Edición original: Le pays maudit, Le sortilege de Maltrochu (Spirou, 1964-1970).
Edición nacional/ España: Johan y Pirluit vol5: El país maldito-El sortilegio de Malasombra (Dolmen, 2013).
Guión: Peyo, Yves Delporte.
Dibujo: Peyo.
Color: Sin acreditar.
Formato: Tomo cartoné 160 págs.
Precio: 30€.
Cuando Dolmen inició su loable singladura de recuperar en seis volúmenes todo el material de Johan y Pirluit publicado hasta la fecha, comenzando por el tomo 4 (con las historias La guerra de las Siete Fuentes y El anillo de los Castellac, más extras) en seguida me apresté a gritar a los cuatro vientos mi regocijo. La parejita medieval ideada por Peyo (seudónimo de Pierre Culliford) no es solo una de las grandes creaciones de la historieta de todos los tiempos sino también una pieza clave de mi educación sentimental. La respuesta fue entusiasta y, para mí, conmovedora. Emociona ver que lo que uno creía una pasión íntima y solitaria arde igualmente en el corazón de otros muchos (ya no tan anónimos) lectores. Y es que Johan y Pirluit están aquí para quedarse.
El volumen 5 incluye los últimos trabajos de Peyo con sus personajes más queridos. Ya dijimos que Johan y Pirluit fueron aniquilados por el éxito inigualable de Los Pitufos, que pasaron de ser secundarios de lujo a protagonizar casi cualquier cosa, desde cómics a películas pasando por discos y muñecos. Así pues, pese a su calidad contrastada (y ser el primer álbum de Johan y Pirluit en publicarse en cartoné), El anillo de los Castellac, sin participación de los diminutos, no obtuvo las ventas esperadas por la editorial. Para su duodécima entrega Peyo recurrió de nuevo a los duendecillos azules en una trama que les devuelve un protagonismo que no tenían desde su debut en la tira (en La flauta de seis pitufos). No hay queja. Peyo firma una de las mejores entregas, demostrando su cariño por los personajes y su buen hacer como historietista en cada página.
El país maldito
El rey se aburre. Ni las payasadas de Pirluit como bufón ni las distracciones habituales de palacio pueden iluminar su sombrío ánimo. El bebedizo que Johan compra a la bruja Raquel fracasa estrepitosamente. Al castillo llegan malabaristas y titiriteros a probar fortuna. Como último recurso, un comerciante anuncia una criatura nunca vista, presa en una minúscula jaula. Un pitufo. Johan y Pirluit lo liberan y descubren que la feliz comunidad de duendecillos azules ha sido atacada y esclavizada. Los dos amigos, a quienes esta vez acompaña el monarca, juran ayudarlos y parten hacia el inhóspito lugar conocido como el País Maldito.
Este es el álbum de «el pitufo que pitufa pitufo». Con esta ingeniosa argucia, basada en el enigmático hablar de estos gnomos peculiares, el autor mantiene el suspense sobre la identidad de la amenaza hasta la mitad de a historia. Estas páginas ofrecen un compendio de lo mejor de su autor, con recursos de probada valía. El humor ha alcanzado un grado de sofisticación tal que impregna las secuencias, sin depender exclusivamente del gag, aún así excepcionalmente afinado (pensemos en la varilla que hace brotar agua al grito de ¡Alakazan! y en cómo se dosifica y amplía página a página). Es inevitable deleitarse con el tempo narrativo que le imprime el autor. La primera parte, con acentuados ribetes de comedia, gira en torno al caprichoso humor del rey, su inicial melancolía y sus posteriores y pueriles arranques aventureros, como de niño malcriado. En buena medida, usurpa el rol de Pirluit, sirviendo de alivio cómico, como cuando remolonea en la marcha con la intención de comer en una fonda, actitud más propia del pequeño escudero (aquí, sin embargo, implicado al máximo en la operación de rescate). Peyo se toma su tiempo con el itinerario. El mago Homnibus está enfermo y no puede teleportarlos mediante la hipnosis como hizo la vez anterior (en la mentada La flauta de seis pitufos). Los tres aventureros han de marchar atravesando malezas, pantanos y desiertos antes de llegar a su destino. Esta es una construcción (el viaje) típica de la ficción de aventuras y fantasía (p.ej.: Tolkien) y que el mismo Peyo había probado en ocasiones anteriores (p.ej.: El agua prodigiosa). El último tercio se centra en la lucha contra la amenaza y la liberación de los pitufos, con algún punto en común con el desenlace de Indiana Jones y el Templo Maldito (S. Spielberg, 1984), 20 años posterior.
La densidad narrativa, pese al ajustado texto (tanto en los cuadros de apoyo como en los globos de diálogo), se debe a la plantilla de cuatro filas por página, entre ocho y once viñetas por plancha, con pocas excepciones a la norma. Maravillosamente claro, hasta ligero, Peyo domina la expresividad y la cinética de sus criaturas, como demuestra en estupendas secuencias de acción como la de la pág.47, pero también el gag verbal, con surrealistas declaraciones como «¡Vas a ser COLGADO, TORTURADO, DECAPITADO, EMPALADO, DESOLLADO, y luego te encerraremos en los calabozos hasta el fin de tus días!» en la pág.49. La contribución de Yves Delporte al pérfico Monulfo se saldó con acusaciones de antisemitismo que obligaron a cambiar las desafortunadas imprecaciones del personaje en sucesivas reimpresiones.
Cada vez más sobrecargado de trabajo, Peyo acude a un asistente (Francis Bertrand) que le ayude con la rotulación y los fondos.
El sortilegio de Malasombra
Iniciado en 1968, el decimotercer álbum de Johan y Pirluit, el último con implicación de Peyo, fue el de realización más tortuosa. La exigente fama de Los Pitufos le robaba tiempo y fuerzas. Varias manos fueron requeridas (incluyendo la colaboración de su amigo Franquin en la célebre viñeta donde se presenta el castillo del villano, usada por Bruguera en la contraportada de la colección) para poder llevarlo a buen puerto. Por si fuera poco, Peyo sufrió un infarto y la producción quedó interrumpida. Ninguno de estos azares se deduciría de la simple lectura del álbum.
El sortilegio de Malasombra se abre con una página introductoria como de cuento de hadas, princesa incluida. A continuación volvemos al castillo donde se halla Pirluit enfrascado en su nueva pasión: la alquimia, con las desastrosas consecuencias en él acostumbradas. Más tarde, durante una cacería se cruza con un perro vagabundo que, al verse en peligro, rompe a hablar implorándole clemencia. El triste animal no es sino el príncipe Thierry, llevado a tal condición traicioneramente por el malvado Malasombra, su rival en el amor de Genoveva de Bosquehermoso. Los dos amigos juran desfacer el entuerto, para lo que necesitarán de su astucia, valor y la ayuda del mago Homnibus y de los pitufos.
Alguno de los momentos más recordados proceden de la transformación de Pirluit en un quisquilloso bulldog mientras los magos trabajan en un antídoto. Si en pasadas aventuras era el rey quien acudía al rescate en los momentos en que la situación se les iba de las manos, aquí esa función recae en Bertrand, amigo del príncipe Thierry. La aparición de los pitufos sirve para actualizar la broma recurrente sobre los distintos significados de «pitufo» y «pitufar», que despierta la incomprensión de todos aquellos cuyo color de piel no sea el azul.
Los pitufos ahogaban a sus descubridores, impidiendo que Peyo pudiera dedicarse a ellos, pero también de formas más sutiles. Johan empequeñece, se vuelve más redondeado. No es el único. Una vista del mercado en la pág.108 presenta a los participantes extrañamente rechonchos, incluidos el domador y su oso, que podrían ser un guiño a la historieta anterior. Sin embargo, las virtudes referidas para El país maldito siguen vigentes. El sortilegio de Malasombra es otra obra maestra de humor y aventura, sin signos de declive, ni de recapitulación, un broche de oro inopinado a la saga de estos dos leales compañeros.
El tomo incluye apasionantes extras: artículos de contextualización para ambas aventuras, un repaso a su trasvase a la pequeña pantalla de la mano de Hanna-Barbera como secundarios -cruel paradoja- de los pitufos, bocetos, portadas, ilustraciones de variada procedencia, pero sobre todo dos breves historietas muy especiales. De un lado, la última aparición de los personajes de la mano de su creador, en 1977, en un relato navideño de tres páginas con reminiscencias de ¡Qué bello es vivir! (F. Capra, 1948) y de las tentaciones de Cristo en el Gólgota, previas a la Pasión. De otro lado, un curioso experimento para un concurso de la revista Spirou donde Peyo dibujó cuatro páginas con los bocadillos de texto en blanco a fin de que los lectores propusieran sus diálogos. La increíble sintonía entre las más de veinte mil propuestas recibidas en la editorial demostró la robustez y univocidad del tratamiento narrativo del autor, capaz de transmitir con exactitud la trama y reacciones principales de los implicados.
Asimismo, hemos de celebrar la estupenda impresión de las páginas, con unos colores vivos y contrastados. A título personal, también agradezco la traducción de los nombres, pues en su idioma original los hispano parlantes nos perdíamos resonancias. Corregidas las deficiencias en la reproducción de los negros del volumen anterior y manteniendo el nivel del resto de prestaciones, esta es, sin duda, la mejor y más completa edición de este clásico del cómic en nuestro país.
Magnífico artículo, Javier. Deseando estoy que salgan los siguientes tomos. ¡Esta colección me la hago sí o sí!
Una edición impecable para unos tebeos maravillosos.
Me encantan, qué recuerdos. Qué tiempos. Qué tebeos.
Ha habido cierta controversia con los tonos oscuros del primer tomo, el segundo está bastante mejor. A mí no me importa, la publicación de esta obra es un viejo anhelo que tenía casi olvidado.
Por favor, que los publiquen todos.
Por favor,
Por favor,
Por favor…
Hacía tiempo que no me reía tanto leyendo un tebeo como con este volumen. Qué bueno, joder.
Sólo espero que venda lo suficiente para que sean publicados todos los tomos.
Se supone que en enero sacan el tomo 3, con las historias La flecha negra, El señor de Pikodoro y La flauta de 6 pitufos, además de abundantes extras. Id reservando vuestro ejemplar… 🙂
Yo estoy como un niño con zapatos nuevos, no os digo más. Este tomo es sencillamente insuperable.
Reproducción de la línea perfecta; negros negros, no grises; y colores vivos y contrastados (ejém), y todo ello sobre papel poroso.
O sea, se puede hacer, solo hay que hacer unas cuantas pruebas hasta acertar con la cantidad de tinta que hay que echar en el papel.
Otraseditoriales, ¿lo habeis leído? Pues aplicaos el cuento.
No acepto otro Omnigold desvaido apelando a que si el papel chupa mucho o chupa poco.
Lo que me da miedo es que de tanto estirar la colección a base de extras la peña se canse y se peguen un batazo al final.
Yo lo agradezco, pero no se si seremos suficientes, sobre todo teniendo en cuenta que han empezado por lo mejor, o por lo menos, lo mas buscado.
¡La gente no puede cansarse de esta maravilla! Aún tengo confianza en la humanidad. Estoy más con aquello que comentabas hace algunos meses, Ocioso, de que el público se vaya enganchando y funcione el runrún y al final acabe por convertirse en un éxito sorpresa. Merecimientos no le faltan y otros integrales parecen estar funcionando. Por mi parte, no me canso de recomendarlo… ¡y espero que lo mismo estéis haciendo todos!
Otra cosa: ahora que llegan las Navidades, no se me ocurre nada mejor que regalar a los chavalines. Esto crea afición por la lectura, ¿verdad, LynLacie? 😉
¿Que si crea afición a la lectura?
Si tuviera que hacer una lista de mis diez tebeos favoritos solo habría un incontestable: el semanario Strong, donde a mis 6 añitos conocí a Johan y Pirluit y los Pitufos, Lucky Lucke, Benito Sansón, La Pandilla, Ford T, Ultrason, Spirou…
Todos estos personajes eran mas o menos de la misma cuerda, pero creo que los que me anclaron a la revista, y por extensión al mundo del comic, fueron los personajes de Peyo en primer lugar, y de Roba en segundo.
Un día tienes que animarte a compartir esa lista, aunque sea aquí mismo, en petit comité, porque seguro que es una clase magistral y una demostración de que la historieta es un mundo variado y fascinante con algo apropiado para cada lector.
En el caso de Peyo (o Franquin) no es solo su innegable perfección formal sino que hay un espíritu detrás, una forma de ver la vida, que te atrapa para siempre. Es más que admirar sus historias. Es como si te hablaran solo a ti.
Javier, me ha encantado eso de » es como si te hablaran sólo a ti». Esa complicidad que se experimenta de cuando a cuando con determinados personajes o historias no tiene precio.
Y es la base fundamental de esta afición, diría yo. Vale, y de otras (cine, literatura, música,…), pero de esta más, si cabe…
Estoy de acuerdo, Truvor. La lectura se presta bien a esa complicidad, totalmente distinta a la adrenalina de un concierto o un cine lleno hasta la bandera. Como decían en Tierras de penumbra, el impresionante biopic de C.S.Lewis, «leemos para saber que no estamos solos».
Lo que yo no sabía es que la edición de Bruguera de Johan y Pirluit había creado su pequeña legioncita de aficionados. Creía que había pasado mas desapercibida.
Yo lo que espero es que reediten el tomo anterior como que se merece. La calidad de impresión era bastant mala. Por lo demás, contento, ya que este tomo está perfecto.
Pues mira como es navidad y hay
pajapaga doble van a caer los dos volumenes. 🙂Lo unico malo de este tomo es que lo pones al lado del primero y este ultimo sufre con la comparacion.
Lo hice cuando lo compre y no lo recomiendo.
Enhorabuena por la reseña, Mr.Agrafojo.
Me uno a los compañeros en afirmar que estos comics de Peyo son una auténtica maravilla, imprescindibles en cualquier biblioteca de aficionado al comic que se precie de llamarse así.
Recuerdo con muchísimo cariño y nostalgia la lectura de estos tebeos en mi adolescéncia.
Así que no me lo pensé y compré el vol.4 al poco de salir a la venta. Por supuesto, no me defraudó.
Eso si, lo tendré que volver a comprar, junto a este vol.5, ya que en una de sus visitas a mi casa y a mi comicoteca, mi sobrino de 9 años se lo agenció y el muy cabronazo ahora no lo suelta ni que le echen en las zarpillas hierro fundido. Asi que lo dicho, a comprarme los dos volumenes y, ya de paso, regalarle este vol.5 para Reyes al susodicho sobrinito.
Si es que no se puede ser bueno… 😉
Rockeros Saludos
> Lo que yo no sabía es que la edición de Bruguera de Johan y Pirluit había creado su pequeña legioncita de aficionados.
Y además muy fieles, como es público y notorio.
> Yo lo que espero es que reediten el tomo anterior como que se merece.
Ojalá el éxito comercial de la edición lo haga viable.
> mi sobrino de 9 años se lo agenció y el muy cabronazo ahora no lo suelta ni que le echen en las zarpillas hierro fundido.
Una prueba más -por si era necesaria- de que estos cómics son ideales para enganchar a las nuevas generaciones. ¡El futuro de este sano hábito pasa por Johan y Pirluit!
O, parafraseando a Gandalf: «Regaladlo, insensatos» 🙂
¡Oci, queremos ver esa lista!
(Con las razones correspondientes para cada título elegido, por supuesto.)
Claro que sí, Javier. De hecho ya regalé el primer tomo, y no hago más que recomendarlo a todas horas. A mi sobrino se los leía en la edición francesa y mientras los iba traduciéndoselo al castellano, creo que fue el primer cómic que vio en su vida.
Este tomo los negros que comentaís están mucho mejor, y otro punrto importante para mí es que no españolizaran los nombres de algunos secundarios como en el primer tomo, o sea que han hecho un gran trabajo en este tomo los de Dolmen apuntando sugerencias y corrigiendo errores.
Me han entrado unas ganas enormes de que ya sea enero para reeler como se merece La flecha negra y el señor de Pikodoro, qué dos grandes cómics también.
Sobre lo de hacer legión, yo me convertí al JohanPirlutismo xD al leer los cómics de Brugera cuando era una enana. Decir que son como una droga y ya no puedes separarte nunca de ellos, a mí me ocurrió, y es como decís, parece como si hablaran contigo un lenguaje privado, como de amigos que te hace quererlos aún más.
Qué ganas de leer más extras. Los de este tomo también están muy bien.
Bueno y como siempre muy buen artículo Javier :]
¡Alakazam!!!!
¡Estamos creando un nuevo culto! 😉
LynLacie, si el siguiente tomo incluye esas tres historias (La flecha negra, El señor de Pikodoro y La flauta de seis pitufos) puede convertirse, fácilmente, en el mejor volumen de la colección, con una infiltración descacharrante en una horda de bandidos del bosque, un halcón vegetariano y, claro, el debut de los duendecillos azules… ¡todo en uno! Además, El señor de Pikodoro tiene una de las mejores escenas de acción de la serie y, por ende, del cómic mundial: la huida de Pirluit del patíbulo. Pero no adelantemos acontecimientos. ¡Esperemos a verlo y contarlo!
Y ya que estás por aquí aprovecha y háblanos de esas parodias que le enviaban a Peyo sus amigotes a costa de Johan y Pirluit, jeje.
Retranqueiro ha comentado: ¡Oci, queremos ver esa lista!
¡Pero si no tengo ninguna lista en la cabeza!
Seguiría mas o menos el mismo criterio que Javier y la mayoría de los tebeos serían cosas que leí de pequeñajo, pero no sabría seleccionar. La revista Strong, el Corsario de hierro, mi primer tebeo de la Patrulla-X, probablemente Spirit, y no sabría que mas escoger porque muchos van en grupo: ¿qué revista del boom del comic adulto elijo?
Es cierto. Leí por ahí que cuando Peyo tuvo que guardar cama después de su infarto por exceso de trabajo, sus amigos dibujantes como Franquín y otros, le mandaban cada semana una historia pornográfica de Johan y Pirluit.
Sabían que eran sus personajes preferidos y así querían animarle. Vi la primera página de esas historias donde Pirluit da a beber una pócima y se convierte en mujer, por supuesto acaban los dos enrollados xD Ahora mismo no la encuentro por internet
Por lo visto la familia de Peyo guarda esas historias como oro en paño y nunca ha querido publicarlas, una pena. Sería curioso como mínimo.
Sobre las próximas historias, ver a Pirlouit borracho con los ladrones, al halcón vegetariano, la horca y el torneo de Pirluit será genial. La escena de acción de la horca es muy buena pero el torneo tampoco está nada mal, me harté a reir en esa parte con la «destreza» de Pirluit xD
Da a beber la pócima a Johan, quería decir, me faltó decir eso en mi comentario.
Ansioso por ver de nuevo al juglar con hipo. Y de releer la frase «si tú eres el gran pitufo, yo debo ser el inmenso Pirluit». Muy acertado, por cuerto, dejar para más adelante Basenhau y Bellobosque.