Sobra decirlo, pero volver a leer a
Volver a leer a Maruo supone volver a enfrentarse a un autor único que siempre se balancea entre unos temas e intereses muy concretos. No es por nada que Maruo sea, sin duda, el mayor representante (al menos en España) de lo que se conoce como ero-guro; es decir, la mezcla entre lo erótico con lo grotesco que da como resultado una especia de repulsión atractiva y excitante, sobre todo en un autor como Maruo cuyo trazo evoca un lirismo que choca muy fuertemente con lo que se dibuja. Esto podría llevar a un terreno casi pornográfico donde el valor de la obra de estos autores reside únicamente en el efecto macabro que supone tal vez mezcla, pero autores de tanto valor y talento como Maruo saben moverse en ese terreno para utilizarlo como un medio y no como un fin.
Este volumen recopila cuatro historias publicadas entre 2010 y 2012, y por lo tanto supone la muestra más reciente que tenemos en España del arte de Maruo. En la línea de lo que empezó a hacer con El extraño caso de la isla Panorama y La oruga, en la que adaptaba relatos del escrito de misterio
«Infierno embotellado», el primer relato, cuenta la historia de dos hermanos, chico y chica, que naufragan en una isla desierta y tienen poco más que tres botellas vacías, una biblia, un cuaderno para sobrevivir. La estructura del relato es muy interesante, ya que va para atrás y se estructura en función del contenido del mensaje de las botellas que el hermano lanza al mar pidiendo ayuda. Podemos ver cómo, aun pequeños, la influencia de la religión cristiana está tan presente que les embarga con un sentimiento de culpa ante el incesto que cometen y muestra cómo acaban intentando ir en contra de sus instintos a base de frustración. De esta manera, Maruo juega con el entorno para crear la atmósfera: cuando se encuentran a gusto, el paisaje es idílico, pero cuando les empieza a corroer la culpa, se encuentran dentro de una maraña de animales y plantas salvajes peligrosas. Y lo interesante es que Maruo muestra ambas caras de la moneda con un estilo de dibujo que busca la belleza y la estética cuidada por encima de todo, llegando a extremos en los que regusto lírico que deja el dibujo contrasta con lo brutal de la narración.
El segundo relato, «La tentación de San Antonio», es una especie de parodia-homenaje a las clásicas pinturas de mismo nombre en las que San Antonio vence las tentaciones de diablo. En este relato nos encontramos con un cura al que no paran de caerle palos por todos lados. La historia más floja del volumen, sin duda, pero que bajo los lápices de Maruo se convierte en un deleita visual. La tercera, «Kogane-mochi», otra adaptación de una obra de rakugo que cuenta la historia de avaricia de un ciego masajista que viendo que va a morir decide esconder su dinero para que nadie se lo robe. Otra vez más, este es un relato con moraleja que no tiene demasiado interés más allá de servirle de excusa a Maruo para mezclar lo grotesco y desagradable con lo erótico.
La última, «Pobre hermanita», es una historia puro Maruo (¡y puro Kyûsaku!): una chica decide escapar de los malos tratos de su padre con su hermano retrasado y buscarse la vida como prostituta. Nos encontramos una vez más con un retrato de la maldad, avaricia y egoísmo del ser humano y de los hombres en concreto. Maruo siempre pone un gran interés en contar las historias de los pobres y los desfavorecidos. En este sentido, esta historia conjuga toda la esencia de Maruo: cómo unos desgraciados se las tienen que arreglar para salir adelante y cómo siguen siendo juzgados y rechazados.
Infierno embotellado contiene dos historias muy buenas (la primera y la última) y dos historias con menos interés pero que no dejan de tener un nivel muy alto. Es un gran libro de relatos y una gran manera de reencontrarse (o encontrarse por primera vez) con un autor tan grande y sin duda necesario: no solo su arte es extraordinario, sino que su manera de moverse por un género como el ero-guro para contar historias de gran calado convierten a Maruo en un autor imprescindible.
Guión - 7.5
Narrativa - 9
Interés - 8
8.2
Infierno embotellado es un fabuloso reencuentro con uno de los autores mas influyentes del cómic alternativo japonés.
Muy buena reseña Jesús, gracias por traer a autores tan grandes como Suehiro Maruo, y extender la buena nueva de su arte. Siempre es un placer leer a Maruo, y más con obras inéditas como estos cuatro pequeños cuentos macabros, pero para mí ha sido una pequeña decepciòn, en tanto en cuanto no son tan subversivo y rompe-tabúes como son normalmente las historias de Maruo. Claro, comparándolo con obras como «La sonrisa del vampiro», «Midori la niña de las camelias» o «La oruga» pierde bastante, pero aún así son cuatro relatos bastante buenos, desde una perspectiva más narrativa y artística que otra cosa, especialmente los que tratan temas franternales.
Gracias por el comentario, Cristian (¡lo acabo de leer!). Tengo que admitir que no he leído demasiado a Maruo (La sonrisa del vampiro, La oruga -mi favorito- y Dr. Inugami), pero he encontrado estos relatos bastante interesantes. Sobre todo, como comento, el primero y el último. Pero Maruo dibuja tan bien y es capaz de crear atmósferas de una manera tan sobrecogedora que es siempre un placer leerlo. Llevas razón en que estas historias no dejan de ser anecdóticas en su bibliografía, pero no voy a ser yo el que se queje 😉