Edición original: junio-octubre-2009 – Marvel Comics
Edición España: abril 2011 – Panini Comics
Guión: Fred Van Lente
Dibujo: Steve Kurth
Entintado: Allen Martínez, Víctor Olazaba
Color: John Rauch, Chris Chuckry
Portada: Salvador Larroca
Precio: 12 €
El salto a la pantalla grande de los personajes de Marvel se ha traducido en una multiplicación de su presencia en los quioscos, en la forma de segundas cabeceras, miniseries, novelas gráficas, apariciones estelares y demás herramientas de similar pelaje para rascar unas monedas más en un mercado que ya no se entiende sin la visión de los personajes principales como franquicias para sacar toda suerte de productos a sumar en rentabilidad a los atribulados tebeos. En el caso del Hombre de Hierro, dos películas a su enlatada chepa, el anuncio de una tercera y su participación en el filme de los Vengadores han traído consigo una avalancha de series férricas que, como de costumbre, presentan niveles de calidad de lo más variopinto.
En el caso que tenemos por aquí, Iron Man: Legado, nos encontramos con una serie pensada para albergar historias autoconclusivas, siendo este primer tomo el encargado de recopilar la primera. En la publicidad se presenta la colección como una oportunidad de echar un ojo a aspectos del pasado del personaje o, dicho de otra forma, de tener más de una cabecera en la librería sin que haya que coordinar más de una colección. Ya que toca escarbar en los atarecados anaqueles marvelianos, la elección de Fred Van Lente como guionista resulta adecuada, en la medida en que sabe manejarse bien a la hora de sacar a la palestra y / o aprovechar datos, personajes y argumentos pretéritos. A su lado tenemos al dibujante Steve Kurth, que también ha puesto los lápices para plasmar la versión ”ultimatera” del cabeza de lata. El resultado final es una historia del Hombre de Hierro con todas las letras… pero perfectamente olvidable.
Van Lente sitúa la trama en los tiempos en los que la identidad civil del vengador dorado no era del dominio público y aprovecha para contar una historia que resulta excesivamente manida, al construirse a partir de los elementos más tópicos que conforman el trasfondo del personaje. Tony Stark, inventor, patrocinador (y piloto) de la armadura del Hombre de Hierro dirige una multinacional que en el pasado se dedicó al diseño, fabricación y venta de armas. El cambio de tercio orquestado a consecuencia del particular camino de Damasco sufrido por el industrial estadounidense no impide que periódicamente tenga que enfrentarse a las consecuencias de unos antecedentes profundamente belicistas. Por mucha filantropía que destilen sus buenas intenciones, sigue siendo el mercader de la muerte para aquellas personas que han sufrido los efectos de sus creaciones. En esta ocasión son los habitantes de Transia (uno de tantos socorridos pseudopaíses que se inventan los guionistas yanquis y que lo mismo valen para un roto de corte transilvano que para un descosido en la forma de conflicto étnico al estilo yugoeslavo) los que se ven envueltos en una matanza en la que entran en juego chatarras varias birladas del patrimonio de un atribulado Stark que, fiel a su historia personal, decide tomar cartas personales en el asunto. Todo ello conforma un mosaico compuesto por los grandes éxitos del Hombre de Hierro.
Cualquiera que haya seguido con cierta regularidad las aventuras del vengador latoso identificará las fuentes en las que Van Lente ha bebido. Un poco de Guerra de las armaduras por aquí, una reedición del enfrentamiento con el Doctor Muerte por allá, unos paisajes calcados de la folclórica Eslorenia de Fuerza de Choque, unos villanos prestados de la nómina de Justin Hammer o los Amos del Mal y ya tenemos la historia en marcha, a la que solamente hay que aderezar con detalles tomados de las películas, por aquello de enganchar a los cinéfilos incautos. El problema es que cualquiera de los referentes exclusivamente férricos en los que se basa don Fred resulta, pese a su antigüedad más interesante que su trabajo, y a ello hay que añadir un Steve Kurth que aquí no lo hace tan bien como en Ultimate Armor Wars y que, consecuentemente, aporta un dibujo que no es precisamente la alegría de la huerta.
Para concluir, queda un producto ideal para consumidores novatos y completistas del Hombre de Hierro, pero perfectamente prescindible para el común de los mortales.
Creo que has clavado el análisis Luis. A mí el comic éste me gustó, pero reconozco que suena todo a ya muy visto. Para ser una serie basada en el pasado de Stark, parece que no quieren ahondar mucho en nada y más bien ofrecer una historia intemporal, fuera de continuidad, que no espante mucho a los espectadores del Iron Man fílmico.
Parece que a todo dios se la suda Iron man: Legado. ¿Por qué será?
Eslorenia es la zona choni de Eslovenia, ¿no?
XDDD. Los chascarrillos de Tiegel nunca defraudan.