Edición nacional / España: I.D., Colección Sillón Orejero, mayo 2016, Astiberri Ediciones.
Guión, dibujo y tinta y color: Emma Ríos.
Formato: 80 páginas en bitono editadas en cartoné.
Precio: 14 €.
I.D. supone un paso firme en la carrera autoral de Emma Ríos. De manera evidente, y tras el revulsivo que Bella Muerte supuso en su obra, I.D. aparece como una historia en entregas en la revista Island publicada por Image donde Brandon Graham, coeditor y alma junto a la propia Ríos, ha reunido a un grupo de artistas de personalidades airadas con el fin de que desarrollen historias del todo libres, todas en la mayor parte de los casos inmersas o rondando la ciencia ficción.
Este caso que nos ocupa supone una reflexión sobre la identidad y las emociones tal y como su título indica. En un futuro cercano, con colonias fuera del planeta y los mismos conflictos sociales actuales, una empresa busca candidatos para un trasplante de cerebros, de modo que aquellos individuos puedan vivir nuevas vidas dentro de un cuerpo distinto al que les vio nacer. Tres de estas cobayas humanas se conocen y comparten sus motivaciones para llevar a cabo semejante acción, de modo que la historia, si bien lanza una mirada a la especulación científica a través de la descripción de la técnica para llevar a cabo semejante trasplante, pone el ojo en las motivaciones de sus protagonistas para aceptar un reto como el sugerido. Se plantea así una reflexión sobre la identidad, que se antoja densa, pero que certifica la idea de que la personalidad radica en el cerebro, no en el envoltorio del mismo y que esta gran parte de las veces se antoja a años luz de lo que el cuerpo que nos ha tocado nos dicta. Así, Ríos plantea preguntas, dejando alguna de ellas sin desarrollar del todo, sugiriendo más que sentando cátedra, pidiendo la complicidad del lector para llegar a sus propias conclusiones. Este no poner todas las cartas sobre la mesa deja abiertas ideas que deseamos sean desarrolladas en otros volúmenes, si es que existe la posibilidad de una continuación. Si no, I.D. tampoco quedaría coja, pues cierra el arco de sus protagonistas, a pesar de –spoiler- un final ciertamente abierto.
El trazo de la Ríos está desatado aquí. Quizá hasta demasiado pues algunas viñetas exigen del lector una lectura más densa de lo habitual para entender lo que proponen. Esto puede ser visto como un acierto o cuanto menos como un elemento más de la personalidad de la artista pues nos hace bailar a su son, nos pide un poco más de atención de la habitual, como parte del tempo narrativo. Esto quizá pueda asustar a lectores más convencionales o clásicos, pero supone un golpe en la mesa, un foco de experimentación velada y un, repito, arrebato de ansia autoral que debe ser mirado con buenos ojos. Su trazo entonces es salvaje a veces, cuando la acción lo pide, con viñetas apaisadas plagadas de otras más pequeñas, diminutos apuntes que parecen planos detalle en un film de montaje vertiginoso. La languidez habitual de su lápiz se alterna así con figuras que parecen no pesar en la página con propuestas incluso violentas, donde, por ejemplo, una manifestación con carga policial resulta poderosa y hasta dolorosa. Esto lo acompaña de una paleta bitono, quizá algo aséptica, a pesar del color rosa escogido, que otorga al producto una aureola de scifi intencionadamente melancólica y elegante.
Semejante arranque como guionista supone un tirarse a la piscina sin miedo y augura una carrera sólida que pinta traerá consigo títulos de calidad, como este mismo, no cabe duda.
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7
7
Particular debut
Un matiz, «I.D.» no es el «arranque como guionista» de Ríos. Desde su debut con «A prueba de balas» hasta su paso por diferentes revistas y fanzines (Barsowia, H2Oil, O fanzine das xornadas…) Ríos acumula una larga experiencia como autora completa.