He quedado con Michel a las doce junto a la fuente.
Julie y Coline son las primeras de la familia en llegar la casa de la playa que compraron sus abuelos en la zona de Loire Atlantique. Ha sido un año terrible para Julie, embarazada de siete meses y medio ha perdido a su marido. Pero las vacaciones no le sirven de consuelo ya que su tío Albert quiere vender su parte de la casa porque necesita el dinero. Así que debe afrontar la perdida de la casa donde paso sus vacaciones de la infancia. Tras un espejo de su habitación descubre una frase escrita sobre un papel pintado de globos que la conecta con la familia que habito la casa antes de que la adquirieran sus abuelos.
Al rebufo del éxito de obras de Zidrou como Lydie (Norma), Los buenos veranos (Norma) o ¿Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia? (Norma) han llegado a nuestro país obras de temática parecida como Los viejos hornos (Norma), Un nuevo comienzo (Harriet), Jamás (Harriet), La isla del remordimiento (Harriet) o la que nos ocupa. Son obras que cuentan historias cotidianas que muestran la cara más amable y emotiva de la vida, y que están contribuyendo a cambiar el concepto de bd que se tenía en nuestro país. Lo que nos llega de Francia ahora no se limitan a series adultas de género y aventuras humoristicas juveniles e infantiles. A este cambio contribuyo de manera decisiva la eclosión de los autores de L’Association y coetáneos como Philippe Dupuy y Charles Berberian a principios de siglo. Ese impulso amplio y renovo la tematica y la forma de entender el mercado en el país vecino con obras como Persépolis (Norma), Mis circunstancias (Astiberri) o Epiléptico: El ascenso del gran mal (Salamandra Graphic).
Séverine Vidal y Victor L. Pinel firman una historia dramática y emocionante con la que es muy fácil empatizar. Nos hablan de perdidas personales y lugares que fijan recuerdos. Una historia que apela a unos sentimientos que todos en menor o mayor media estamos condenados a experimentar. En esta historia no encontramos grandes aventuras, ni misterios, simplemente vemos las vidas, con sus alegrías y sus penas, que encierran las paredes de la casa. La casa de la playa pone en evidencia lo importante que resultan los momentos pequeños e íntimos, los seres queridos y las relaciones que se forjan durante la niñez y adolescencia.
En la novela gráfica se cuentan dos historias; la de Julie que se desarrolla en 2018 y la de Françoise que sucede 1968, para acabar por entremezclarse y comunicarse a traves de una mensaje en la pared. Ambas tienen en común el escenario (la casa que da título a la obra) en el que se desarrolla, además de tratar como se afronta una perdida y el duro proceso para superarla. La parte de la historia de Julie es la crónica de unas vacaciones en familia como sucede en los distintos álbumes de Los buenos veranos de Zidrou y Lafrebe. También tiene ecos de La casa de Paco Roca. Sin embargo, no llega a la calidad de ninguna de las dos. Algo tremendamente difícil ya que se trata de dos de los mejores cómics de los últimos años.
La historia de Françoise es más intimista y nos habla de la perdida de la inocencia, los primeros amores y la enorme huella que dejan en nuestros corazones. Nos hace ser conscientes de lo peligroso que es quedarse atrapados en el pasado, por mucho que nos duela romper con él es inevitable seguir hacia delante, y no hay que olvidar que los finales y los inicios a menudo no se pueden diferenciar.
En el apartado gráfico destaca sobre todo el uso del color para diferenciar cada una de las distintas líneas temporales de la historia. Aunque los que más destaca es la escena de Julie en la hamaca que es bellisima. Al ser una historia sobre todo de personajes es en lo que más se ha centrado es en dotarlos de expresividad y que sean reconocibles. Consigue hacer que las miradas y los silencios de los personajes hablen por sí mismos. Quizás se eche en falta un mayor trabajo en los fondos.
Nuevo Nueve Editores hace una magnifica edición, se están convirtiendo en una garantía de calidad como ya lo es Dibbuks la anterior editorial de Ricardo Esteban. En esta obra nos han descubierto a dos autores que no habían sido publicados en nuestro país.
La casa de la playa es una historia que rebosa humanidad. Séverine Vidal y Victor L. Pinel consiguen que nos emocionemos con las historias cruzadas de Julie y Françoise como si nos hubieran sucedido a nosotros mismos. Una lección sobre cómo afrontar las pérdidas y un precioso retrato familiar. La misma mezcla de tristeza y alegría que nos depara la vida.
Guión - 8
Dibujo - 7
Interés - 8
7.7
Recuerdos
La casa en la playa es una historia que te remueve y te enseña a valorar la magia de pequeños momentos.
Si tiene cierto aire a Zidrou, como bien dices, ya merece la pena la lectura.