Edición original: Kodiak (IDW, 2010). Guión: Jason Ciaramella sobre una historia de Joe Hill. Dibujo: Nat Jones. Color: Jay Fotos. Formato: one-shot 24 págs. Precio: $3’95.
Joe Hill siempre será el hijo de Stephen King, por mucho que se esfuerce (que lo hace), por mucho que su popularidad crezca (que lo hace, también). Joseph Hillstrom King, más conocido como Joe Hill, irrumpió en la escena literaria con Fantasmas (20th Century Ghosts, 2005), una recopilación de relatos de miedo, a la que siguieron las novelas El traje del muerto (Heart-Shaped Box, 2007), Cuernos (Horns, 2010) y Nos4a2 (ídem, 2013); obras por las que ha sido acreedor de premios como el Bram Stoker Award o el World Fantasy Award. Pero claro su padre, uno de los escritores vivos más populares del mundo, ha cambiado la percepción de un género, el terror, con títulos como Carrie, El resplandor, Cujo, La zona muerta, Salem’s Lot, It, Misery, Un saco de huesos y otros tantos; a lo que no es ajena su fluida relación con el cine, con adaptaciones admirables como El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) o Cadena perpetua (Frank Darabont, 1994). Sin embargo, en un terreno concreto Joe Hill le da sopas con honda a su papi y es, casualidades de la vida, del que nos encargamos preferentemente en esta página: la historieta. Mientras las contribuciones de King a este medio son más anecdóticas que memorables (X-Men: Heroes for Hope; American Vampire), Hill se está labrando una notable reputación con trabajos como Locke & Key, La capa, Espectro (de inminente aparición en España de la mano de Planeta) o Kodiak, publicada por IDW en 2010 como número suelto y recogida más tarde en la antología Joe Hill’s Terrifyingly Tragic Treasury Edition.
Hill es un narrador nato, alguien que vive y respira historias, y que luego las traslada como mejor sabe o puede con los medios a su alcance. Kodiak, que sobrepasa apenas las 20 páginas, se disfruta como un cuento, como una narración oral, casi una canción de antes de ir a dormir. Con sus evocaciones de otros tiempos y su estructura cerrada, Kodiak posee esa mágica esencia que emociona, que pasa por encima de los lugares comunes y tiene en la previsibilidad y el reconocimiento tácito su más infalible arma.
Hill urde la trama con su colega Jason Ciaramella (colaborador también en la adaptación y expansión de su relato La capa, incluido en Fantasmas). Dibuja, con trazo abierto e indeciso, Nat Jones, a quienes los excelentes colores de Jay Fotos, etéreos como acuarelas, dotan de la borrosa sugestión del recuerdo o del sueño. Un sueño que de un zarpazo puede volverse pesadilla con la irrupción de un plantígrado tan desasosegante como no se recuerda desde los tiempos en que Bill Sienkiewicz dibujó Los Nuevos Mutantes.
En su sencillez aparente, Kodiak sortea los torpes ardides que han derivado vicios en la narrativa industrial de los cómics -secuestrada por el sobresalto continuo y la hipérbole para enmascarar el hecho de que, en realidad, nada cambia- y se entrega a una dulce cadencia donde los elementos significativos se importan de la tradición y el psicoanálisis.
Aviso de Spoiler
Kodiak reproduce un arquetípico paso a la madurez. Por tanto, no es casualidad que el héroe Dominico deba derrotar a la bestia Kodiak para salvarse él mismo y rescatar a la princesa Antonia; ni lo es que reciba una cicatriz que demuestre al mundo que es adulto y digno; ni lo es que haya de morir el «padre» antes de poder escapar del cautiverio; ni lo es que haya de vencer a la bestia que su padre -empleando la razón- no pudo dominar; o que seduzca a la princesa en un jardín; etc. En 20 páginas es imposible reproducir las etapas enunciadas por el ruso Vladimir Propp (Morfología del cuento, 1928), así que -en un salto típicamente posmoderno- se confía en que el lector rellene los huecos: ¿o es que Antonio, el hermano de la princesa, luego de intentar asesinar a Dominico, accedió solícitamente al matrimonio que, en la última página, descubrimos consumado?
Las evocaciones, por otra parte, no están siempre al mismo nivel «primitivo». Sobresalen también intenciones lúdicas como decidir que el protagonista «juegue con fuego» (en sentido literal y figurado) o apuntalar determinados conceptos con homenajes, como la potencia destructiva del oso rememorando a Jack London (Colmillo blanco, 1906) o los amantes de nombres italianos y ecos shakespearianos.
Inteligente y tranquilo, si no es amenazado, el kodiak es un oso pardo natural de las costas del sur de Alaska e islas adyacentes, que alcanza casi tres impresionantes metros sobre sus cuartos traseros, pero ahora, gracias a Hill, Ciaramella y Jones, es también el título de un bello relato ilustrado que ojalá llegue a España, más pronto que tarde, en una edición a su altura.
Edición original: Kodiak (IDW, 2010). Guión: Jason Ciaramella sobre una historia de Joe Hill. Dibujo: Nat Jones. Color: Jay Fotos. Formato: one-shot 24 págs. Precio: $3'95. Joe Hill siempre será el hijo de Stephen King, por mucho que se esfuerce (que lo hace), por mucho que su popularidad…