Edición original: Justice Inc. (DC, 1989)
Edición nacional/ España: Ediciones Zinco.
Guión: Andrew Helfer.
Dibujo y color: Kyle Baker.
Formato: Prestigio (2 números).
Precio: 500 pts/u.
Todos conocemos a La Sombra, ¿verdad? Ese personaje creado en 1931 por Walter B. Gibson para la editorial Street and Smith y que, casi enseguida, estaba protagonizando novelas y seriales radiofónicos con la voz de Orson Welles. Pues debido a su éxito, otros justicieros se subieron al carro en menos tiempo del que se tarda en escribirlo. El Vengador, un cruce entre este y Doc Savage, apareció por vez primera en las páginas de The Avenger, publicado en 1939 en la misma editorial que su modelo. Kenneth Robeson figura como su creador, pero este era un seudónimo común del grupo de colaboradores de Street and Smith. Las primeras novelas fueron escritas por Paul Ernst, y a él se le atribuye la autoría principal, aunque se apuntan también sugerencias del creador de Doc Savage, Lester Dent (para la caracterización) y del propio Gibson (para la trama). Richard Benson, el futuro Vengador, era un aventurero típico de los años ’30 que, después de recorrer medio mundo, decide sentar la cabeza con su mujer y su hija. Sus planes se truncan cuando ambas son asesinadas durante un viaje en avión. El shock de esta pérdida tiene un curioso efecto en él: su cara y su pelo se vuelven blancos y su carne maleable como el barro, dotándole de la capacidad de imitar cualquier rostro y suplantar cualquier identidad. Como un Batman cualquiera, jura vengar su pérdida cazando a cuanto criminal se le ponga a tiro. El personaje gozó de una celebridad repentina y fugaz y, en 1943, se convirtió en otro comparsa del magazine The Shadow hasta quedar relegado al olvido. En los convulsos ’70, la compañía DC, coincidiendo con el revival de La Sombra (gracias al estupendo trabajo de Denny O’Neil y Mike Kaluta), lo rescató para una serie de culto, Justice Inc, que tomaba el título de la primera aventura del personaje. Fueron cuatro números en 1975, con guiones de Dennis O’Neil, dibujos de Jack Kirby y cubiertas de Joe Kubert. Sé lo que estáis pensando: ¿por qué nadie nos había informado sobre esto?
Casi 15 años después, en esa época de floración creativa que sacudió la compañía tras el vendaval Moore, decidieron darle una segunda oportunidad. La magnífica actualización de La Sombra que les había regalado Howard Chaykin en tan sólo cuatro números había tenido el tirón suficiente para obtener serie regular, que recayó en el escritor Andrew Helfer (antiguo editor de exitosas etapas en Superman y Liga de la Justicia antes de dar el salto al guion con una miniserie de Deadman ) y en los dibujantes Bill Sienkiewicz (los primeros seis números) y Kyle Baker (el resto). El mismo equipo trae de vuelta al Vengador, primero en un cameo en The Shadow, y luego como protagonista de su propia serie limitada en formato prestigio, otra vez llamada como la primera novela del personaje.
Antes de la caída del Muro
Justice Inc se desarrolla en dos intensos números de 50 páginas cada uno. Helfer, con el descreimiento de los nuevos tiempos, urde un apasionante y embrollado thriller de espías con todos los elementos del género y la ironía y la mala leche recicladas del trabajo de Chaykin o del Frank Miller de Elektra Asesina. Contar su trama sería destriparla. Baste decir que en las primeras páginas vemos como el protagonista asiste a la proyección de un serial basado libremente en su vida, lo que ya pone la debida distancia entre el material original y esta nueva versión que pretende corregir las incongruencias heredadas de su concepción pulp, pero no para traicionarla sino para potenciarla en un marco de corrupción y guerra fría. Pese a las menos de 100 páginas que reúnen el total de sus peripecias, el periodo descrito es muy amplio: entre 1948 y 1972. El relato tiene un final satisfactorio y, al mismo tiempo, deja al personaje preparado para nuevas aventuras. Y digo “nuevas”, porque cuando termina ya no hay vuelta atrás. Ha cambiado el estatu quo y, por lo tanto, es imposible encerrarse en un bucle iterativo sin traicionar lo ya narrado.
La historia se estructura en dos partes (bien diferenciadas, aunque no se corresponden exactamente con cada uno de los volúmenes): tras el serial, que es como un prólogo de 10 páginas, el origen del personaje, que le lleva a ser responsable de sí mismo, ocupa el primer tomo y el principio del segundo. Con la toma de conciencia llega la segunda parte, que podríamos llamar de “venganza” (a fin de cuentas se trata del Vengador, ¿no?), pero entendida como sublimación, porque el protagonista no se limita a destruir a quienes se le oponen en aras de una cuenta pendiente, sino que aprende de cada misión hasta descubrir que el camino le ha cambiado sin remisión. Para subrayar ese cambio, el foco pasa a quienes le persiguen, recuperando a los secundarios para darles sus 15 minutos de fama.
Pese a los más de 23 años pasados desde su concepción, nada en los diálogos, la caracterización de los personajes o la ambientación nos haría dudar de que se escribió anteayer. Las réplicas son secas, ágiles, nada discursivas ni descriptivas. Los textos de apoyo no recurren al narrador omnisciente, sino que representan otras voces, como la del doctor durante el flash-back del segundo número o aquellas que acompañan a las viñetas verticales donde se gesta una traición, al final del primer capítulo. Las habilidades de Richard Benson le emparentan con otros personajes de la compañía como el Soldado Desconocido o Christopher Chance, protagonista de Blanco Humano. Helfer tiene cuidado en buscar excusas para esta capacidad camaleónica más acordes a los tiempos que vivimos, sí, pero igualmente respetuosas con el género del que parte, como puede ser un Mad Doctor. Justice Inc., por cierto, es el nombre de la agencia de detectives que había creado Richard Benson tras la muerte de su familia para dar sentido a su pasión justiciera. Hay algo de cinismo en ello, dado que la agencia apenas llega a funcionar como tal, socavada por el MacCarthismo.
Grafismo innovador
El apartado gráfico también es sobresaliente y original, apostando por las técnicas de color directo de Sienkiewicz o McKean, tan de moda a finales de los 80, pero sin ánimo imitador, respondiendo a una intencionalidad precisa. No es casualidad que en un cómic donde el protagonista puede modificar los rasgos a voluntad los rostros aparezcan difusos, como globos traslúcidos, aprisionados en líneas gruesas que los delinean. Kyle Baker (Plastic Man, ¿Por qué odio Saturno?) es famoso por adaptar su estilo a cada proyecto, llevando el camaleonismo de Benson a su faceta artística. Aquí se basa en los contrastes de manchas de color y una cierta geometría de las formas, logrando un efecto muy europeo, que pide a gritos el formato álbum para poder respirar adecuadamente.
También la composición de página elude clasificaciones. En general, recurre a las cuatro filas y las dos columnas, pero no simétricas, sino desparejas, creando un efecto de enladrillado. Cuando se presenta un nuevo año, la viñeta ocupa dos filas y dos columnas, introduciéndonos en la nueva situación. Un plano general abarca una fila completa. Otras veces se usa el mismo recurso para crear profundidad de campo. Son raras las páginas (como la 19 y la 33 del primer tomo) en que se recurre a una cuadrícula de 12 viñetas de calles paralelas: se reservan para acciones secuenciadas al uso cinematográfico, para conseguir esa sensación de paso del tiempo cronometrado. Las viñetas columna (empleadas por ejemplo, en las páginas 38 y 39 del primer volumen) buscan un efecto mural que extraiga el tiempo de su discurrir convencional y permitan elipsis de años con una sola imagen. Para redondear, el diseño de los libros corresponde a Dean Motter, celebrado autor de Terminal City.
El atractivo de la obra no logró sacar al personaje de su ostracismo y volvió a dormir el sueño de los justos hasta que, recientemente, Brian Azzarello lo recuperó como secundario de Doc Savage en First Wave. Pero, la verdad, soy escéptico sobre su futuro. Si una maravilla como Justice Inc, escrita e ilustrada con primor, pasó desapercibida es que el Vengador, como Orquídea Negra, no tiene la menor oportunidad de triunfar entre el gran público. En todo caso, ya sabéis: “siempre nos quedará París” y podemos volver sobre los pasos de esta intriga sobre identidades falsas y dominación mundial las veces que haga falta.
Justice Inc. fue publicada por ediciones Zinco en 1990 en dos prestigios de los buenos (buen papel, buena reproducción y encuadernación que no cede a la segunda lectura). Salvo algún desliz en la traducción y una rotulación apretada para poder meter los textos en los bocadillos, no se le pueden poner pegas, pero tal vez convendría recuperarla para las nuevas generaciones en un volumen de tamaño superior al comic-book, al estilo de la reciente edición de Elektra Asesina, por ejemplo. Por pedir…
recuerdo haberme pillado esos tomos cuando salieron, hace la hostia de años, y de que al ver su «dibujo» me pillé un rebote de la virgen y los dejé apartados, tiempo después me puse a leerlos y flipé con su historia, desde entonces los tengo guardados como oro en paño, pese a que su «dibujo» no me siga llamando mucho la verdad, muy recomendable, si señor!!!
Ayer meti la gamba, hubiera jurado que el post seria de La Sombra de Helfer-Sienkiewicz, sorpresa chula este Justice Inc que no me lei en su tiempo, a ver si le ponemos remedio.
Gran reseña de una gran obra. Mis felicitaciones al autor y mi reiteración en que esta serie de post sobre obras que valen la pena pero no son ni de actualidad ni, por las razones que sean, de sobra conocidas tengan continuidad porque bien la merecen.
Yo me pillé los dos prestiges de Zinco no cuando salieron, pero sí al poco después. Con la quiebra de ésta editorial se inundó el mercado de material de éste tipo a precio de saldo. Menos mal, porque por aquel entoces un tierno adolescente no se podía gastar las 525 pesetas de rigor así como así…en aquellos tiempos en los que 525 pesetas cundían mucho más que 3 euros y en los que los prestige eran prestige de verdad, mejor papel, mejor encuadernación, obra más cuidada, etc…no como ahora que llaman prestige a cualquier cosa.
A lo que iba; esta obra no es plato para todos los paladares. De hecho, a mí en una primera lectura no me gustó en absoluto. Ignoro si no me gustó porque no la entendí o no la entendí porque no me gustó. La cosa es con 16-17 años me pareció una obra extraña, incomprensible y muy rara. No entendía por qué no se le veían claramente las caras a los personajes, si ello confundía mogollón, y tantos conceptos tan raros….Sí, intuía que era por algo y que había más que yo era incapaz de captar.
Con el tiempo y una caña, vamos madurando y viendo las posibilidades del medio y tal y entendemos el por qué de las cosas. A ese respecto, hubiera agradecido en los cuadernos de Zinco un artículo como éste, que te pone un tanto en su contexto y no te enfrentas a la obra virgen y con la bola de cristal.
La cosa es que en sucesivas relecturas cada vez me fascina más, por todos los motivos que menciona el amigo Javier en el artículo y por muchos más que soy incapaz de expresar.
Se habla del paso de gigante que supusieron las obras de Alan Moore y Frank Miller, así como la creación del sello VERTIGO. Pero hay un conjunto de obras intermedias sin las cuales esa edad dorada del comic book adulto no se hubiera manifestado en todo su explendor. Esta es una de esas obras y está genial que se reivindique.
Hablando de los autores, me sabe mal que nunca se publicaran los números de LA SOMBRA realizados por ellos. Entiendo que el estilo casi experimental del Baker por aquella época podía tirar para atrás, pero a día de hoy es un autor más que consolidado.
Es cierto que no se ha vuelto a saber gran cosa de EL VENGADOR, y la verdad es que tampoco creo que el personaje lo merezca. Yo me conformaría con éste broche de oro. Pero sí que es una lástima no saber más del guionista, Andrew Helfer, porque sus incursiones en el mundo de los guiones no han sido nada desdeñables. Sé que fue el editor de la JLA de Giffen/DeMatteis/Maguirre, y que empleaba su tiempo en luchar porque las altas esferas le dejasen utilizar a Batman como miembro de semejante colla de bufones, que hizo los guiones de ésta obra, de LA SOMBRA, de DEADMAN (con Jose Luis García López, por cierto) y alguna historia corta más y luego el ostracismo…
Ostras, ¡desconocía completamente este cómic! Por la descripción y las imágenes que pones me han entrado unas ganas enormes de buscarlo. Es que me encantan los cómics de este tipo. Con un poco de suerte DC la reeditará…. a menos que alguien se ofrezca a dejármelos durante un periodo de tiempo indefinido. xDDDD
«Hablando de los autores, me sabe mal que nunca se publicaran los números de LA SOMBRA realizados por ellos. Entiendo que el estilo casi experimental del Baker por aquella época podía tirar para atrás, pero a día de hoy es un autor más que consolidado.»
No sé cómo estará el asunto de los derechos, pero puede que Dynamite (actual dueña de la licencia para hacer cómics de La Sombra) las vuelva a publicar. Consiguieron reeditar la miniserie de Chaykin por primera vez desde su publicación original, así que mantén la esperanza.
Y por cierto, no se publicaron en España debido a la opinión del dueño de la licencia acerca de aquellos cómics. Él y muchos fans de La Sombra original calificaron los cómics de Chaykin como «pornográficos y violentos», y lo mismo dijeron cuando publicaron la serie de Hefler y Baker. La serie se canceló dejando muchas tramas inconclusas, por presiones del dueño. O cerraban el título o DC perdía la licencia. Obviamente, también se aseguró que esos números no salieran de EE.UU.
Uauh!!! Qué recuerdos, yo tenía esos prestigios de Zinco que conseguí de saldo en su momento. Rcuero que me gusto la lectura y el dibujo, pero tampoco me marco tanto como para conservarlos en mi estanteria para siempre y los vendí con el paso de los años…. mi espacio para acumular comics es limitado 🙁
Sí que recuerdo que la historia y sobretodo el dibujo me llamaron la atención, pero como el género negro, de espias y demás no me va mucho, pues tal vez por eso no me caló muy hondo.
Otra buena reseña de un cómic que Javier desempolva de la cripta y otro desconchón en mi pared; que no hago más que dar cabezazos gritando «¿por qué no me lo leí en su día?». Claro que es muy probable que por aquel entonces yo fuese incapaz de apreciar el trabajo de estos autores… Gracias, Agrafojo, por proporcionarme otra excusa para bucear en tiendas de segunda mano. A ver si los encuentro…