Que
Acusado en muchas ocasiones de hacer cómics tan solo para vender sus derechos y sacar así mayores réditos del mismo, se ha llegado a decir de Millar que no pone corazón en sus historias porque sólo está pensando en la futura película o serie de televisión que los adapte.
Pues bien, por mucho que Mark Millar resulte tanto amado como odiado por este redactor, pues en función de las obras que analice de él, algunas me parecen maravillosas y otras bastante mediocres, la realidad es que Mark Millar es uno de los autores referentes de lo que llevamos de este Siglo XXI, y además, resulta ser un gran conocedor del medio y en especial, del género superheroico.
En 2008, Mark Millar nos regalaría Kick Ass, una obra en la que comenzaba su particular deconstrucción de este género tan manido hoy en día, en el que nos contaba qué ocurriría sin un adolescente normal, sin poderes y sin nada destacable, decidiera enfundarse unas mallas y pegar palizas a los miembros de la mafia. Lo que ocurría era que, como era de esperar, el chaval en cuestión se metía en más problemas de los que ayudaba a resolver y complicaba innecesariamente su vida movido, no por ideales de justicia, si no por un frikismo producto de llevar toda una vida leyendo cómics. Kick Ass se convertía de esta manera en un Quijote moderno en el que lo gigantes eran reales y más peligrosos que simples molinos de viento.
Poco después, y en esa tónica dirigida a destruir el género superheroico en cuanto a la reformulación de los aspectos que lo hacían lo que es hoy en día, Millar nos trajo Némesis, una historia en la que narraba qué haría un Tony Stark o un Bruce Wayne que dedicaran toda su fortuna e inteligencia no a impartir justicia, si no a generar el caos. Esta incursión en la mente del villano, sería finiquitada con Supercrooks, una divertida historia sobre un grupo de villanos que, hartos de verse entre rejas un día sí, y otro también por culpa de los héroes, decidían dar un último y gran golpe en un lugar libre de justicieros, el cual no era otro que España (aunque esta España concebida por Millar se parezca más a Miami que a las Islas Canarias que trata de representar).
Ya en 2013 Millar cambió ligeramente la dirección de su homenaje al género. Y es que, en este año llegaba
Con el paso del tiempo, los héroes de los años treinta habían engendrado hijos (quienes habían crecido con todo el poder pero ninguna responsabilidad), vivían en un mundo en el que la delincuencia era prácticamente cosa del pasado, y en un 2013 en el que la crisis económica volvía a sumir al pueblo en un estado cercano a la pobreza contra el que estos héroes a los que el ciudadano ya estaba acostumbrado nada podía hacer.
Buscando solucionar el problema, Walter Sampson, hermano de Sheldon (algo así como el Superman de este universo y el líder de los héroes) acababa por gestar un golpe de estado contra su hermano y líder, reacio a interferir en el gobierno de los hombres, sumiendo al mundo en una pérfida dictadura que, paradójicamente buscaba poner fin a los problemas económicos y de otra índole de la humanidad.
Así finalizaba el primer tomo de Jupiter’s Legacy, que no conocería una continuación hasta el año 2016, habiendo tenido que esperar en nuestro país al año 2018 para poder hincarle el diente a la obra en formato tomo. De este modo, esta segunda parte nos hace viajar al año 2020, siete años después del final del primer tomo (en cuyo epílogo ya podíamos atisbar este futuro que ahora se convertía en presente) en el que la humanidad vive en estado de constante miedo y revuelta contra un gobierno dictatorial que no sólo no resolvió sus problemas si no que los empeoró. Los héroes son ahora los villanos y no existen a su vez héroes que se les opongan.
Sin embargo, Clhoe, la hija de Sheldon Sampson, asesinado en el anterior tomo por su hermano Walter, sobrevivió a la gran revuelta, ha vivido escondida junto a su marido Hutch y su hijo todo este tiempo y, harta de no dar la cara y de permitir que su universo de desmorone está dispuesta a luchar por aquello en lo que cree, aunque le vaya la vida en ello.
De esta forma, Mark Millar se despide del género superheroico que tantas veces ha reformulado haciendo ácidas críticas y constante mofa del mismo, para tras deconstruirlo, volverlo a erigir sobre sus cimientos más clásicos, haciéndonos ver que los héroes siempre estarán ahí, en el peor de nuestros momentos, cuando desesperados miremos al cielo y veamos que de él descienden para hacer de nuestro mundo un lugar mejor sin propósitos egoistas o mezquinos que muevan sus corazones henchidos de justicia.
Así, donde Mark Millar derribó pilares, ahora vuelve a erigirlos, retornado a esta idea cuasi mesiánica del superhéroe que tan bien superior plasmar Jerry Siegel y Joe Shuster en 1938 y que en el fondo, por muchas veces que se reformule, nunca muere del todo.
De este modo termina esta recomendable saga, que cuenta con un tomo adicional, Jupiter’s Circle (dibujado en esta ocasión por Wilfredo Torres) que narra las aventuras de los héroes durante los años cincuenta y sesenta y que parece ser que veremos por aquí en Marzo de este mismo año de la mano de Panini Cómics.
Para la incertidumbre se deja Jupiter’s Requiem, tercer tomo de la saga principal anunciado al fin del segundo y que desconocemos si se llevará a cabo en algún momento, no existiendo desde luego ninguna información actualmente al respecto.
Guión - 7
Dibujo - 8
Interés - 6.5
7.2
Evocador
Mark Millar y Frank Quitely finalizan la trama principal de su particular oda al género superheroico
Me gustó mucho. Guión y dibujo en gran nivel. Ha recibido críticas por tomar ideas ya presentadas en otros comics, es cierto esto, pero así y todo tiene lindas vueltas de tuerca y buenos personajes, me parece un gran cómic
Le pondría más nota al guión, es bastante entretenido al estilo Millar, al interés también ya que muchos quedamos con ganas de más después del primero. Cumple perfectamente con lo que debe dar un cómic, entretener dando una buena y agradable lectura.