El demonio interior
Se hizo de rogar, más de año y medio, pero hace unos pocos meses hemos podido disfrutar del tercer tomo de Kill or be killed, además parece ser que el cuarto llegará en julio con lo que ya tendremos completa otra magnífica serie del dúo formado por Ed Brubaker y Sean Phillips. Panini está pegando un acelerón con las obras de estos maestros del noir moderno, hace poco el compañero Tristán Cardona nos deleitaba con su reseña del último tomo de Criminal publicado en España y el equipo de indie nos juntábamos esta semana para, aprovechando la situación, realizar una guía de lectura con todos los trabajos que ambos han realizado juntos y que podéis consultar aquí. Así que es un buen momento para hablar de esta serie de veinte números que finalizaba en Estados Unidos hace justo ahora tres años.
Como de los autores ya hemos hablado mucho en la entrada de la semana pasada, vamos a centrarnos puramente en este tomo, que es un poco más corto que el anterior y vuelve a haber un pequeño giro en la trama, algo que se veía venir desde el principio, a saber, meternos más profundamente en la mente del protagonista y la ¿locura?.
Lo cierto es que Kill or be killed es una de las series de Brubaker y Phillips que más cambia con el paso de los números. Siempre con ese tono de género negro que les caracteriza, muy apegados a la calle y los conceptos abstractos de justicia, que en este caso añade un elemento sobrenatural, que si bien nos puede recordar a lo que vimos en Fatale, su tratamiento es muy diferente. Pero cada tomo se mueve de una manera un poco distinta. Si bien el primero apostaba por un humor algo negro, que realzaba la inocencia del protagonista, y jugaba con el triángulo amoroso, enfocando gran parte de la acción en su apartamento, el segundo nos llevaba más hacia la investigación por parte de la mafia y de la policía, que buscaban a ese misterioso justiciero que asesinaba criminales. Este tercero se vuelve más personal, para hablar de temas profundos como las enfermedades mentales y el suicidio.
La narrativa no cambia para nada, seguimos con Dylan contando en primera persona cómo ha ido evolucionando y matando villanos bastante reales. Al principio volvemos a ver al hombre frágil, pero va creciendo en autoestima gracias a retomar su medicación. Evidentemente el juego con la existencia del demonio es mayor que en los anteriores tomos. Se exploran antecedentes familiares y consiguen aportar una interesante perspectiva sobre las enfermedades mentales desde el punto de vista de quien las tiene. Pero los autores son muy juguetones, les gusta hacernos dudar si realmente Dylan está enfermo o sufre algún tipo de maldición familiar. Por cada pista que nos dan en una dirección no tarda en salir otra en la contraria y, seamos sinceros, pocos lo manejan tan bien como ellos, porque sí, todos sabemos que lo que más les gusta es acercarse a la realidad más sórdida, pero Incógnito o Fatale nos han mostrado su enorme capacidad para acercar el noir a mundos fantásticos.
Lo llamativo de esta parte de la serie es que prescinde mucho de personajes secundarios que se habían creado en la primera mitad. Dylan acapara todas las páginas, solo su madre y Kira tienen un hueco que se utiliza precisamente para tratar la enfermedad mental. Decir que esto enriquece el cómic es quedarse corto, pero los autores no tardan en recordarnos que lo principal de esta serie es otra cosa. Y así empiezan los tiros.
La reflexión sobre la validez de la existencia de los justicieros y de la pena de muerte instantánea sigue tan presente como en el primer tomo, pero cambia la forma de enfocarlo. Si antes se dejaba una importante parte de esta sobre el lector, que avanzaba con Dylan en los pensamientos sobre el bien y el mal, ahora nos topamos con un personaje que ha evolucionado tanto física como mentalmente. La primera porque ya se convierte en un asesino frío, calculador y muy eficiente. La segunda porque ya no tiene remordimientos, incluso después de haber acabado con la vida de un amigo, de moralidad dudosa, en el anterior tomo.
Todos estos matices, junto a la excelente verborrea de la que hace gala el protagonista, hacen de Kill or be killed una de las mejores historias que Brubaker y Phillips han realizado juntos. Es un tomo en el que hay muchas pausas muy bien ejecutadas e intercaladas con las páginas de acción que manejan a las mil maravillas. El viaje de Dylan, desde el joven inocente que debe matar hasta el planificador capaz de enfrentarse a la mafia, está muy bien calculado por los artistas, que nos dejan otra obra para la posteridad a la que todo amante del noveno arte debería acercarse sin miedo. En un mes veremos la conclusión que ya nos dará una idea completa sobre el conjunto de la obra, pero de momento está siendo cada vez más apasionante.
Lo mejor
• Son Brubaker y Phillips, son lo mejor.
Lo peor
• Queda solo un tomo para que acabe la obra.
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
¿enfermo?
El tercer tomo de Kill or be killed añade matices muy interesantes que realzan la obra. Sin dejarnos exentos de ese noir con el que Phillips y Brubaker han conseguido su particular hueco en la industria.
Simplemente un comic buenísimo con un tempo perfecto en su continuo avance en la trama. Desde luego solo cabe recomendarlo.
Totalmente