Si Tholman tuvo tiempo de acabar su evangelio antes de morir, quiero creer que eses texto sagrada será la piedra angular de nuestra religión que supere las aparentes contradicciones.
De Trondheim y Vatine ya hemos hablado en las dos reseñas anteriores así que vamos a centrarnos en los dos autores nuevos en la serie.
Fabien Vehlmann es un guionista frances nacido en 1972 que es conocido en nuestro país sobre todo por ser el actual guionista de la serie Spirou (Dibbuks) y creador de la serie Solos (Dibbuks). Pero también es el autor de alguna de las obras más brillantes que ha aparecido en los últimos años en nuestro país como Un futuro sin nubes (Dibbuks), Preciosa Oscuridad (Spaceman Books), Los cinco narradores de Bagdad (Faktoría K de Libros), Los últimos días de un inmortal (Ninth Ediciones) o Green Manor (Dibbuks). Son obras que se alejan bastante de lo que nos suele llegar del mercado francobelga. Esperemos que pronto alguien se anime y nos traiga alguna de sus colaboraciones con Frantz Duchazeau: Le diable amoureux et autres films jamais tournés par Méliès, Dieu qui pue Dieu qui pète o La nuit de l’inca.
Olivier Balez es un historietista nacido en Francia en el año 1972. Comienza su carrera en 1997 con el cómic Satanique ta mère con guion de Jean-Bernard Pouy. Su carrera está marcada por su colaboración con dos guionistas: Éric Corbeyran y Pierre Christin. Junto al primero ha realizado Parole de Taulards, Le Village qui s’amenuise y Charmes fous. Con guiones de Christin ha dibujado Sous le ciel d’Atacama y Robert Moses (Norma) que era su única obra publicada en nuestro país. Sin embargo, también ha colaborado con varios autores más desconocidos en nuestro país además de realizar algún álbum como autor unico como: L’opus à l’oreille y La cordée du Mont Rose. Su último trabajo es Beauté noire et le Groupe Prospero con guion de Noël Simsolo.
El Evangelio según Emma como todos los álbumes de la serie parte de un punto en común, la Infinity 8 se encuentra con unas ruinas que impiden su paso. El capitán de la nave pertenece a una especie extraterrestre capaz de generar saltos temporales y durante las siguientes 8 horas puede volver al punto de partida, algo que se llama el Protocolo 8. Así cada álbum presenta una historia con un mismo inicio, pero con un desarrollo diferente y que se puede leer de manera independiente. Todas están protagonizadas por mujeres, encargadas de velar por la seguridad de la nave. En esta ocasión la protagonista es la legendaria agente Emma Ô-Mara.
Estamos ante un álbum en el que hay dos tramas intercaladas y combinadas. Una es una historia de búsqueda, con un grupo de cazatesoros de lo más peculiar y donde nadie es lo que parece y que recuerda al manga de Moto Hagio ¿Quién es el 11º pasajero? aunque sin su complejidad. La otra trama es más profunda ya que trata sobre las creencias de Emma y como toda su escala de valores se tambalee y se deba replantearse su fe. Por eso el relato resulta menos ligero y alocado que en los dos álbumes previos. También el humor está menos presente, aunque hay algunos gags bastante divertidos casi todos protagonizados por Robbie el Robot.
Como ya hemos mencionado, en este álbum los autores se alejan un poco de los temas habituales de la ciencia-ficción pulp para hacer una reflexión sobre la religión y como muchas veces en lugar de unir a la gente las separa por detalles minios. También vemos como los dirigentes de las mismas son capaces de todo para seguir manteniendo su control, aunque haya que silenciar y manipular los preceptos sobre los que se edificó su fe. Traicionado cualquier principio y creencia llevándose por delante a cualquiera que se les enfrente. Ya que para ellos la religión sirve como elemento de control y manipulación de sus creyentes. Algo que nos recuerda a clásicos de la ci-fi como Los señores de la instrumentalidad de Cordwainer Smith.
Emma es la protagonista más compleja de las tres que ha presentado la serie. Un personaje que no solo sirve como parodia de los héroes masculinos de los pulps, sino que tiene entidad propia. El resto de personajes son algo más tópicos, pero cumplen su función para que la historia funcione a la perfección.
El excelente trabajo de diseño realizado por Vatine logra dotar de coherencia tanto al universo como a todas las razas que lo componen a pesar de que cada álbum esté dibujado por un artista diferente. El estilo gráfico de Balez recuerda mucho al de Jean-Claude Mézières, al que hay más de un guiño en el álbum, pero también tiene mucho, sobre todo en el diseño de los personajes a las primeras historias de la Legión de superhéroes. Alguno de estos trajes retrofuturistas que visten todos los personajes parecen los antiguos uniformes de Cósmico, Saturn Girl o Brainiac. La composición de página parte de las clásicas tres tiras de dos viñetas cada una, todas rectilíneas, pero que no duda en romper por necesidades argumentales. Balez realiza un trabajo muy brillante tanto en las escenas de acción como en la expresividad de sur personajes, pero resulta algo más flojo cuando se trata de dibujar fondos. Todo el clasicismo a nivel de diseño y composición se ve roto en el trabajo de color que se aleja de los colores planos y brillante propios de los pulps.
La edición de Dibbuks es muy buena como siempre, con buena reproducción y papel. Como en los anteriores viene con varias páginas de bocetos sobre la creación de la obra. Ahora nos queda esperar al cuarto número para ver el trabajo de Kris y Martin Trystram.
Como en toda la serie Trondheim, y en esta ocasión Vehlmann, construyen una historia sólida, trepidante y divertida que es mucho más que un mero homenaje a los pulps. Además de tratar unos temas más complejos que en los álbumes precedentes que otorgan a la historia un punto de amargura inédito en la serie hasta este momento. El trabajo de Balez aúna clasicismo y dinamismo con un trazo limpio y sencillo.
Guión - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.8
Pop amargo
Una historia algo más oscura que las anteriores, pero que cuenta con un guion y un apartado gráfico que no dejan de sorprender.