La Herencia Valdemar (I y II)

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Formato: Película dividida en dos partes de 110 minutos y 92 minutos respectivamente
Dirección: José Luis Alemán
Producción: José Luis Alemán
Guión: José Luis Alemán
Música: Arnau Bataller
Fotografía: David Azcano
Reparto: Daniele Liotti, Silvia Abascal, Laia Marull, Paco Maestre, Óscar Jaenada, Paul Naschy, Jesús Olmedo, Eusebio Poncela, Rodolfo Sancho, Jimmy Barnatán, Norma Ruiz
Productora: La Cruzada Entertainment

 

Hace cosa de mes y medio se estrenó en España la segunda parte de la película La Herencia Valdemar, opera prima del director, productor y guionista José Luis Alemán. La Sombra Prohibida, que es como se conoce a esta anunciada continuación, viene a cerrar una historia cuyo devenir había quedado abierto de par en par al final de su primera parte, estrenada en las salas un año antes. Las dos cintas conforman realmente un único relato, por lo que esta reseña se hará considerando ambas partes que una sola cinta.

La Herencia Valdemar arranca cuando la tasadora Luisa Lorente (Silvia Abascal) recibe el encargo de valorar una importante propiedad, la mansión Valdemar. Se trata de un jugoso encargo al que le había echado el guante un compañero / competidor de la misma empresa, el cual parece haberse borrado del mapa. La casa, que por su antigüedad, estilo arquitectónico y pertenencias constituye el paraíso de cualquier coleccionista, se halla en un páramo poco concurrido, por lo que Lorente acabará visitando un caserón abandonado que contiene unas cuantas sorpresas desagradables, de ésas que suelen intuirse en buena parte de los títulos de terror. Pasillos, puertas y telarañas al final de las cuales asoma el consabido monstruo, en una escena que recuerda poderosamente a la aparición del primer zombi en Resident Evil.

Una vez conocemos cuál parece ser el contenido principal de la herencia que da título al filme, la historia se traslada a otra parte, en la que Maximilian (Eusebio Poncela), responsable de la Fundación Valdemar (propietaria de la mansión) recaba los servicios del detective Nicolás Trémell (un acamaronado Óscar Jaenada) para que averigüe cuál ha sido el destino de Luisa Lorente y de su colega, ya que ambos han desaparecido sin dejar rastro alguno. El investigador emprenderá viaje en la misteriosa compañía de la Doctora Cerviá (Ana Risueño) una femme fatale de baratillo que introducirá a Trémell (y al público) en la historia de la mansión y en la auténtica dimensión de su legado.

En este punto, la película da otro salto en el tiempo y para en el siglo diecinueve, donde se narra la historia de Leonor y Lázaro Valdemar (Laia Marull y Daniele Liotti) un matrimonio que regenta un orfanato privado y combina el amor por la infancia de ella con la afición por la fotografía de él. Gracias a esta última actividad, en la que Lázaro es secundado por su fiel mayordomo Gervás (interpretado por un Paul Naschy que ya mostraba las huellas de la enfermedad que le llevaría hasta la tumba) el matrimonio ve abiertas las puertas de una alta sociedad ávida de novedades y predispuesta a las creencias espiritistas. Una serie de reveses llevarán a Lázaro al contacto con Alistair Crowley (el recientemente fallecido Paco Maestre) un personaje con fama de peligroso y de conocimiento poco recomendable. A través de él, el matrimonio Valdemar verá abiertas otras puertas bien distintas, las de un mundo arcano que sellará su destino y convertirá a la mansión Valdemar en un lugar maldito.

Un nuevo salto en el tiempo y en el espacio traerá de nuevo la historia al presente, donde un abrupto final deja abierta la historia y anuncia su conclusión en La sombra prohibida. Esta segunda parte, un poco más corta, cambia completamente el tono y pasa a dar primacía a la acción, en lo que es, según su autor principal, una especie de homenaje a las películas de ese género de los años ochenta. Trémell logra localizar a Lorente, así como a dos de sus compañeros de trabajo que habían acudido en su búsqueda (Rodolfo Sancho y Norma Ruiz) solamente para descubrir que los acontecimientos acaecidos en la mansión Valdemar largo tiempo atrás distan mucho de haber permanecido en el pasado.

Todo lo anterior viene a ser un resumen de lo que sucede a lo largo de las tres horas y pico que suman las dos cintas, en las que, pese a la extensión, quedan muchas cosas en el tintero. Así como la primera parte se recrea en mil pequeños detalles que indican una cuidada puesta en escena y un cierto esmero por la verosimilitud histórica (aparecen personajes que existieron realmente como el ya mencionado Alistair Crowley o el escritor estadounidense H. P. Lovecraft y se mencionan cuestiones políticas como el sufragismo femenino) la segunda intenta proporcionar un desenlace a la altura de las circunstancias, pero el empeño se queda en el camino, por cuanto la profusión de personajes y la introducción de tramas secundarias hace que hora y media sea muy poco tiempo para cerrarlas todas y darle a cada cual el tiempo que se merece.

Uno de los aspectos en los que más se ha cebado la crítica respecto de La Herencia Valdemar ha sido todo lo relativo a los tiempos de la película. Para empezar, el tajante final de la primera parte pilló por sorpresa a una parte de la audiencia que, empero, debería estar acostumbrada a jugadas como ésta gracias a franquicias como Regreso al futuro, Matrix o La Guerra de las Galaxias. Quizá una mayor publicidad respecto de la condición de díptico de la historia habría jugado en su favor. Sin embargo, la película (ambas, de hecho) hubieran necesitado otro enfoque a la hora de plantearse su montaje. En la primera parte, la trama principal es interrumpida para contar la historia del matrimonio Valdemar, ejecutando un cambio de género que lleva al filme del terror en mansión destartalada al drama romántico de época. En esta parte queda patente el gusto de Alemán por su fuente de inspiración principal, el horror gótico de los relatos de Lovecraft y de Edgar Allan Poe, pero reconociendo que el grado de detalle en vestuarios, decorados y complementos varios haría –y hace- las delicias de cualquier purista de la historia, es menester indicar que la recreación en ciertos pasajes (como la caída en desgracia y posterior alzamiento de Lázaro Valdemar) que no son tan relevantes, resta tiempo al desarrollo de otros que sí lo son. En la segunda parte los acontecimientos se precipitan y dejan al espectador medio con muchas preguntas que hacen lamentar la ausencia de una continuación o de una precuela que explique los entresijos de la Fundación Valdemar, los intereses de Maximilian o los planes más o menos ocultos que se traían entre manos algunos de los secundarios. En todo caso, hay que tener presente en todo momento que estamos ante la ópera prima de una persona que ha tenido el arrojo de lanzarse a la gran pantalla sin el colchón habitual de las subvenciones con dinero público, algo que ciertamente le honra, pero que también ha provocado que ciertos sectores hayan vuelto la artillería en su dirección y se hayan despachado con particular aversión hacia la cinta. Don José Luis paga la novatada de ser a la vez director novel y guionista primerizo, pero la posibilidad de llevar a cabo cierto tipo de cosas recorriendo sendas diferentes ha debido ser demasiado para ciertos sectores que han negado el pan y la sal a La Herencia Valdemar. Así, por ejemplo, no se explica para nada su ausencia en las candidaturas técnicas de los últimos Premios Goya, pero ésa es otra historia.

Hablando precisamente de las cuestiones relativas a la producción, hay que destacar el nivel de detalle alcanzado a la hora de recrear la España decimonónica, convulsionada por guerras civiles y conflictos sociales. Así como los pasajes ambientados en la actualidad parecen recoger un mundo un tanto irreal y fantasmagórico, los que se sitúan en el pasado presentan una cuidadísima ambientación que cualquier persona con cierto gusto por el estudio histórico podrá disfrutar. Cada una de las piezas necesarias para llevar al matrimonio Valdemar a su condena tiene una explicación bien encadenada a la sociedad del momento. No engaña Alemán cuando confiesa que en realidad, estamos ante una historia romántica que trasciende el tiempo, más que ante un relato de terror. Lovecraft y Poe pueden haber aportado la inspiración y buena parte de los ingredientes esenciales de la historia, pero don José Luis parece tener más cariño por sus criaturas que los difuntos literatos anglosajones. Un comentario propio merecen los efectos especiales, ante los que hay que quitarse la gorra y recordar una vez más que, pese a los tópicos inherentes al cine español (no salir del drama social, de la guerra civil y sus consecuencias y del despelote con o sin exigencias del guión) aquí hay capacidad para hacer otro tipo de cine que, en lo referente a sus acabados, poco tiene que envidiar a lo que se hace fuera de nuestras fronteras (y especialmente allende los mares).

En lo relativo a las interpretaciones, hay que decir que, curiosamente, los secundarios resultan más memorables que buena parte de los protagonistas. Así, resulta hasta entrañable ver a Paul Naschy hacer de bueno en su último papel, después de haber sido durante tantos años el temible Valdemar Daninski. La película es, de obra y de palabra, un homenaje a un cineasta que recibió fuera de su país el reconocimiento que aún está por brindársele en éste y que, desgraciadamente, es un ilustre desconocido para las nuevas generaciones. También brillan con luz propia Paco Maestre -que presta su profunda voz y su inmensa persona al sin embargo más esmirriado Alistair Crowley- y Luis Zahera –que consigue borrar el recuerdo de su gran papel en La celda 211 como quinqui jacoso mediante otra magnífica interpretación de H. P. Lovecraft-. Sin embargo y como se ha dicho, los protagonistas no vuelan a tan alto nivel. Laia Marull hace un buen papel, pero Daniele Liotti, pese a dar la planta necesaria para impersonar a Lázaro Valdemar, no logra convencer totalmente (de hecho, su inevitable acento italiano hizo que pensara constantemente en el difunto Torrebruno). Por su parte, Óscar Jaenada tiene ese aspecto tan personal e intransferible que recuerda a la audiencia que no ha tanto rodó una película biográfica de Camaron de la Isla y en breve hará lo propio con otra dedicada a Mario Moreno “Cantinflas”. De resto, habría que destacar la participación de Eusebio Poncela (en lugar del inicialmente previsto Christopher Lee) y de Ana Risueño, con unos personajes demasiado intrigantes para tener tan poco recorrido.

Para concluir, hay que destacar que, pese a sus fallos, Alemán ha superado con éxito la difícil prueba de adaptar al cine a un escritor tan particular como H. P. Lovecraft, pero ha dejado a la audiencia con demasiadas preguntas y también con ganas de saber más sobre los avatares de la familia Valdemar. Quizá por ello (y sobre todo porque La sombra prohibida ha salido ya de las salas) resulta más recomendable el visionado en doble sesión de su versión doméstica. Ahora que la productora anuncia la salida de una edición especial con metraje inédito, es una buena ocasión de disfrutar del primer trabajo de un cineasta al que habrá que seguir en el futuro, con la esperanza de que su ejemplo medre en el seno de una casta de artistas cuyos órganos oficiales parecen más interesados en granjearse los odios de la población apoyando leyes de corte totalitario que en recuperar al público al que echaron de las salas de cine.

Como colofón, una entrevista concedida por José Luis Alemán a Radio Campus, con motivo de la presentación de La sombra prohibida en la Universidad de La Laguna.

Entrevista a José Luis Alemán

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dario
dario
14 marzo, 2011 8:41

Aún no he visto la segunda, pero la impresión que me causó la primera (por cierto, gran promoción en Sitges, con cementerio de cartón-piedra y todo) viene a ser la misma. Añadiría además que al final se empiezan a pasar de obvios con el guión y explican como tres veces (ya solo falta meterlo por escrito) un suceso «extaño» que a mí me pareció como muy gratuito.
Pero si, la ambientación a lo Hammer estupenda, los personajes del presente flojísimos y la historia igual demasiado extendida. De todas formas, el artículo, las buenas ideas de la primera y la aparición de ese Cthulhu simétrico patrio, son bastante aliciente para ver la segunda…

Mjollnir1066
Mjollnir1066
Lector
14 marzo, 2011 10:03

A mí me sorprendió gratamente la primera, la cual no pude ver en cine porque duraría una semana, más o menos. Quizás por eso, esta segunda me haya dejado un poco vacío; estaba más interesado en la vieja historia que en la actual. Coincido completamente con el artículo. La factura técnica, para bien, no parece de este país. Para ser un primer trabajo está muy bien, próximamente habrá que exigirle más.

juan-man
juan-man
Lector
14 marzo, 2011 10:04

Yo no he visto la segunda, ni creo que lo haga en vista de la tomadura de pelo que me pareció la primera. Tomadura de pelo en tanto que el guión es pueril, y todo el dinero gastado en el diseño de producción se va por el retrete en cuanto algún actor abre la boca. Actores solventes algunos, geniales otros, que están completamente perdidos aquí, porque nadie se ha encargado de dirigirlos. El único que se salva es Paul (y eso que era mucho más limitado en sus capacidades que algunos de sus compañeros de reparto), probablemente porque estaba acostumbrado a dirigirse a sí mismo. Y lo de un Bram Stoker que parece un señor de Murcia… mejor ni hablamos.
 
Un despropósito absoluto.

Armin Tamzarian
Autor
14 marzo, 2011 11:04

La primera lo tenía todo, ambientación, magníficos decorados, buena fotografía, excelente reparto. Pero era el mismo Alemán el que mandaba todo al traste con la dirección (parecía que no sabía darle ritmo al tempo narrativo) y el guión (que era de traca haciendo esa mezcolanza sin sentido de referencias literarias y conematográficas gratuitas y mal insertadas). Por último he de admitir que me reí a carcajadas cuando metío en una misma sesión espiritista a Lizzy Borden, Bram Stoker y Aliester Crowley, este último con la imagen y voz extremeña del recientemente fallecido Paco Maestre.
 
Veré la segunda por curiosidad, porque los efectos digitales del Cthulhu prometen (dentro de las limitaciones del producto), por ver como termina este dípitco que José Luis Alemán ha conseguido realizar sin subvención alguna (eso es lo que más mérito tiene de la saga), por Paul Naschy y por ver a un H. P. Lovecraft con el acento gallego del gran Luis Zahera.

juan-man
juan-man
Lector
14 marzo, 2011 11:18

Lo de la subvención, discrepo. A ver, el papel de las subvenciones, entre otros, debería ser (y digo debería, ojo), en vista de que el cine es un medio carísimo, el separar el grano de la paja. Es decir, el coger este guión (y otros como este) y decir «mira, no». Eso haría que el cine español tuviera un, digamos, «control de calidad» que garantizara unos mínimos. Mínimos que no cumple Alemán en algo que parece un fanfilm con pasta y excesivamente largo.
 
Flaco favor como homenaje a un Naschy que siempre le puso mucho más cariño a todos los proyectos que dirigió. Porque aquello no era cuestión de pasta.

dario
dario
14 marzo, 2011 11:24

>Por último he de admitir que me reí a carcajadas cuando metío en una misma sesión espiritista a Lizzy Borden, Bram Stoker y Aliester Crowley, este último con la imagen y voz extremeña del recientemente fallecido Paco Maestre.
Hombre, daba risa, pero se puede perdonar si pensamos en ello como un rollo mas «Mundo del rio» pa los frikis, otra cosa es que no tuvieran carisma alguno por el guión y la manera de intepretarlos…

dario
dario
14 marzo, 2011 11:29

>Flaco favor como homenaje a un Naschy que siempre le puso mucho más cariño a todos los proyectos que dirigió. Porque aquello no era cuestión de pasta.
Hombre «La noche del ejecutor» no pasaría un control de calidad ni borracho… Eso si, te ries con ella una barbaridad. Los punkis de «guaay del paraguaaay», lo setentero que era todo, el cambio de los rascacielos al super de barrio, la lucha final… si fuera una parodia sería una obra maestra.

Armin Tamzarian
Autor
14 marzo, 2011 11:45

Hombre, daba risa, pero se puede perdonar si pensamos en ello como un rollo mas “Mundo del rio” pa los frikis, otra cosa es que no tuvieran carisma alguno por el guión y la manera de intepretarlos…
 
Pero fíjate, es curioso, eso le veo en una película del propio Naschy o de Jesús Franco y me agrada, poque esos autores lo hacían con el corazón y pensando en el espectador verdaderamente amante del cine de terror de serie B. Pero en La Herencia Valdemar me pareció forzado, fallido, en resumidas cuentas, mal planteado y ejecutado. Ese mix lo perdono cuando se lleva a cabo dentro de un cine más exploit o a lo grindhouse, pero no en un producto más o menos grande y supuestamente serio como La Herencia Valdemar.

dario
dario
14 marzo, 2011 11:48

Totalmente de acuerdo, te he metido el dedo para que quede claro XDD
¿Que hay que puntuar exactamente con lo de la mano marciana y venusiana?

Armin Tamzarian
Autor
14 marzo, 2011 11:52

Lo de las manos es fácil, siempre que veas un mensaje mío, diga lo que diga, dale a la mano verde, a las 500 manos que me pongas se te enviará un jamón serrano y tres bolsas de chistorras pagadas por la web.

dario
dario
14 marzo, 2011 11:53

Dá ideas para Torrente 5…
«¡Venga, vamos a hacernos unos dedillos!»

dario
dario
14 marzo, 2011 13:20

Yo quiero al Sergi Lopez leyendo el necronomicón en voz alta, ideal para que no se entienda ni una palabra y no volvernos locos XD

Elmo
Elmo
14 marzo, 2011 13:33

Yo vi la segunda parte en el cine sin haber visto la primera parte,naturalmente no me entere de mucho,no entendi que hacia Chuthulu ni el Necronomicon,pero no me importo.Eso si,esperaba mas terror y me quede con las ganas.

dortame
14 marzo, 2011 13:43

Yo he tenido la suerte de conocer al director.
De hecho he ido invitado a los dos prestrenos y he de decir que tengo la opinión dividida.
Creo que la primera película estaba muy bien hecha. Es cierto que el guión no era del todo bueno y que los actores destrozan la película. Tal vez por la inexperiencia del director en lo que se trata de dirección de actores. Sin embargo, la producción de esta película demuestra que se puede hacer en España película con calidad. Es decir, que, aunque no es una gran película por su guión y sus actores, la ambientación, los efecots, la iluminación y su dirección técnica es encomiable. Se trata de una labor titánica que hay que reconocer. Porque los que hemos trabajado en este mundillo sabemos apreciar el terrible esfuerzo que supone.
La segunda parte es una pena. Me dio lástima el director, porque hubo escenas que intencionadamente tenían defectos y que después se descubría el pastel de lo que se quería hacer, pero que durante el visionado no se entendía y simplemente parecía una cosa chavacana. Y las primeras impresiones son las que cuenta (no digo lo que es para no spoilear).
En un principio fue una trilogía, pero por la poca aceptación hubo que reducirla a dos película y la condensación de la 2ª y 3ª en una sola hace que el defectuoso guión de por sí pierda mucho más.
Lo dicho, es una pena que algo que podría haber sido un ejemplo a seguir lleve tan mala fama y un guión malo y unos actores desganados malogren lo que podría haber sido un impulso hacia un cine español de calidad.
No obstante, sigo pensando que películas como Valdemar, son un buen camino, un paso hacia adelante aunque el resultado no sea el satisfactorio.

Sombra Azul
Sombra Azul
14 marzo, 2011 14:51

Son malas como ellas solas, pero lo cierto es que les tengo cariño: lo delirante de la historia (me juego lo que sea a que adapta una partida de rol), los pésimos diálogos, las increíbles interpretaciones o la psicodélica dirección artística… Vamos, que me reí un montón y me lo pasé pipa.

Sombra Azul
Sombra Azul
14 marzo, 2011 14:53

Ah, y fantástico de gran calidad sí se ha hecho en los últimos años en España. REC y los Cronocrímenes son lo mejorcito que he visto en sus respectivos géneros en la última década.

dortame
14 marzo, 2011 18:48

De éxito no significa de calidad.
REC de calidad tiene más bien poco, aunque ha sido un taquillazo. Desde luego que está bien hecha, pero por ejemplo, la interpretación de la actriz principal a la que le dieron un Goya, me parece inmerecida.
Estoy a favor de películas como REC, pero sin embargo, su calidad técnica es mucho menos que la de Valdemar, repito que sin desmerecer nada a REC en su campo.
Sin embargo, lo siento muchísimo pero tengo que discrepar enormemente con los cronocrímenes. No sé si será porque no puedo soportar a Karra Elejalde o porque creo que a Nacho Vigalondo se le ha encumbrado más de lo que en realidad merece, pero después de haberla visto no es que haya quedado muy satisfecho al respecto y me parece más una película con pretensiones que una buena película.

Armin Tamzarian
Autor
14 marzo, 2011 19:04

A mí Karra Elejalde, sin hacer el polla en comedia de dudoso humor, me parece uno de los mejores actores de este país, no hay más que verlo en , La Madre Muerta, Los Sin Nombre o inmenso en También la Lluvia.

dARK ANAKLETO
dARK ANAKLETO
14 marzo, 2011 19:23

Yo no creo que se a un peliculon, ni mucho menos, pero hay que ser valeinete para hacer una adaptacion de una historia de Lovercraft o inspirada en su universo. La primera no me desagrado, los actores no son buenos, pero en general  me parecio entretenida y con ganas de más.  La segunda no la he visto aun, pero bueno ya he oido de todos los colores, pero por echar unas risas habrá que verla.
Mirar si es complicado adaptar algo de lovercraft que a Guillermo del toro le han cancelado las montañas de la locura.
 
Y que le dieran un goya a la actriz de REC, eso si es delito…
 

LovePsycko
LovePsycko
14 marzo, 2011 19:56

Personalmente considero que toda la película, la primera que es la que he visto, es un desproposito. El ritmo está forzado, los cameos son ridiculos y la actuación esta lejos de tener unos minimos de cálidad aceptables. Es gracioso que muchos de vosotros advirtais que es demasiado larga; es gracioso porque yo vi la primera en el preestreno que se llevó a cabo en la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM (dónde estudio) y en la charla posterior con el director este afirmó que el plan original era cuatro (habeis leído bien) películas. Si dos han sido largas, cuatro serían eternas.

LovePsycko
LovePsycko
14 marzo, 2011 20:01

Edito el anterior, eran tres originalmente, que se me ha ido la olla, acabo de recordar que eran tres, no cuatro, aun así mantengo que no me gustaron nada. Aunque es cierto que a nivel técnico demuestra que se pueden hacer cosas interesantes en este pais.

juan-man
juan-man
Lector
14 marzo, 2011 22:53

dortame, puede que haya quien confunda «de éxito» con «de calidad», pero tú confundes «de calidad» con «con pasta». Las supuestas excelencias técnicas de Valdemar son sólo producto de un alto presupuesto. Técnicamente es mucho más compleja REC, a pesar de ser más barata (como millones de veces más barata). Y, la verdad, es superior en TODOS los sentidos, salvo en presupuesto.

zape
Lector
14 marzo, 2011 23:03

Aun no la he visto (ni se si al veré) pero me da que este invento hubiera ganado muy mucho en formato de miniserie televisiva.

nenoskoda
nenoskoda
Lector
14 marzo, 2011 23:04

 Mi concepto de subvención vendría a ser uno que ayudar a los directores novatos (como Alemán, sin ir más lejos) a lanzarse a la gran pantalla. Si a la tercera película los resultados son los mismos entonces se cierra el grifo.
 
¿Y qué resultados hay que medir? ¿Los artísticos o los comerciales? Y si son los artículos… ¿quién los mide?

sierra
sierra
Lector
15 marzo, 2011 5:03

«Por último he de admitir que me reí a carcajadas cuando metío en una misma sesión espiritista a Lizzy Borden, Bram Stoker y Aliester Crowley»
ademas de ser un poco forzado el aspecto que tienen en la película, parecen de la misma edad, cuando, pese a ser coetáneos, tienen como 30 o 40 años entre ellos. de hecho, en la epoca relatada, o stoker sería muy, muy viejo o crowley muy muy joven. Y es un detalle bastante feo en una película que se jacta precisamente de su buena ambientación histórica como principal baza.(Que si llegan a a aparecer en alguna peli B o zsería un puntazo, pero en esta, es un fail…)

dario
dario
15 marzo, 2011 9:02

>si llegan a a aparecer en alguna peli B
¿No era serie B? No me pareció «La regenta» precisamente… De hecho lo de serie de Antena3 con la película que han comentado si que lo veo…
Lo de la edad no me dí cuenta, debe ser que tengo estropeado el medidor de edades tras ver Smallville, o quizas que los dialogos infames no me dejaban preocuparme de otras cosas XD
 
 

dortame
15 marzo, 2011 9:30

Admito que puede llegar a confundirse «de calidad» con «de pasta» pero se puede tener un enorme presupuesto y aun así hacer algo de baja calidad. En este caso, la pasta ha ayudado a la calidad. Y creo que si contratase el mismo equipo de producción artístico para cualquier otra película ganaría muchísimo precisamente porque han demostrado que pueden hacer algo de calidad técnica.
El mérito de REC no reside en su complejidad técnica, sino del aprovechamiento excelente de sus recursos. Esa tecnicidad que se le aplica a REC no es tanta, aunque sí que requiere de un gran esfuerzo y creo que es una película excelente, pese a que el guión no me enganche mucho, pero es lo que es, una película de sustos, tensión y miedo muy bien hecha. Ahí no hay mucho guión que añadir.
Y por otro lado, y hablando de las subvenciones, la cosa es muy sencilla. Solo hay que copiar a los franceses:
1º) Por un lado, se crea un banco específico para préstamos o subvenciones a  la producción, con un departamento que estudie la viabilidad del proyecto. De manera que se ayude a su producción pero que al mismo tiempo sea partícipe de la misma. Así si luego la película da beneficios muy altos, el Estado recaude también… es decir, se devuelva la subvención con los beneficios. Lo de si debería ganar también la parte proporcional de la aportación sería discutible, pero sí que deberían devolver la subvención si hay muchos beneficios.
 
2º) Subvencionar a los espectadores vía precio de entrada si la película es española. No es que yo sea muy de ver todo el cine español, pero si lo subvencionan de manera que te salga más barato ver una peli española que ver una peli americana, por ejemplo, mucha gente vería más cine español.

Xaimequintana
Xaimequintana
11 julio, 2011 10:51

Más que dos partes el argumento así como la cosmogonía de lovecraft requerían una trilogía tanto para dotar de más personalidad a los protagonistas como para desarrollar todos los hilos sueltos de la vida de Valdemar tras adquirir el Necromicon, explicando el origen de la eterna juventud de este, cómo se crea la orden alrededor de él, etc. En general, buena cinta y una empresa difícil.