Se podría decir que el cyberpunk es un género en boga en la ficción de los últimos años. Con Blade Runner 2049, la adaptación de Altered Carbon o el lanzamiento de Cyberpunk 2077, uno de los videojuegos que más han polarizado a crítica y público de todos los tiempos se podría decir que el género vive una segunda juventud. Sin embargo, ¿Qué pasaría si el cyberpunk chocase frontalmente con la literatura artúrica? La respuesta está en los números 249 y 250 del primer volumen de Iron Man.
El autor Bob Layton y el guionista David Michelinie fueron la salvación para Tony Stark. Puede que hoy día gracias al Universo Marvel Cinematográfico sea uno de los personajes clave de la compañía pero hasta finales de los 70 su colección estaba a punto de desaparecer. Apenas tenía identidad propia y apenas tenía personalidad más allá del típico playboy, carecía del carisma con el que cuenta hoy día. Afortunadamente Layton y Michelinie lograron por fin ortorgaron al personaje de señas de identidad: Le dotaron de una categoría de secundarios, crearon a algún villano interesante como Justin Hammer y escribieron su historia más recordada: El demonio en una botella (Iron Man #128 USA), todo eso junto a los lápices de un joven John Romita Jr., del cual ya había indicios en esos números que iba a convertirse en toda una leyenda del medio. El punto álgido de su etapa se dio cuando el Hombre de Hierro y el Doctor Muerte, héroe y villano que dependen de sus respectivas armaduras para conseguir sus fines, quedaban atrapados en Camelot y Stark ayudaba al Rey Arturo y sus caballeros a combatir a la alianza del monarca de Latveria y la malvada hechicera Morgana Le Fay en Viaje a Camelot (dicha alianza que Brian Michael Bendis mostraría más personal en sus Vengadores Oscuros). No sería el único acercamiento de estas dos leyendas del cómic a ambos personajes. Aparte de la historia que ocupa este artículo también habría una tercera parte llamada Iron Man: El Legado de Muerte (Iron Man: Legacy of Doom #1-4 USA) junto a Ron Lim y el What If?: ¿Y si Tony Stark se hubiera convertido en el Doctor Muerte? (What If? Iron Man: Demon in an Armor USA) con Graham Nolan a los lápices.
Parecía que una simple historia de viajes en el tiempo iba a quedarse en eso pero el universo artúrico sería una referencia para el Universo Marvel y Morgana Le Fay acabaría convirtiéndose en una de sus villanas recurrentes e incluso protagonista de la primera gran saga de la recordada etapa en Los Vengadores de Kurt Busiek y George Pérez, cuando transportó a todos los miembros del grupo a Camelot sin recuerdo alguno. Pero toca volver al pasado, ya que David Michelinie y Bob Layton acabarían regresando a mediados de los años 80 a la cabecera de Iron Man poco después de la larga etapa del gran Dennis O´Neil (DEP) en la colección. Ofrecieron otra de las historias más reconocibles del vengador dorado con La guerra de las armaduras, y en los números 249 y 250 USA, correspondientes al evento Actos de Venganza, donde los héroes de Marvel se enfrentaban a villanos con los que nunca o apenas se habían visto las caras, concluyeron su segunda etapa con una secuela de Viaje a Camelot. Cuando dos misteriosos artefactos aparecen delante de ellos en medio de un combate contra Hydra e I.M.A., Tony Stark y Victor Von Muerte vuelven a Camelot… sin embargo, esta sería completamente diferente a como la recordaban. Bienvenidos al Reino Unido del año 2039.
Un futuro donde las corporaciones están presentes, y sobretodo la visión de los 80 es vigente con la presencia de gigantescos centros comerciales como los únicos lugares donde obtener recursos. Es sorprendente la actitud de Tony Stark que repudia este futuro y no para de utilizar continuas referencias a Star Wars para describirlo. Como no, el país sigue siendo monárquico en ese año con un Arturo del futuro preparado para ser el próximo Rey, aunque todavía es un niño y no puede entrar en combate. Unos misteriosos asesinatos están sacudiendo la sociedad y el Merlín de esta era encomienda a Iron Man y Muerte que encuentren al culpable para poder volver a su tiempo. Pronto se descubre que es un complot urdido por las versiones futuras de ambos personajes. El Iron Man de 2039 sería Andros Stark, que realmente no deja de ser un clon de Arno Stark solo que aún más malvado, mientras que el Muerte de ese universo se convirtió a sí mismo en un ciborg para poder conseguir vida eterna, a costa de su humanidad. Este sería el duelo del cómic, héroe y villano viendo lo perversas que son sus contrapartidas futuras y teniendo que hacer examen de conciencia para no acabar convirtiéndose en esos reflejos de si mismos.
Excalibur está presente aquí con Iron Man siendo el elegido para portarla (igual el Tony Stark actual no está tan lleno de virtudes para volver a blandir la espada…), pero bien es cierto que quizá la principal crítica que se le pueda achacar a esta historia es que si bien Layton y Michelinie intentan darle la identidad artúrica, está acaba siendo fagocitada por su estética futurista. Es una buena historia, pero quizá no tan memorable como la primera Viaje a Camelot, con Arturo, Merlín y todos sus caballeros. Los autores solo se aproximan a la Inglaterra futurista, que, sinceramente podría ser Los Ángeles, París o cualquier sitio porque no hay tampoco ningún rasgo distintivo de que sea Londres. Está claro que lo que predomina es la historia, pero ambos guionistas no han determinado del todo bien ni el escenario ni la temática artúrica. Pese a todo, el apartado artístico es asombroso, y aunque hubieran pasado más de diez años el trazo de Layton solo fue a mejor. Diría que es uno de los mejores trabajos de su carrera como ilustrador, sobretodo al trazar todas las estructuras del futuro y los combates en el espacio con los que ha de lidiar.
Estos dos números de Iron Man suponen una divertida secuela de Viaje a Camelot, sin embargo, su ambientación artúrica no está al mismo nivel que el de su precuela. Pese a todo, Layton y Michelinie ofrecen una historia muy divertida y recomendable y en ningún momento se nota la sensación de perder el tiempo.
Lo mejor
• Una historia muy entretenida.
• El dibujo de Layton es impresionante, así como su arte para retratar la Londres del 2039.
Lo peor
• La ambientación futurista acaba siendo más protagonista en la historia que el mito artúrico. Casi parece un mero pretexto para viajar al futuro.
• Poca utilización de personajes del propio mito comparándolo con la primera entrega: Solo Arturo y Merlín.
Poco queda de Camelot en el 2039
Guion - 7
Dibujo - 8
Interés - 6
7
Bob Layton y David Michelinie ofrecen una amena segunda parte de su saga artúrica. Sin embargo, el intentar detallar la ambientación hace que Camelot, sus personajes y elementos acaben siendo sepultados por ese futuro de ciencia ficción.
Unos comics entrañables. Pero es cierto que lo mejor está en la primera ida a Camelot y estos funcionan como complemento de la primera aventura dibujada por Romira Jr.
Coincido plenamente, mucho más encanto en la primera historia,aún así muy entretenidas ambas.