“Si vuestro bajo vientre no ocupara tan a menudo el sitio de vuestras cabezas, seríais los ladrones más ricos y famosos de París”.
Los pobres legionarios romanos de la serie Asterix suelen recitar una irónica y desencantada sentencia siempre que están recibiendo mamporros de los galos o incluso cuando realizan algunas tareas domésticas como la colada: “Apúntate a la legión y verás mundo, decían…”.
Parafraseando a estos sufridos y anónimos soldados de las legiones del César, me atrevo a afirmar rotundamente que: si leéis
Los personajes de Isaac el pirata se mueven frenéticamente por dos grandes pulsiones; la ambición y el deseo. Tanto los femeninos como los masculinos. Estos dos grandes impulsos les llevan a cometer grandes cambios en sus vidas, a menudo sin una planificación adecuada y casi siempre con consecuencias imprevistas. Por esto en los cinco álbumes de los que consta por ahora la serie, podemos pasear por la ciudad de París en pleno siglo XVIII, cruzar el Océano Atlántico a bordo de un navío pirata, visitar las islas del Caribe e incluso, cruzar el helado Cabo de Hornos al sur de Argentina.
Isaac Sofer es un pintor de escasa fama que sueña con convertirse en un artista de renombre. Su principal influencia es un conocido retratista de batallas navales por lo que, casi por casualidad, acaba enrolado a bordo de un barco pirata que se dirige al continente americano. Isaac deberá inmortalizar la larga y peligrosa travesía con sus pinturas. En París, en una situación precaria se queda Alice, su prometida, que además deberá lidiar con su madre enferma y con diversos pretendientes especialmente insistentes.
Isaac el pirata podría haberse llamado también «Isaac el pintor». El caprichoso Sofer es el único que realmente posee lo que desea. Isaac tiene talento y sabe expresarlo en sus cuadros. Su problema es que no puede disfrutarlo, no puede desarrollar con plenitud sus dotes de artista, por circunstancias externas y por limitaciones propias. Por eso se convierte en un desertor del arte, una vocación que acaba combinando con las ocupaciones de pirata, ladrón, amante y vagabundo.
La serie arranca con fuerza en los dos primeros álbumes donde el autor combina humor, aventura y drama. Las motivaciones de los protagonistas son claras, creíbles e interesantes. Sin embargo, a partir del tercer tomo – Olga – las aspiraciones de Isaac se vuelven más difusas y los vericuetos que toma la trama se convierten en un galimatías difícil de seguir y de compartir. La sensación de descontrol se acentúa al encontrarnos con una historia sin final. La potencia emocional y visual de algunas escenas del cuarto y quinto álbum no compensa la sensación general de improvisación y de viaje a ninguna parte.
Los mejores momentos de la serie son los que combinan las peripecias navales de Isaac con las desgracias cotidianas de Alice, todo resuelto en un montaje en paralelo lleno de elipsis brutales y contrastes llenos de malicia.
El arte es el principal aliciente de esta serie. Christophe Blain nos regala unas páginas hermosas, llenas de detalles y con una fuerza sorprendente. Su trazo nervioso, ágil y preciso, su dominio del claroscuro y su narrativa audaz y llena de recursos consiguen que nos sintamos atraídos al instante por la obra y que disfrutemos de este viaje, lleno de promesas que no se acaban de cumplir.
Blain suele dividir la página en un esquema de cuatro tiras de tres viñetas, estructura que en el quinto álbum acaba simplificando a cuatro tiras de dos viñetas. Sin embargo no es una parrilla inalterable sino que va cambiando ligeramente en función del contenido de cada secuencia. En Isaac el pirata no nos encontramos con aquellas páginas de narrativa imaginativa y arriesgada que nos fascinaban tanto en su otra serie titulada Gus, aquí las planchas son más sobrias y apuestan por la identificación del lector con los personajes y sus vicisitudes. Son escenas intensas y emotivas que resultan especialmente conmovedoras en momentos determinados, como cuando los piratas descubren la Aurora Boreal o cuando cruzan los helados estrechos cercanos al continente antártico.
Las peleas, las batallas navales y las escenas de acción están perfectamente coreografiadas y se intercalan con otros momentos más reposados pero con idéntica carga emocional. En un instante especialmente hermoso de la historia, Isaac intenta retratar a un pirata que está trabajando a bordo del barco. El juego de miradas y gestos esquivos que, evidentemente, acaba en tragedia es maravilloso y está resuelto por Blain de manera brillante en una secuencia casi muda de dos páginas.
Otro de los puntos fuertes del arte de esta serie es sin duda el color. Walter y Yuka realizan un trabajo sensacional separando las escenas con colores dominantes como los marrones, azules, naranjas, verdes o violetas siempre punteados por el rojo y el negro, omnipresentes. Los contrastes entre las escenas nocturnas o nebulosas con las diurnas y soleadas son brutales y llegan a generar incluso un curioso efecto de deslumbramiento. Además utilizan una gama concreta de tonalidades para subrayar diferentes estados de ánimo como la rabia y la sorpresa con el rojo o la depresión y el desconcierto con el violeta, por ejemplo.
Un ejemplo perfecto de todo esto lo encontramos en la espléndida portada de este integral, que resume lo mejor del arte de Christophe Blain, Yuka y Walter, combinado con la mejor tradición de la ilustración de finales del siglo XIX, con Howard Pyle y su serie sobre los piratas a la cabeza.
La serie está compuesta por cinco álbumes de 46 páginas cada uno, todos editados en Francia por Dargaud en su colección Poisson Pilote; son:
Les Amériques (2001)
Les glaces (2002)
Olga (2002)
La capitale (2004)
Jacques (2005)
Existe además un álbum integral en blanco y negro, publicado por la misma editorial en 2003, que contiene los tres primeros tomos y numerosos bocetos.
En España, la editorial Norma publicó los cinco álbumes durante el período 2003-2007, con los mismos títulos; Las Américas (2003), Los hielos (2004), Olga (2005), La capital (2006) y Jacques (2007). Ahora ha recopilado la colección completa, publicada hasta este momento, en un lujoso tomo a color de 256 páginas con el título de Isaac el pirata. Edición integral. La serie está inconclusa y aunque en 2017 Blain declaró que pensaba realizar un sexto álbum, desconozco si el autor tiene previsto publicarlo en un futuro próximo.
La edición de Norma Editorial es excelente y más si tenemos en cuenta que en su país de origen esta serie no cuenta con un álbum recopilatorio de estas características. El tomo es en tapa dura, con buen papel, bien impreso y a un precio razonable. Como es habitual en esta editorial el libro no cuenta con ningún texto de contextualización, ni extras reseñables, pero sí con las portadas originales de los cinco álbumes.
Isaac el pirata de Christophe Blain es una serie que aglutina las virtudes y los defectos de lo que se vino a llamar La Nouvelle BD. La intensidad emocional se complementa con originalidad argumental y cierta audacia formal. Sin embargo, con el paso de los álbumes el interés por la trama decrece hasta llegar a una resolución que resulta decepcionante, no solo por estar inacabada, sino también porque tanto el autor como los lectores han perdido la brújula que les guiaba por el camino de la aventura. Quizás con la publicación del sexto tomo, prometido por el autor, todo acabe encauzándose y el destino de Isaac, Alice o Jacques vuelva a comprometernos como al principio. Pero si no es así, no habremos perdido el tiempo; nos quedarán en la memoria unas cuantas escenas maravillosas, tendremos un conocimiento más preciso del siglo XVIII y sobre todo habremos visto mucho más mundo… No es un mal botín.
Salut!
Guion - 7.5
Dibujo - 9
Interés - 8.5
8.3
Insatisfactoria
Una serie de arte espléndido, pero que va de más a menos argumentalmente
Gran reseña, como siempre, Tristán. Y es que eres el redactor con quien más coincido en sus preferencias. Además, coincido en los pros y contras que destacas en la Nouvelle BD, aunque afortunadamente encuentro excepciones en el aspecto negativo. Por ejemplo, El Gato del Rabino me sigue gustando y entusiasmando después de 7 álbumes.
Nippur,
gracias por tus palabras.
La Nouvelle BD ha sido crucial en estos últimos años pero, desgraciadamente, algunas obras importantes han quedado en el limbo o han ido decayendo con el tiempo. «Sócrates, el semiperro» es otro ejemplo.
Como dices, afortunadamente hay ejemplos de obras redondas y arriesgadas como la que mencionas o «Gus» del mismo Blain y «La guerra de Alan» de Guibert, por mencionar dos más.
Salut!