Las utopías nos ayudan a avanzar
«Sea quien sea el amo, nosotros siempre estaremos a su servicio»
Cuenta la leyenda, iniciada por el poeta griego Hesíodo, de una época primigenia en la que el ser humano habría vivido en un estado de utopía, cuando la humanidad era, según el mito, pura e inmortal. Pero quienes lo intentaron emular, tanto en el pasado, como en la época moderna, desde la Arcadia, o La República de Platón, como Walden, se encontraron con el obstáculo de la realidad, y es que ¿si alguien tiene capacidad de elegir, por qué debería elegir la bondad? ¿Habría que obligarle a elegir?
Roxanne Moreil, nació en Francia en 1987. Estudió Historia del Arte en la Universidad de Nantes. Desde 2010, es librera y colaboradora en un sinfín de proyectos relacionados con los dibujos animados. Como miembro de Maison Fumetti, una cooperativa de Nantes dedicada al cómic que copresidió durante un año, fue una participante destacada en el festival Fumetti. En 2015, crea el grupo editorial Vie Moderne con Cyril Pedrosa, donde juntos comienzan a publicar arte producido por autores, inspirados en obras de grandes pintores, tanto de movimientos pasados como contemporáneos. En 2018, se involucró en el nacimiento de la exposición feminista Una caricatura cuando quiero si quiero, una producción de Maison Fumetti. Se inició en el mundo del cómic con el guion de la novela gráfica La edad de oro (Dupuis, 2018), coescrito junto a Cyril Pedrosa.
Cyril Pedrosa, nació en Poitiers el 22 de Noviembre de 1972. Estudio animación en la escuela Gobelins, y entre los años 1996-1998 trabajó en el estudio de animación de Disney de Fancia. En 1998 se inició en el mundo del cómic con la obra Ring Circus junto al autor David Chauvel, en la que se encargó de los apartados del dibujo y el color. En 2006 haría su primera aproximación como autor completo en su obra Los corazones solitarios (Norma editorial), y para 2007 lo volvería a hacer Las tres sombras (Norma). Con ella ganaría el respeto, antes solo intuido, de todo el sector haciéndose con el premio “Esencial” en el Festival de Angoulême de 2008. Su obra maestra Portugal (2012) le alzó como uno de los referentes del cómic europeo y mundial, obra que reseñaremos a no mucho tardar. Ahora, tras la primera parte, acaba de publicar hace unos meses la segunda entrega de La edad de oro (Norma) que hoy traemos aquí.
Cuando la historia se enamora de sí misma
En el primer volumen nos contaban la muerte del rey. Tras el suceso su hija Tilda debería alzarse con la corona, pero es traicionada por su madre, su hermano pequeño y el sumo sacerdote, siendo proscrita y perseguida. Tras buscar apoyo para volver al trono, de forma infructuosa, entre los gobernantes de una nación cuyos campesinos se han levantado en armas, Tilda encuentra el tesoro de Ohman y con él un cofre que emite un brillo cegador. En este segundo volumen nos encontramos con una elipsis de varios años en los que nuestra protagonista está asediado el castillo de su hermano, sin demasiado éxito al parecer, consumida por el poder que exhala del cofre encontrado y por la falta de liquidez tras la costosa campaña.
Ya el poeta Hesíodo dejó constancia de la imposibilidad de volver a aquella edad de oro de la que él mismo predicaba, como en general sucede con cualquier ideal. En este caso el del gobierno justo se suele dar como protesta contra lo establecido, pero es algo que no se hace con utopías o falsas promesas, sino con actos en el mundo tangible. En la historia se hace referencia a los líderes, y a la autodeterminación, la posibilidad de elección, de elegir el camino correcto, la opción correcta. Pero, ¿quién convence al trabajador de cuál es la opción correcta cuando los términos de la corrección se enturbian?
La obra, pese a su pretensión bondadosa, cae en la ingenuidad de sus premisas, y se detiene en la contemplación de sí misma como si el mensaje fuera tan evidente que no se necesitase profundizar en él, perdiéndose en sus verdes praderas, que por otro lado es lo más atractivo del cómic, no dejando el espacio suficiente para que la historia sea consistente en cuanto al fondo. Y eso que tiene dos tomos de 200 páginas cada uno. Sin embargo, gran parte de ese espacio se esfuma en las numerosas splash pages que no hacen avanzar la trama ni ahondar en personajes, ni mucho menos en el planteamiento utópico que se intenta sostener como único medio de salvación. Hay una mejor construcción de los personajes secundarios, como la pareja de campesinos (sin duda los mejores personajes de la obra, y los que tienen menos relevancia), por su falta de pretensión, que en la protagonista, por su intento de abarcar más de lo que al final la autora fue capaz de manejar con solvencia. Pese a su inconsistencia en la tesis planteada, hay que resaltar su visión feminista que engrana gran parte de la obra con sutil acierto. También destaca el buen hacer en el aspecto de la narración de las batallas y peleas, en las que se mueve con agilidad y haciendo que no se pierda el foco de lo que sucede, cubriendo de forma simultánea varias perspectivas de forma efectiva, incluso con maestría.
En el apartado gráfico, en esta segunda entrega, Cyril Pedrosa sigue dando lo que se esperaba de él, una calidad abrumadora. Con un trazo muy fino, más del que nos tenía acostumbrados en sus trabajos anteriores, plantea una delicadeza de las figuras muy atractiva. En algunos momentos uno diría que el dibujante se inspiró en los dibujos y grabados de caballería de la edad media. Siendo como lo es el dibujo el atractivo principal de la obra, no es de extrañar que el guion lo acompañe, ofreciéndole cada muy poco tiempo dobles splashpages para desplegar paisajes llenos de fuerza y color. En estas frecuentes splash vemos que los personajes caminan por ellas, planteándonos una viñeta móvil. Los personajes se desplazan por el espacio que se mantiene estático, recorriendo todo el paisaje que se muestra en las enormes viñetas. El color es una herramienta indispensable para este cómic. Es evidente que no está a la altura, sobre todo en uso narrativo concebido desde el guion, al color usado en Portugal, que era un personaje más, y uno que tenía mucho que decir. Sin embargo, Cyril Pedrosa nos deleita con unos colores muy vivos y que saltan a los ojos nada más abrir el cómic por cualquiera de sus páginas.
La utopía como motor
Durante todas las épocas en las que el ser humano ha vivido, no ha cesado en su búsqueda de aquel lugar idílico, aquel remanso de paz, repleto de víveres y en el que reinaba la bondad y la salud. Pero en todos los casos se ha acabado encontrado con su propia figura como obstáculo principal. Y es lo que tienen las utopías, que son inalcanzables. Pero aun así, pese a su ingenuidad inherente a todas ellas, incluso de las más notables, hay algo de ellas que la humanidad precisa.
“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.” Eduardo Galeano.
Lo mejor
• El apartado gráfico, que sostiene sobre sí toda la fuerza y trascendencia de la obra.
• Las batallas, y el tratamiento de diferentes espacios al mismo tiempo sin crear confusión en ellas.
Lo peor
• Lo ingenuo del planteamiento utópico, como algo no utópico.
Guion - 6.5
Dibujo - 8.5
Interés - 7
7.3
Descompensado
La edad de oro empieza en su primera entrega como un relato lleno de vida y posibilidades, pero acaba por desinflarse en la segunda parte debido a las tesis que no terminan por sostenerse. El dibujo es el gran destacado en esta obra, que pese a sus defectos de fondo en el guion se sustenta muy bien con los aciertos en la forma del apartado gráfico.