¿Hasta dónde llegarías por seguir con vida?
¿Qué harías por seguir viviendo? Es una pregunta que me hago habitualmente cuando leo sobre ciertas experiencias y trato de ponerme en el lugar de sus protagonistas. La tranquila y medida vida del primermundista no está exenta de grandes esfuerzos y sacrificios, especialmente cuando el dinero aprieta o la enfermedad ataca, pero no suele ser habitual encontrarse en una situación extrema de supervivencia en la que estemos cara a cara con la muerte. Y cómo reaccionaría ahí cada es un auténtico misterio. ¿Serías capaz de cortarte tu propia mano? ¿Matar al que tienes enfrente? ¿Cuáles son los límites de nuestra humanidad cuando la desesperación la erosiona por completo, hasta dejar a la vista únicamente al animal?
Hay muchas historias sobre supervivencia, pero hace un par de años hubo una pequeñita y humilde que pudo pasar desapercibida dentro del insondable mercado estadounidense, creada por dos autores con poco nombre. En el apartado del guion encontrábamos a Rich Douek, un escritor estadounidense con una discreta carrera en las viñetas en algunos trabajos antológicos, compaginados con una carrera paralela dentro de la publicidad. Precisamente en alguno de esos trabajos coincidiría con Alex Cormack, artista también estadounidense con una carrera constante desde 2011 en títulos poco conocidos en editoriales como Comix Tribe. Juntos lanzarían en mayo de 2019 Road of Bones, una miniserie de cuatro números en la que los autores abordaban el terror.
Había que estar ahí para descubrirla, pero por suerte en nuestra redacción tenemos a Jose María Vicente, ávido arqueólogo de las entrañas del mercado editorial yanqui. Su radar no pasó por alto aquella serie de autor publicada en el seno de IDW Publishing, y nos advirtió al resto de que teníamos allí una historia a la que merecía la pena dedicarle un rato. Y claro, no se equivocaba. La carretera de los huesos era una de esas series breves y fugaces con una tremenda calidad, una inmersión en el terror que mezcla el lado más oscuro de uno de los regímenes más conocidos, de la cruel naturaleza y del ser humano, todo ello en un cóctel salpimentado con algunas gotas de horror sobrenatural. Por supuesto, esta redacción no podía ser la única en descubrirla: Ediciones Hidra, la editorial que está sumergida actualmente en la publicación de las obras juveniles de DC (y que tiene algo descuidada su licencia sobre Vault Comics, todo sea dicho), se ha hecho con ella y nos la ha traído este mes a nuestro país.
En La carretera de los huesos nos encontramos con una historia ficticia teñida de realismo por su escenario. Nos encontramos en la Unión Soviética de 1953, en pleno régimen estalinista, perdidos en la inhóspita región de Kolyma. Este territorio al noreste de Rusia es uno de los más aislados y sometidos a las inclemencias del frío polar, y fue especialmente conocido durante aquella época por ser el destino final de miles de prisioneros del régimen. Kolyma era una tierra de gulags, donde los presos estaban obligados a trabajar a la fuerza tanto en la extracción de recursos minerales como en la construcción de una carretera que cruzara la región: la conocida como la carretera de los huesos, llamada así por la cantidad de prisioneros fallecidos durante su construcción y que da nombre a la obra. Es en uno de estos gulags donde conocemos a Roman Morozov, un prisionero que encontrará la posibilidad de unirse a un plan de fuga junto a otros dos hombres. El problema, claro, es que fugarse de las alambradas del campo de trabajo es mucho más sencillo que fugarse del letal frío de Kolyma. Los tres hombres deberán viajar durante incontables kilómetros por el infierno blanco, mientras Roman comienza a sentir una presencia maligna que los observa entre la ventisca.
La presente es una de esas obras que cualquier lector encontrará interesante, pero que será especialmente del gusto de los amantes del terror. Y no será por la experiencia previa del guionista precisamente: contaba Douek que si le hubieran preguntado unos años antes si tenía algún interés en el género, habría respondido con un sonoro no. Sin embargo, cuando empezó a interesarse por la cruda historia detrás de los campos de trabajo de Kolyma, se vio atrapado sin remedio por la historia que había empezado a germinar en su mente. Y menudo descubrimiento, porque Douek consigue moverse como pez en el agua entre los elementos clásicos del género. La carretera de los huesos es una obra aterradora, que atrapa por la dureza de la experiencia que viven sus protagonistas, una vivencia extrema llevada con un pulso perfecto y cuyo impacto se hace más poderoso por el hecho de saber que lo que estamos presenciando no es ciencia-ficción, sino un ejemplo de lo que muchos prisioneros vivieron durante un periodo negro de la historia. Con un escenario tan limitado como el de contar con tres únicos personajes y un páramo nevado, el guionista logra hacer que cada uno de los cuatro capítulos mantenga la tensión, al más puro estilo de las clásicas historias de supervivencia. Su breve extensión (apenas 120 páginas) es un gran acierto que permite hacer que la lectura no pierda fuelle en ningún momento.
Con respecto al elemento sobrenatural de la obra, considero que los autores logran un gran acierto. La inclusión de esa presencia maligna mencionada en la sinopsis permite potenciar la fuga de Roman y sus compañeros de una manera muy particular. Por un lado, aumenta la tensión de la historia, al mantenernos en vilo durante la lectura ante la incertidumbre sobre qué giros nos puede deparar ese elemento de la trama. Por el otro, la sutilidad con la que Douek utiliza el recurso permite mantener la duda sobre cuánto de ello es realidad o alucinación, aumentando la ya de por sí intensa sensación de terror de la experiencia del protagonista.
En el apartado artístico, tenemos uno de esos casos en los que el artista le queda a la historia como un guante. Alex Cormack logra plasmar con fuerza inusitada el cruel escenario de Kolyma, con un remarcado uso de sombras y colores pincelados que potencia el aspecto siniestro de la obra. El artista representa con acierto las montañas siberianas, que brillan amenazantes a lo largo del tomo. Además, el recurso de Cormack en el embarullado entintado de los rostros de los personajes funciona a las mil maravillas tanto para mostrar las cicatrices dejadas por el frío como para intensificar su expresión desesperada según su viaje se va haciendo más y más duro. Es sin duda un trabajo que nos hará tener muy en cuenta sus futuros proyectos.
La carretera de los huesos es un cómic que no debe pasar desapercibido dentro de los estrenos que nos han llegado recientemente. Hidra acierta al atreverse a traernos una historia con poco renombre pero con una grandísima calidad, una historia de terror y supervivencia extrema de esas que nos hacen plantearnos hasta dónde seríamos capaces de llegar si nos viéramos en las mismas. Nosotros desde luego seguiremos a este equipo creativo tan interesante, que ha continuado con su sociedad y estrenó recientemente Sea of Sorrows, una nueva obra de terror en la que se sumergen (nunca mejor dicho) en el mito de las sirenas. Por aquí hemos podido echarle un ojo y lo hemos disfrutado mucho, y confiamos en que Hidra se lance a traérnoslo también para que podamos seguir disfrutando en nuestro país de Douek y Cormack.
Lo mejor
• Alex Cormack realiza un grandísimo trabajo que consigue transmitir a la perfección la desesperación de los personajes.
• Rich Douek muestra una gran habilidad para mantener la tensión durante toda la obra.
• El escenario histórico en el que se basa resulta tan aterrador como interesante.
Lo peor
• No es una obra para los que tengan mucha aprehensión ante las historias de sufrimiento.
• Que pase desapercibida.
Guion - 8.7
Dibujo - 8.8
Interés - 8.5
8.7
Gélida
Rich Douek y Alex Cormack se marcan una fantástica historia de terror y supervivencia que atrapa por su descarnada crudeza.
Muy buena pinta, me encantó Road of Bones y tiene pinta de que disfrutaré ésta también.
Veo que estos artistas van a sacar una nueva obra en febrero, en la que mantienen el título de tres letras: Breath of Shadows. Me gusta que continúen con esta especie de antología de miniseries que explora diferentes subgéneros de terror.
¡Gracias por la reseña!