Iron Man: La guerra de las armaduras

 

Edición original: Marvel Comics – diciembre 1987 – junio 1988
Edición España: Panini Comics – marzo 2008
Guión: David Michelinie, Bob Layton
Dibujo: Mark Bright, Barry Windsor Smith
Entintado: Bob Layton
Color: Bob Sharen, Nel Yomtov
Portada: Mark Bright, Bob Layton
Precio: 21,95 euros (tomo de la línea Best of Marvel de 208 páginas)

 

Una de las críticas más habituales que se hace sobre el sistema estadounidense de hacer tebeos (entiéndase por tal el de las editoriales grandes) no es otra que su condición de franquicia-máquina de hacer churros, donde los equipos creativos son curritos de quita y pon. Muchas veces hay que reconocer que la situación es muy parecida (o idéntica) a ésa, pero también hay ocasiones en las que uno o varios autores acaban alcanzando tal grado de comunión con la serie, que se convierten, en expresión de la afición, en su creador o equipo definitivo. En el caso del Hombre de Hierro, este honor corresponde, sin lugar a dudas, al trío compuesto por David Michelinie, John Romita JR y Bob Layton.

El equipo llegó, allá por 1978, a una colección que no pasaba por su mejor momento. Se trataba de poner a prueba a dos novatos recién llegados desde DC (Michelinie y Layton) y a un dibujante al que todavía el apellido le pesaba bastante (Romita JR). El resultado fue una renovación que, tres décadas más tarde, sigue conformando la piedra angular en la que se mueven el industrial Tony Stark y su alter ego metálico, Iron Man. Visto desde la perspectiva que dan los años, la cosa no deja de tener su gracia ya que, Romita JR aparte, los autores no han tenido una carrera espectacular. La carrera de Michelinie como guionista puede calificarse como aceptable, aunque la mayor parte de sus historias no haya superado la prueba del tiempo (véase, si no, su larga etapa en las colecciones de Spider-Man, hoy más que olvidada) y Bob Layton es, por méritos propios quizá, uno de los autores más vilipendiados de la industria. Como escritor en solitario, sus ideas han dado mucha grima y como dibujante, lo mejor que se ha dicho de él es que los brillos de la armadura del Hombre de Hierro le quedan muy bonitos. Sin embargo, todo el mundo coincide en apreciar y alabar su labor con el vengador dorado. Tan recordado fue su trabajo que, en distintas épocas, los tres autores volvieron a narrar las aventuras de Stark en los años posteriores. Actualmente puede disfrutarse de un paseo por esta etapa del personaje en la forma de una reedición dentro de la línea Marvel Gold.

Michelinie y Layton volverían a mediados de los ochenta, recogiendo el testigo de un Dennis O´Neill había recorrido caminos apuntados por ellos en su primera etapa (como el alcoholismo de Tony) y había sometido al personaje a un duro proceso de caída y levantamiento. Sin Romita JR a los lápices, sería Mark Bright el encargado de los mismos, haciendo un trabajo más que decente. Durante ese tiempo, los autores se dedicaron a hacer la puñeta al cabeza de lata, gastándole una jugarreta tras otra. Una de ellas, quizá la más recordada, es esta Guerra de las Armaduras (Armour Wars o Stark Wars, que decían los angloparlantes). Durante siete números, Stark se embarcaba en una cruzada para eliminar cualquier rastro no autorizado de la tecnología utilizada para crear al Hombre de Hierro, sin importar en que lado de la ley o de la frontera se encontrara. Aparte de una buena excusa para ver un festival de tortazos blindados, es la ocasión perfecta para conocer algo de la forma de ser y pensar del personaje: su profunda determinación y sus fuertes convicciones le empujan hasta un punto en el que, inevitablemente, el fin acaba justificando cualquier medio. Una saga entretenida, que servirá a la afición más joven para conocer mejor la historia de un personaje al que su película ha puesto de moda. Especial mención merece el octavo capítulo, que hace de epílogo y que lleva los lápices de un auténtico maestro: Barry Windsor Smith.

Si repasamos con calma las páginas que componen la historia, podemos comprobar que su extensión era bastante grande para los tiempos que corrían y está más próxima a los estándares actuales. Durante medio año Tony Stark se embarcó en una empresa que remarcó un aspecto de su carácter que después ha servido para lo bueno y para lo malo: su determinación por coronar con el éxito toda tarea a la que debe hacer frente. En este caso es su obsesión por volver a controlar la tecnología surgida de su prolífico cacumen, pero mañana será el proyecto de Fuerza de Choque y más adelante el fortalecimiento del nuevo orden surgido de las cenizas de Guerra civil. Stark y su alter ego metálico se enfrentarán a viejos enemigos pero también a viejos amigos, infligiendo heridas que cada cierto tiempo guionistas y editores se encargarán de reabrir. La más profunda es la que surgirá en su relación con Steve Rogers, en ese momento despojado del uniforme y la condición de Capitán América. Tony intentará comprar su neutralidad con un nuevo escudo y más tarde se verá enfrentado a su camarada en un duelo desigual. No era la primera vez que el abanderado y el latoso se enfrentaban (de hecho, fue Jim Shooter el que puso en boca del primero la acusación de que el segundo era un despreciable mercenario que ponía por encima de los intereses del grupo los de la corporación de la que era imagen y parte fundamental de su identidad visual). Sin embargo, todos aquellos duelos pertenecían a aquellos días, ya muy lejanos, en los que Steve desconocía quién se ocultaba tras la máscara férrica. Ahora Rogers sabía perfectamente que Stark había intentado sobornarle en su identidad civil y que su alter ego metálico le había dejado fuera de combate durante el asalto a la Bóveda. Después llegarían las consecuencias de la Operación: Tormenta Galáctica y las de Guerra civil. Y no descartaría que en algún momento del futuro hubiera otras derivadas de cierto acontecimiento visto muy recientemente en Los Nuevos Vengadores.

La búsqueda de tecnología robada llevará al Hombre de Hierro a enfrentarse a elementos y entidades que operan dentro de la ley. Cuando se tiene el dinero, el poder y los recursos de Tony Stark no hay que jugar con las reglas habituales. Un juicio por vulneración de la propiedad industrial puede ser largo y no está dispuesto a esperar. ¿Cuántas personas han sufrido por el mal uso de su tecnología? Los ecos de su largo período fuera de la circulación por causa de su alcoholismo refuerzan un sentimiento de culpa que tendrá su punto culminante en el epílogo de la saga… para luego dejar el camino expedito a la siguiente tragedia con la que Michelinie y Layton martirizarán a un Tony Stark que durante diez años se ganó el título de “pupas” marveliano (como indicaban en el prólogo del tomo de Grandes Sagas Marvel del personaje publicado en el verano de 1994). Al final, el personaje ganaba una nueva armadura que recuperaba la combinación rojo y oro, amén de un regreso a la identidad secreta que no se tragaba nadie y que no duraría más allá de unos pocos años.

Esta edición recuerda también los días en los que panini experimentaba con los formatos para edición en tomo y reedición. Best of Marvel fue uno de los primeros y más caros. Su rápido abandono supuso que algunas recuperaciones quedaran frenadas en seco (como Los Vengadores de Kurt Busiek y George Pérez) en tanto que otras como el Thor de Walter Simonson o Amazing Spider-Man de Extradegüisqui y JRJR se vieron completadas. Hoy, rodeados por Marvelgoldes, Marvelhéroes y omniguaguas, dudo mucho que alguien recuerde aquellos tomos de textura rugosa, papel de gran grosor y estocadas en el presupuesto.