La Continuidad en los Superhéroes.

La Continuidad, ese concepto que divide a los aficionados y que merece ser analizado con detenimiento.

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Lo han vuelto a hacer. O no. Recién aterrizado en España el Renacimiento del Universo DC nos acechan las mismas preguntas que ante Flashpoint o Crisis Infinita. ¿Qué eventos forman parte de la continuidad? ¿Qué versiones de los personajes serán las canónicas? ¿Qué pasa con todo lo que queda fuera de la continuidad?, ¿existe en otra tierra?, ¿en otro tiempo?, ¿no existe?

Los editores de DC insisten en afirmar que “Rebirth” no es un reboot, no es un reinicio. Tan sólo una recuperación de algunos conceptos y personajes del viejo universo que no estaban presentes en los Nuevos 52. Aun así, el eterno debate a cerca de la continuidad oficial y su delimitación milimétrica está servido. La cosa parece apuntar a la integración del universo de los Nuevos 52 en un megamaximultiverso donde estará todo. Hasta Watchmen.

En fin, habrá que empollarse una vez más guías de lectura, nuevas biografías, alteración de líneas temporales y demás modificaciones del cosmos deceíta más complejas que un manual de Derecho Tributario.

Y la cuestión es ¿es necesario tanto sufrimiento?

1.El reino de taifas que creó un multiverso

De lo que aquí hablamos en definitiva, es de la continuidad. Pese a que generalmente se considera que es una de las innovaciones de la Marvel Age, lo cierto es que ya existían trazas de ella en los primitivos tiempos de la Golden Age. Por ejemplo, el Superman original (el único que merece tal nombre: el de Siegel & Shuster) desarrolló sus historias con cierto sentido del paso del tiempo, articulado de manera coherente. Con la marcha de los creadores, no obstante, se fueron introduciendo cambios en esa versión original. Cuando estos cambios contradecían lo narrado anteriormente se actuaba como si eso “no hubiera ocurrido”. Estamos ante los llamados fallos de continuidad.

Esa primitiva continuidad era algo a lo que no se daba importancia. Prácticamente lo mismo pasaba con la interacción entre personajes de distintas series. Ya se ha comentado alguna vez como la estructura interna de DC dificultaba generar un universo compartido. Empezando por la propia fundación de la compañía, en la que dos editoriales, cada una con sus propias series y personajes pero que compartían propietarios, acaban fusionándose. Los personajes estrella, Superman y Batman, se convirtieron pronto en franquicias, protagonizando varias series que eran coordinadas por un editor. Éstos enseguida se volvieron muy celosos de controlar sus productos.

El método de trabajo era simple: los editores imponían su criterio en sus colecciones sin mirar a lo que hacían los demás. Tenían hasta potestad para contratar y despedir a sus propios colaboradores (guionistas, dibujantes o coloristas). El enfoque de su labor era eminentemente comercial. El producto debía venderse, lo que en esa época significaba ofrecer aventuras entretenidas sin más pretensiones.

De esta manera, DC se configuró desde sus primeros años como un “reino de taifas”. Así, los títulos de Superman eran coordinados por Mort Weisinger, los de Batman por Jack Schiff, Wonder Woman y las series bélicas por Robert Kanigher y el resto de superhéroes más las publicaciones de ciencia ficción eran editados por Julius Schwartz.

Mort Weisinger

Todo eso se reflejaba en los personajes. Cada uno seguía su curso al margen de los demás. Sus historias discurrían en paralelo, sin un hilo común. Hasta el fondo de escenario era distinto: cada héroe estaba afincado en su ciudad imaginaria, sin apenas contacto con el exterior.

Jack Schiff

Si el editor de turno era un poco cuidadoso, el personaje en cuestión podía llegar a trazar una especie de continuidad propia, como fue el caso del Superman de Weisinger. Si no, sus historias eran una sucesión de contradicciones, como parece que le ocurrió a Wonder Woman con Kanigher, sobre todo tras la muerte de su creador William Moulton Marston en 1947.

Robert Kanigher

La evolución de los personajes no era un recurso a tener en cuenta, mucho menos su interacción, más allá de casos puntuales como la JSA o los team-up de Batman y Superman en World Finest Comics, que además se inician en el #71 (1954) y no en el primer número (1941). Esto suponía una enorme merma en la caracterización y, por otro lado, era un terreno abonado para caer en errores de continuidad.

Julius Schwartz

Así, personajes que se habían conocido en un número se encuentran posteriormente “por primera vez”. Un ejemplo clásico es el de Batman y Superman, que se conocieron al menos dos veces “por primera vez”: en Superman #76 (1952) y en World Finest Comics #94 (1958), aunque la primera vez que aparecieron juntos fue en una aventura de la JSA (All-Star Comics #7, 1941).

Sin duda, el caso más característico es el de Superboy. Desde el mismo Action Comics #1 (1938) se había establecido que Superman había iniciado su interminable batalla por la verdad y la justicia siendo un adulto. Nunca fue Superboy. Sin embargo es no impidió que éste apareciera años después (More Fun Comics #101, 1945) motivado sobre todo por el enorme éxito del personaje, más que por una profundización en su pasado. Y la cosa no acabó aquí: muchas de las primeras apariciones de villanos e incluso secundarios que habían aparecido en Superman fueron recontadas en la serie de Superboy, dejando las historias originales en un estatus dudoso. ¿Habían tenido lugar en la trayectoria del personaje?

Para la DC de la época, eso era irrelevante mientras los cómics vendieran. Es posible que nadie pensara que esos personajes pudieran perdurar o que pudieran dar de sí más de lo que en ese momento ofrecían. A fin de cuentas ¿por qué a los chicos y chicas que leían tebeos les iba a preocupar si Clark Kent y Bruce Wayne se conocieron siendo adultos (Superman #76, 1952) o siendo niños (World Finest Comics #62, 1956, o Adventure Comics #275, 1960)?

Sin embargo, los personajes perduraron. O se reinventaron. De la Golden Age, al páramo de los años cincuenta y de ahí a los albores de la Silver Age. Los personajes no eran los mismos. Habían cambiado. Algunos radicalmente, otros de manera más sutil. Es entonces cuando entran en escena las Tierras Paralelas, que no significaron otra cosa que oficializar múltiples líneas temporales, múltiples continuidades.

Hay que tener en cuenta que el recurso de las Tierras Paralelas no aparece como solución al problema de la continuidad sencillamente porque la continuidad no era un problema. Sólo era un imaginativo argumento de un número de Flash que permitía que Barry Allen conociera a Jay Garrick. Un guiño a los lectores veteranos. Podría haber sido otra cosa, podría haber sido una historia imaginaria (¡ejem!), o una de “todo ha sido un sueño”. Pero no. Sin embargo, pese a no concebirse así, las Tierras Paralelas resultaron ser la mejor solución posible al naciente problema de la continuidad.

La mejor solución posible. Si las Tierras Paralelas eran la mejor solución al problema de la continuidad deceíta (y yo personalmente así lo creo) nos da una medida de la dimensión del problema. Establecer una línea precisa que dividiera las aventuras de una y otra continuidad era una tarea de gran complejidad pues no había un criterio claro. Era fácil con Flash o Green Lantern, que habían sido totalmente reinventados, o con personajes cuyas series hubieran sido canceladas, pero no con los que venían apareciendo de manera ininterrumpida desde los años cuarenta. Al fin y al cabo, era una suerte de retcon: nadie tenía en su cabeza en los años cuarenta que ese Superman era de la continuidad de Tierra-Dos, ni siquiera que habría otro Superman en los años sesenta (¡¿pero no es el mismo?!). Sin embargo, estableciendo dos Supermanes podías explicar que uno fue Superboy (el de Tierra-Uno) mientras que el otro no (el de Tierra-Dos). Así, todas las aventuras de Superboy van a situarse en Tierra-Uno de manera retroactiva.

Estos y otros criterios más discutibles y menos efectivos sirvieron para ir destilando versiones diferenciadas de cada personaje. De manera forzada en algunos casos o incluso aprovechando despistes y gazapos. Por ejemplo, Lex Luthor en un principio tenía pelo (Action Comics #23, 1940). Posteriormente fue dibujado calvo por error en una tira de prensa, lo que fue adoptado en los cómics en Superman #10 (1941) y así se quedó. Después se estableció que el Luthor con pelo era el de Tierra-Dos, quedando el Luthor calvo en Tierra-Uno. La fragilidad de la explicación es evidente: en la inmensa mayoría de sus apariciones durante la Golden Age (que es la base de la continuidad de Tierra-Dos) Luthor ya era calvo. Pese a todo, las incoherencias de las que se habló antes empiezan a ser parcialmente solventadas.

La solución no obstante estaba lejos de ser definitiva. Su implementación y desarrollo fue un proceso en paralelo a la accidentada articulación de una continuidad cohesionada. Ambos fenómenos se retroalimentaban. A medida que la (ausencia) de continuidad se convertía en un problema, el recurso de las Tierras Paralelas se va revelando como la solución más eficaz. O tal vez la única que había a mano. Por eso, las explicaciones van a ser paulatinas.

Algunas incoherencias tardan en ser resueltas, otras ni siquiera tienen esa suerte. Además se cae en nuevos errores que tienen que ser corregidos. Un par de ejemplos. En la primera aparición de los Jóvenes Titanes (The Brave and The Bold #60, 1965) el autor Bob Haney introduce a Wonder Girl, a la que ha visto en varios números de Wonder Woman y piensa que es la hermana adolescente de Diana. Sin embargo, esa “Wonder Girl” que ha visto Haney no es más que Wonder Woman de joven protagonizando una suerte de “historias imaginarias” con su yo adulto (Wonder Woman #124, 1961). Al haber introducido a “otra” Wonder Girl en los Jóvenes Titanes, se hace necesario dotarla de un origen. Otro: la reaparición de una demasiado joven Canario Negro de Tierra-Dos cuando se suponía que llevaba dos décadas en activo. El arreglo: era la hija creyéndose la madre (Justice League of America #219-220, 1983).

En todo caso, creo que las Tierras Paralelas demostraron ser una buena plataforma para articular soluciones e integrar todas las historias DC en un único relato. Ese relato se va construyendo poco a poco, improvisadamente. Además, también venían muy bien para alojar a las plantillas de superhéroes que DC iba comprando a otras editoriales o a personajes y series de imposible encaje en ninguna de las continuidades principales (funny animals, series de género y cosas así) pero que en alguna ocasión se habían mezclado con personajes de Tierra-Uno para tremendo dolor de cabeza de autores y aficionados.

Desde el descubrimiento del Multiverso ya no hay marcha atrás: la existencia de múltiples continuidades permitió contar con todas las historias publicadas hasta ese momento. Permitió construir una auténtica Historia del Multiverso DC desde una concepción global y por consiguiente establecer un fondo único de referencia para todos los personajes. A partir de entonces era posible una verdadera interacción de los personajes, pues compartían hábitat, escenario. DC ya podía tener un universo compartido para sus personajes, pero no por un decreto editorial, sino porque se habían sentado las bases narrativas para que se hiciera de manera fluida, construyendo una ficción cohesionada.

2. Mientras, en Marvel…

Tras veinte años de labor editorial, DC cuenta con una base narrativa para dar coherencia a su universo de ficción. Lo hará poco a poco, conforme vaya sintiendo la necesidad de que sus historias se articulen como un gran y único relato y no como hasta ahora como una sucesión de aventuras sin más. Cabe preguntarse, ¿por qué ahora es necesario prestar atención a la continuidad? ¿De dónde provenía esa necesidad? ¿De un repentino impulso creativo? ¿De una petición del departamento de números atrasados? En parte provenía por demanda del naciente fandom. Los lectores se habían vuelto más exigentes. Piden un mínimo de coherencia en el decurso de la historias. Además, han aparecido otros superhéroes que sí ofrecen esa coherencia. Y están gustando. Mucho. Los otros son, como no podía ser de otra manera, los de la Maravillosa Competencia.

Marvel supo convertir sus debilidades en ventajas estructurales. Si antes hemos dicho que DC se configuró como un reino de taifas tanto por su origen empresarial como por el empuje de sus personajes, Marvel era lo contrario. Una pequeña editorial con un único propietario y un único editor. Su plantilla superheroica era modesta, destacando su particular trinidad (Capitán América, Antorcha Humana y Namor), pero sus series llevaban canceladas desde hacía muchos años. En tiempos de la Golden Age habían demostrado un gusto por el cruce de personajes y por ambientar sus historias en un tiempo y espacio reales, pero nada comparado con lo que pasó en los sesenta.

Otro elemento estructural que pudo jugar a su favor, no sin cierta ironía, fue la distribución. A finales de los cincuenta, Marvel tuvo que contratar la distribución de sus cómics a una empresa de DC, que le impuso una cuota de ocho ejemplares por mes. Esta cuota pudo facilitar la labor de coordinación editorial al impedir la proliferación de títulos en los años de bonanza y el consiguiente desborde, que es exactamente lo que pasó en los años setenta, una vez roto el contrato con la distribuidora de DC.

A estos elementos se le sumó el ingrediente decisivo. Una nueva forma de narrar aventuras superheroicas y de entender a los personajes. En este marco, una de las novedades que introdujo Marvel fue un uso intenso, sistemático de la continuidad. Operaba a nivel individual y universal. Individual porque cada suceso traía unas consecuencias específicas en la vida de los personajes. Así su evolución cobraba relevancia. Era una idea muy simple, pero tremendamente rompedora: lo que les pasaba a los personajes importaba. Su personalidad se definía por eso, se iba construyendo. Y universal porque al relacionar a unos personajes con otros se va tejiendo una espesa red de interrelaciones que hace que lo que le pasa a unos pueda afectar a otros situados en otra punta del universo de ficción. Para reforzar esto, la acción se ubica en Nueva York, un escenario real y común para todos que propicia de manera fluida y natural esa interconexión generalizada de los personajes. Si Spider-Man conoce accidentalmente a Daredevil en el transcurso de una pelea en Queens, después ambos van a recordar ese suceso, que va a quedar fijado en la continuidad tanto de uno como de otro.

Así, el vendaval creativo de Marvel en la primera mitad de los años sesenta se desarrolló sobre un mismo escenario y una misma línea temporal. De hecho, su conexión con la Golden Age marvelita apenas supuso un problema. En fecha tan temprana como el Fantastic Four #4 (1962), con la reintroducción de Namor, quedó claro que los cómics Marvel de la Golden Age pertenecían a la misma continuidad, al mismo universo de ficción. En esto Marvel también contaba con otra ventaja: sus personajes dejaron de ser publicados y no fueron reinventados. Como nunca hubo dos versiones de un mismo personaje (¿seguro?) no había que urdir complejas explicaciones que lo justificara. Así, algunos elementos de la Golden Age marvelita pudieron ser reintroducidos sin necesidad de barreras dimensionales. Las reintroducciones pudieron ser cuestionables o increíblemente poco originales (¿animación suspendida?, ¿¿amnesia??) pero ayudaron enormemente a construir una única y sólida base al Universo Marvel.

No es que Marvel no tuviera problemas a la hora de encajar elementos de la Golden Age en su relanzado universo, pero al contar con un planteamiento de base más simple pudo encontrar fácilmente formulas para (re)integrarlos en la continuidad. Más sencillas y elegantes, aunque quizá menos fascinantes y trascendentes que las de DC. Uno de los mejores ejemplos es la versión del Capitán América de los años cincuenta (¡bingo!). Marvel trató de relanzar la colección del Capi en plena histeria por la “amenaza roja”, convirtiendo al abanderado en un “machaca-comunistas”. Dos décadas más tarde, en unos EEUU más “liberales” (en el sentido que le dan allí, lo que aquí sería “progresistas”), Steve Englehart convirtió ese fracaso editorial en la historia de un falso Capitán América que operó mientras el verdadero se hallaba en animación suspendida. Una historia que, más allá de introducir al Capi de los cincuenta en la continuidad, planteaba de manera nada velada la tensión política entre liberales y conservadores en los EEUU de los años setenta, representados por cada una de las versiones del Capi.

Otro ejemplo fue la conexión entre la Antorcha Humana original (ya van dos versiones) y La Visión (que también era una versión aunque sin conexión alguna con su predecesor). Androides ambos, La Visión se había construido sobre la base del cuerpo de la Antorcha. El autor de la idea (aquí no hay arreglo porque no hay contradicción), Roy Thomas, se reveló como un verdadero artesano a la hora de plantear conexiones verosímiles entre el Universo Marvel de los años sesenta y setenta y el de los años cuarenta. En sus trabajos para DC fue absolutamente decisivo a la hora de desbrozar la continuidad de Tierra-Dos (no en vano es un fan acérrimo de la Golden Age deceíta) y desarrollarla con un tono y un trasfondo propios. Podría decirse que, al margen de las fuentes originales, terminó de definir Tierra-Dos hasta el punto de que llegó a ser considerado oficiosamente “editor de Tierra-Dos”.

Roy Thomas

Las tramas de los dos capitanes o de la relación entre la Antorcha original y La Visión eran el equivalente marvelita a las Tierras Paralelas: puentes entre los cómics de los años cuarenta y sesenta. Como se ve, hay una clara diferencia entre las soluciones dadas en uno y otro universo de ficción, lo que contribuyó a perfilar el carácter de cada uno: verosímil, integrado y fluido el de Marvel; imaginario, fragmentado y, como muy bien dijo Kurt Busiek por boca de la Bruja Escarlata, tendente al caos el de DC.

Así las cosas, Marvel acabó teniendo un puñado de personajes nuevos escritos y dibujados por no más de media docena de autores, coordinados por un único editor y publicados a ritmo de ocho ejemplares al mes. Las condiciones objetivas eran enormemente favorables para trenzar una ficción compartida, como así fue. De esta manera, el Universo Marvel se articuló como una vasta novela-río por entregas y el respeto escrupuloso a la continuidad se incrustó en el ADN de la Casa de las Ideas. El poner en valor la continuidad y situarla en el centro mismo del universo compartido fue una de las grandes innovaciones de Stan Lee.

Si la continuidad marvelita puede ser imaginada como un montón de afluentes que confluyen en un inmenso y único río, la imagen de DC sería la de un vitral. Como en un rosetón medieval, la continuidad deceíta se compone de una miríada de piezas fragmentadas, cada una contando un pedazo de la historia pero inconexas unas de otras si se toman individualmente. Es necesario ver el conjunto completo para apreciar la figura. Sin embargo, sólo auténticos artesanos son capaces de encajar bien las piezas. Y cuando se hace mal, sólo se ve caos.

3. Del Multiverso a la simplicidad misma y vuelta a empezar.

El concepto de las Tierras Paralelas dotaba de un marco, una estructura común, a todas las historias de DC. Sin embargo, como ya se ha comentado, no era fácil manejarse en ese andamiaje. No fue premeditado, ni se aplicó sistemáticamente desde un principio ni respondía a un plan. Tan sólo era un recurso. A veces parecía un laberinto en el que era muy fácil perderse. Esta era la sensación que tenían bastantes autores y aficionados. Ante un universo accesible y sencillo con una única continuidad y una única línea temporal como era el de Marvel, el de DC aparecía inaccesible, lleno de duplicidades confusas y varias líneas temporales fragmentadas.

Al final DC sucumbió y decidió revisar los cimientos de su Multiverso. Todo empezó de una manera muy trivial: en 1981 un aficionado escribe una carta al correo de Green Lantern manifestando su confusión por un fallo de continuidad detectado en uno de los futuros de DC (porque DC tenía varios futuros: el de Kamandi, el de la Legión, etc.). Marv Wolfman, encargado de responder el correo, se justifica ante el aficionado: “un día señalaremos qué está en el Universo DC (…) y qué queda fuera”. Y así se hizo, pero no poniendo orden en el caos, sino empezando desde el principio. Fue en Crisis en Tierras Infinitas, donde se puso punto final al Multiverso. Las Tierras Paralelas quedaban proscritas. Ya no habría más Tierra-Uno o Tierra-Dos, sólo una y única Nueva Tierra. DC apostó por construir desde cero una nueva continuidad integrada y cohesionada. En cierto modo, fue una marvelización de DC, y la extensión de lo que Wolfman ya estaba haciendo en los Nuevos Titanes.

Sólo se establecieron excepciones para los personajes ubicados en la posteriormente conocida como línea Vértigo, pensada para lectores adultos. El motivo era lógico: las historias de Vértigo tenían un trasfondo y un tono tan explícita y deliberadamente diferente como para que se las mantuviera al margen del ajetreo de un universo superheroico. Allí fueron a parar Sandman, La Cosa del Pantano, John Constantine y otros. No era exactamente una “tierra paralela Vértigo”. Sencillamente estaba al margen del Universo DC. A su vez, cuando DC adquirió nuevos personajes (Wildstorm), también los mantuvo al margen del Universo DC, en este caso suponemos que para no complicar las cosas.

Este fue el intento más loable por parte de DC de poner en orden su continuidad. Y mereció la pena. No fue como en el establecimiento del Multiverso. Éste hizo coexistir en paralelo líneas temporales de los años cuarenta y de los años sesenta respetando la inmensa mayoría de los acontecimientos ocurrido hasta entonces, tan sólo separándolos entre dos universos. Sólo en este sentido modificó el pasado, segregando uno de otro, “inventando” una línea temporal para cada tierra donde ubicar acontecimientos y personajes duplicados. Por eso se dice que fue el Multiverso el que hizo posible la continuidad deceíta.

Sin embargo ahora el reto era otro. Al establecer una continuidad nueva y única había muchas cosas que tenían que quedarse inevitablemente fuera. En esa época, los autores y editores DC (aquí lo hicieron nuestros entrañables Sergio Pradera y Miguel G. Saavedra, aunque no siempre daban respuestas comprensibles) insistieron mucho en que la Nueva Tierra no era una Tierra-Uno reformada, o la suma de Tierra-Uno y Dos, sino una totalmente nueva. Para construir su línea temporal respetando lo más posible el pasado de la editorial (no en vano Crisis se publicó en el marco del 50º Aniversario de DC) era inevitable establecer un pasado que nunca había existido. No se podían reiniciar todas las series desde el primer número y publicar historias de los personajes empezando sus carreras. Había que diseñar un pasado común y establecer orígenes actualizados para poder pasar en seguida a contar historias contemporáneas.

Esto se trató de hacer, dentro de las posibilidades, lo más sistemático y coherente posible. Pero no era fácil. Los problemas más importantes eran dos: cómo encajar a los personajes de Tierra-Dos en la única Nueva Tierra y qué hacer con los duplicados. La solución fue encajar los personajes de la Golden Age en el pasado de la Nueva Tierra, justificar de alguna manera que seguían vivos y joviales en los años ochenta (nadie quería matarlos) y luego quitárselos de en medio: se quería evitar a toda costa la convivencia de distintas versiones de un personaje. No podía haber dos Flashes o dos Green Lanterns en un mismo presente. Así que se los llevó a un limbo. Con los personajes duplicados se estableció que los de los años cuarenta inspiraron a los que vinieron después (ahora “después” son los ochenta, no los sesenta). Se decretó una excepción con la Trinidad: sólo habría una versión de cada uno. Sólo habría un Superman, que no sería el de Tierra-Uno, sino el que desarrollara John Byrne. Así, todas las historias del Superman de Tierra-Uno (las características de la Silver Age) ya no contaban. Lo mismo pasó con el Superman de Tierra-Dos.

Dado el carácter pionero del evento se cometieron algunos errores. Pese al impresionante trabajo de síntesis y de cohesión que fue Crisis, el relanzamiento se hizo descoordinadamente. Hubo personajes que vieron modificada toda su trayectoria y se les alteró su cronología desde el origen (Superman, Wonder Woman, Capitán Marvel), otros apenas sufrieron ajustes (Batman) y unos pocos iniciaron un tortuoso éxodo en busca de un origen definitivo (Power Girl, Wonder Girl, Hawkman).

Estos cambios no fueron simultáneos, por lo que durante algunos años se solaparon versiones y continuidades pre-Crisis y post-Crisis. Ya en el mismo principio de la operación, en Crisis #11, primera aparición de la Nueva Tierra, puede apreciarse: Batman visita a Luthor y este responde a su versión de Tierra-Uno (científico loco y presidiario) cuando el Luthor de esa debutante Nueva Tierra va a ser un magnate por encima de la ley. Eran contradicciones inevitables. No se podía saber todavía cómo iban a ser las versiones post-Crisis.

Bajo el impulso de cambio traído por Crisis se contaban historias nuevas, se recontaban historias viejas en la nueva continuidad, se aprovechaba para introducir algunas modificaciones o se rescataba a viejos personajes. Así, se le ofreció a Neil Gaiman realizar una versión de Sandman, se nos contó otra vez el “primer encuentro” entre Superman y Batman (Man of Steel #3, 1986), el “primer encuentro” entre Batman y el Joker (Legends of the Dark Knight #50, 1993), se estableció que la Liga se fundó sin la Trinidad (Secret Origins #32, 1988), se le hizo un nuevo origen a Jason Todd (Batman #408, 1987) y un larguísimo etcétera.

Algunos elementos del pasado fueron versionados, actualizados y reintroducidos (Lori Lemaris). Otros fueron ignorados. Y alguno quedó en un estatus ambiguo (¿Existió Clayface I en Tierra-Uno? ¿Quién sabría decir su primera aparición y origen post-Crisis?).

Muchas de esas historias eran lo bastante buenas como para sostenerse por sí mismas. Además contribuían al objetivo que perseguía DC con la Crisis: tener un universo accesible y actualizado. Sin embargo, enseguida emergió un nuevo problema. La continuidad multiversal de DC podía ser quebradiza, pero también lo era la de cada personaje, que había tendido a ir por libre. Partir de cero con personajes de casi medio siglo de existencia, con cientos de comics publicados, con varias versiones de los mismos, requería un esfuerzo coordinado, sostenido y tenaz. Apenas había eventos compartidos que les hubieran pasado a todos. Cada personaje podía arreglar su propia continuidad, pero luego su encaje en el conjunto de universo compartido era un dolor de cabeza. Y en buena medida seguía siendo problema de los editores.

Aquí sobresalen los ejemplos de Wonder Woman y Hawkman. Según sus nuevos orígenes, no se muestran al mundo hasta fechas recientes dentro de la nueva continuidad. No participan de la JSA (bueno, Hawkman sí, más o menos), ni de la JLA. Sin embargo resultaba imposible prescindir de su presencia en determinadas aventuras tanto de uno como de otro equipo.

En muchos casos, se aplicó la vieja fórmula de “hacer como si lo anterior no hubiera pasado”. Por ejemplo, toda la mitología de Superman fue modificada. Algunas decisiones eran obvias (suprimir el Súper-zoo o las múltiples kryptonitas), otras no tanto (renunciar a la Fortaleza de la Soledad o al legado kryptoniano), pero esto a veces traía consecuencias más allá del personaje. La versión post-Crisis excluyó su pasado como Superboy, lo que hacía insostenible el origen de la Legión de Superhéroes. Así que cuando aparecían estas contradicciones, se hacía un apaño (léase universo de bolsillo) o se miraba a otro lado. Otro ejemplo: siguió establecido que Bárbara Gordon había sido Batgirl, pero nunca quedó claro cuándo, en qué momento. Tan sólo parecía que había sido Batgirl, pero de hecho se actuaba como si no lo hubiera sido.

Para resolver estos desaguisados fue necesario seguir parcheando la nueva continuidad. Tratando de evitar un nuevo reboot general, se extendió el uso de retcons y reseteos parciales de eventos y personajes. Así, tenemos que el asesino de los padres de Batman seguía siendo Joe Chill tras Crisis (Batman Año Dos, 1987) pero después de Hora Cero pasó a ser un desconocido (Detective Comics #678, 1994), el origen del Joker contado en La Broma Asesina (adaptación libre del primer origen contado Detective Comics #168, 1951) fue conectado y desconectado de la continuidad, o como no se podía pasar por alto la presencia de Wonder Woman en la JSA durante la SGM, se estableció que era la reina Hipólita vestida como Wonder Woman. Lo de Hawkman merecería un capítulo entero.

No contentos con eso, también se dieron bandazos inexplicables. Después de un gran esfuerzo por parte de Mark Waid y John Ostrander para diseñar un pasado de la Liga sin la Trinidad, tras Crisis Infinita se les restablece como miembros fundadores. La decisión aisladamente era justísima, pero inserta en la nueva continuidad era un horror ¿Qué pasaba entonces con lo de que Wonder Woman no debutó hasta muchos años más tarde de fundarse la Liga?

Aunque la línea temporal post-Crisis estuvo vigente de 1986 a 2011, entre los parches para consolidarla y la creciente reintroducción de viejos elementos, poco quedaba de la simplicidad y accesibilidad buscada. Aún con todo, DC disfrutó de una única continuidad más o menos cohesionada durante un cuarto de siglo. Pero la cosa colapsó. Seguramente porque había demasiados problemas de base. El peso del pasado era demasiado poderoso. Algunos elementos eran demasiado seductores como para no jugar con ellos.

4. Dónde, cuándo y cómo estamos ahora.

Hemos podido ver como la continuidad es diferente en su concepto, importancia y aplicación para cada una de las editoriales. Para Marvel es sinónimo de cambio, de evolución. Es su marca de la casa. Para DC es el intento de poner orden en el caos. Poder contar buenas y actuales historias respetando en todo lo posible su inmenso pasado. Ha sido, es y será siempre un problema.

Ambas editoriales han dejado de lado todo esto.

Marvel hace tiempo que no ofrece cambio sino “la ilusión del cambio”. Inevitablemente, su éxito ha traído parejo el establecimiento de una imagen fija, prototípica de sus personajes, lo que les impide evolucionar. Sigue operando con la misma continuidad, pero se ha alargado y estirado tanto que ha perdido buena parte de la verosimilitud que la hizo tan atractiva en el pasado. Ha caído en un eterno retorno, aunque no como el de DC, que cuenta distintas versiones de las mismas historias, sino repitiendo los ciclos, temas y dilemas ya consagrados en la evolución de sus personajes: crisis familiar de los Cuatro Fantásticos, caída y autosuperación de Spider-Man, agresión-división-reunión-autodefensa de los mutantes o crisis de valores y reafirmación del Capitán América.

A medida que pasaba el tiempo, era más complejo mantener cohesionada esa continuidad. En este sentido, tampoco Marvel ha estado exenta de desatinos que parecerían más propios de DC: universos de bolsillo (Heroes Reborn), reboots innecesarios (Spider-Man: Chapter One) o personajes con una continuidad crecientemente confusa (Lobezno). Tal sólo mantenía el viejo espíritu porque no había ejecutado ningún reset masivo, carecía de otra continuidad paralela a la oficial o apenas había versionado a sus personajes.

A día de hoy se puede decir que sólo queda que Marvel accione algún tipo de reboot general para poder decir que ya se ha metido en todo los charcos típicos de DC. E incluso lo del reboot es discutible.

Con el lanzamiento del Universo Ultimate parecía que Marvel se aproximaba peligrosamente a un modelo de multiverso notoriamente deceíta: lo “clásico” en una tierra (la 616), lo “moderno” en otra tierra (la 1610). Marvel juró que jamás haría un cruce entre ambas. Eso hubiera sido demasiado. En todo caso, el Universo Ultimate albergó historias tan buenas que podía autosostenerse como un verdadero Universo Marvel del siglo XXI. Pero no fue así. Amén de un curioso efecto de contaminación, por el que el Universo tradicional se iba pareciendo cada vez más al Universo Ultimate, éste fue perdiendo impulso y acabó extinguiéndose no sin antes cruzarse con el Universo 616 (¡ay!) y dejar allí un retoño, Miles Morales, el nuevo Spider-Man adolescente frente al crecido-lo-justo Peter Parker.

Otro de los grandes atractivos de Marvel era el carácter único de sus personajes. No admitían versiones. El mejor ejemplo es Spider-Man. Es tal la ligazón del personaje con su pasado, con sus vivencias, está tan definido por ellas que era imposible modificarlas. Nadie podía hacerse cargo de Spider-Man y contar “a su manera” la muerte de Gwen Stacy. Era inconcebible. Pues bien, Marvel ha efectuado revisiones de su pasado tan absolutamente cuestionables (Past sins, mefistazo) que ha golpeado la esencia misma de su continuidad emocional, es decir, la continuidad en la cabeza y el corazón del lector.

En cuanto a las versiones, si bien es cierto que siempre hubo algunas (Spider-Woman, Hulka, Mrs. Marvel) o sucedáneos producto de ajustes particulares (Thunderstrike, Máquina de Guerra, USAgente), la trayectoria que se dibuja es la de un creciente versioneo que amenaza la singularidad de los personajes marvelitas. Ya tenemos dos Spider-Manes en la continuidad oficial. Y recientemente se ha sumado otra hornada de versiones femeninas de algunos personajes masculinos (otra vieja política deceíta). Más allá de la permanencia o no de estas versiones, que no viene al caso, o su crítica por “inauténticas” (lo que nos llevaría inevitablemente al debate de los roles de género y las “políticas de minorías” en los cómics de superhéroes, lo que excede con mucho este artículo) está claro que estos movimientos tienen un encaje accesorio en la continuidad mavelita. O más bien circular. Su objetivo es satisfacer determinadas demandas y cubrir determinados espacios de mercado. Nada que objetar, al fin y al cabo hay que vender cómics para hacer cómics. Muchas innovaciones del género se han hecho por ese camino. Pero en este caso la sucesión de elementos cuestionables evidencia que la continuidad marvelita, esa gran novela-río, está estancada, no fluye. Ha sido empantanada.

En cuanto a DC, tras varios ajustes en la continuidad post-Crisis decidieron jugar otra vez a la carta de un reboot masivo pero esta vez empezando todo desde el primer número. ¿Todo empezaría desde el principio? Más o menos, porque como ya sabemos, siempre hay personajes que empiezan de cero y otros que empiezan donde lo dejaron el mes pasado. Es decir, que con Los Nuevos 52 han hecho lo de siempre, un reboot descoordinado donde unos personajes siguen casi igual y otros son totalmente revisados.

Estas maniobras hacen que la interacción sea más difícil, no más fácil, y que establecer una única continuidad sea más complejo, no más sencillo. Sin un mínimo de sincronía es imposible establecer una única continuidad y un universo compartido. Al final siempre parecerá que unos personajes están en un tiempo y un lugar y otros están en otro tiempo y otro lugar, compartiendo tan sólo cruces inconexos con sus propias trayectorias particulares. Esto ya pasó en parte tras Crisis y ahora volvió a pasar con Los Nuevos 52. Además en este caso lo agravaron con clamorosas incoherencias como las vistas entre la serie Superman/Batman y lo establecido en las series de Superman, desconexiones totales como la Wonder Woman de su serie con respecto a la de la Liga, o cronologías imposibles como la de Batman y su legión de Robins. Es como si DC no hubiera aprendido nada desde Crisis.

Otro de los puntos más polémicos ha sido el de fusionar el Universo DC con el grueso de la línea Vértigo, Wildstorm y todo lo que pasara por allí. Algunas pistas dan a entender que la introducción del universo de Watchmen estaba ahí desde el principio, aunque sólo en el Rebirth se ha oficializado. Aquí el debate se sitúa en la conveniencia de forzar la coexistencia de personajes y mundos tan claramente diferentes en el tono y el tratamiento como los de Vértigo y DC.

Lo más importante, la calidad, tampoco acompañó: las nuevas versiones de las mismas historias de siempre (primer encuentro entre Batman y Superman, fundación de la Liga, etc.) en la mayoría de los casos no sólo no aportaban nada sino que no mejoraban lo que ya había.

Visto lo visto, uno se pregunta ¿era tan difícil alojar estas versiones molonas y peliculeras en un universo aparte y dejar al resto en paz? ¿Acaso no lo hacen ya con los volúmenes de “Tierra Uno”?

Ahora con Rebirth se abre una línea argumental que no por reiterativa deja de ser atractiva y estar bien planteada: los Nuevo 52 son una alteración del universo conscientemente provocada por una entidad de oscuras motivaciones. En el fondo lo que vienen a decir es que son una anormalidad, un desvarío. Ahora, entre la dirección editorial deceíta se abrirá el debate, animado por el fandom, de qué elementos de la vieja continuidad se van a incorporar al Rebirth, lo que en el fondo no deja de ser el mismo debate post-Crisis que se saldó con una recuperación tan extensa de elementos pre-Crisis que hizo cuestionarse el sentido mismo de la Crisis.

Entonces, ¿estamos ante la enésima versión del eterno retorno superheroico? ¿O bien sumidos en un bucle temporal? ¿En una espiral descendente? ¿O en una ruedecita de hámster? Quien sabe…

Juan Iglesia

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R.I.P.
R.I.P.
14 diciembre, 2016 9:29

Magnífico acercamiento y resumen a la trayectoria de ambas editoriales.
Para releerlo despacio.
¡Enhorabuena!

Manu González
Manu González
14 diciembre, 2016 11:06

Tremendo articulazo. ¡Bravo!

billyboy
billyboy
Lector
14 diciembre, 2016 11:14

Hombre si lo de que Reed Richard reinicie el universo Marvel según el y introduciendo cambios creo que si que entra en un reboot encubierto.

Pau
Pau
En respuesta a  billyboy
14 diciembre, 2016 12:49

Coincido con tu opinion billyboy , te daria un pulgar «parriba» pero aun no doy con la tecla de como es jeje.

Hongosubterraneo
Hongosubterraneo
Lector
En respuesta a  billyboy
15 diciembre, 2016 11:12

Nadie niega que haya un semi-reboot. De lo que se habla es que la continuidad (exceptuando la de Miles Morales) no se ha visto comprometida. Es decir, todo lo que pasó antes de Secret Wars en la Tierra-616 sigue siendo válido.

Pau
Pau
14 diciembre, 2016 11:25

Muy buena esa de que cuando marvel hace algo mal, es por tratar de imitar a dc.

earbudds
earbudds
En respuesta a  Pau
14 diciembre, 2016 13:38

Es que Marvel es perfecta, salvo cuando le obligan a hacer algo mal.

Sergio Aguirre
14 diciembre, 2016 11:28

Genial repaso y análisis Juan. He disfrutado mucho de su lectura y me parece muy completo, tocando muchos puntos claves, cuando es un tema extensísimo que no lo ponía fácil.

Solo haré un apunte con intención de añadir, no de corregir: por lo visto en la DC de la Golden Age, activamente no se preocupaban en no contradecirse con historias pasadas no solo porque su publico objetivo eran niños que no se iban a quejar. Sino porque además, al serlo, en National tenían una serie de estadísticas que les indicaban que solo serían lectores de tebeos unos pocos años antes de abandonarlos pasando a otros intereses.

Por tanto, decidieron que no les merecía la pena molestarse en no contradecirse, ya que los lectores de un número muy probablemente no habían leído un episodio publicado hacía solo un par de años antes. Cada generación de lectores no llegaba a leer ninguna contradicción, era sustituida a ritmo vertiginosa por otra siguiente que no tenía consciencia de que en entregas anteriores se había establecido alguna cosa distinta en la misma colección.

Es cuando el Flash de la Silver Age lleva unos números en marcha cuando en DC empiezan a recibir correo llamando la atención sobre la anterior versión de Jay Garrick y empiezan a percibir que sus estudios de mercado sobre el relevo generacional de lectores ya pueden no ser vigentes. Y es la idea genial de Stan Lee de tener en cuenta esa nueva realidad cuando no mucho después genera mes a mes las lineas maestras del universo Marvel y construye desde ahí, la que le lleva a mayores éxitos en términos de continuidad, mientras en DC todavía estaban decidiendo cómo reaccionar de forma convincente a ello, creo yo.

Un saludo y muchísimas gracias por este artículo, un estupendo debut en esta página, espero que el primero de una larga andadura.

Juan Iglesia Gutiérrez
En respuesta a  Sergio Aguirre
14 diciembre, 2016 12:00

Muchas gracias! Lo que dices es cierto: la masa de lectores se renovaba a buen ritmo, pero eso cambió con Marvel al «fidelizar» al lector y ampliar el mercado llegando a adolescentes y universitarios. No sé si fue primero el huevo o la gallina (el público cambió y Marvel lo captó o Marvel probó y el público respondió). El cambio es clave: ya no se podían repetir las historias para los nuevos, aunque por la vía de los hechos es lo que se ha acabado haciendo…

Sergio Aguirre
En respuesta a  Juan Iglesia Gutiérrez
14 diciembre, 2016 12:07

Pues también tienes razón. Yo diría que en este caso es mas bien lo que digo, por eso de que a DC le llegaban cartas preguntando por los personajes de la Golden Age ya en los cincuenta, antes que Marvel despegase con su universo superheroico, pero es muy cierto que precisamente eso ultimo fue fundamental para consolidar la tendencia.

Y perdona, que me acabo de dar cuenta de que ya llevas varios escritos aquí y éste no es el primero. Con lo de Firma invitada me he despistado y no me he dado cuenta de eres el mismo tras los textos de la Liga de la Justicia y Watchmen. ¡Un saludo!

Juan Iglesia Gutiérrez
En respuesta a  Sergio Aguirre
14 diciembre, 2016 23:11

No te preocupes, no me prodigo mucho. Saludos!

Oraculo
Oraculo
Lector
14 diciembre, 2016 12:27

Genial artículo. Muy cuidadoso hasta con fechas y números de comics!
Sólo añadiría un detalle, cuando dices casi como conclusión resignada «Nada que objetar, al fin y al cabo hay que vender cómics para hacer cómics.» yo creo que eso cambió. ahora también están las películas.
Elementos que iban bien en los comics, terminan siendo cambiados porque a sus películas les va muy bien. Un ejemplo de ello son las películas de Marvel. En especial las de los vengadores por separado y reunidos. Elementos que funcionaron en esas películas terminaron cambiando a los personajes en sus comics. Villanos y héroes que aparecen en los cómics, justo cuando salen en las películas, con rediseño de vestuario acorde con las películas, etc.

Ahora, al editor no le alcanza con preocuparse por lo que escriben sus autores, sino que debe controlar o incluso acordar, con los escritores y directores de las películas.

Y de las pelis de DC no digo nada, porque hasta Batman vs Superman, cada director hacía lo que se le daba la gana…

Gustavo Higuero
Autor
14 diciembre, 2016 12:34

Estamos muy satisfechos por la buena acogida que estáis demostrando con este artículo. Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

Pero como no queremos que la fiesta termine aquí, mañana saldrá un nuevo artículo dedicado a la opinión pura y dura de este tema, donde podremos disfrutar de un cara a cara muy interesante.

Esperamos vuestras aportaciones!!

Juan, gran trabajo, como siempre. 🙂

Forager
Forager
Lector
14 diciembre, 2016 13:37

Magnífico artículo. Aunque al final todos buscamos simplemente buenas historias, creo que todos estamos de acuerdo en que la continuidad y la construcción de universos de ficción compartidos es una de las características esenciales del género, y una parte importantísima en el hecho de que lo amemos.

Durante algún tiempo, fui más fan de Marvel. Pero pronto caí enamorado del concepto de multiverso de DC. El hecho de que hayan tenido que ingeniárselas en DC, como tan bien describe el artículo, para hacer encajar todo ese caos, es decir la dificultad añadida, que no tuvo en su día Marvel, ha sido al final la responsable de un concepto con algunas goteras, desde luego, pero absolutamente fascinante.

O sea, que de los peores atolladeros surgen al final las ideas más ricas, en su complejidad, y más insospechadas y sorprendentes

¡Enhorabuena otra vez!

Shockbringer
Shockbringer
Lector
14 diciembre, 2016 13:45

Genial artículo.
Yo siempre lo he dicho, que DC tiene una violenta relación de amor/odio ha su continuidad y lo peor es que cada vez que intenta reordenar para hacer su universo más sencillo y accesible a nuevos lectores más parece complicarlo todo.
Yo creo que se pueden contar buenas historias, historias icónicas de cualquier personajes sin renunciar a la continuidad y sin que la continuidad sea un impedimento. No concibo que un autor tenga una idea para una historia que no pueda llevar a cabo por culpa de la continuidad. Si nos fijamos en el Batman post-N52, que se suponía que respetaba la continuidad, en Detective Comincs se nos contó un nuevo origen de Dos Caras y un nuevo Origen de El Hombre Calendario que francamente, eran historias de lo más olvidables que en un ningún momento valieron el precio de borrar las anteriores versiones de estas historias. Hasta tal punto es así que en el especial de Batman Rebirth ya nos presentan otra versión de este personaje (ahora con poderes)
En fin, para mí el error de DC es querer siempre nada entre dos aguas. Con el Reboot de los New52 no se atrevió a hacer tábula rasa con todo el universo, lo que a la postre dio lugar a infinidad de problemas de continuidad que no podían ser explicados y ahora Rebirth y su intento de aglutinar todo, más de lo mismo aportando todavía más complejidad y alejando más a los nuevos lectores.
Si no lo tenían claro deberían haberse quedado donde estaban. En la primera década de los 2000 venían realizando unos cómics de muchísima calidad y las mejores series de los N52 como el Batman de Snyder, Animal Man, Greem Lantern, La Cosa del Pantando, o la Wonder Woman de Azarello podían haberse hecho exactamente igual sin renunciar a la continuidad. Incluso el Aquaman de Geoff Johns lo habría permitido con algunos ajustes. No digamos ya el actual Superman que tan buena acogida está teniendo es que continuidad directamente pre N52.

Dreadstar_TFE
Dreadstar_TFE
Lector
14 diciembre, 2016 15:58

Súper (nunca mejor dicho) interesante artículo que merece ser leído varias veces para poder asimilar la ingente cantidad de datos que aporta.

Personalmente veo en el multiverso de DC una gran aliada a la hora de contar historias.

Los guionistas más avezados pueden dar grandes cómics, ajustándose o no a la continuidad, ya que el concepto de multiverso hace posible todo.

Esa continuidad compleja propia de DC me resulta atractiva, y creo que Grant Morrison en su Multiverso ha sacado un gran jugo narrativo a todos esos conceptos.

Carbunclo
Carbunclo
Lector
14 diciembre, 2016 18:28

Genial artículo, Juan. Curradísimo y con interesantes reflexiones en torno a las diferencias entre Marvel y DC en este tema. Y también muy buenos los apuntes de Sergio. Para mí, un post de obligada relectura. 🙂

PD: Ganazas del artículo de opinión de mañana que ha anunciado Gustavo más arriba. Por aquí estaremos.

hammanu
hammanu
Lector
14 diciembre, 2016 18:42

Muy buen articulo Juan que deja los puntos sobre las ies y que ni yo mismo lo explicaría mejor. Casi mas que la continuidad en si de todas las aventuras de tanto personaje el hecho es conservar la esencia y mejores historias de estos.
Me refiero que si haces un reboot y los Nuevos Titanes no son los que crearon Perez y Wolfman con la misma alienación y sufriendo «El contrato Judas» no es lo mismo. Puedes recontarlo de una manera mas moderna con uniformes mas acordes a esta época y diálogos mas modernos si quieres, pero si obvias esto como no se yo… poner a Cyborg en la Liga para suplir el cupo racial y de paso te cargas del origen del grupo a Martian Manhunter pues es una chorrada y no te digo ya que Creeper vive en la katana de Katana o Question es Judas Iscariote.
Yo creo que hay ciertos elementos que son inviolables y que DC o Marvel tendrían que tener en su «biblia» de escritor como referencia. Yo siempre he dicho que el escritor que le da a la retrocontinuidad y cambia orígenes y demás es perfecto para escribir culebrones de televisión, y no buenas historias. En Marvel normalmente lo que habían contado Lee, Ditko y Kirby eran cannon y no se tocaba pero la retrocontinuidad como una lacra ha empantanado ambos universos.
Otro problema es que al no trabajar los guionistas en un mismo estudio y muchos son gente famosa por escribir o participar en otros medios pues aunque den historias de gran o no calidad prácticamente se las da al pairo la continuidad. Con lo cual un lector no sabe si ha de tener en cuenta o no. O sea al no poder llevar un control total sobre las andanzas de tal o cual personaje la propia continuidad se va al garete. Imaginaos si George RR Martin dejara a sus personajes que los escribiera otros y sin supervisarlos conatran lo que les diera la gana. Pues entonces seria difícil encajar todo bien. A raíz de eso Disney se cargo el universo expandido de Star Wars porque era un lio de dos pares.
Resumiendo no veo mal los reboots pero que estos estén bien hechos y con respeto al material original. Si no es como escribir una novela histórica y por muy divertida que sea por no saber o documentarse ignore los hechos transcurridos en esa novela.

ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
14 diciembre, 2016 22:26

Yo lo que quiero es saber donde se puede observar en más detalle esa pedazo imagen que tenéis puesta en pequeñito con los personajes DC. ¿Es George Pérez?

Sobre el artículo, en cuanto tenga un rato me lo leo, pero tiene pinta de ser un articulazo, como siempre.

Gustavo Higuero
En respuesta a  ultron_ilimitado
15 diciembre, 2016 9:17

Pues parece de Perez, pero una vez la ves en grande no queda tan claro. La encontramos buscando el Google imágenes de continuidad DC.

Igverni
Lector
14 diciembre, 2016 22:33

Enhorabuena Juan!! Otro articulo brutal, con un tema muy interesante.

Yo creo que la continuidad es un contenedor donde crear (buenas) historias y no un fin en si mismo. Se pueden crear grandes historias en continuidad o fuera de ella, (por ejemplo las series The Golden Age de James Robinson o The New Frontier de Cooke se crearon como Elseworlds). El problema es cuando una editorial marca unas reglas y luego se las salta a la torera sin ninguna justificacion. O hace cambios poco meditados y malisimamente ejecutados solo por dar un golpe de efecto.

Viendo el vaso medio lleno parece que DC aprendió de sus errores y las cosas han mejorado. Pero en parte creo que ha sido una solucion a corto plazo para salir del embolao en que se habia metido, porque ya veremos como solucionan lo del Dr. Manhattan de aqui a un par de años. Temo que nos vuelvan a mosquear a los lectores por un golpe de efecto que solo servia para la metalectura del Rebirth pero que no tenian muy claro como continuarlo despues o con que objetivo.

Y luego esta Marvel. Que aunque presume de no hacer reboots, al final hace cosas muy raras que se parecen mucho, como sustituir a los XMen originales por sus contrapartidas jovenes. Tiene mucha razon Juan cuando dice que Marvel ha perdido la sensacion de que sus personajes son especiales porque son unicos, en un mundo en el que conviven a la vez 2 Spidermans , Capis, Iron Mans, Lobeznos, Hulks, Ojos de Halcon, etc…
Y para nosotros los lectores, si algo ya no es especial, para que seguir leyendolo? Creo que ese puede ser un gran gran problema a medio plazo, alienando a un segmento de mercado confiando en captar a otro. Igual que digo esto, digo que me encantan las etapas de Aaron en Thor (y Dr. Extraño) o Spencer en los Capis, que tan odiadas son por una parte de los comentaristas.

Lo dejo aqui, que me enrollo… Saludos!!

Jake Knight
Jake Knight
Lector
14 diciembre, 2016 23:05

Lo primero felicitar al autor por este gran artículo. Lo segundo, la continuidad.
El problema de los líos de continuidad en gran parte no viene tanto de la propia continuidad como de autores y editores que no la entienden.

Por ejemplo: reiniciar el Universo DC dejando Green Lantern y Batman sin tocar porque venden y respetando unas historias sí o otras no según te convenga. Y como bien habéis comentado, si vas a reiniciar un universo al menos hazlo para contar algo que de otra forma no podrías hacer. ¿El Batman de Snyder no se hubiese podido desarrollar en la continuidad anterior? Quitando quizá el Green Arrow de Lemire creo que no hay ninguna historia (o al menos alguna que merezca la pena) que no se hubiese podido contar en el UDC anterior. lo que pretendía ser una solución no ha sido más que un problema (ahora Lobo se une a la lista de Hawkman, Wonder Girl o Power Girl por ejemplo).

Con lo que si estoy completamente a favor es con la anexión de Vértigo. Más que nada porque nunca se tuvieron que ir de DC. ¿Es que en Swamp Thing no sale Adam Strange, Green Lantern, la JLA o Superman? ¿Es que John Constantine no ha tenido algo con Zatanna o conoce al Phantom Stranger? ¿No transcurre Animal Man con el personaje asentado como miembro de la JLI? ¿No sale también la JLI en un número de la Doom Patrol de Morrison? ¿Cuantos personajes de DC aparecen en Sandman?

Desde luego decir que esas series son Universo Vértigo, al menos desde mi punto de vista, obedece más a criterios comerciales (eh, que estos es para adultos, no va de tíos con capa) que a criterios creativos. Si Neil Gaiman concibe su Sandman en el Universo DC, ¿quien es nadie para decirle que no, que eso es otra cosa?
Me parece estupendo que DC tenga una línea Vértigo para proyectos independientes, pero no tiene ningún sentido sacar de DC ciertas obras solo porque sean «adultas». Por no hablar del flaco favor que les haces a los personajes, restándoles todo un mundo de posibilidades.

Como siempre, la continuidad un tema para debatir durante horas entre los aicionados.

Vicent
Vicent
Lector
14 diciembre, 2016 23:07

Genial artículo, mis dieses.

Personalmente, me gustaría una continuidad milimétrica, con día mes y año al principio de cada grapa, excepto si esto interfiere en el guión, y evolución de los personajes.
Me encantaría que los personajes crecieran con nosotros y después envejecieran. Algunos podrían retirarse para tener familias y aparecer como secundarios o consejeros de sus sucesores, excepto casos como el del Capi, la Visión u otros personajes inmortales.
Así podríamos ver a hijos obligados a heredar el titulo de sus padres para que estos se sientan orgullosos, viejos héroes (Tony) resignándose a dejar su trabajo aún que por la edad ya no están capacitados o a fans intentando imitar a las viejas glorias cuyos valores no encajan hoy en día.
El modelo de temporadas que tiene Marvel en la actualidad se ajustaría bien a ese sistema, porque si los doce números anuales de una serie no cubrieran un año de su Universo, podría haber una elipsis entre el ultimo numero de ANAD y el primero de NOW. Así se mantendría el ritmo y siempre seria el mismo año en el UM y en la realidad.

Y se que no viene a cuento, pero me molesta la saturación de peña en Nueva York. Como si no hubieran mas ciudades en el mundo, o al menos en EEUU. Cualquier villano que apareciera tendría a un ejercito rodeándole en cinco minutos.

Aegon
Aegon
Lector
15 diciembre, 2016 0:09

Marvel hace tiempo que no ofrece cambio sino “la ilusión del cambio”. Inevitablemente, su éxito ha traído parejo el establecimiento de una imagen fija, prototípica de sus personajes, lo que les impide evolucionar. Sigue operando con la misma continuidad, pero se ha alargado y estirado tanto que ha perdido buena parte de la verosimilitud que la hizo tan atractiva en el pasado. Ha caído en un eterno retorno, aunque no como el de DC, que cuenta distintas versiones de las mismas historias, sino repitiendo los ciclos, temas y dilemas ya consagrados en la evolución de sus personajes: crisis familiar de los Cuatro Fantásticos, caída y autosuperación de Spider-Man, agresión-división-reunión-autodefensa de los mutantes o crisis de valores y reafirmación del Capitán América.

This.

Que entre la propia empresa y sus fans los personajes no avanzan, mucha gente se va porque sigue siendo más de lo mismo y Alan Moore tiene cada vez más razón cuando dice que somos adultos leyendo temática de adolescentes: porque algunos de nosotros tampoco vamos adelante.

A ver si aprendemos de algunos autores alternativos y progresamos como medio.

Un saludo.

Igverni
Lector
En respuesta a  Aegon
15 diciembre, 2016 11:01

Si y no.
Estoy muy de acuerdo con el comentario de Juan sobre la actual «evolución» de Marvel y bastante con el tuyo, Aegon.

Peeeero, tenemos miles de ejemplos de productos de consumo de entretenimiento en los que no hay evolución o es mínima, Los Simpson, el 99% de sitcoms o series procedimentales, miles de novelas tipo 007, Código DaVinci y similares de caso por libro, etc… Y nadie dice que no lee esas novelas o ve esas series porque no hay casi evolución en los personajes.

Lo que también es una verdad como un templo es que contentarnos a todos los fans es imposible. Porque demandamos evolución y cambio, pero a la vez cuando Marvel los pone en marcha, nos echamos encima de ellos criticándoles por hacerlo. Por eso yo en parte entiendo su actual actitud de «ilusión de cambio»

Aegon
Aegon
Lector
En respuesta a  Igverni
15 diciembre, 2016 18:49

Peeeero, tenemos miles de ejemplos de productos de consumo de entretenimiento en los que no hay evolución o es mínima, Los Simpson, el 99% de sitcoms o series procedimentales, miles de novelas tipo 007, Código DaVinci y similares de caso por libro, etc… Y nadie dice que no lee esas novelas o ve esas series porque no hay casi evolución en los personajes.

Los Simpsons es un producto, los dibujos para adultos, otra. Rick y Morty sí ha progresado porque es hijo de nuevas condiciones de desarrollo, Los Simpsons, por X razones, no. Y lo mismo con 007 y las tramas de espionaje, o el Código DaVinci y la mierda.

Los medios de producción de arte en general avanzan. Hay tendencias estáticas, vías ramificadas y demás, pero hay avance, mayor pulido de las técnicas, mayor desarrollo argumental… Y no solo eso: cada medio es hijo de su época en cada momento. Los ochenta eran más críticos consigo mismo, los noventa eran excesos sobremusculados… Pero a 2016 estamos en un momento de eterno retorno y glorificación del pasado, con una industria basada en esquemas agotados y un núcleo de fans anclados en ”lo de siempre”. Y es tristísimo.

Ojo, que esto está pasando también en otros medios, y cada vez más. El año pasado salieron continuaciones tras décadas de Terminator, Parque Jurásico o Mad Marx (peliculón); y en poco se sacará un reboot de Predator. En videojuegos vuelve Crash Bandicoot, salen continuaciones de sagas que no lo necesitan como Uncharted 4 o The Last of Us 2 y la mayoría de salidas son reboots o secuelas. En la Tv es más difícil de ver, pero House of Cards es un reboot de una miniserie, Westworld, de una película, y hay series que se alargan hasta el extremo sin cambiar e innovar: Los Simpsons, TWD, GoT… Hasta Flash se nota cansada. Y en libros… Millenium tiene cuarto libro tras la muerte de su autor.

Que esto suceda no es malo per se: más de la mitad de esas obras son mínimo unos excelentes productos, y buenas obras artísticas. Pero no se innova, no se crea nada nuevo, y si se hace es bajo los esquemas del pasado. Y el cómic es de lo más carca en esa línea, porque los fans son como el deceita que venía a que «glorifiquemos a los ídolos» y a las empresas, con tal de vender…

Pero bueno. Siempre quedará cierto núcleo del cómic y del cómic superheroico que progresará o buscará hacerlo. Se llame Tom King en The Visions, se llame Invincible hace unos años.

Igverni
Lector
En respuesta a  Aegon
15 diciembre, 2016 19:09

Invencible hace unos años no, sigue siendo un tebeo cojonudo!! Lastima que la periodicidad les siga fallando…

Gusgus
Gusgus
Lector
15 diciembre, 2016 6:43

Genial articulo, felicitaciones!!!! Como lector deceita post crisis, una de las cosas que me llamó siempre la atención de DC fue justamente el juego que se hacia con la idea de multiveso (y la destrucción multiversal de la COIE fue apoteosica), es cierto que todo se fue tergiversando,aveces sin razón aparente (Joe Chill por ejemplo). Pero algo que en un principio fue una gran idea en DC, y que creo que es lo que realmente se perdió en los N52, fue la idea de las Generaciones. Y esto es lo que se pretende tal vez traer de vuelta con el Rebirth. Marvel nunca tuvo relevos generacionales más allá de ocasionales, como bien menciona el artículo, y los racontos han sido generalmente una vuelta a lo básico incoherentes (Mefistazo por Jebus!!!), mientras que en Dc las generaciones de, por ejemplo velocistas, empezando por Jay, Barry, Wally, Bart y etc, lo hacia de un atractivo singular. Veremos como sigue a partir de ahora todo esto, y a ver si Marvel se libera finalmente del circulo sin fin en el que se encuentra desde hace algún tiempo.

Gusgus
Gusgus
Lector
En respuesta a  Gusgus
15 diciembre, 2016 6:52

Me olvide, si mal no recuerdo la primera aparición de Clayface I(Basil Karlo) se da en la saga Mudpack reintroduciendo su historia original dentro de la continuidad, en esta saga se habla de las generaciones de Clayfaces: Karlo-Matt Hagen- Preston Payne- Sondra Fuller. Estoy escribiendo de memoria a si que tal vez me equivoque.

hammanu
hammanu
Lector
15 diciembre, 2016 11:15

El problema de las dos grandes que cuando crecieron se multiplicaron tanto los editores como los creadores y asi es muy difícil por no decir imposible que haya esos errores de continuidad. Yo usaría un «cannon» con los personajes y de ahí sin trastear en sus orígenes o las historias mas emblemáticas seguiría a partir de ahí. Si no por ejemplo Gwen Stacy no hubiera muerto una gran historia que definia el arácnido no se hubiera producido, pero si cuentas que esta tenia relaciones con Norman Osborne ¿No es cargarse esta gran historia? Hay que mirar «pa lante» respetando la esencia de los personajes.

Savarese
Savarese
Lector
15 diciembre, 2016 12:55

Pues yo creo que habría que definir a qué nos referimos con «ilusión de cambio», con todo lo que está cambiando en Marvel y tantos que se quejan, justamente, por los cambios. Desde los personajes, que ninguno de los más importantes está igual que hace uno, dos o, como mucho, tres años, hasta los equipos que cambian de formación año a año y se forman nuevos, la situación de mutantes e inhumanos (¡!), los 4 Fantásticos (!!!), hasta Latveria, Wakanda, Atlantis y Asgard, todo cambia. Sinceramente, no se me ocurre una sola franquicia o personaje del que se pueda decir «oh, es más de lo mismo».

No comparto tampoco que las nuevas versiones de personajes sea un problema ni que haya elementos cuestionables ahí. Salvo en casos de mala ejecución, en general no veo ningún problema ni en asuntos de continuidad y coherencia del universo ni mucho menos en calidad de las historias. No veo por qué es un problema que haya dos Spidermans en la continuidad oficial, al contrario, creo que eso demuestra que no hay estancamiento si no que el río fluye lo suficiente como para que Peter Parker ahora sea CEO de una multinacional y a su vez tengamos también a Miles Morales cubriendo el papel de Spiderman adolescente y estudiante, y quizá esta sea la fórmula del cambio dentro de la continuidad.

Pd: muy bueno el artículo, sólo señalo un par de cosas con las que no estoy de acuerdo, incluso me dieron ganas de animarme a leer DC que sólo leí algunas historias aisladas.

DaniSpite
DaniSpite
Lector
21 diciembre, 2016 11:14

Los principales supers tienen hasta 75 años de historia, y como no soy una enciclopedia con pies, no me gusta que las nuevas historias dependan demasiado de la continuidad del personaje. Otra cosa, muy distinta, es contradecir tramas pasadas, ignorar los conceptos fundacionales del personaje o reescribir la historia de forma perezosa.

Me parece un buen ejemplo, de fuera del mundo cómic, el de Doctor Who y su serie renovada. Cuando, después de más de 10 años fuera de antena, lo más fácil era un reinicio completo, se apostó por continuar la serie clásica, con un salto temporal, sin depender hasta el agotamiento de la continuidad, pero con referencias a ella. También es verdad que, desde muy pronto en la serie original, los creadores se añadieron un truco, de forma muy inteligente.