Buscando nuevos caminos
«Mi vida, en cambio, siempre ha sido una larga y reconfortante línea recta.»
Desde que en 2011 gano el Fauve d’Or al mejor álbum del Festival de Angoulême por Cinco mil kilómetros por segundo (Salamandra Graphic) cada nuevo trabajo del italiano afincado en Paris Manuele Fior (Cesena, 1975) nos rebela a un autor inquieto que no quiere estancarse en un formula prefijada y que busca que cada nuevo trabajo suyo sea una experiencia diferente, imprevisible y estimulante para el lector. Una búsqueda de nuevos caminos gráficos y argumentales que también es uno de los temas principales de sus obras junto con los cambios que provoca el paso del tiempo y la evolución de la sociedad como ya podíamos ver en la citada Cinco mil kilómetros por segundo o las estupendas obras de ciencia-ficción La entrevista (Salamandra Graphic) y Celestia (Salamandra Graphic). Temas que igualmente están presentes en Hypericon, su último trabajo que acaba de publicar en España Salamandra Graphic, aunque al tratarse de una historia de amor y pasión que transcurre en el Berlín de finales del siglo pasado la forma de abordarlos es más a escala individual, una reflexión más íntima que la conecta más con el cómic que le dio la fama mundial que con la escala global que veíamos en esos dos otros trabajos posteriores.
El título del cómic hace referencia al Hipérico (Hypericum perforatum L en latín), una hierba de propiedades medicinales que se conoce desde antes de Cristo y que se ha empleado como alivio para la gente con estado decaídos, depresivos y problemas de sueño. Su presencia es uno de los cables de conexión que el autor italiano traza para comunicar la historia de amor que surge entre Teresa y Rubén y la del descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922. Pero no es el único, ya que Teresa es una joven italiana que viaja a Berlín a trabajar en una exposición sobre el descubrimiento de la tumba de Tutankamón, el otro gran nexo de unión entre ambas historias. Durante toda su vida Teresa, que padece un insomnio crónico, siempre ha hecho lo que se esperaba de ella sin salirse nunca de una trayectoria prefijada y cada vez que tiene que afrontar un cambio el miedo la paraliza. En cambio, Rubén es un despreocupado artista italiano que vive en un piso ocupado en la capital de Alemania que afronta la vida al día con total espontaneidad y sin malgastar ni un segundo de su existencia en pararse a pensar en el futuro. Pese a las palpables diferencias entre ambos, cuando la casualidad hace que sus caminos se crucen se produce una atracción irrefrenable que, como un choque de trenes, les desvía irremediablemente de sus caminos para mostrarles uno muy diferente al que tenían marcado. Siempre que se atreven a tomarlo. Su historia se va alternado con gran naturalidad con la del descubrimiento de la tumba gracias al diario de campo que Teresa está leyendo para preparar la exposición escrito por Howard Carter, el responsable del hallazgo. La historia de amor entre de Teresa y Rubén, la del descubrimiento de Carter e, incluso, la vida del propio Tutankamón, están unidas por una serie de casualidades y oportunidades que sirven como catalizador de cambios en unos destinos que ya parecían prefijados por las sombras del pasado.
En Hypericon nos encontramos con una obra que sabe equilibrar ambas tramas, aunque el peso del relato descansa en la historia entre Teresa, que se erige como la protagonista principal de la obra, y Rubén. Además de la delicada y cotidiana historia de amor que Fior construye con una sensibilidad prodigiosa gracias a un medido uso de los silencios, las miradas y los gestos producto de un dominio gráfico que no deja de mejorar obra tras obra, nos encontramos con la de una mujer que lucha por buscarse a sí misma alejándose de las expectativas que tanto ella como su entorno han cargado sobre sus hombros durante toda su vida. Una pesada carga que le está hurtando la posibilidad de ser feliz y descubrir todo lo que la vida puede ofrecerle, aunque el salto que supone alejarse de ese destino le produzca miedo, como vemos en sus miradas que el autor transalpino sabe llenar del torrente de emociones que amenazan hacerla colapsar.
Esa delicadeza que vemos en todos los dibujos de Fior llega a su culmen en las escenas en las que vemos los primeros escarceos sexuales de la pareja, marcados por la torpeza y la premura de todos los amores juveniles. Una naturalidad y realismo que contrastan con la pátina de irrealidad y lejanía con las que el autor italiano retrata las escenas del descubrimiento de Carter. Un fiel reflejo del dilema al que se enfrenta Teresa que debe decidir entre la certeza de la terrenal pasión que siente por Rubén y el sueño de un futuro que puede ser inalcanzable que le está causando un insomnio y un cansancio demoledor. Realidad contra fantasía.
En Celestia, Fior nos había regalado una obra marcada por un colorista despliegue de imaginación, pero con una historia que, por momentos, parecía perder el rumbo. Sin embargo, en Hypericon ha firmado una historia mucho mejor construida y planificada, sin que por ellos pierda originalidad, no tanto por su planteamiento como por su desarrollo en el que vemos con complicidad como el amor va surgiendo poco a poco y la forma en la que su relación va evolucionado de manera natural, mientras ambos van cambiando su forma de ver el mundo provocando que su relación vaya transformándose de una pasión juvenil descontrolada en un amor mucho más maduro y pausado. En ambos casos, estamos ante una representación del amor muy alejada de la visión tan toxica que nos suele regalar la ficción más mundana.
Gráficamente en Hypericon Fior firma un trabajo espectacular en que se dan cita un sentido de la narración extraordinario con una gran capacidad para conseguir que sus personajes reflejen sus sentimientos y una elegancia y ligereza en cada uno de sus trazos. Unos elementos que se mezcla con una enorme delicadeza a la hora de reflejar los momentos más íntimos de la pareja que no está reñida con la representación fiel de la realidad. Algo que junto a una medida elección de la paleta de colores nos permite respirar las diferentes atmósferas del relato, la de las calles y lugares más representativos del Berlín de finales del siglo, pero también la de las excavaciones de la tumba de Tutankamón. Un trabajo apabullante desde la primera viñeta que permite meterte de lleno en la historia.
Como es habitual Salamandra Graphic hace una edición con una gran reproducción que permite deleitarse con el fantástico trabajo gráfico de Fior.
Con Hypericon Manuele Fior nos trae una historia que nos mete de lleno de una manera tan brillante como sutil en una deliciosa historia de un primer amor sin necesidad de caer en trucos burdos propios de las historias más forzadas e impostadas. Un trabajo en que, de nuevo, nos vuelve a demostrar que es uno de los autores más interesantes del cómic actual y con un elegantísimo grafismo que cada vez está más depurado.
Lo mejor
• La sutileza con la que Fior nos introduce en su historia.
• La elegancia que respira cada viñeta.
• La capacidad del italiano para emocionarnos.
Lo peor
• Que entre tantas novedades mediocres una obra de está calidad no llegue al público que se merece.
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Caminos posibles
Fior vuelve a demostrar su capacidad para emocionarnos y cautivarnos con una preciosa historia de amor en la que nos deja claro que salirse del camino establecido para emprender uno nuevo es una opción valida.