El horror de la guerra de las trincheras.
«¡Pensar va en contra de las ordenazas!»
Cuando el 6 de 1979 apareció en los quioscos ingleses el número 200 de la revista Battle Picture Weekly donde vieron la luz las cuatro páginas que forman la primera historia de La guerra de Charley habían pasado más de sesenta años de la firma del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Un conflicto que se llevó la vida de más de 10 millones de personas, además de varios millones de heridos, pero que habían quedado solapados por el horror de La segunda Guerra Mundial que había superado con creces esos niveles de barbarie y capacidad para matar a gran escala. Las obras de ficción que abordaban ambos conflictos solían ofrecernos visiones ingenuas cargadas de heroísmo que nada tenían que ver con la cruda realidad. Con el tiempo, esta tendencia cambió provocando que las obras bélicas más reconocidas tengan un marcado tono antibelicista, aunque todavía hay excepciones que glorifican las guerras. Algo a lo que no ha escapado el cómic gracias en parte a obras como la creada por el guionista Patt Mills (1949) y el dibujante Joe Colquhoun (Harrow, 1926–1987) que siguió apareciendo hasta octubre de 1986 relatando también la Revolución Rusa y la Segunda Guerra Mundial en sus ultima entregas en las que el guion paso a manos de Scott Goodall (1935–2016). Una serie muy poco conocida en nuestro país, ya que, cuando los lectores españoles pensamos en cómics que nos muestren con realismo las penurias, horrores y miserias de la Primera Guerra Mundial, casi automáticamente pensamos en las obras del francés Jacques Tardi (Valence, 1946) como La guerra de las trincheras, La última guerra, ¡Puta guerra! o El último asalto. O quizás, en otros cómics que también nos ha mostrado la cara oscura de ese conflicto como la imprescindible Corto Maltés de Hugo Pratt o las más actuales Matteo de Jean-Pierre Gibrat o La gran guerra de Joe Sacco. Por suerte, ahora podemos leer el cómic británico que mejor ha reflejado la realidad del conflicto gracias a la magnífica edición que ha realizado Cartem Cómics de El chico soldado, el primero de los tres volúmenes que recogen la serie en su totalidad. Esperemos que también nos traigan el resto porque es una obra que ya forma parte de la historia del medio y que es una influencia decisiva en las historias bélicas posteriores de autores tan conocidos como el irlandés Garth Ennis.
La obra nos cuenta la historia de Charley Bourne, un simple e inocente muchacho inglés de clase obrera de dieciséis años que, obnubilado por la propaganda bélica, se alista en el ejercito mintiendo sobre su edad. Su primer destino es el Frente Occidental donde es enviado unos pocos días antes del comienzo de la terrible batalla del Somme (1916) que paso a la historia como una de más brutales de la Primera Guerra Mundial con más de un millón de muertos sumando las bajas de ambos bandos. Un terrible golpe de realidad que hará que Charley pierda cualquier atisbo de inocencia y tenga que madurar a pasos agigantados, mientras descubre el horror de la guerra y la inhumanidad de los altos mandos junto a un variopinto grupo de compañeros que reflejan como las clases medias y bajas se convirtieron en carne de cañón que no luchaba ni su país ni por sus ideales únicamente por sobrevivir un día más.
En este volumen nos encontramos con los primeros ochenta y seis capítulos de la serie, cada uno de una extensión de entre tres y cuatro páginas, algo habitual en las revistas de la época pero que Mills maneja con una capacidad de síntesis sobresaliente al igual que sucede con su trabajo de documentación, algo que también vemos en el dibujo. La gran mayoría son en blanco y negro, pero la enorme popularidad que alcanzo la serie provoco que algunas páginas fueran a color con el paso del tiempo. La trama de la serie incluye historias que ocupan diversos capítulos, pero siempre contada de forma cronológica, salvo algún relato centrado en las vivencias de algún soldado.
En los primeros capítulos, Mills usaba la correspondencia que Charley mantenía con su familia para introducirnos en la historia y que pudiéramos ver las diferentes formas de ver la vida entre quienes pueden morir en cualquier momento y la cotidianidad de la retaguardia, además de usarlo con puntual recurso humorístico y reflejo del nivel cultural de las clases más bajas. Pero con el paso del tiempo optó por prescindir de esas cartas, todo un acierto porque a veces solo servían para sacar al lector de la historia y restarle dramatismo a lo que nos está contando. Pero el humor tan particular de Mills siempre está presenta, aunque muchas veces nos saca una sonrisa llena de amargura.
Aunque las historias tienen un tomo aventurero y con bastante acción como era habitual en la época hay espacio para reflejar los momentos más terribles y crueles de la guerra y una visión global y nada maniquea de la naturaleza humana. En este primer volumen hay una enorme cantidad de historias que reflejan como era la vida en las trincheras y la batalla del Somme, pero también hay algunas que nos muestran la guerra desde posiciones menos avanzadas o incluso desde Londres. Unos escenarios que posibilitan que se traten muchos temas como el uso de gases químicos, el capricho y la estupidez con que los oficiales militares deciden sus tácticas, los problemas psicológicos y el descenso a la locura de las claustrofóbicas trincheras o los problemas morales de los soldados, por citar solo algunos. Un retrato duro y descarnado sobre la miseria y el horror de la guerra.
Charley es el protagonista de unas historias que vemos a través de sus ojos, una mirada que evoluciona según pierde la inocencia. Pero él no es el único personaje que protagoniza la historias ya que le acompañan otros realmente interesantes que dejan ver el crisol humano que se daba cita en las trincheras y nos permiten ver las diferentes formas de enfrentarse al horror. Aunque son capaces de realizar actos que podríamos calificar como heroicos, ninguno es un héroe, ya que siempre está presente una visión desmitificadora. Quizás en sus primeros capítulos la serie peque de presentar algunos personajes algo planos y unos alemanes excesivamente arquetipos, pero el elenco de personajes resulta realmente brillante y protagonizan momentos que se te quedan grabados.
Algo a lo que contribuyen el detalladísimo y realista dibujo de Colquhoun que es capaz de reflejar con acierto todo tipo de escenas y brillar por igual en las intimistas y en las de acción. Con un estilo de factura clásica en capaz de lograr que sintamos la misma claustrofobia que viven los personajes en las trincheras, además no mostrarnos el horror y sufrimiento de la guerra. Algo que hace sin ambages, pero sin necesidad de recrearse en la violencia, que siempre es sucia y carente de cualquier lirismo estético. Aunque tiene un estilo muy académico de representar la figura humano optó por dibujar los rostros de algunos personajes con un toque caricaturesco que le posibilita hacerlo mucho más expresivos. De esta forma podemos sentir lo mismo que ellos. Otro de sus grandes logros es conseguir que cada una de las historias contenga una enorme cantidad de información, pese a las pocas páginas que disponía en cada entregar de la revista. Además, ese estilo clásico que tiene no le impide jugar con las composiciones de página y los encuadres que emplea de forma que se adapten a las necesidades del guion y que la lectura no sea muy monótona y farragosa.
Cartem ha editado este primer volumen con la calidad acostumbrada. Un tomo en el que además de las primeras 86 historias de la serie podemos disfrutar de algunas de las portadas de la revista Battle Picture Weekly que protagonizo y de unas notas escritas por Mills sobre la génesis de cada episodio.
Ahora que nos encontramos en un momento lleno de conflictos bélicos abiertos, tantos que habría que remontarse a la Segunda Guerra Mundial para encontrar tantos frentes abiertos, la publicación de La Guerra de Charley nos recuerda que no hay guerras buenas, pese a lo que pueda parecer por algunos discursos. Conviene recordar que siempre hay quienes tienen que sufrir las consecuencias de un conflicto del que no son responsables y sigue habiendo lideres políticos y militares que consideran que las vidas de sus compatriotas o soldados son mucho más baratas que un trozo de tierra o un trapo de colores. Algo que ya nos enseñaron Pat Mills y Joe Colquhoun en esta magnífica serie que pone de manifiesto lo absurdo y cruel de la guerra y como es el escenario dónde brota lo mejor y lo peor del ser humano.
Lo mejor
• El reflejo realista de la miseria y crueldad de la guerra.
• La honestidad que desprende el guion de Mills, que consigue hablarnos de múltiples temas sin ponerse ninguna cortapisa ni hacer ninguna concesión.
• La capacidad de Colquhoun para dibujar cualquier escena, tanto las de batallas como las más intimistas.
Lo peor
• Algunos personajes son demasiado arquetípicos.
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 9.5
9
Antibelicista
Mills y Colquhoun firman un relato duro y sin concesiones de la Primera Guerra Mundial a través de los ojos de un joven que deberá crecer a marchas forzadas entre el horror, la sangre y la desesperación que habita en el barro de las trincheras. Un hito del cómic británico que, por fin, ve la luz en nuestro país.
Obra descomunal. Estamos de enhorabuena.