Edición original / España: La Casa. Colección Sillón Orejero. Diciembre 2015, Astiberri Ediciones
Guión, dibujo y color: Paco Roca.
Formato: Tomo apaisado de 136 páginas a color editadas en cartoné.
Precio: 16 €.
Pues lo ha vuelto a hacer. Paco Roca lo ha vuelto a hacer. Otro año más, una nueva obra y otra vez nos deja con el corazón encogido. Como una rara avis del panorama patrio, Roca logra su enésima obra redonda, a la altura de Arrugas, El Invierno del Dibujante o Los Surcos del Azar. Roca, si me apuran, es uno de esos autores que glorifican el medio que tocan. Este peloteo no es serio, lo sé. No es digno de una buena reseña. Pero escribo con la vehemencia de sentirme afortunado por vivir en una época en la que puedo acercarme a una librería y encontrarme con una nueva obra de un autor en la plenitud de sus facultades. Si Los Surcos del Azar fue la consagración, la confirmación que afianza un estatus, La Casa es un paso más. Y era ahora cuando todos los ojos estaban escrutando para ver si el autor era capaz de mantener el nivel. Y no solo aprueba, sino que se lleva el sobresaliente.
En la línea costumbrista, emocional y cercana de Arrugas, obra con la que comparte hasta el ADN, La Casa narra a grandes rasgos el proceso de desmantelamiento de una casa familiar tras la muerte del progenitor. Los hermanos se ponen de acuerdo para visitarla y arreglarla, con el fin de ponerla a la venta, lo que desatará una miríada de recuerdos en cada uno respecto a su relación con el inmueble y por supuesto, con su padre. Narrada así en cuatro actos, esto es, con un episodio por hermano y uno final con los tres reunidos en la finca, el tebeo disfruta de una estructura perfecta, que va superponiendo anécdotas y detalles, desarrollando la relación entre todos sus personajes como si asistiéramos de veras a la radiografía de una familia real. Algo de realidad, algo de su propia vivencia debe haber puesto Roca en la obra, ya que ciertas conversaciones, ciertas situaciones, se antojan tan íntimas como plausibles. Y dejan en el lector un poso cercano al conocimiento, como si pudiéramos afirmar que fuimos parte de esa familia, testigos directos de unas vidas que nos llegan a importar como propias. Y esto es lo mejor que se puede decir, a opinión de quien esto firma, de un tebeo intimista. Que lo personajes te lleguen a emocionar como si formaran parte de tu entorno real es prueba del poder como narrador de Roca, que logra el proceso mágico de dotar de vida a dibujos encerrados en viñetas, que se paseen por tu cerebro el tiempo que dura la lectura y que sus actos te emocionen, te saquen una sonrisa y desde luego, alguna lágrima.
Hay una perfecta melodía de la trama, que si bien sencilla, disfruta de una cadencia suave, en subida, con cada pieza de información sumando, un ladrillo tras otro, hasta construir un edificio férreo. La personalidad de cada uno de los hermanos resulta cincelada con precisión. Y aún tirando de lugares comunes, cada uno de ellos respira certidumbre dentro de su capítulo. Son remedos de personas que has conocido. Y que si no lo has hecho, Roca te los presenta. Y es que el autor demuestra una capacidad insultante para crear personajes. No le hacen falta fuegos de artificio ni excentricidades. Los tres hermanos están hechos de una pasta verosímil, hablan como personas reales y sienten como personas reales. De ahí esa sospecha de que ha usado el tebeo como pizarra donde plasmar situaciones que ha vivido de primera mano o conversaciones que sin duda ha tenido. De modo que, también, que viva la memoria fotográfica de este valenciano que nos está regalando una de las carreras más admirables de la historia del tebeo en español.
La Casa, a pesar de su apariencia sencilla, de su espectro cercano, se dispone a hablar del paso del tiempo, como las obras más importantes de la literatura. Y logra con creces trasmitir toda una serie de sensaciones y desarrollar todo un abanico de reflexiones alrededor de ese concepto. No se detiene solo en narrar la cronología de hechos en torno a la familia, sino que acierta en explicar cómo estos hechos marcan las vidas de todos aquellos que los protagonizan, logrando además una mirada caleidoscópica del mismo hecho, pues suma las perspectivas de a veces hasta tres generaciones distintas, el abuelo, el hijo, el nieto. Y consigue al tiempo hacernos empatizar con lo que sienten cada una de esas generaciones, cómo viven esos personajes la influencia del devenir del tiempo, el paso de las estaciones de la vida y la llegada de la muerte. No hay una gota de solemnidad, no hay una brizna de épica y, por lo tanto, no asistimos a un proceso narrativo pedante, más bien al contrario. Roca logra hablar de algo tan intenso y extenso como el discurrir de la vida sin caer en engolamientos o fanfarrias de melodrama. Hay mucha ternura, en cambio, en esa narración. Vemos incluso una necesidad constante de solucionar conflictos, de llamadas de atención para ser mejores personas, menos egoístas. Y habla Roca profusamente de la necesidad de desarrollar cierta empatía como seres humanos, esa virtud de unos pocos de ponerse en la piel del otro para ser menos condescendientes, para entender mejor lo que nos rodea. Para vivir mejor y de manera más justa, en definitiva.
En la reflexión sobre el paso del tiempo analiza Roca también esa suerte de mutación natural que resulta en el individuo el paso de ser hijo a ser padre, como extrapolación de la idea anteriormente expuesta de la empatía. El hecho de convertirnos en padres nos convierte en mejores hijos, viene a decir Roca, o eso creo. Esto se ve reflejado por ejemplo en la actitud del hermano mayor, el primogénito, que adopta las costumbres del padre de manera natural, convirtiéndose en heredero de ciertas costumbres que dejar a su propio hijo, al tiempo que se percata quizá de todo aquello que hizo mal con su progenitor.
Hay también un anima de arrepentimiento por el tiempo perdido, por las horas no disfrutadas con aquellos seres más cercanos, que deja un regusto de cierta culpabilidad en cada uno de los personajes, contagiando el ánimo del lector de manera infalible. Así que no lo dudes, no te preocupes si después de cerrar el volumen hay algo removido en tu interior, pues era la intención del autor. Y el autor, muy listo, te está diciendo que llames a tu padre, que llames a tu madre. Que el tiempo se acaba. Y el tuyo, también.
De lágrima asegurada, el tebeo nacional del año.
Guión - 10
Apartado Gráfico - 9
Interés - 10
9.7
La Casa es una de las obras más redondas de Paco Roca, lo que lo convierte en una de las más importantes del año.
Llega el momento del año en el que un nuevo cómic de Roca, ya no es que sea recomendable, es que es necesario
No he leído todavía ninguna obra de Paco Roca que me haya decepcionado.
Esta la tengo pendiente de leer, pero seguro que vale la pena. La tengo pedida a mi librero de confianza!
A la saca!
siento decirlo,pero a mí no me ha parecido una joya.
un buen trabajo de paco roca,sin duda,pero no encuentro en este trabajo mucho más de lo que me haya ofrecido en otros trabajos suyos.
a un talento como paco roca siempre hay que exigirle un escalón más.algo más de osadia,de riesgo(como la que ofreció en la magnifica EL JUEGO LÚGUBRE).como cuenta la reseña,la obra se situa en la misma escalera emocional de ARRUGAS.eso de por si,no significa que sea algo necesariamente malo,pero en cierta manera he sentido leyendo este nuevo trabajo de paco,que se ha instalado en una zona de confort que puede darnos a algunos la impresión de que es un trabajo acomodaticio.
solo la impresión,ojo.
LA CASA no deja de ser,pese a todo,un nuevo gran trabajo del dibujante.estupendamente narrado(la previa en zn engaña mucho.las mejores páginas son las primeras.especialmente,esas DOS primeras) y en ellas entrega ese nivel de dialogos,de construcción de personajes que tan bien sabe ejecutar sobre el papel.
pero,como con ARRUGAS, la impresión que me deja es agridulce.como con ARRUGAS,me siento demasiado identificado con mucho de lo que veo.con mucho de lo que percibo en los dialogos de sus personajes y,francamente,tanto «pellizco en la patata» ya me cansa un poco,asi que para la proxima ¿que tal una comedia,paco?. 😉
p.d: «papá.hemos decidido vender el coche».
he ahí la clave de todo(en mí opinión).
Yo también pienso que la historia se cocina con los mismos ingredientes y recursos que Arrugas pero tampoco me parece justo hablar de zona de confort cuando ha hecho obras tan distintas y sobretodo de tanta calidad desde aquella hasta ésta.
Y habrá perdido a su padre cuando lo ha perdido. Que historias como estas no se eligen.
Pues aprovecho para contar que el puente pasado me acabe mi primer «Paco Roca», ese Los surcos del azar que me ha convertido en un devoto de este señor. Y es que más allá de la emotiva y necesaria historia que cuenta, el apartado gráfico es alucinante. Y eso que tardé en comprarlo precisamente porque no me molaba demasiado ese dibujo. Pero los planos de las escenas bélicas están cojonudos y muy currados (¿ Lo más parecido al soldado Ryan que se haya podido hacer por estos lares?), el color me parece maravilloso (desde una aparente sencillez) y le da una enorme riqueza en matices a la historia, y las localizaciones, son preciosas, detalladas y muy elaboradas (me encantan los interiores).
Vamos que me gustó un guevo y que no me meto más porque pondría en evidencia que no tengo ni puñetera idea de esto. Pero que el Arrugas y el invierno del dibujante ya están pidiendo paso hacia mi librería.
Debo confesar que con algo tan simple como la escena de los distintos recuerdos en el contenedor se me saltaron las lágrimas sin querer.
Debo estar volviéndome viejo….
Ahí es dónde entra en juego la palabra «íntimo». Si has vivido o pensado sobre lo que plantea es una bomba atómica emocional. Yo llevo pensando unos años que mis padres se me van y lo que eso significa. Es muy intenso ese momento en que ves que tus padres ya no son superhéroes y que poco a poco se van volviendo niños caprichosos e indefensos. A lo mejor si no estás en ese punto la historia te llega un tanto menos.
Me estoy dando cuenta de que tiene mucho mérito que Roca siempre llegue a sitios tam hondos, con tanta sencillez y economía. Sin diálogos profundos, es capaz de cavar a los niveles más profundos con gestos cotidianos.
Coincido plenamente con tu reseña. De hecho lo acabo de terminar y lo primero que he pensado ha sido «lo ha vuelto a hacer». También una de las palabras que se me asoman si pienso en él es «íntimo». No puedo aportar nada más allá de todo lo que tú comentas. Maravilloso.
Eso si, Las Meninas me parece más ambicioso y complejo como para ser destronado del trono ibérico.