Edición original: sep./dic. 1998; Vertigo (DC Comics).
Edición España: jun. 2007; Planeta DeAgostini.
Guión: Brian Azzarello.
Dibujo: Eduardo Risso.
Entintado: Eduardo Risso.
Portadas: Mark Chiarello.
Color: Grant Goleash, Digital Chameleon.
Rotulista: Clem Robins.
Precio: 8,50 € (Rústica, 104 págs.)
Argumento: Jonny Double es un detective privado con algunos contactos que no tiene donde caerse muerto. Pero malviviendo entre tragos de garrafón en el tugurio del que es habitual, un día siente que le ha tocado el gordo cuando un grupo de jovenzuelos pijos contraculturales –entre cuyos integrantes se encuentra una lolita rebelde a la que Double sigue por encargo de su padre– le ofrece el trato del siglo: dar la cara en el banco para retirar los fondos de una cuenta olvidada, que abrió en su época el mismísmo Al Capone, y que ellos han encontrado buceando por internet intacta y con intereses acumulados. A cambio de una parte, evidentemente. Habituado a la rudeza analógica del gatillo de su revólver, el bueno de Jonny piensa que el mundo digital no entraña riesgos. Aunque claro, nada es lo que parece, no te puedes fiar de nadie y cuando te metes en asuntos de la Mafia, resulta inevitable que pronto empiecen a acumularse los cadáveres.
No mucha gente sabe (a menos que miren la Wikipedia) que Jonny Double fue creado en realidad en 1968 por Len Wein y Marv Wolfman para DC; o que apareció por primera vez en sociedad en el Showcase #78 de noviembre de ese mismo año, que llevaba por título Meet Jonny Double [born to trouble] y que contaba nada más y nada menos que con una portada de Dick Giordano. Haciendo acto de presencia aquí y allí en diversos cómics del UDC (por ejemplo, en el Wonder Woman #202, 1972) como un detective privado, ex-policía y de vuelta de todo, el personaje tenía la voluntad de plasmar en el tebeo todo lo que los sesenta y setenta le ofrecían al thriller –desde Harper, investigador privado hasta la posterior French Connection–. Sin embargo, a medida que el espíritu de su tiempo sucumbió poco a poco, la efímera creación terminó también por desaparecer…
Portada de Showcase #78:
Meet Jonny Double
… hasta que en 1998, en el marco de un relazamiento de personajes clásicos que revitalizaran a base de miniseries adscritas al género negro el sello Vertigo –y que también nos trajo la excepcional Blanco Humano–, el editor Axel Alonso puso en contacto a un semidesconocido Brian Azzarello, que afrontaba su primer gran encargo, con el dibujante argentino Eduardo Risso. El resultado, aunque discreto y sin continuación, redundó a la larga en la formación de un equipo creativo que proporcionaría a DC inmejorables dividendos con un producto aclamado por crítica y público a partes iguales: la para unos soberbia y para otros alargada 100 Balas.
Lo malo del asunto es que esta miniserie de cuatro números –que en su día ya nos trajo Norma y de la que Planeta hizo una horrible traducción tras conseguir los derechos– parece a todas luces un ejercicio de estilo a modo de estudio preparatorio para la obra magna que ambos autores concebirían poco más tarde. Con la desventaja, debo añadir, de contener muchos de los errores en que incurren los guionistas primerizos: planificación confusa (que condiciona una narratividad deficiente), triangulaciones algo forzadas, una trama innecesariamente complicada y un final que de abrupto, tramposo y anticlimático nos deja con cara de estafados.
A nivel argumental, el tebeo no obstante no está mal. Si el primer Jonny Double se apropiaba de lo más significativo del género en los setenta, éste hace lo propio con el de los noventa… lo que quiere decir –básicamente– Quentin Tarantino, su estética y sus diálogos. Sólo que a diferencia de 100 Balas, donde además de ese referente hay otros y las historias tienen una fuerza y un dramatismo a menudo desarmante, aquí nos quedamos simplemente en la superficialidad –fresca superficialidad– de un tebeo sin excesivas pretensiones.
Trabajo de Risso para la miniserie
El único que por entonces estaba tan resuelto como parece estarlo ahora es un genial Eduardo Risso que, fiel a su estilo duro y feísta, nos regala unos dibujos estupendos en los que todavía no había alcanzado el grado de perfección y profusión casi omnipresente en el entintado (casi claroscuro) del que hace gala en la actualidad. No obstante, dicho sea de paso, el color de Grant Goleash no le hace justicia, al no enfatizarlo como debiera (suerte que al agente Graves y compañía les acabaron asignando a Patricia Mulvihill tras una etapa con Goleash).
En resumen… un tebeo entretenido y fresco como la típica película sin pretensiones de sábado por la tarde. Decepcionante si se quiere algo consistente, insuficiente si se es exigente con el género, algo confuso a veces y ciertamente prescindible. Pero, sin embargo, con un «nosequé» que puede llegar a enganchar. ¿Una curiosidad? El final del tomo de Planeta es diferente al de Norma porque el primero se hizo a partir del TPB USA (con final ampliado) y el segundo a partir de los números mensuales.
Enlaces recomendados
Además de los desperdigados por la reseña, debemos añadir la ficha en Comic Book Database y la página oficial del dibujante Eduardo Risso.