomori tenemos una obra que busca presentarnos una aproximación a la figura del gran Katsushika Hokusai, una atípica biografía centrada principalmente en los últimos años de este popular e histórico artista japonés. Por supuesto, la historia se centra en los aspectos más interesantes relacionados con su producción artística como ilustrador y grabador de este personaje, vehículo utilizado por un perspicaz Shotaro Ishinomori para profundizar en la particular y pasional personalidad de su apreciado maestro. No obstante, esta obra no es un simple relato biográfico lineal, Shotaro Ishinomori divide la historia en diferentes capítulos centrados cadauno en algunos destacados pasajes de la vida adulta de Katsushika Hokusai entre los que va saltando, casi de forma aleatoria, narrando acontecimientos más alejados en el tiempo para luego volver sobre otros precedentes. Este es un elemento el cual otorga una gran fuerza e intensidad narrativa a la obra, evitando al posible lector acomodarse y relajarse, construyendo un retablo, un puzzle no falto de complejidad psicológica, lleno de interesantes matices y tonalidades.
El dibujo de Shotaro Ishinomori, propio de la escuela tan identificada con el gran Osamu Tezuka, presenta un trazo lleno de energía y vigor, capaz de retratar los momentos más trascendentales y dramáticos del relato protagonizado por un imprevisible Katsushika Hokusai a través de su dibujo caricaturesco, y sirviéndose de este mismo en los episodios más cómicos sin perder la gravedad y seriedad de la historia. De esta ambigüedad en su estilo se sirve su autor de forma inteligente, siendo siempre tan arriesgado y ambicioso como su mismo protagonista, contagiándose de su estusiasmo, e incluso se atreve a homenajear las ilustraciones y grabados de Katsushika Hokusai con sus propias formas, en ocasiones, en sorprendentes splash pages realmente inesperadas en un relato de época de este tipo y en una obra clásica japonesa. Por otro lado, uno de los aspectos curiosos de este trabajo es el tratamiento realizado por Shotaro Ishinomori del aspecto sexual, recreándose de forma reiterativa en la vitalidad y fogosidad de Katsushika Hokusai, y plasmando ciertos pasajes de corte erótico que acaban por parecer bastante injustificados y realmente gratuitos.
En todo caso, un pequeño vicio que no repercute en el grueso de la obra, una historia deliciosamente narrada y dibujada con gran talento por Shotaro Ishinomori en la que la figura principal de la escuela de ukyo-e le sirve como excusa para abordar el tema de la lucha interna entre la creación y el artista. Todo ello apostando por una lectura realmente ágil, directa y entretenida, sofisticada cuando debe serlo, sencilla y llena de emoción contenida cuando lo requiere, reflexiva, inevitablemente pasional, según las circunstancias o el momento lo requieran. No faltan incluso ciertos pasajes ligados a lo que podríamos calificar de realismo mágico, unas bellas estampas mediante las cuales Shotaro Ishinomori nos ofrece la oportunidad de ver la realidad, o la locura, desde los ojos del artista. En definitiva, en Hokusai Shotaro Ishinomori logra contagiarnos el entusiasmo e interés por la personalidad de su protagonista, lo cual no es tema baladí, porque es una cualidad que no consiguen alcanzar otros relatos biográficos más completos y detallados.
Teniendo todo esto en cuenta, las virtudes que innegablemente atesora el Hokusai de Shotaro Ishinomori cuesta creer, como decíamos al principio, que sea este un autor tan desconocido en nuestro país. Por ello, la voluntad de Editores de Tebeos por propiciar este, para muchos, primer encuentro, no puede ser más que bien recibido y agradecido. En la edición de la presente obra de la editorial se incluye una cronología sobre Katsushika Hokusai, realizada por el mismo Shotaro Ishinomori, un epílogo firmado por él mismo y unas agradecidas páginas en color con un artículo titulado Hokusai: Artista Universal de Jaime Alba con una biografía del autodenominado como El viejo pintor loco y algunas ilustraciones de sus trabajos más importantes. Esto supone una ayuda para profundizar un poco más en la figura histórica de Katsushika Hokusai y contrastar, por otro lado, el talento de Shotaro Ishinomori el Rey del Manga.
Me acabáis de descubrir un UN UNIVERSO totalmente desconocido para mí. El Japón, así en general, ha sido siempre, aunque muy llamativo, avergonzantemente una materia pendiente.
¡Muchísimas gracias zonérrimos por estos artículazos! Voy a investigar por la internés! 😀
Me parece increíble que el arte de Hokusai se me haya pasado desapercibido *latigazos* *latigazos* ¡Y el tomo de Shotaro de EDT está en Amazon.de! Va a ser, literalmente, el primer manga que me compre, ¡ojo! (pero no el primero que haya pasado por mis mis manos, podéis respirar jajaja).
Felicidades por el artículo. Me hice con Hokusai después de un comentario de Jordité en lo mejor del manga del año pasado creo recordar y no me ha decepcionado.
Un personaje fascinante que hace que su tozudez, su orgullo, su personalidad y su amor por la pintura te vayan llevando por sí solas a través de su vida. Es genial ir viendo como fluye la historia por como Hokusai siente la vida, la piensa y la plasma en su obra.
Hace un par de semanas encontré en una sala de una calle pequeña y apartada detrás del Panteón de Roma, una exposición de grabados originales de Hokusai. No sé si sería el vino, pero me imaginé a ese viejo feo y genial sentado mirando durante meses el mismo punto, esperando que la naturaleza le enseñara su verdadera cara.
Muchas gracias por los comentarios 😉
Xero espero que te guste. Para mí es una de las mejores obras que se publicó el año pasado y es una lectura muy agradecida. No creo que te arrepientas y, además, me atrevo a decir que la edición de EDT es muy buena en su relación calidad/precio.
Ataúd que poético te has puesto 😛 La verdad es que Hokusai fue todo un personaje, con una fuerza de voluntad y entrega envidiables, sobre todo, por mantener ese espíritu toda la vida. Eso sí es un artista.
Ha quedado verdaderamente bien 🙂 Un servidor adquirió este volumen en cuanto salió y, como con otros muchos mangas de esta y otras editoriales ambientados en épocas japonesas más o menos cercanas, es una obra que no me canso de leer una y otra y otra vez 😉 Estoy seguro de que muchos estaréis de acuerdo conmigo en que este tipo de obras (como el caso de la complejísima serie «Ikkyu» por ejemplo), al mismo tiempo creadas para un público que guste de la investigación por la gran cantidad de notas a pie de página/marginales que cada hoja suele tener, no solo gustan de releerse varias veces sino que en muchas ocasiones se hace hasta necesario 🙂
Ya que estamos, recomiendo encarecidamente, para tener más puntos de vista sobre la vida del artista que pudo hacer que sus contemporáneos se olvidaran momentáneamente de la gran contribución hecha anteriormente por ese gran peso pesado que solemos llamar Utamaro, el gran clásico cinematográfica japonés «Edo Porn» (1982), que como su nombre indica hace hincapié en este ‘aspecto’ de la obra y pensamiento de ese Hokusai más controvertido pero que no era más que un producto de la Era Edo… y un clásico del cine documental japonés conocido como «Hokusai» (1953) que destaca sobre el resto por incidir en todos aquellos ejemplos artísticos que normalmente la gente no suele tener en la cabeza cuando se habla del artista pero que sin ellos mucho quizás de lo visto más arriba nunca habría surgido de la misma manera 😀
Tengo mis momentos, no te creas!!!! 😀
Supongo que no soy el único que se quedó con las ganas de cogerla antes de que se agotara y está esperando con demasiadas ansias que la reediten de una vez. Y artículos así lo acrecentan.
PD: Tal vez habría que editar la ficha, que la nueva edición va a costar 20€.
Muchas gracias por los comentarios de nuevo 😉
Me has picado la curiosidad con la película Edo Porn, Alberto, a ver si la encuentro…
Y no sabía que iban a subir el precio de Hokusai, Caeolos, pues la subida de 5€ ya se nota… Menos mal que me lo compré en el momento apropiado.
Yo tampoco tenía ni idea de la subida de precio… A ver, el tomo lo vale, pero no sé…
Me alegro haberte picado la curiosidad Jordi 😉 Básicamente lo dejé caer por si se daba la situación 😉 Estoy seguro de que si te gusta el cine japonés ‘de época’ la que te recomiendo (también conocida como «Hokusai Manga«) sobre la vida del artista hará posiblemente tus delicias no solo porque estarás entonces más que acostumbrado a ese ‘tempo’ tan característico que tienen los dramas (como los llaman) históricos que se gastan por aquellas tierras, sino porque en serio, a pesar de lo que te vas a encontrar tanto en la trama como en la misma portada de la película (por ahí van los tiros sobre todo jeje) la dirección destaca bastante dentro de ese universo de cinematografía japonesa ambientada en Era Edo que en ocasiones solo parecer buscar el sacar las perversiones y el erotismo desenfrenado de sus gobernantes… pero en fin, qué más se podría decir del guionista de grandes clásicos de temática histórica como sus versiones de «Ako Roshi» 😉
Sobre localizarla, en primer lugar desearte suerte como todo en esta vida y más con estas pelis 🙂 Yo la localicé hace unos cuantos meses después de buscar por DDs durante mucho tiempo en vano… al final tuvo que ser por el Emule y con ayuda claro… pero he visto que en Thepiratebay está el torrent con semillas todavía, así que espero que venga bien por ahí porque si nadie la ha puesto online o la ha subido nuevamente por partes ya hablaríamos de webs con invitación xD
Sí, en cine en general me gusta, y el japonés como todos tiene cosas muy buenas, estoy acostumbrado al ritmo de sus películas, pero la verdad es que no había siquiera pensado en la posibilidad de una película centrada en la vida de Hokusai. Como sospechaba, no será fácil encontrarla, no soy muy de emule o torrents, pero la acabaré encontrando seguro y ya te comentaré en las próximas entradas de manga de la web si te veo por ahí 😉 En todo caso, muy interesantes tus comentarios, y siempre se agradecen 🙂
Tengo el tomo desde hace unas semanas en la pila de pendientes, aunque le tengo ganas y será de lo próximo que lea.
Por cierto Ataúd, si te gusta ese tipo de arte y vas a París, no te pierdas el Museo de Arte Japonés que hay allí 😉
Muchísimas gracias por tus palabras Jordi 🙂 Me temo que no controlo muchos de los temas que se tocan en la web y por eso prácticamente no escribo en ninguno de los posts desde que ingresé hace bastante poco… no creo que la cosa cambie… pero cuando se tratan este tipo de temas u otros relacionados básicamente con el universo gráfico Star Wars temo decir que raro será que no acabe soltando una parrafada en donde, con toda seguridad, ya te digo que la mitad será una opinión a lo destacado más arriba por alguno de los colaboradores y la otra mitad divagaciones generales del tema 🙂
Así que si, seguramente me verás por ahí, y si para ese momento no has conseguido encontrarla siempre puedo aprender a partir en partes (nunca es tarde para esas cosas) y colgarlas para que te las descargues rápidamente antes de que nos pillen… que está la cosa fina xD