(Dargaud, 2013)
Norma Editorial. 2016
A los que escribimos reseñas normalmente nos gusta explicar historias, por lo que dejadme que os cuente una:
En la década de los 40 en los Estados Unidos un guionista y dibujante de comics infantiles empieza a trabajar en una editorial llamada
Kurtzman dirige entre otras la revista de humor (llamémosla Mad) y con su estilo humorístico, basado en la sátira y en la parodia revoluciona el medio e incluso otras disciplinas artísticas y comerciales como el cine, la televisión o la publicidad.
Por esta época un guionista y dibujante francés (llamémosle
Volvamos al presente,
En este caso, Palmer ejerce de guardaespaldas de un millonario francés de fin de semana en Bretaña. El magnate es el invitado de Solange Pommeraie, la propietaria de una mansión bretona en la costa, donde se alojarán además diversos personajes de la crême financiera y cultural parisina. Pommeraie tiene un plan para recuperar liquidez monetaria que consiste en enfrentar a dos coleccionistas de arte, entre ellos el jefe de Palmer, por un cuadro de un oscuro pintor abstracto pasado de moda. Pero las cosas se complican y otro invitado es asesinado haciendo footing por la playa, además no llegan las langostas para la cena y Jack Palmer, que vigila la mansión con sus prismáticos apostado en una roca cerca del mar, no calcula el movimiento de la marea y queda aislado del continente. Todo esto aderezado de divertidos y contundentes comentarios sobre el mundo de las galerías de arte, de los informativos de televisión, la telefonía móbil y la sociedad rural bretona. Puro Mad, puro Asterix.
En Jack Palmer en Bretaña las presuntas élites sociales y culturales son descritas con una crueldad absolutamente tolerable. El mecanismo utilizado es el humor; una parodia sutil, inteligente y sin piedad que desnuda algunos de los peores defectos de nuestra sociedad; el egoísmo, el mercantilismo y la pedantería. El hallazgo de aislar al protagonista para que sea simplemente testigo de la historia es un recurso sencillo pero maravilloso. Palmer sin embargo consigue resolver el caso a distancia, pero al principio nadie le escucha y al final nadie le cree.
Pero volvamos a nuestra historia inicial puesto que tiene una tercera parte. En 1974 un dibujante y guionista francés, René Pétillon, de 29 años entra en la revista Pilote después de 6 años publicando historias cortas de humor en fanzines y magazines diversos. Este año crea su personaje predilecto, Jack Palmer, un detective paródico que intenta resolver los casos que le encargan y que, en el mejor de los casos los acaba dejando igual que cuando empezó.
Al principio el estilo de Pétillon está muy influido por el movimiento underground norteamericano de los 60 y tanto los guiones como el dibujo presentan una abigarrada acumulación de gags visuales y de diálogo satírico que apabulla al lector y convierte la lectura en una compleja experiencia a la caza del detalle humorístico. A medida que van pasando los álbumes el trazo se vuelve más limpio y la historia más lineal sin perder, al contrario ganando, eficacia tanto en la crítica social como en la parodia visual. Finalmente, con la llegada de este siglo Pétillon realiza una tercera evolución sintetizando aún más su trazo y explorando temas absolutamente candentes de la sociedad actual. El integrismo religioso, los nacionalismos independentistas, los paraísos fiscales, el mundo de la moda y finalmente – en este último episodio – el mercado del arte y la jet-set intelectual son sus objetivos. Su precisión es tal que ni los aludidos se atreven a cuestionar la inteligencia de este autor.
Hay que decir que Jack Palmer en Bretaña no es el mejor álbum de la serie, pero vuela a gran altura. Pétillon narra de manera excelsa. Su arte es heredero de una larga tradición de dibujantes satíricos franceses.
La conclusión de esta pequeña historia es que Jack Palmer es la mejor serie de humor europea de la actualidad y que álbumes como Jack Palmer en Bretaña nos reconcilian con este género tan propenso a la sal gorda y al trazo grueso. Jack Palmer en Bretaña es un producto de alta gastronomía, cocinado a fuego lento y con mano maestra que conviene degustar con cariño, atención y paciencia para que el disfrute sea máximo.
Una recomendación y un ruego final. El tamaño de la edición en castellano podría ser algo mayor, la de un típico álbum europeo, por ejemplo. Y el ruego; ahora que abundan los integrales le pediría a Norma Editorial, o a quien sea, que se atrevan con la colección integral de Jack Palmer por favor. Entre otros,
Guión - 8.5
Dibujo - 8.5
Interés - 9
8.7
Hilarante
Otro álbum memorable de la mejor serie de humor europea de la actualidad.
Si lo permite, me adhiero esa petición de usté de integrales recogiendo la serie.
Añado entre los pequeños mundos en los que se mete a investigar, o simplemente a montar follones, en sus casos, el de los tebeos en ‘El rey de los cómics’, cuando se publicaba aquí como ‘Jack Pelman’.
Respecto a la primera historia que contaba, la de Goscinny y Kurtzman, recomendar el integral de Umpa-pá, donde se recoge la primera versión del personaje, en tiras y ambientado en la actualidad de entonces, que los autores presentaron a las editoriales americanas.
Algo más: me da la impresión de que el ‘Mirlo y Violeta’ de Raf tomaba algo de Petillón, aunque él se decantaba más por la parodia del género a la americana que por llevar a su detective a escenarios más cercanos para los lectores.