Si el fruto de la imaginación es un castillo de arena, la ilusión es la arena con la que se fabrica. Así podríamos imaginarnos la escena en una playa de Hawái, en mayo de 1977. Steven Spielberg y George Lucas, 31 y 33 años respectivamente, descansan tras finalizar el montaje final de La guerra de las galaxias. Están construyendo un castillo de arena, y Lucas le cuenta a Spielberg una historia que lo obsesiona acerca de un arqueólogo aventurero que lucha contra los nazis. Spielberg, acostumbrado al constante chorreo de ideas que brota de la cabeza de su amigo -y viceversa-, enarca una ceja.
-Ahí hay algo -dice-.
-Tal vez, pero no es el tipo de historia que me gustaría dirigir, solo escribir. ¿Por qué no la ruedas tú?
Spielberg lo piensa durante unos segundos. Probablemente, cabalgando en el tenue hilo de fuego que conecta a los genios con Dios, en ese intervalo vuela hasta su infancia y recuerda las sesiones matinales de los sábados, el olor a palomitas de caramelo, los seriales de aventuras pulp con el héroe viviendo al borde del abismo. Asiente despacio con la cabeza. Los dos cineastas siguen jugando con la idea mientras cae la tarde.
Finalmente suben a sus habitaciones y hacen un pacto. Si el castillo de arena sigue ahí la mañana siguiente, la idea se convertirá en realidad.
Cuatro años después, el mundo entero contenía el aliento viendo correr a Harrison Ford con un ídolo de oro en la mano delante de una roca gigante. Cuatro óscares, cientos de millones en taquilla y un lugar entre las veinte mejores películas de la historia del cine, según IMDB. Es fácil estremecerse al pensar que la cinta -y las tres siguientes- jamás habría visto la luz de haber construido Spielberg y Lucas su castillo algo más cerca de la orilla.
Los críticos se volcaron por completo con la película. Hoy en día, acostumbrados a los efectos digitales hipertrofiados o a los movimientos de cámara acelerados, puede que los jóvenes no sepan apreciar la revolución que supuso En busca del arca perdida.
Primero en cuanto a su cinematografía, su velocidad sin perder un punto de clasicismo.
Segundo por el cambio a nivel empresarial que supuso el contrato que Lucas exigió de la Paramount, con cantidades millonarias y participación en los beneficios, algo inédito en la época.
Y tercero porque junto a Star Wars fue la historia que definió el cine de los ochenta de principio a fin, una década en la que las historias se medían por su capacidad para entusiasmar.
Una década que hoy en día está de moda de nuevo porque en su juventud los grandes directores jóvenes de hoy (Peter Jackson, Guillermo del Toro, Juan Antonio Bayona, Alejandro Amenábar) daban botes en los asientos con Indy, los Gremlins, los Goonies y Luke Skywalker.
Un retorno a la pureza que se vio ligeramente alterado en 1984, cuando Lucas, en pleno proceso de divorcio, escribió un guión oscuro y tenebroso para la segunda parte. Indiana Jones y el templo maldito es la película más incomprendida de todas, especialmente porque su tono violento y su temática contrastaban con la elegante simplicidad de la primera y con la vibrante, insuperable tensión paterno-filial de la tercera, Indiana Jones y la última cruzada.
«Al escribir el guión de la tercera me asusté. Creía que nuestro McGuffin -el objeto detrás del que van los protagonistas y que sirve como acelerador de la acción, aunque lo importante dentro de la historia sea otra cosa- no era lo suficientemente potente. El santo grial se me antojaba demasiado etéreo, lejos del poderío indiscutible del arca. Así que me arriesgué y dije: esto será una peli de papá», afirma Lucas.
El riesgo dio sus frutos. El mayor acierto del dúo Spielberg-Lucas fue incluir al padre del héroe en la acción, como una figura elevada que ponía en contradicción todo lo visto hasta entonces del personaje.
En la primera, Indy había evitado que el arca de la Alianza cayese en manos de Hitler. En la segunda había liberado a una aldea de la India del acoso de una secta de asesinos estranguladores, y devuelto a su legítimo dueño la legendaria piedra Shankara. Y en la última buscaba el santo grial, la copa de Cristo. Siempre dos pasos detrás de su padre.
El personaje de Henry Jones, interpretado magistralmente por Sean Connery, daba profundidad y sentido de trascendencia a esta y a las otras películas, definiendo un universo imperfecto en que la búsqueda del tesoro iba más allá del sentimiento egoísta de la obtención o del maniqueo de la derrota del mal.
A la vez era la reconciliación entre un mal padre y un hijo que lo quería tan poco que en lugar de llevar su nombre prefería llevar el del perro, un hecho que conocimos en el último minuto del metraje.
La frase «¿Te llamaron como al perro?», pronunciada por un John Rhys-Davies entre carcajadas, ha pasado a la historia del cine como una de las cinco más importantes, según el especialista del The New York Times.
La familia es el tema fundamental de la obra de Spielberg, el director a quien la revista Empire nombró en el 2005 el más importante de todos los tiempos. Hijo de padres divorciados, la relación con el padre maltratador, despreocupado o ausente es constante en todas sus películas. Una de las claves de su cine es que la cámara se sitúa en un ángulo más bajo de lo normal, el que correspondería a la mirada de un niño de doce años.
Una vez más, esas tensiones aparecen en la nueva película, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, que se estrenará el próximo jueves, 22 de mayo.
Los rumores apuntan a que uno de los personajes podría ser el hijo del aventurero, y que la familia al completo se enfrentará a un grupo de agentes soviéticos que quieren conseguir una preciada reliquia precolombina, en una trama que da un doble salto mortal y se adentra en el terreno de la ciencia ficción.
Las búsquedas de Indy palidecen ante la odisea que supuso encontrar un guión que gustase a los tres padres de la criatura (incluyendo a Ford, que se juega mucho en el envite). Cuando finalmente se anunció que la cuarta de Indy, el proyecto eternamente retrasado, finalmente vería la luz, muchos miraron y remiraron la fecha de nacimiento de Harrison Ford, que cumple 66 años este julio.
¿Podría alguien de su edad realizar las proezas físicas propias de la saga, y que Ford en las tres anteriores insistió una y otra vez en hacer él mismo? Spielberg nos promete que sí, «y no solo eso, sino que no hemos usado el ordenador en toda la película, solo efectos especiales artesanales, a la antigua usanza».
Un compromiso con el espectador para no cambiar la experiencia del universo Indy que incluso llevó a Spielberg y a su director de fotografía, el dos veces ganador de un óscar Janusz Kaminski, a visionar las tres películas para que el look que el fallecido Douglas Slocombe le había aportado a la trilogía permaneciese intacto. «Fue un particular ejercicio de humildad», dice Spielberg.
Y añade: «Janusz, un hombre increíblemente dotado y con una visión propia del mundo, tuvo que amoldarse a las técnicas de otro artista completamente distinto, y yo tuve que acercarme a la visión de un director joven a quien hace mucho tiempo que creía haber dicho adiós».
Desde la muerte de Douglas Slocombe, Janusz Kaminski se ha hecho cargo de la fotografía de todas las películas de Spielberg. Es un genio reconocido, que, con dos óscares y otras dos nominaciones, gana 8.000 euros al día. Pero los genios también han ido a la escuela y tienen amigos, y se acuerdan de ellos en los momentos importantes. Y cuando Spielberg le encargó a Kaminski que buscase un director de fotografía para la segunda unidad, el polaco decidió llamar al vasco Fabio Labiano (San Sebastián, 1962).
«Mi trabajo a las órdenes de Spielberg consistía en preparar la cinematografía de la segunda unidad. En una película tan enorme, el director no puede estar en todas partes, así que las escenas de acción, que suelen ser eternas de rodar, las realizaba un equipo diferente mientras la unidad principal hacía otras cosas. Así íbamos más rápidos, pero nos tocó la parte más dura. En Hawái, los mosquitos casi nos devoraron», afirma Labiano, el director de fotografía habitual de Álex de la Iglesia.
Junto a él daba el callo Dan Bradley, el coordinador de dobles de acción más solicitado de Hollywood. Aparte de organizar la sustitución de Ford en las escenas más difíciles -como volar por encima de dos camiones a toda velocidad suspendido solo por sus manos y una cuerda-, Bradley ha estado presente en películas como Spiderman, Jason Bourne y ahora mismo está encargándose del nuevo 007.
Todo un logro, pero él se deshace en halagos a Harrison Ford: «Muchas veces tenemos que apartarlo de algunas escenas, porque tiene tanta confianza en sí mismo que no se da cuenta de la edad que tiene. Pero ya me gustaría a mí llegar a los 66 como él. De hecho, no sé si me hubiera atrevido a correr delante de aquella bola sin años de experiencia», dice refiriéndose a la primera escena de «En busca del arca perdida», cuando Ford escapaba de una roca gigante que en realidad estaba hecha de escayola, pero que pesaba más de cien kilos. Un tropezón y aquello le podía haber partido las piernas. Ford se negó a que lo sustituyeran y, como Spielberg necesitaba varios ángulos, tuvo que hacer la famosa carrera ¡veintitrés veces!
Mañana martes, mi crítica de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, que pude ver hoy en un pase privado de Prensa en Madrid. ¡Y no será la última crítica sobre la película que leeréis en Zona Negativa!
Gracias al alma caritativa que puso el salto en este tocho!
Gracias por este post. Magnífico. La verdad es que estoy deseando poder ver la película, he crecido con las otras tres y creo que el cine de aventuras actual le debe muchisimo a estas tres películas.
A pesar de los rumores soltados en Cannes…Indy es Indy, obligado verla y seguro que no decepcionará…Solo con escuchar la música al principio habrá valido la espera.
Merece la pena ver la película. Mañana os contaré más, solo que aviso que hay que bajar las expectativas…
Me ha gustado el post, pero tengo una pequeña observación… Dan Bradley no es un doble de acción es un coordinador de dobles de acción. Por otro lado, yo personalmente, estoy bastante cagadito con el esta película, el bueno de Lucas ya metió (a mi personal parecer) la pata con StarWars, lo hará también con la trilogía de aventuras por excelencia? o Spielberg le guiará por el buen camino… puf habrá que esperar supongo.
Que envidia te tengo… podrás ver la peli antes que el resto de mortales
¿Bajar las espectativas?…Ay Dios!. Eso es como decirle a un niño feo que es mono.
Gracias Toni, corregido.
jaja, bueno, JGJ, por mi no sufras que las expectativas que yo tengo es de ver a un señor de 65 años al que claramente ya le ha pasado la edad de adoptar estos roles, dirigido por un Spielberg que viene a menos por momentos, así que el plan que se me aparece tampoco es gran cosa, jeje.
Es que lo que se me escapa es el ponerle tantas expectativas a estos revivals protagonizados por los mismos actores… It’s a dark joke, isn’t it, Sylvester?
Ahora que lo pienso, recuerdo aquellos tiempos de Star Trek VI en que se decia que la tripulación estaba ya demasiado vieja para estas cosas… Jeje, pues Kirk y Spock eran mas jóvenes que Ford en aquel entonces!
Pues si, Doc Celofunk… un poco
Dudo que el mismo tipo de películas que me gustaban cuando era niño me puedan gustar con casi 30 años. Afortunadamente.
y ahora qué te gusta colega?
Pues yo tanto de niño como ahora disfruto a tope con Hellraiser, por decir una…