La gigantesca barba que era el mal

Reseñamos La gigantesca barba que era el mal, el brillante debut del británico Stephen Collins en el terreno de la novela gráfica.

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Edición original: The gigantic beard that was evil, Picador.
Edición nacional/ España: La Cúpula .
Guión: Stephen Collins.
Dibujo: Stephen Collins.
Color: Blanco y negro.
Formato: Libro rústica, 252 páginas.
Precio: 23 Euros.

 

Para tratarse de una fan del grupo australiano The Beards (cuatro barbudos músicos cuyas letras sólo hablan de barbas), un cómic con un título como ‘La Gigantesca Barba que era el Mal’ tendría que serme más que atrayente.

Extrañamente no fue así.

Siempre me ha costado elegir qué cómic llevarme a casa. Me agobiaba entre tantas estanterías y casi siempre me llevaba ‘un clásico’ que no había tenido la oportunidad de leer, pero esta vez ha sido diferente y me dejé seducir por aquella enorme barba que ocupaba la gran parte de la portada.

Por el título, uno igual ya puede verse venir qué clase de cómic es. Para los que habéis pensado que se trata de una narración un tanto onírica, estáis en lo cierto: Dave es un ciudadano normal y corriente de la región de Aquí. Al igual que el resto de sus habitantes, mantiene su monótona rutina dentro de su propia zona de confort la cual se verá afectada cuando empiece a crecerle la barba.

Dicho así, igual la premisa del cómic puede sonar un tanto vaga, pero a pesar de la simpleza de la trama, se esconde toda una lección de la vida, porque tal y como reza en narrador de esta aventura “bajo la superficie de las cosas existe algo que no se puede apreciar. La función de la piel es mantenerlo todo oculto”. Con esta frase inicial tan enigmática uno no puede evitar remitirse a autores como Kafka o a un Uzumaki (Junji Ito), en un tono muchísimo más amable y cercano.

En esta primera novela debut de Stephen Collins, se nos acerca aquello a lo que Freud denominó como las pulsiones; aquellos impulsos reprimidos que, de ser liberados, desencadenarían una serie acciones y comportamientos que acabarían por transformarnos de una manera radical. Esa es la apuesta del autor: el cambio; pues sólo con él podemos acceder a sensaciones desconocidas.

Se podría decir que el cómic se mueve entre los binomios positivo/negativo. Desde un principio nos vamos a acercar a la monotonía que ‘sufre’ nuestro protagonista. Si bien no nos identificamos con ella, podemos vernos reflejado en una serie de acciones programadas por el inconsciente que nos empujan a hacer siempre lo mismo, casi como un ritual. En ningún momento nos planteamos hacer lo contrario.

Este contraste de contrarios también se ve reflejado por la localización geográfica de nuestro protagonista. El relato de Collins guarda además juegos de palabras que la edición española ha procurado mantener o bien explicar mediante notas del traductor. Sin estas aclaraciones se perdería una parte importante parte de la narrativa: no hay azar a la hora de elegir los nombres Aquí/Allí para designar la geografía del mundo de Dave. Se podría decir incluso que aquí radica el ‘por qué’ de este cómic. Explicarlo en esta reseña sería estropear la sorpresa…

El dibujo también contribuye en cierta medida a que estos extremos se mantengan: un trazo grueso, redondeado a lápiz da un aspecto cercano y trabajado – como si se hubiese insistido una y otra vez sobre la línea, no dejando a ninguna escaparse -.

Por último, no olvidar las viñetas. Juegan un papel importante a la hora de presentar ese mundo ordenado en contraposición del caos que llegará a formarse con la llegada de la barba a la vida de Dave: páginas completas en blanco en contraste con páginas completamente negras (…grises, por el uso del lápiz)

Aunque parezca fácil, partir de una premisa simple y común a todos requiere un gran nivel de observación. Si se consigue esto, el autor ha ganado una conexión directa hacia sus lectores.
Muchos de nosotros tomamos el mismo camino para ir al trabajo, pedimos el mismo tipo de bocadillo en la tienda de al lado… y pocas veces salimos de aquí. Ni siquiera nos preguntamos por qué lo hacemos, pero lo seguimos haciendo.

La Gigantesca Barba que era el Mal consiste en eso: incluir un cambio en nuestra vida, aceptar ese miedo que nos provoca y dejar que este nos mueva hacia caminos desconocidos que, de alguna u otra manera, nos aportarán algo.

Stephen Collins gana esto, una lectura entrañable que puede ser releída una y otra vez haciéndonos suspirar dándole la razón que, de vez en cuando, nunca viene mal un cambio.
Tras esta lectura, una servidora sonríe al volver a tararear una de las estrofas más emblemáticas del grupo The Beards, ‘no hay nada mejor que una barba’

Firma invitada: Paula González Delgado.

  Edición original: The gigantic beard that was evil, Picador. Edición nacional/ España: La Cúpula . Guión: Stephen Collins. Dibujo: Stephen Collins. Color: Blanco y negro. Formato: Libro rústica, 252 páginas. Precio: 23 Euros.   Para tratarse de una fan del grupo australiano The Beards (cuatro barbudos músicos cuyas letras…
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 10

9.3

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2 Comments
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Capitaine Hadock
Capitaine Hadock
15 marzo, 2017 21:07

No cambies nunca.

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Lector
16 marzo, 2017 22:12

Interesante reseña,Paula.
Me alegro de que vuelvas a pasarte por aquí.