Estamos a poco menos de un mes de cumplir una años desde que
Como decía, este arco argumental es considerado por muchos como uno de los mejores del manga de Araki y juega con la baza de mantener el cariño que los lectores desarrollaron por Joseph y su historia y la novedad de introducir algunos de los personajes más reconocidos de la obra en general, no solo hablando del propio Jotaro, sino sobre todo en unos secundarios mucho más potentes, que ya es decir viendo anteriores apariciones. En Stardust Crusaders Araki prosigue su grandilocuente idea de crear un mundo vivo y permanente en el tiempo y el espacio para la gran historia de los Joestar, y destaca por encima de todo por incluir una nueva forma de desarrollar y entender las batallas del manga: los
Argumento
La historia de
Preocupada por la supuesta posesión de su hijo, Holy Joestar, hija de Joseph y Suzy Q, pide auxilio a su padre, que se presenta de inmediato allí para intentar solucionar el entuerto. Una vez en la prisión hay una confrontación entre el abuelo y un testarudo nieto que mantiene que no piensa abandonar su reclusión hasta entender que le ocurre. Joseph le presenta entonces a Muhammad Avdol, un misterioso adivino egipcio que pelea contra el muchacho para examinar su potencial. Sorprendidos ante la tremenda habilidad de JoJo, Avdol y Joseph le confiesan que no es un espíritu malvado lo que le ha poseído, sino un poder ancestral, llamado Stand, que permite a sus usuarios convocar espíritus a modo de manifestación física de su fuerza de voluntad. Cada Stand tiene una peculiaridad y está asociado a un elemento o destreza: los hay de fuego, de vegetación, de precisión, de dominio de los animales, de control mental… Una infinidad de poderes psíquicos y potenciación de las capacidades físicas que parece especialmente fuerte en la familia Joestar.
Sin embargo, como muchos os preguntaréis, si los Joestar son tan poderosos en el manejo del Stand, ¿cómo es que no hemos sabido de ello hasta ahora? Aquí es donde Araki obra su magia argumental y desvela el pastel que está detrás de todo este asunto del Stand: un barco descubrió hace relativamente poco tiempo un ataúd abandonado en el fondo marítimo. El ataúd en sí no parecía peligroso, era enormemente elegante y tenía una placa con un nombre: Dio. Y es que Dio Brando parece ser el culpable de todo este entuerto, el vampiro que desencadeno todo el problema de las máscaras de piedra y que todo el mundo creía muerto sobrevivió al sacrificio final de Jonathan Joestar y robo su cuerpo para implantar en él su cabeza y buscar una manera de dominar el mundo. La presencia de Dio de nuevo en el mundo ha hecho que el poder de los Stands se manifiesten en aquellos capaces de usarlo y eso ha permitido que Joseph haya sentido la existencia del vampiro gracias al suyo propio, el Hermit Purple, que le permite tomar unas extrañas fotografías proféticas. Junto a Avdol ha seguido la pista del enemigo, que le sitúa en Egipto, y planean entrenar a su nieto para conseguir oponerse al mismo.
Sin embargo las cosas se complican cuando los Joestar se dan cuenta de que Joseph y JoJo no son los únicos poseedores de un Stand: Holy también tiene ese don que manifiesta físicamente la influencia de Dio sobre los Joestar, a los que parece estar ligado. Pero a diferencia de su padre y su hijo, Holy no tiene el espíritu de pelea y la fuerza de voluntad necesaria para dominarlo, y está matándola poco a poco. A contrarreloj los Joestar y Avdol deciden que la única manera de salvar a Holy es destruir de una vez por todas a Dio. En su viaje a Egipto no estarán solos, eso sí. Al trío formado por JoJo, Joseph y Avdol se le uno el joven Noriaki Kakyoin y Jean Pierre Polnareff, dos personas que también poseen el don del Stand y que fueron manipuladas por Dio para asesinar a los Joestar. Sin embargo JoJo, gracias a su Stand, Star Platinum, que le concede una velocidad y una precisión sobrehumanas, consigue alejar de ellos la influencia del malvado vampiro y ese sacrificio hace que se unan sin reservas a la causa que salvará la vida de Holy.
Comienza de esta manera la enorme odisea de caza a Dio, que tendrá que llevar a los Joestar y a su grupo hasta Egipto. Un viaje que se inicia en avión y que pintaba sencillo en un primer momento, pero que tras el ataque de varios acólitos de Dio se tornará en más complicado de lo que parece, y que además cuenta con el hándicap de que solo tienen un máximo de 50 días antes para cumplir su objetivo antes de que el Stand consuma por completo a la pobre Holy. Un viaje en el que todos tienen su propia venganza personal o familiar contra Dio, pero que puede poner en juego mucho más si es el vampiro el que finalmente se alza sobre todos ellos.
Stand: Perfeccionando lo perfecto
Stardust Crusaders es la saga que inicia la fama como tal de JoJo’s Bizarre Adventure. Y es que si bien en Phantom Blood y Battle Tendency conocíamos personajes clave y Araki establecía la narrativa y el tono, es en este tercer arco en el que se introducen muchos de los elementos más característicos de la obra y que pasarían a ser las grandes señas de identidad de la misma. Stardust Crusaders sigue la tendencia de su inmediata predecesora y propone una historia narrada a gran escala, rompiendo el estatismo de tiempo y espacio y metiendo a los personajes en un viaje como tal en el que ir aprendiendo y viviendo experiencias a la par que la trama evoluciona. Lo más característico del tono de este arco es que dejamos atrás épocas pasadas, tanto la victoriana como ese período de entreguerras de principios del siglo XX, para ponernos lo más contemporáneos posible teniendo en cuenta la fecha en la que Stardust Crusaders se estrenó en Japón. Nos situamos en ese territorio japonés de 1989, pero como digo, no nos estancamos ahí, y los personajes visitan varias localizaciones. El propio Araki define que esta tercera saga toma mucho de un juego por etapas, en el que cada personaje va avanzando por turnos, deteniéndose y enfrentándose a la eventualidad que le toque en cada casilla.
Con esto último podemos ver que Stardust Crusaders tiene un tono mucho más cercano a lo que todos conocemos por shônen, con los personajes pasando un viaje con una serie de etapas muy bien definidas y reconocibles para el lector, cada una con su localización y eventos particulares, que cuando son superadas se van dejando atrás llevándose la experiencia recibida y dejando espacio para momentos de gloria de cada uno de los personajes. Y la verdad es que eso le sienta muy bien a la narrativa, que deja atrás tanto culebrón y tanto encorsetamiento de la historia que podíamos sentir en Phantom Blood, e incluso mide mejor el tempo que en Battle Tendency, para ofrecer unos capítulos ágiles y plagados de eventos que sin embargo se sienten mucho mejor construidos y narrados que en otras ocasiones. Así se inicia una especie de paralelismo con
Pero esta mejora en el apartado narrativo quedaría muy huérfana sin dar también un paso adelante en el resto de elementos, y en este sentido Araki hace una de las mejores maniobras de “renovarse o morir” que se pueden ver en el mundo del shônen. En las anteriores sagas teníamos ya construidos unos personajes y un contexto que funcionaba a la perfección, y sobre todo un sistema de valores y una filosofía de pelea que se sentía única y trabajada, de las que son fáciles de interiorizar. Hamon, técnicas especiales, máscaras de piedra y civilizaciones primigenias, vampiros, artefactos sobrenaturales… Todo esto iba conformando una amalgama que hacía que lector y autor se sintieran cómodos en un mundo que funcionaba a la perfección, y que además encajaba perfectamente con el estilo visual y exagerado del que hace gala la obra. Pero Araki es un autor que arriesga y es lo que hace en Stardust Crusaders con la inclusión de los Stands, un giro de tuerca más que arranca aquí e irá evolucionando a uno de los elementos más icónicos de la obra.
Los Stands son un elemento magistral que se saca de la chistera Araki no solo para dar una mayor espectacularidad a las peleas y amenizar tanto estas como el proceso de aprendizaje y ganancia de poder de los personajes, sino que le sirve para hacer palpable algunos de los leit motiv que rigen la obra. JoJo’s es una serie que habla mucho de la supervivencia, la fuerza de voluntad, el honor… de valores que se encontraban implícitos en el subtexto pero que a la hora de mostrarlos en las peleas tenían que manifestarse con actos muy claros o palabras directamente. Con la inclusión de los Stands podemos ver físicamente esa fuerza de voluntad, ese espíritu de lucha de los personajes que además los personaliza muchísimo más y les otorga mucha más identidad.
En los anteriores arcos el manejo del contraste entre el poder de los enemigos y los usuarios del Hamon era delicioso, muy bien construido y llevado, pero que se quedaba corto si Araki quería que esta obra fuese mucho más. Y los Stands consiguen precisamente eso, ser capaces de dar más personalidad aun a la historia y sus personajes, y agilizar y aportar mucho más dinamismo y presencia a las peleas, que añaden estos nuevos movimientos y presentaciones a la ya habitual manera de Araki de representar el fragor de la batalla no solo como un mero intercambio de golpes, sino también como una batalla de inteligencia, de planes, de triquiñuelas. Se siguen viendo batallas con multitud de diálogo y conversaciones y explicaciones entre los participantes, pero en lo visual, la representación de los poderes psíquicos dan un nivel más a la obra, volviendo todo mucho más divertido de leer y memorable.
A ello ayuda mucho también la idea de Araki de relacionar los poderes de los Stands con las cartas del tarot, algo que a nivel visual en los diseños y a la hora de denominar las diferentes habilidades le otorga mucho carisma. Un estilo visual que sigue mejorando, y si bien resulta algo continuista respecto al tramo final de Battle Tendency, sigue esa progresión de un trazo mucho más limpio y menos estático, ganando muchísimo en espectacularidad sobre todo. Lo grotesco y las imperfecciones anatómicas y de proporciones son ya cosa del pasado y vemos unos personajes bien construidos y definidos, con diseños muy potentes y reconocibles, un elevado nivel de detalle y una enorme plasticidad y dinamismo. La expresividad también ha ido ganando mucho con el paso de los tomos, consiguiendo ahora un nivel de expresión y de intensidad mayor y más real. Todo sigue siendo muy exagerado y grandilocuente, pero la medida es mucho mejor. Una mejora y una evolución que se ve plasmada también en una mejorada composición de páginas y un uso de los planos mucho más coherente y accesible para el lector, restando caos y añadiendo claridad a las escenas sin perder espectáculo. El uso de los Stands en este sentido es una genialidad más del autor, mezclando con soltura elementos del plano real y elementos del plano “astral” o intangible, algo que puede dar mucho juego.
Como decía antes, en materia narrativa este Stardust Crusaders toma tintes mucho más aventureros y refleja a la perfección la epopeya de un viaje entre un grupo de compañeros a los que no dejan de ocurrirles cosas a un ritmo frenético e imparable, sobre todo gracias a la utilización de nuevo por parte de Araki del elemento contrarreloj para aportar tensión e incertidumbre. Sin embargo esta concepción aventurera no tendría tanto impacto sin unos personajes con peso y carisma, y en este aspecto esta saga da un salto adelante respecto a otras. El nivel del elenco de personajes ya era un punto fuerte de Battle Tendency con respecto a Phantom Blood, pero Stardust Crusaders mantiene todo lo bueno de lo anterior y añade sangre nueva que llega pisando fuerte. El mantenimiento de lo anterior es literal, no solo por las clásicas referencias genealógicas, sino por la presencia de Joseph Joestar y la repesca del villano por antonomasia de la obra, el genial Dio Brando que regresa con más fuerza que nunca. A ello ayuda el gran trabajo de Araki a la hora de reintroducirle en la trama sin forzar el argumento para ello, y de hecho usándolo para reforzar las novedades con esa conexión triangular entre Dio, los Joestar y sus poderes. Un Araki que juega a la perfección con la ambigüedad a la hora de hacernos saber que Dio sigue moviendo los hilos detrás del telón, pero sin mostrarlo abiertamente hasta que sea el momento oportuno, aumentando más aun el halo de carisma del personaje. Un carisma que se explota también en el tomo, siendo este el principal recurso de Dio a la hora de enfrentarse a aliados y enemigos y engatusarlos en sus redes. Un personaje genial, que vuelve pisando fuerte, y eso que en este tomo es poco más que un aperitivo.
En cuanto al resto, destacar en primer lugar el papel de los Joestar, y no solo de Jotaro en este caso. Araki hace un gran trabajo reflejando la madurez de Joseph pero al mismo tiempo dejando retazos de su carácter habitual, y Holy representa a la perfección la unión de la jovial e ingenua Suzy Q con el JoJo que salvó el mundo a base de sacrificio en Battle Tendency. Pero sería absurdo no reconocer que el gran protagonista es Jotaro Kujo, un JoJo que mantiene el magnetismo animal en lo visual y en la pose de su abuelo Joseph, pero que recupera la elegancia, el saber estar y la caballerosidad de su antepasado Jonathan. Jotaro mantiene la habilidad de su abuelo para meterse en problemas y comparte ese carácter fuerte, pero se presenta mucho más despreocupado. Joseph necesitaba llamar la atención, la buscaba deliberadamente con su forma de ser, pero Jotaro recibe esa atención de manera innata, algo que en muchas ocasiones le molesta, ya que es un chico bastante más introvertido, de esas personas que viven en su mundo pero que están para los demás si se les necesita. Es increíble el trabajo de Araki creando héroes, porque cuando crees que no puede haber uno mejor que el que acabas de conocer, te rompe los esquemas con un Jotaro que representa lo mejor de los Joestar tanto a nivel de pureza y nobleza como a nivel de carisma.
Por último mencionar también la inclusión de secundarios potentes, siguiendo la línea marcada con las apariciones de Lisa Lisa o Caesar Zeppeli, en esta caso con Avdol, Kakyoin y Polnareff, con una gran personalidad muy definida a la hora de relacionarse con el resto del elenco y marcada aun más por la utilización de sus propios Stands, que les dotan de un carisma extra, y que además cuentan con un trasfondo y un impacto sobre la trama interesante y gozan todos de protagonismo para nada eclipsado por los Joestar.
Por todo ello,
Valoración Final
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9.5
9.2
Stardust Crusaders arranca con fuerza con un tomo que renueva una fórmula de éxito para conseguir que funcione aun mejor. Personajes inolvidables, grandes dosis de acción y aventura y la inclusión de uno de los elementos más característicos de la saga, los Stands, hacen de este nuevo arco uno de los más recomendables.