La carrera del siglo, de Kid Toussaint y José Luis Munuera

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Portada La carrera del siglo, de Kid Toussaint y José Luis Munuera

Edición original: La course du siècle (Le Lombard, 2023)
Edición nacional/España: La carrera del siglo (Astiberri, 2024)
Guion: Kid Toussaint
Dibujo: José Luis Munuera
Color: Sedyas
Traductor:: Rubén Lardín
Corrector: Soraya Pollo
Maquetación y rotulación: Alba Diethelm
Edición: Lucía Alvárez
Formato: Cartoné. 96 páginas. 19€

Wacky Races

«Una comedia burlesca absolutamente imaginaria a partir de una historia increíble pero cierta.»

Pierre Nodoyuna, su perro Patán, Penélope Glamour, el Barón Hans Fritz, etc… son algunos de los personajes protagonistas de Los autos locos, la mítica serie de dibujos animados con la que muchos crecimos obra de Hanna-Barbera que estaba inspirada en la película de 1965 dirigida por Blake Edwards La Carrera del Siglo. Se trataba de una serie en la que estos peculiares personajes competían en unas divertidas carreras de coches por todo el mundo tratando de ganarlas por cualquier medio posible creando situaciones de lo más peculiar. Algo similar a lo que les sucede a los participantes de La carrera del siglo, pero el cómic del guionista belga Kid Toussaint (1980) – conocido por obras como A la sombra del convoy (Norma) junto a Josep María Beroy o Love Love Love (Nuevo Nueve) junto a Andrés Garrido– y el dibujante murciano José Luis Munuera (1972) – autor de Bartleby, el escribiente (Astiberri), Cuento de Navidad. Una historia de fantasmas (Astiberri) o El corazón de Hojalata (Nuevo Nueve) junto a BeKa– tiene un par de notables diferencias puesto que sus protagonistas corren una maratón y, sobre todo, se trata de una historia basada en hechos reales, aunque no lo parezcan por las rocambolescas situaciones que se produjeron.

Página doble de La carrera del siglo de Kid Toussaint y José Luis Munuera

El maratón de los terceros Juegos Olímpicos de la época moderna celebrados en San Louis en 1904 ha pasado a la historia por una serie de sucesos que se dieron durante el desarrollo de la carrera que hoy en días nos parecen pura ficción, pero que fueron profusamente documentados por los periódicos de la época. Con esta base real los autores construyen una historia estrambótica y realmente divertida que, por momentos, nos recuerda a los mejores momentos del slapstick y las persecuciones de las primeras películas mudas de la época, algo a lo que contribuye sobremanera la excelente la paleta de colores que parece sacada de una película de Buster Keaton que ha elegido Sedyas, que vuelve a demostrar que es uno de los mejores coloristas del mercado francobelga y el que mejor entiende el dibujo de Munuera.

Entre los motivos que han llevado al maratón de 1904 a formar parte de la historia negra del atletismo hay que señalar que fue en la que peores marcas se ha realizado, registrar el primer caso de dopaje de la historia moderna –aunque los lectores de Astérix sabemos que los primeros en usar esas prácticas fueron los romanos- o contar con un primer ganador que hizo parte del trayecto en coche. Sin embargo, los participantes no fueron los únicos que llenaron de ignominia la carrera, ya que la organización liderada por James E. Sullivan trato de manera torticera de conseguir que fuera un estadounidense blanco quién se alzará con la victoria empleando todos los medios lícitos e ilícitos como programar la carrera a las horas de más calor o diseñar un recorrido infernal y mal señalizado en el que solo había un lugar de avituallamiento. Una vergüenza absoluta que deja ver las miserias del ser humano que Munuera y Toussaint han llevado a las viñetas a través de cinco de sus protagonistas reales: «Andarín» Carvajal, Fred Lorz, Len Taunyane, Jan Mashiani y Thomas Hicks. Unos personajes fascinantes que conocemos perfectamente en muy pocas viñetas y reflejan todos los claroscuros de la humanidad, algo realmente meritorio al tratarse de una obra que nos cuenta muchísimas cosas y muy rápido.

La obra comienzo presentándonos a los participantes de la carrera y a los organizadores en unas primeras páginas magistralmente narradas por Munuera con su estilo deudor de los grandes de la BD más caricaturesca, para llevarnos enseguida a la carrera donde el trabajo del murciano brilla todavía más gracias su ya demostrada capacidad para conseguir que sus personajes transmitan movimiento y energía, aunque aquí deja de lado su tendencia a la exageración de los físicos para ofrecernos unos cuerpos más cercanos a la realidad. Dos aspectos fundamentales en una obra basada en hechos reales y donde casi todo pasa en movimiento y en pocas viñetas.

En lugar de optar por contar la historia como un drama épico al estilo Carros de fuego, Toussaint y Munuera nos presentan la historia como una comedia loca que no hace demasiado hincapié en algunos de los temas de fondo y motivaciones de los personajes. Algo que consiguen a la perfección firmando una historia tremendamente divertida, pero que deja una cierta sensación de no aprovechar del todo algunos de los temas que hay alrededor, en particular, los referentes a la segregación racial y a los intereses de Sullivan. En cambio, sí que está muy bien reflejado el caso de Thomas Hicks y su decisión de doparse con mención especial a la brillante forma en la que el dibujante refleja su entrada en meta perseguido por todos sus fantasmas, aunque tomen forma de espantapájaros.

 Página de La carrera del siglo de Kid Toussaint y José Luis Munuera

La edición de Astiberri es excelente con una reproducción y tamaños ideales para disfrutar de la historia y el añadido de un dossier histórico que relata lo que sucedió realmente en la carrera escrito por Louise Depuydt.

La carrera del siglo es una obra que hará las delicias tanto de los amantes del deporte como de quienes disfrutan de una historia real bastante poco conocida y llena de curiosidades. José Luis Munuera, Sedyas y Kid Toussaint se aúnan para conseguir un cómic dinámico y divertido que nos recuerda que la realidad sigue superando a la ficción y que los humanos somos capaces de hacer cosas horribles, pero también maravillosas.

Lo mejor

• Las secuencias de presentación de los personajes que nos enseñan de forma muy sencilla sus motivaciones y personalidades.
• El dibujo de Munuera, sobre todo en las escenas mudas.
• El increíble color de Sedyas.

Lo peor

• El guion no aprovecha todas posibilidades que le ofrece la historia más allá de las puramente cómicas.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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