Edición original: Johan & Pirlouit: Le Châtiment de Basenhau, Le Maître de Roucybeuf, Le Lutin du Bois aux Roches (Spirou, 1952-56).
Edición nacional/ España: Johan y Pirluit vol1 (Dolmen, 2014).
Guión y Dibujo: Peyo.
Color: Nine Culliford.
Formato: Tomo cartoné 186 págs.
Precio: 31’95€.
¿Quién nos iba a decir, hace tan siquiera dos años, que a día de hoy tendríamos en España la producción completa de Peyo para Johan y Pirluit? Menos de ese tiempo llevo escribiendo yo en Zona Negativa y recuerdo mis ruegos, entonces creía que vanos, tras décadas exiliados de las librerías (miren aquí, por ejemplo). Contemplo ahora los cinco volúmenes, puestos en fila sobre la mesa, y me recorre un escalofrío. Gracias, señores de Dolmen por haberme dejado cumplir un sueño largamente acariciado. Con férrea voluntad, también algún traspiés, habéis vivificado las geniales creaciones de Pierre Culliford, maltratadas por sistema en nuestro país.
El volumen 1, que llegó a las tiendas en quinto lugar (aquí tienen reseñas de los anteriores: vol2, vol3, vol4 y vol5), contiene, como no podía ser de otra forma, el debut de los personajes del título. A estas alturas todo el mundo sabe que su presentación en sociedad no fue coincidente. Johan, creado por Peyo para el diario La Dernière Heure en 1946, fue evolucionando desde la tira cómica al modelo que todos conocemos. En principio rubio, con una media melenita que podría recordar al Príncipe Valiente de Hal Foster, el rostro de Johan era un pequeño óvalo inexpresivo que escondía un carácter indómito, antes de ver su cabello oscurecido para la primera aventura extensa (El castigo de Basenhau), así como sus modales atemperados a los de un héroe de pura cepa.
Peyo contaba 17 años cuando empezó a publicar las viñetas de Johan en la sección infantil del diario La Dernière Heure. Conviene recordarlo cuando observemos el trazo pedestre, abiertamente amateur, con la huella profunda de Hergé. Titubeante, volcando su gusto por la aventura medieval, que le viene de las tiras de prensa norteamericanas y del cine de evasión de Hollywood, Peyo arranca con la clase de gags que asociamos a las revistas de humor. Pronto crecerá en ambición. En Una nueva aventura de Johan, última aparecida en La Dernière Heure, cuenta el rapto de una princesa, Isabel, la hija del rey de Hauvon. La trama le gustó tanto que en su paso a un nuevo periódico, Le Soir, se estrenará con una nueva versión, muy mejorada, esta vez bajo el título Johan, el pequeño paje.
Con el arribo en Le Soir el dibujo da un paso de gigante, redondeando las formas (aunque aún caiga en ramalazos “naturalistas”, como los rostros del rey en pág.08 o de uno de los guardias en pág.09), pero el avance más asombroso es en la propia narración, camino de la ejemplar claridad expositiva que acuñará en sus mejores obras. El rapto de una princesa será también el eje del tercer álbum, El duende del bosque de las rocas, también conocido como La verdadera historia del pequeño Pirluit, por su edición de Bruguera. Antes de eso, Peyo entregará al diario Le Soir, una segunda historia, El ataque del castillo, que le servirá de molde para la primera aventura larga de Johan, El castigo de Basenhau, esta vez ya en Dupuis, gracias a la intermediación de su buen amigo Franquin.
El primer álbum en solitario de Johan extiende y perfecciona el argumento de las tiras y estiliza el dibujo, que muestra a un Johan de rostro crispado y ánimo combativo, a veces comportándose con la impaciencia y el malhumor que después heredará Pirluit. Aquí el héroe sin mácula es el conde de Treville, quien nunca ha sido derrotado en combate singular. Johan, tal vez por influencia de Foster, es también un escudero hábil e ingenioso, presto a las buenas acciones.
El Basenhau del título es un innoble señor feudal que pretende ganar prestigio derribando al invicto conde de Treville en un torneo amistoso. Para ello, sabotea la lanza que usará Treville. Pero Johan lo ve y lo denuncia ante la presunta víctima. Basenhau pierde y jura vengarse. Empleando las malas artes de Guillermo, un conspirador, pretende conquistar el castillo y hacer capitular al rey.
Esta primera historia es bastante irregular, sobre todo en lo que respecta al aspecto visual y al ritmo, pero muy interesante para observar la evolución de Peyo. El autor tuvo problemas con la censura por una plancha en que torturaban a uno de los esbirros de Basenhau, recuperada con motivo de esta edición.
El segundo álbum de la colección ya es un sólido exponente de la maestría narrativa de Peyo, de su capacidad para barajar varias acciones y personajes, de plantear incipientes misterios. La trama general está presentada como un policíaco sin más complicaciones; es la secuenciación del autor, su habilidad para el retrato, la introducción de nuevos personajes como la bruja Raquel, lo que resulta estimulante.
Johan vuelve a ser una especie de secundario de lujo de su propia serie, donde con astucias destapa la intriga que involucra a la familia del príncipe Hugo. Johan parece haber crecido y madurado desde el paje presentado en el volumen anterior.
El dinamismo de las secuencias, la capacidad de mover a varios personajes por panel, con cada acción adecuadamente representada, el brío de este estilo primerizo menos cartoon… nada delataría que es el 2º álbum de Peyo, realizado con veintipocos años. Podría decirse que la fórmula estaba hecha, camino de la consolidación popular. Y, sin embargo, faltaba una de sus esencias.
Para quien esto escribe, el tercer álbum de Johan y Pirluit, con el debut de este último, es la primera de las obras maestras de Peyo y uno de los hitos de la serie. Curiosamente, el autor estaba a la vez orgulloso de él (llegó a decir que la serie debería haber empezado con esta entrega) y decepcionado, pretendiendo redibujarlo -a la manera de su admirado Hergé- para adecuarlo a su estilo de mediados de los ’60. La intención, afortunadamente, no se concretaría y sólo la portada sería modificada.
La creación de Pirluit es, al mismo tiempo, enigmática y genial. El enano del bosque se convierte en un secundario “robaescenas”, permitiendo, por primera vez en la serie, que Johan tome las riendas de la aventura. Quienes conocieron personalmente al autor -incluso, en alguna ocasión, él mismo- indican que Pirluit era un trasunto disimulado del propio Peyo, y su personaje más querido de entre los que creó.
Pirluit, antes de salir a escena descubierto por Johan mientras pretendía robar comida, es presentado como un duende o un demonio, una criatura de leyenda que mencionan con temor otros personajes. Su aparición marca indeleblemente el futuro de la colección. El tercer álbum -ya se ha dicho- rescata la trama del rapto de la princesa, probada por primera vez en las tiras de prensa, pero el carismático personaje, amén de los conceptos historietísticos aprendidos, catapultan esta entrega a otro nivel. Con un ritmo endiablado, la maestría de Peyo es aquí patente en la construcción de cada escena, citando como especialmente memorables la persecución de Johan a Pirluit, que los acaba convirtiendo en amigos, y el rescate de Johan en el torreón, mientras defiende a la princesa Anna.
El propio Peyo fue consciente de que había creado algo grande. Desde entonces, Johan y Pirluit no se separarían jamás.
Este volumen no incluye como extras historias cortas u otras apariciones de los personajes, como los anteriores (si no tomamos como tales, claro, las tiras de prensa). El material especial se compone de inmejorables artículos de análisis, entre los que destaco el de Alfons Moliné repasando la aventura editorial de estos personajes en España (que es una verdadera delicia), y páginas con versiones distintas de lo publicado, como las planchas de Claude de Ribaupierre, más conocido por su seudónimo Derib (Yakari, Buddy Longway), rehaciendo El duende del bosque de las rocas.
La reproducción es acertada, inmejorable en los álbumes segundo y tercero, algo más oscura la línea en el primero (no en todas las páginas: una de las mejor reproducidas es, sorprendentemente, la recuperación de la plancha censurada).
Review Overview
Guion - 8
Dibujo - 8
Interés - 10
8.7
Valoración global
En este volumen Peyo inicia su magistral periplo en Johan y Pirluit, una de las series fundamentales del cómic mundial.
Lo dicho: gracias, Dolmen.
Una colección genial. ¿Alguien sabe algo sobre los tomos post-Peyo? ¿Los autores merecen la pena? Es que me los pensaba comprar también, pero ahora, con Aquiles Talón y la línea Fuera Borda hay mucho material a escoger y poco dinero.
Yo me lo he pasado como un mico leyendo este álbum. Y, hombre, son las primeras historias pero, floja, floja, para mí es la primera. Las demás ya están a un buen nivel. Que palidecen ante los mejores álbumes de estos personajes, sí, claro; pero es que las mejores historias de Johan y Pirluit son excelentes.
Lo que me ha sorprendido (y para bien) es la inclusión de las tiras de prensa en las que nace y es presentado Johan. No por su calidad (que Peyo estaba muy verde) sino por la oportunidad de conocer ese material. Y, además, con el buen ojo de colocar dichas tiras no al final, con el resto de extras, sino al principio del tomo para poder leerlas en orden cronológico.
Y, viendo las tiras y las tres historias largas de este volumen, es brutal el salto de calidad que Peyo realiza de uno a otro. Es alucinante comprobar como se va refinando y mejorando de una a otra.
Y agradecer a Dolmen, claro que sí. Ahora, si reeditasen el cuarto tomo y cambiasen los defectuosos, mi dicha sería completa. (Y eso que yo aún tuve suerte. El mío, estando defectuoso, aún tiene un pase; porque otros que he ido ojeando… madre mía, cómo estaban.)
Confieso debilidad absoluta por Johan y Pirluit, Retranqueiro. Todos los volúmenes me parecen maravillosos y verlos juntitos, sabiendo que van a estar siempre ahí para mí, ha sido como una epifanía. De acuerdo en que la edición de Dolmen de este tomo ha sido inteligentísima: empezando por los tímidos intentos de Peyo en la prensa te ves metido de lleno en las tripas de un aprendizaje que le lleva del amateurismo a la maestría en pocos años… y en un sólo tomo. Los textos finales son, además, de los mejores que han publicado. En mi caso, el disfrute ha sido muy intenso, reevaluando la hazaña de Peyo bajo otra luz.
Yo solo puede decir «GRACIAS» por esta titánica labor que no olvidaré mientras viva.
Llevo desde que sacaron el primero mirando a la colección con ojitos, pero los problemas de reproducción me tiran para atrás. ¿Tan flagrante es el problema con los grises?
¿Me aconsejáis que espere o que me lance esta tarde a por los cinco?
Lánzate sin más dilación, fer13. El problema de reproducción más serio se produjo en el vol.4, pero ya hay una 2ª edición corregida. En el vol.3 los negros están algo desvaídos, tampoco nada grave; el resto de volúmenes gozan de una impresión ejemplar.
En cualquier caso, la colección es excelente, absolutamente obligatoria para cualquiera que aprecie el cómic. La leerás una y otra vez, te lo aseguro.
Mi librero te lo va a agradecer, jeje
Me uno a los agradecimientos a Dolmen.
Este tomo, quitando la primera historia, que es floja, las otras dos me han encantado. Una serie redonda, cinco tomos muy agradecidos, para leer y releer y olvidar aquella rotulación tipográfica de Bruguera
Esta edición, y la de los hombrecitos, me han recuperado para la compra de tebeos, que tenía aparcada salvo colecciones que tenía empezadas hace 4 años cuando dejé de comprar regularmente (Invencible, Fabulas y Usagi, lo único que compraba).
Aquiles Talon ha caído, y ya está leído, disfrutado, y esperando ansiosamente los siguientes (para los seguidores de las ediciones de fans, el contenido del integral no coincide con el recopilado en las redes). La traducción (de Enrique S. Abuli), me ha parecido también, buenísima.
Ahora a soñar con una colección similar de iznogoud (bien traducida, en orden), los Pitufos… Y esperar a Natacha, Spirou y Quena con muchas ganas.
A día de hoy, el único tomo con algún problema de reproducción es el tercero (eso sí, hojea primero el tomo cuarto que vayas a comprar, no te endosen la primera edición).
Los tomos post-peyo son muy malos. Las historias son muy flojitas y el dibujo carece de cualquier encanto. Para mí, tienen el mismo interés que los números de Clandestine que no dibujó Davis.
Pues acabas de ahorrarme una pasta, Pikodoro.