Forma y fondo
«Qué asco de todo.»
Por diferentes factores como el hastío, la comodidad o la pereza muchas veces dejamos que sea la inercia quien dirija nuestra vida, una situación que a la larga termina por abocarnos a una situación de desencanto, insatisfacción e incertidumbre que nos sume en un pozo. Sin embargo, a veces sucede algo en nuestras vidas que nos obliga a salir de esa inercia total y dejar de lado la desidia para poner en marcha unos cambios más que necesarios, aunque nos cueste admitirlos y lidiar con las consecuencias. Una situación similar a la que se enfrentan Jaime y Juan, los dos protagonistas de Inercia, el primer trabajo largo de Antonio Hitos (Huelva, 1985), que viven una vida llena de frustraciones como adultos que en nada tiene que ver con la que habían imaginado de pequeños. Una obra que le sirvió para hacerse con el VII Premio Internacional de Novela Gráfica FNAC-Salamandra y que fue nominada tras su publicación a diversos premios como Mejor Obra de Autor Español y Autor Revelación en el 33 Salón Internacional del Cómic de Barcelona o Mejor Autor Revelación en el XVIII Salón Internacional del Tebeo de Madrid y que acaba de reeditar Astiberri.
Inercia forma junto a las magníficas Materia (Astiberri) y Ruido (Astiberri), una extraordinaria trilogía en la que podemos la imparable evolución gráfica y temática de uno de los autores más inquietos y estimulantes del cómic patrio actual. Una trayectoria de una coherencia inusual que hace que cada uno de sus nuevos trabajos sea un soplo de aire fresco, tan personal como inimitable.
Para analizar Inercia con justicia hay que hacer un pequeño ejercicio de memoria para recordar la situación económica y social en la que vio la luz. Un momento de brutal crisis económica que abocaba a los jóvenes a una incertidumbre económica y laboral que no parecía tener salida. Una realidad social terrible que era muy palpable cuando se gestó la obra que ha marcado a una generación, y de la que todavía no hemos salido del todo. Aunque Hitos se centra mucho más en la realidad más íntima y cercana de los dos protagonistas no puede, ni quiere, obviar ese contexto social en el que transcurre la obra.
Sin embargo, el autor onubense está mucho más preocupado por trasladar a imágenes el estado de ánimo que invade a Juan y Jaime donde las escenas más cotidianas de su vida se entremezclan con jardines mutantes, cucarachas parlantes y ojos voladores que tratan de reflejar esa necesidad que ambos necesitan urgentemente de encontrar un acicate para acometer los cambios que sus vidas precisan y salir de ese estado de sopor. Un trabajo que refleja las aristas emocionales y laborales, llena de narraciones paralelas entre las que habría que destacar la trama de las cucarachas sobre la evolución de las especies y los momentos más realistas y divertidos de las relaciones de Jaime con sus clientes en su trabajo como dependiente en una tienda de música. Pese a que parece bastante difícil hilvanar los elementos más mundanos con los fantásticos Hitos lo consigue haciendo que los segundos funcionen a modo de metáforas que hacen que las interpretaciones queden, en parte, en manos del lector puesto que, por suerte, no hay un afán excesivo por sobre explicar la historia.
Para reflejar esa angustia vital casi claustrofóbica Hitos emplea con pericia diferentes recursos gráficos como una cuadricula de viñetas de tres por tres casi fija, aunque la modifica cuando la obra lo pide, algo que le permite controlar el tempo de la historia y trasladar la sensación de agobio de los personajes a los lectores. A esa sensación también contribuye el diseño de todo el entorno y el de los personajes que aparecen, que tienen una neutralidad expresiva que nos deja una sensación de frialdad que se apoya también en la paleta de colores elegida, que se antojan claves para alejarnos de ellos como lectores y ser conscientes de la alienación en la que viven, algo similar a lo que podemos encontrar en los trabajos de Chris Ware. Con el autor estadounidense también comparte un enorme interés por volver a esa secuencialidad pura y sencilla tan propia del medio dejando de lado las influencias de otros medios como el cine para volver a conectar con el lenguaje del cómic puro y primigenio, algo que ya está presente en esta obra, pero que se acentuado en sus dos trabajos posteriores. Quienes se haya acercado al trabajo del autor onubense por primera vez en alguna de esas obras posteriores, en Inercia se encontrarán con un estilo algo más recargado, pero igual de preciso, sintético y preciosista, donde el desolado paisaje urbano y el natural ya tienen una importancia clave en la transmisión de las historias. Al igual que pasa con el color, que con una paleta limitada que va marcado algunos de los giros del guion.
La edición de Astiberri es muy similar a la anterior salvo unos cambios en diseño y la portada y un tamaño ligeramente menor.
Antonio Hitos firma con Inercia una obra críptica, compleja y llena de capas que en todo momento apela a la inteligencia del lector de una manera mucho más profunda y honesta que la gran mayoría de obras del mercado. Un trabajo repleto de metáforas y parábolas que tratan de reflejar la abulia y profunda necesidad de un cambio en la vida de los personajes con un apartado gráfico tan impecable como espectacular y un dominio del ritmo narrativo brutal. Un trabajo que se nos antoja como el primer paso de una evolución como autor que se presenta imparable y que en obras posteriores le ha llevado a convertirse en una referencia ineludible del medio.
Lo mejor
• El reflejo de la realidad de una generación desencantada.
• El apartado gráfico es apabullante tanto por la narrativa, como por el uso del color y los diseños.
Lo peor
• No poder disfrutar de cómic de Hitos con mayor regularidad, aunque la espera siempre vale la pena.
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Desidia
Con Inercia Antonio Hitos firmó una obra compleja, llena de capas e inteligente que refleja la sensación de hastió vital ante una realidad que no da oportunidades con un apartado gráfico extraordinario.