Para esta reseña en particular contamos hoy con una firma invitada. Se trata de Manu Garrido, que se ha curtido en esto del manga en las trincheras de los portales especializados en manga, y que a lo largo de algunas semanas le tendremos aquí con reseñas de algunos títulos que, quizás, pasan desapercibidos para muchos lectores de manga. Empezamos con «Kimoi», que no es precisamente japonés, pero sin duda gustará a los japonófilos. ¡Os dejamos con Manu!
Tenemos la suerte de vivir en una generación en la que el humor gráfico goza de muy buena salud. Dejando a un lado algún que otro episodio desafortunado relacionado con la censura de alguna ilustración o viñeta, publicaciones como El Jueves u Orgullo y Satisfacción mantienen el listón bastante alto en lo que se refiere al humor más irreverente. Un humor que no se esfuerza por gustar a todos; es, en sí mismo, una razón más que de peso para que se siga haciendo, difundiendo y sobre todo, disfrutando.
Ocurre, eso sí, que el campo en el que se mueven esas viñetas que beben del humor negro y la absoluta libertad creativa —con todo tipo de licencias— suele estar ceñido a una serie de temas políticos, religiosos y sociales que, aunque cuentan con un registro inmenso en lo que se refiere a su constante renovación, no dejan de ser insuficientes.
Por eso, trabajos como Kimoi, de Ángel, son del todo necesarios. Un libro recopilatorio de viñetas. Chistes, provocaciones, sátira. Kimoi, que edita Diábolo Ediciones, es el perfecto ejemplo de que cualquier tema, tratando con la suficiente estima, es susceptible de ser utilizado para y por el género humorístico.
Ángel, a quien ya conocíamos gracias a Neuróticas (Glénat), vuelve para no dejar ni un cabo suelto a la hora de hacer humor; buen humor. Lo hace conducido por tres pilares fundamentales. La cultura pop, Japón y el sexo.
Hablar de sexo no es tan fácil. Dibujar sobre sexo, aún menos. Sin embargo, Ángel lo integra en su obra con una facilidad brutal. En Kimoi hay de todo: actrices porno japonesas, los fetiches más raros que podáis imaginar —que incluyen más de una meada—, sexo con hamburguesas, sexo con robots, robots del tamaño de un Gundam que dejan embarazadas a sus pilotos, y un sinfín más de locos disparates que hacen honor a la palabra japonesa que titula el libro.
Kimoi. Desagradable, extraño o repulsivo, una palabra que forma parte de la jerga de los jóvenes nipones. Así se describe Kimoi, y así se muestra a través de sus páginas. Pequeñas cápsulas de absoluta perplejidad y emoción: emoción por leer algo realmente divertido, en ocasiones desternillante. La pura fachada sexual es el mejor motor posible para dar rienda suelta a todos los chistes con los que Ángel nos presenta aspectos de Japón que van desde su cultura pop hasta su más profunda tradición. Samuráis, darumas e incluso unas cuantas viñetas con cierta inspiración del ukiyo-e, la pintura japonesa del periodo Edo.
Igualmente, sería erróneo hablar de Kimoi como un tebeo erótico, y si bien no es un cómic para niños, su experiencia se basa pura y exclusivamente en buscar la risa del lector. Y aquí podemos volver a lo del inicio, el uso de elementos que ya conocemos y que el humor gráfico lleva años utilizando, para introducirnos en un mundo al que este tipo de publicaciones no hacen demasiado caso.
Y si el tema japonés no termina de convencerte, Ángel también tiene sitio en Kimoi para Miley Cyrus, Skrillex, Breaking Bad o la moda de las selfies. Todo ello bajo el mismo patrón de sobrepasar el humor corriente y llevarlo, al menos, un escalón más arriba.
Descubriremos unas cuantas técnicas sexuales y algunos chistes dignos de ser ampliamente reconocidos, cogeremos simpatía a las colegialas japonesas y como mínimo, aprenderemos que hay cosas que es mejor dejar en una viñeta. Y qué bien que haya viñetas y autores que saben juntar elementos tan dispares para hacer humor, porque no hay nada más sano que el humor.
Argumento y guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7.5
7.2
Kimoi es un divertido cómic cuya mayor pretensión es la de entretener y hacer reír a través de un humor más bruto de lo habitual. Mezclado con la temática de lo japonés y la cultura pop, el trabajo de Ángel se complementa a sí mismo de la mejor manera posible.