Iker y el misterio de las cacaletras
Guión: Raúl Nagore y Santos Bregaña
Dibujo: Guillermo Ganuza
Zunzarren – 44 págs color – 14 €
Iker es un chaval travieso, inquieto e imaginativo que siempre se enreda en las más sorprendentes aventuras. En el mundo de Iker todo es posible y las cosas casi nunca son lo que parecen; las situaciones y objetos más cotidianos adquieren de pronto propiedades mágicas y abren las puertas a universos donde todo resulta mucho más divertido que en la realidad de los adultos.
En cada una las aventuras de Iker, el relato –a medio camino entre el cómic y el “cuento”– adquiere la forma de un género de ficción adaptado al lenguaje infantil. En el caso de El misterio de las cacaletras se trata de la “serie negra” y la narración imita el tono de las novelas de detectives, pero ajustándose a códigos infantiles (chucherías en lugar de whisky, patinetes en lugar de coches…). Cada historia tendrá un cierto carácter didáctico, relacionado con el aprendizaje de la lectura, los números, etc., pero evitando siempre caer en lugares comunes y jugando con algún que otro toque subversivo, que en el caso de El misterio de las cacaletras viene dado por las divertidas connotaciones escatológicas de la narración.
Iker y el misterio de las cacaletras constituye la loable iniciativa de una editorial vasca de sumergirse en las complicadas aguas del libro infantil mediante un hibrido entre cómic y libro ilustrado.
Por esa condición híbrida que comentábamos, se acerca a algunos de los trabajos más divulgativos de Alfonso López, del estilo de La pobreza no es rentable. Así, en cada página de Iker y el misterio de las cacaletras convergen pequeñas secuencias de cómic con el típico pie de página propio del cuento infantil. Eso, por un lado, demuestra cómo esta mezcla de lenguajes suele optimizar sobremanera la economía narrativa, aprovechando lo mejor de cada lenguaje para explicar más con menos. Por desgracia, los autores lo manejan de forma algo confusa, porque el texto siempre va al pie y se lee después de la secuencia de historieta, pero a veces – por lo que se desprende de su contenido – tendría que leerse antes. Creo que es algo que podría haberse solucionado de haber colocado la «parte del cuento» de forma menos uniforme, en diversas zonas de la página según cuando debiera leerla el lector, en relación con la parte de historieta.
Dejando eso de lado, decir que el aspecto de esta obra es de lo más conseguido, con un trazo fresco, un grafismo muy atractivo y una aproximación cromática de gran viveza. En cuanto al aspecto argumental, por lo que se insinua en la sinópsis facilitada por la editorial, os será fácil adivinar que este relato tiene no pocos parentescos con el Fiz de Kiko da Silva. Pedos y defecaciones conducen la narración por territorios inusuales, curiosamente divertidos para el público infantil (a mis hijos les ha encantado). De todas formas, con cierta gracia los autores consiguen combinar esos elementos más «escatológicos» (según la acepción popular del término) con estrategias que pueden servir a los más pequeños para iniciarse en la lectura a su nivel más básico (cacas con forma de letras).
Así pues, resumiendo, decir que el libro está editado con primor por parte de Zunzarren (encalbalgado con grapa, cartulina con serigrafía y estamping), que a los más pequeños (4-10 años) les encantará y que los padres, si son algo abiertos de miras, disfrutaran de la experiencia de ver las reacciones de sus hijos.
Jajaja, sólo el título ya es buenísimo.
No habran sacado el nombre , de su paisano este que habla de lo imposible , iker jimenez en su programa tuerto milenio?