Cuando lo nuevo sabe a viejo
Dentro de la tradición DC hay numerosos ejemplos de personajes y grupos que siempre se resisten a caer en el olvido. Regresan una y otra vez al mercado con una nueva serie, un proyecto especial o una miniserie que los devuelve a las tiendas y su existencia sea recuperada para los seguidores de antaño, con el objetivo, como no puede ser de otra forma, de intentar captar nuevos seguidores para sus aventuras. Y uno de esos grupos / personajes es la Patrulla Condenada.
A principios de este mes de marzo le dedicamos un breve espacio en el Magazine a fin de realizar un recorrido rápido por su vida editorial, comentando las distintas versiones del grupo que se han podido ver desde que vieran la luz en el año 1963. Podéis leer el texto aquí, porque no está de más recordar ese pasado cuando uno encara esta lectura.
Estamos frente a una miniserie en la que el equipo creativo, formado por Dennis Culver (Mundos sin la Liga de la Justicia: Green Arrow) une fuerzas al dibujante Chris Burnham (Batman Inc.) para dar forma a una nueva encarnación de este variopinto grupo DC. Una formación, la que nos encontramos en esta miniserie, que bebe de tiempos pretéritos, pero haciendo foco en dos momentos muy concretos de la historia del grupo. El primer momento es precisamente el de su nacimiento, pues Culver tiene un claro objetivo con este trabajo, el de recuperar ese sabor de antaño, donde lo imposible y lo extraño se daban la mano en la serie de La Patrulla. El segundo, el de una de sus etapas más recordadas y que más ha influenciado a las posteriores etapas del grupo. Nos referimos al trabajo de Grant Morrison. Y es que Culver mezcla estos dos momentos temporales para componer a este grupo que sabe nuevo y viejo al mismo tiempo.
La apuesta del guionista es la de tomar la raíz clásica del grupo y sobre ella añadir componentes ya desarrollados de la etapa de Morrison. Y claro, que mejor componente que alguna de sus creaciones. Pero una historia no se sustenta solo sobre los hombros de sus personajes protagonistas, necesita un propósito para existir y la que pone sobre la mesa Culver, que seguro que les resultara muy familiar a los lectores más curtidos, por recordar mucho a lo planteado en Factor X en sus inicios, no es otra que la de ejercer de grupo donde dar cobijo y entrenar a metahumanos (con la excusa de lo ocurrido en Planeta Lázaro) a fin de evitar problemas mayores.
Aunque este fondo ya resulte mascado, en realidad funciona y lo hace a la perfección tal y como lo plantea y lo desarrolla Culver a lo largo de los siete números que engloba la miniserie. Números en los que el lector no solo va a poder reencontrase con viejos conocidos del grupo, sino también con viejos villanos que son fascinantemente tratados por el guionista que no duda en aportar ese punto de locura tan característico de una serie de la Patrulla Condenada.
No debemos olvidar, tampoco, que Culver no deja pasar la oportunidad de aportar sus propias creaciones al grupo y para ello se vale de otro guiño al pasado y otro al presente, sin temblarle el pulso a la hora de darles espacio y caracterización de manera constante y pormenorizada. Y es que dentro de esta miasma de metahumanos diferentes queda espacio para definir las personalidades, los roles, las características que los definen como individuos, logrando sintetizar en siete entregas todo un universo particular, el de la Patrulla Condenada.
Y toda esta amalgama de ideas pasadas, personajes de nuevo cuño, planteamientos ya desarrollados con anterioridad en series de la competencia, no hacen sino añadir valor al conjunto, porque aunque se sustenta sobre pilares muy conocidos y reconocibles, en realidad estamos ante un tebeo profundamente respetuosos con su existencia y el legado que representa, siendo capaz de alcanzar su propio discurso narrativo, sin dejar de lado un punto más cómico, pues que seas de la Patrulla nos significa que no puedas divertirte. Y ese caos de acción, de pasado y presente fundiéndose, es el crisol perfecto para que se pueda afirmar que estamos ante una encarnación interesante con potencial, accesible, con una puesta en escena potente y que abre las puertas un futuro prometedor para el grupo y sus aficionados.
Dibujar a la Patrulla Condenada no es un ejercicio baladí. Es un proceso exigente, por su propia idiosincrasia y por el propio reto argumental que plantean muchos de los guionistas que han trabajado con ella. No hay sino recordar a Richard Case, como uno de los máximos exponentes de como un dibujante puede dejar una huella tan indeleble en el tiempo, como la del propio guionista, en este caso Morrison. Y es que Chris Burham realiza una labor encomiable, no solo en el propio aspecto visual global de la obra, sino en la propia narrativa de esta, logrando que sea también protagonista de la trama al jugar con la verticalidad y la horizontalidad de la página, lo que ayuda modificar el tempo de esta. Pero no podemos terminar esta reseña sin hablar de uno de los mejores números del tomo, uno en el que los miembros de la Patrulla se sientan en el diván (a que os recuerda a algo) y desgranan sus emociones y sentimientos de manera que el lector puede empatizar con ellos de manera clara y directa. Y ese capítulo esta dibujado por David Lafuente, que recala en DC tras su exitoso paso por Marvel, para marcarse un número antológico, de esos que se recuerdan en el tiempo, desarrollando su propia narrativa para tan importante número.
En definitiva, estamos ante un esperanzador regreso, un trabajo fresco, con sabor añejo, lleno de homenajes, de guiños y afincado entre el pasado y el presente, capaz de dar al lector algo con voz propia y un estilo que merecen tanto la propia Patrulla, como los aficionados al grupo.
Lo mejor
• Sin miedo al peso del pasado.
• Fresca, sin ataduras, sin remordimientos, sin dudas.
• Equilibrada en su propuesta.
Lo peor
• Que no llegue a tener continuidad, esta nueva encarnación, con más nuevos proyectos.
Guion - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Sorpresa mayúscula.
Una de las obras DC de este primer trimestre más interesantes. Un trabajo fresco y dinámico, que no teme el peso del pasado sobre su cabeza y lo abraza sin contemplaciones. Y si todo eso no fuera suficiente, su propuesta es poco innovadora, pero tan funcional que no importa en abosluto.
Con todos mis respetos y mi agradecimiento a Gustavo y al resto de miembros que os dejáis vuestro tiempo en hacer reseñas, creo que no le hacéis ningún favor a las obras dando un 9 general como en este caso. Si consideramos que Watchmen, Dark Knight o Sandman serían obras de 10, dejar a esta miniserie a tan solo un punto es elevar el hype en exceso y hacer que más de uno acabe decepcionado tras leerla. Un 7 podría expresar perfectamente lo mucho que ha gustado sin caer en la hipérbole de forma innecesaria.
Creo que las obras, cuando hablamos de notas numéricas, hay que valorarlas por sí mismas y no en comparación con obras pasadas. Llevando el ejemplo a la vida cotidiana sería como decir que un alumno no puede ser valorado con un 9 o 10 en un examen porque no está al nivel de las grandes mentes pensantes.
Pero vamos, es solo mi opinión.
Para mí una obra de 9 debería recordarse dentro de diez o veinte años y no creo que sea el caso. Mi humilde opinión es que unas notas más moderadas evitarían el consabido hype y los chascos que nos llevamos muchas veces.
Buenas tardes, Raúl. Coincido totalmente con Warlock. Siguiendo tu ejemplo, a los alumnos se les evalúa en base a criterios objetivos, no por comparación. Y si la comparación fuese necesaria, se acotaría a resultados dentro del ámbito y obtenidos también por medios objetivos (como en una oposición). A nadie le aprueban ni mucho menos le ponen un nueve por esforzarse mucho o por llegar al límite de su capacidad si no es capaz de superar los mínimos establecidos.
En el caso de las reseñas de Zona Negativa la comparación es casi inevitable, y sin duda necesaria cuando los lectores se valen de ellas para escoger entre una obra u otra. Suponemos cierto consenso a la hora de evaluar. Es obvio que en este caso no se puede establecer un método objetivo, pero al menos establecer unos parámetros, que es a lo que se refería Warlock con el hecho de que si ponemos el máximo en diez, difícilmente aparecerá un nueve a menudo; obras como las mencionadas por Warlock aparecen cada mucho años, así que la frecuencia con la que encontraremos obras cuya calidad se acerque a las grandes obras maestras debe ser (de hecho, es) menor a la que representáis en vuestras reseñas.
Lo digo todo respetuosa y constructivamente. Es evidente que muchos nuevos lectores entran aquí y se dejan guiar por los valores numéricos de vuestras reseñas para elegir sus compras, así que, bueno, ya que lo hacéis pues hacedlo a tope.
Gracias por la reseña, me gustó esta Doom Patrol pero por ejemplo la leí más o menos al tiempo que Stargirl y esta última me gustó bastante más (y eso que Doom Patrol es mucho más de mi estilo). Creo que a Doom Patrol le pesa mucho el fantasma de Morrison, pero es que es normal, es como si ahora pones a cualquier buen escritor al frente de Tom Strong, por ejemplo.
Estoy con Warlock y Matches. Tienes razón en que una obra sólo debería valorarse respecto a sí misma, pero es que o es un guión del copón (que no lo sé, porque todavía no la he catado) o es una nota que le viene grande.
En las opiniones siempre hay un factor subjetivo y una reseña al final es una opinión también, pero si no aporta algo más de objetividad, pues pierde mucha credibilidad.
De hecho creo que una obra que puntúe como un bien (entre 6 y 7) queda denostada por otras reseñas infladísimas cuando en realidad… ¡está bien!
Todo dicho con ánimo constructivo, que la labor que hacéis es impagable y yo sólo os puedo estar agradecido
Ya se comentó en su día cuando se implantaron estas notas numéricas en las reseñas: son un error. Entiendo que es muy fácil entrar y ver la nota para quedarse con una idea rápida, pero sin haber leído la crítica no es más que un número sin contexto, de nada sirve. En conclusión: la nota numérica sobra. Y más aún si evalúa el interés, un concepto mucho más subjetivo que el guion o el dibujo (que ya tienen lo suyo).
Nada de lo que dices tiene sentido. Haced lo que os dé la gana. Poned las notas como queráis. Todo el mundo sabe que ZN siempre ha carecido de espíritu crítico. Pero el tema es que las notas escolares son alcanzables para todos. Es decir, que un 10 no está fuera del alcance de cualquier alumno. Las diferencias son sólo por esfuerzo, responsabilidad y suerte. Pero en las obras de un arte no es así. Un 10 es algo sólo al alcance de los genios. Otra cosa sería que digáis que lo mejor de los mejor es un 11. Por otro lado si hay puntuación es porque hay una medida común, es decir que no puede haber puntuación sin comparación. La puntuación de la que hablas es una puntuación sin criterio, algo muy lógico viniendo de ZN. Finalmente nadie os obliga a puntuar. Podéis hacer el ejercicio de no estar valorándolo todo, que es tan normativo y opresivo. La gente no os lee por las puntuaciones. Dejad de colaborar con un resultadismo desquiciante o colaborar con algo de criterio. Pero puntuar y justificarlo con chorradas… Disculpa que lo que te digo suene duro, pero esto es un texto y no me conoces. Aprecio ZN pero no puedo cuando la gente justifica con tonterías cosas mal hechas. Dí que lo hacéis así porque queréis porque es mucho más respetable (y admirable).
A veces, acabas llegando a la conclusión de que grandes épocas de grandes autores acabaron haciendo más mal que bien a algunos personajes.
Mira Claremont en Uncanny X-Men, Morrison en Doom Patrol. Y seguro que hay más que no me vienen a la cabeza.
Después de esas grandes épocas nos hemos sentido vacíos. Buscando algo que nos volviera a llenar igual.
Esta frase: «donde dar cobijo y entrenar a metahumanos» me recordó que ya hubo una etapa así en la Patrulla. Cuando Arani reúne a la Patrulla por tercera vez, en la etapa de Kuppemberg, En ella recluta a Rhea, Lodestone, Scott Fisher y Karma, no sólo para buscar a Niles, sino también para entrenarlos en sus poderes. La gente suele olvidar estos 18 números porque son eclipsados por la etapa subsiguiente, si, la de Morrison.
En cuanto a la polémica de la valoración, nunca la veo realmente porque también creo que no ayuda en realidad, ya que rara vez encuentro un número «objetivo»