Edición original: The Yattering and Jack, How Spoilers Bleed (HarperCollins Publishers LTD, 1991-92).
Edición nacional/ España: Jack y el diablo (Ediciones Junior, S.A., 1994).
Guión: Steve Niles, Fred Burke.
Adaptado de: Clive Barker.
Dibujo y Color: John Bolton, Héctor Gómez.
Formato: Tomo rústica, 96 págs.
Indiscutiblemente, Stephen King es el rey del terror desde hace más de 30 años. Esto es algo que sabe hasta el menos familiarizado con el género, gracias a obras como Carrie, El resplandor, El misterio de Salem’s Lot, It, Cujo o Misery, todas con sus preceptivas adaptaciones a la grande y/o pequeña pantalla (a veces a ambas). Sin embargo, a mediados de los ’80 apareció un príncipe que parecía destinado a heredar, en pocos años, la corona. Se llamaba Clive Barker y con los incisivos cuentos recopilados en los volúmenes titulados Libros de Sangre sacudió el panorama del fantástico como tal vez nadie lo ha hecho desde aquellos días. Esto fue lo que dijo entonces el maestro encumbrado de la joven promesa: “He visto el futuro del género de horror y su nombre es Clive Barker. Lo que Barker hace con los Books of Blood crea la impresión de que el resto de sus colegas hemos permanecido estáticos durante los últimos diez años.”[Sangre 2. Martínez Roca, 1988] ¿Exageración? Quizá. Pero cuando el propio Alan Moore reconoció su deuda con su colega británico (nació en Liverpool, cuna de The Beatles, en 1952) a la hora de escribir La Cosa del Pantano, en particular la saga American Gothic, es hora de ponerse serios.
“La buena ficción de horror siempre debe estar un paso más allá de los límites del buen gusto, para que el lector reciba la sensación de que el libro que tiene en sus manos es peligroso.” [op.cit.] Cualquiera que se haya acercado a los escalofriantes relatos de Barker sabrá que cumple con creces su máxima. Nada en ellos resulta convencional o tranquilizador. Aun cuando los argumentos sean, en ocasiones, algo predecibles, sobrevuela siempre un aura malsana, chocante, que los redime de cualquier flaqueza superficial, que los preserva del deterioro del tiempo y de las modas. De su febril imaginación surgieron los cenobitas, los diabólicos torturadores de Hellraiser (C. Barker, 1987) y sus múltiples secuelas, su contribución más arraigada en el acervo popular. Incluso protagonizaron su propia serie de cómics, con nombres ilustres como Bernie Wrightson, y cruces con otros pirados con malas pulgas como el Marshal Law, de Pat Mills y Kevin O’Neil. Por desgracia, su talento se diluyó a la vez que su fama crecía: sus novelas son una pálida sombra de sus narraciones breves; sus incursiones en el cine, más allá de la citada Hellraiser, no suman sino decepción tras decepción.
A finales de los ’80, entre aquella vorágine de premios y halagos, las pesadillas imaginadas por Barker asaltaron el mundo del cómic. En 1991 HarperCollins Publishers LTD, en su sello Eclipse Graphic Novels, apostó por la adaptación directa de varios de los relatos originales. Uno de ellos, Jack y el diablo (The Yattering and Jack, traducido anteriormente como El geniecillo y Jack para Libros Sangrientos I, de Martínez Roca), contó con las magistrales ilustraciones de John Bolton, en plena metamorfosis de su clasicismo fosteriano (Kull, El Dragón Negro) al impresionismo pictórico (Los dones de la noche, Man-Bat) con inclinación por lo tenebroso. La adaptación del texto le correspondió al voluntarioso Steve Niles (30 días de noche, Freaks of the Heartland), que no se complicó mucho la vida y se limitó a cortar y pegar el texto de Barker, convirtiendo las 24 páginas del relato original en 58 de historieta. Niles confió, pues, todas las virtudes del resultado a la prosa de Barker y a las habilidades de Bolton. No estoy seguro de que se equivocara: las páginas sobrecogen. Pero considerarlo el guionista es, siendo generoso, un exceso de cortesía.
Así pues, Jack y el diablo es un tour de force entre las alucinadas palabras de Barker y la estremecedora precisión de Bolton para transcribirlas en imágenes. El argumento es lo de menos. Casi parece una versión de un Constantine pueblerino jugando -otra vez- con el averno (aquí conviene recordar que el cuento es anterior a la concepción del célebre taumaturgo). El paroxismo visual es lo que sobrecarga los sentidos. Desde esa visión del infierno donde unas mandíbulas extraídas del imaginario de H.R. Giger dan buena cuenta de la ristra de pecadores (pág.02) a ese pavo aberrante que se precipita sobre Jack (pág.34), pasando por esas composiciones fragmentadas herederas del mejor Sienkiewicz (pág.06) o el retrato de un rostro enloquecido (pág.48), el ilustrador domina el tempo narrativo, amplificando esas sensación incómoda, de constante riesgo, que recorre el material de partida. Si a veces hemos acusado a Bolton de cierta atonía en los planos, de cierta comodidad en las perspectivas, aquí hemos de callarnos. Pocas veces le hemos visto tan pletórico de recursos, sin sacrificar por ello constantes como el personal uso del color que combina eficazmente el mimetismo fotográfico y el ensueño pesadillesco.
El punto flaco, ya se ha dicho, es la condición autoimpuesta de respetar el texto original hasta niveles extenuantes. Es exactamente lo contrario de lo que hacían Breccia y Buscaglia en Sueños pesados, donde la síntesis era tan radical como vigorosa. Aquí no quiere alterarse una coma, no se confía en la reelaboración y, aunque la maestría de Bolton elude la sensación de estar leyendo un “relato ilustrado”, algunos pasajes quedan excesivamente prolijos y, sobre todo, vicarios. No se potencia la simbiosis entre palabra y dibujo que es lo que, a la postre, define a la historieta. Se percibe como una lucha entre ambos reinos donde, sí, se ganan batallas, tanto literarias como pictóricas, pero rara vez ambos ejércitos combaten juntos.
El tomo se completa con otra adaptación, ilustrada por el argentino Héctor Gómez, del relato Así sangran los expoliadores (How spoilers bleed, traducido por Cómo se desangran los expoliadores en la publicación de Martínez Roca). Fred Burke echa una mano a Steve Niles con los textos… con resultados insatisfactorios. Gómez es un dibujante magnífico; sin embargo, la lectura se hace pesada. ¿La razón? Es demasiado literal y, aquí sí, se cae en las ciénagas de la redundancia. Poco añaden los esfuerzos de los implicados al cuento original, que tampoco es de los más inspirados del inglés. La compañía con el trabajo de Bolton le hace flaco favor.
En España Jack y el diablo fue publicado en 1994 por Ediciones Junior S.A. del Grupo Grijalbo Mondadori. Ya descatalogado, en la actualidad será difícil de encontrar, me temo.
Pues muy mal, no deberíais hacer artículos de este tipo porque son muy malos para la salud. Ahora me va a tocar meterme en una búsqueda imposible y no dormiré agusto hasta que lo consiga…
Por muy regulera que esté a mi estas cosas me encantan^^u
«Ya descatalogado, en la actualidad será difícil de encontrar, me temo.»
Lo tengo, lo tengo. Me lo encontré en una tienda de segunda mano hace unos años. Y ya le va tocando relectura, así que a lo mejor aprovecho gracias a la reseña. Completamente de acuerdo con lo que dices. Pero el trabajo de Bolton compensa todas las fallas.
«sus incursiones en el cine, más allá de la citada Hellraiser, no suman sino decepción tras decepción.»
Eh, eh, que yo sigo esperando un directo´s cut de «Razas de noche» 😉
Cassidy, míralo por el lado bueno: ¡la alegría que te llevarás si lo descubres! Y siempre cabe la posibilidad de que alguna editorial a la caza de material lea esto y piense «pues sería buena idea» y nos lo traiga junto a otras adaptaciones (incluso del mismo Bolton -En las colinas, las ciudades- que no he leído).
Retranqueiro, el británico es una de mis debilidades. Admitiendo que es mejor ilustrador que historietista, si veo algo firmado por él, cae seguro. Lástima que no se prodigue más.
Mr.X, eso es que eres muy fan del Cronenberg. 😉
Coincido, Agrafojo. Bolton es más un ilustrador que hace tebeos que un historietista, pero es que sus dibujos son una gozada. Y aún así, cuanfo se pone no es manco, precisamente. Su número de Kull era tremendo. A mí (de lo que le he leído) lo único que me defraudó fue el Batman/Man-Bat, en dónde abusaba de «pictórico» y le quedaron unas viñetas demasiado estáticas despreciando, incluso, los fondos; y con todo, dotó a la historia de un aire de lo más enfermizo que le iba como un guante. Y un No-Sé-Qué-Valentine dónde su dibujo pecaba en exceso de fotográfico. Pero es una de mis debilidades también.
otro de esos grandes autores a los que reivindicar a nuevos lectores desde ya.recuerdo leer con autentica avidez aquellos relatos cortos que se saco de la manga para meter material nuevo en sus classic x-men.aunque lo mejor que le he visto es esas magistrales paginas para el relato corto «el mar del destino»,publicado en aventuras bizarras ,con guion de alan zeleneth.oro en paño.
como curioso resulta ese relato de 8 paginas publicado en la revista cimoc,creo,con un guion-poco currado,eso si-de chris claremont,quien parece haber sido su mejor pareja de baile a lo largo de su carrera.
estas ilustraciones de muestra,por cierto,me recuerdan a un animador extraordinario que me encanta:bill plymptom.
“Ya descatalogado, en la actualidad será difícil de encontrar, me temo.”
Esta en segunda mano en la tienda Magazine de Gijón (Calle cabrales 52, por si alguien le interesa), yo me hice en un pack de tres….
La historia es cuento muy al estilo de Fabulas o Sandman pero con un dibujo excelente. Merece la pena la búsqueda para hacerse con él 😀
Un saludo.
Perdón, es Calle Cabrales 57, que se me ha ido el número…
lo he visto en todocoleccion a un precio bastante asequible,solo 10,70 euros,y siendo de bolton creo q lo pillare