El horror de la perdida.
«¡Tu dolor es como una señal! ¡No tienes ni idea! ¡La línea es muy fina aquí…! «
Hace años que la globalización ha llegado a nuestras librerías de forma que podemos disfrutar de obras creadas por autores de casi todo el mundo y que transcurren en lugares muy diferentes. Una corriente que no solo hace que los lectores podamos conocer otras realidades de primera mano donde no abunden los personajes estereotipados y maniqueos. También marca a los autores que saben integrar influencias de todo tipo, aunque muchas veces los lectores – y algún divulgador que otro- no sean capaces de verlas. Un perfecto ejemplo de todo esto es La fosa del neerlandés Erik Kriek (Ámsterdam, 1966), una historia sobrenatural editada por Cartem Cómics que transcurre en un lugar bastante desconocido para nosotros como el bosque de Veluwe, el más extenso de los Países Bajos. En su páginas se puede ver la enorme ascendencia que el cómic estadounidense ha ejercido sobre su estilo gráfico del autor, en particular, un Charles Burns que se asoma por muchas viñetas. Pero, pese a esa influencia, no estamos ante un trabajo que trate de ser una copia de los cómics de Burns, sino que tenemos una historia también adscrita al género de terror, pero que transcurre por unos parámetros totalmente diferentes y personales, aunque sin la sensación de sordidez e incomodidad que deja la lectura de las obras de autor americano.
La fosa es el cuarto cómic editado en España de Kriek tras Desde el más allá y otras historias (La Cúpula), In the Pines (Norma) y El exiliado (Cartem Cómics) lo que le convierte en uno de los autores neerlandeses más publicados en nuestro país junto a otros nombres ilustres como Martin Lodewijk, Dick Matena, Henk Kuijpers, Joost Swarte o Piet Wijn.
Kriek nos cuenta la historia del matrimonio formado por Huub y Sara Kuylders, que tras la terrible perdida de su hijo Rubén deciden comenzar de cero y dejar su vida en Ámsterdam para vivir en una antigua casa familiar en pleno bosque de Veluwe. Un intento por superar el duelo por la muerte en un lugar lleno de paz y tranquilidad que choca con los misterios que encierra la casa y el bosque donde se esconden fuerzas ocultas y misteriosas.
Estamos ante una historia de terror malrollero y misterio que bebe de las clásicas historias de casas encantadas y de las de encuentros con civilizaciones y cultos antiguos que esconden los secretos de fuerzas desconocidas que hacen que las fronteras entre la realidad y lo sobrenatural se tornen cada vez más tenues. Como en todas las buenas historias de género tenemos varios giros de guion y una sensación de misterio y tensión en aumento presente por toda obra. Pero, aunque los giros son coherentes y están bien integrados en la trama no resultan sorprendentes para el lector habitual de este tipo de historias, aunque si altamente disfrutables. Lo mismo que sucede que la ambientación en un entorno diferente al habitual que está magníficamente dibujado por Kriek y que nos hace sentir la lúgubre atmósfera que respira el bosque gracias a un extraordinario uso del color. Algo que consigue empleando una premeditadamente limitada paleta de colores en la que priman los ocres y terrosos que sirve para reflejar la antigüedad y lo profundamente se asientan en la naturaleza de esas fuerzas escondidas. Una decisión que refuerza la conexión de la obra con los trabajos de H.P. Lovecraft que el autor neerlandés ya había adaptado en Desde el más allá y otras historias. Sin embargo, el color no solo sirve para crear atmósferas extrañas y sensaciones oscuras en los lectores, ya que también tiene un uso narrativo diferenciando las escenas que transcurren en el presente, en el pasado y las oníricas empleando un color principal propio para cada una de ellas. Además, el color también es parte integral del dibujo, puesto que muchas veces prescinde las líneas para dibujar con masas de color que complementan a la perfección el vigoroso entintado que sirve para dejar una sensación de estar ante una historia donde la oscuridad está siempre presente.
Como es habitual en muchas historias de género, este suele ser el andamiaje que el autor usa para tratar el tema que realmente le interesa que en La fosa es el duelo tras la perdida inesperada de un ser querido y la forma de tratar de superarlo para poder seguir viviendo. Una situación que todos debemos afrontar en algún momento de nuestra vida, pero que es mucho más dramática si, como en el caso de la pareja protagonista, se trata de la muerte de un hijo. A través la pareja protagonista vemos como el duelo tiene diferentes procesos y velocidades y como puede acabar provocando que las parejas se resquebrajen y se distancien, sin que el amor sirva como argamasa que todo lo cura. Aunque aparecen más personajes en la historia, esta se sostiene gracias a Sara y Huub. Ambos tratan de afrontar el duelo como pueden, él usando el trabajo para evadirse de la realidad y ella incapaz de salir de un pozo tan insondable como la fosa del título, aunque se haya puesto en manos de profesionales. Una desesperación que la convierte en presa fácil de esos elementos sobrenaturales, pero que igualmente lo podría hacer de cualquiera que le prometiera soluciones fáciles. Esas diferencias de carácter están muy bien reflejadas por el autor neerlandés que construye dos personajes creíbles y verosímiles que brillan por encima de la trama que protagonizan que tiene un el final demasiado predecible.
Como ya viene siendo habitual Cartem Cómics hace una edición de calidad en la que, además de la buena reproducción y papel habituales, podemos disfrutar de unos extras en los que vemos diversos bocetos de la portada, páginas y estudios de personajes.
Con La fosa Erik Kriek firma una sólida historia de terror que le permite abordar el tema de la pérdida de un ser querido y sus consecuencias para la vida en pareja. Aunque la trama de terror transita por los lugares comunes del género está bien resuelta brillando por encima de todo el trabajo gráfico con un uso del color espectacular. Un resultado final globalmente más redondo que El exiliado, su anterior trabajo, pero que al igual que este nos dejan ver a un autor en plena madurez y con una personalidad gráfica propia.
Lo mejor
• El uso atmosférico y narrativo del color.
• Que el misterio y el terror están casi siempre más insinuados que mostrados.
• El reflejo de las diferentes formas de sobrellevar el duelo de los dos personajes principales.
Lo peor
• El final es algo previsible.