La ira de Eternal Warrior: Laberinto

 

Edición original: The Wrath of Eternal Warrior 5-10.
Edición nacional/ España: Medusa Cómics.
Guión: Robert Venditti.
Dibujo: Juan José Ryp, Jordie Belaire, Raúl Allén y Patricia Martín.
Formato: Rústica, 168 páginas.
Precio: 14,95 €.

 

Con el segundo tomo de La ira de Eternal Warrior llegamos al ecuador de la serie de Gilad Anni-Padda, pero también nos acercamos un paso más a la actualidad estadounidense, siendo esta una de las pocas series inéditas de los últimos años. Por si fuera poco además es el último trabajo de Robert Venditti para Valiant, lo cual es mucho decir ya que fue el que se ocupó de series tan importantes como el inicio de X-O Manowar y de eventos como Armor Hunters o Book of Death, con este último Venditti marcaba un antes y un después el la vida del personaje matándolo para mantenerlo muerto, en teoría. Book of Death había sido una muy buena historia y el primer tomo de esta Ira de Eternal Warrior había seguido la misma estela pero planteando muchas dudas. Ahondaba en la psique de Gilad llevándolo a una especie de cielo de forma recurrente en el que se encontraba con su esposa más querida y con todos sus hijos, pero haciendo que tenga que luchar contra demonios para volver a la vida cada vez que la Tierra se lo pide, mostrando así su dualidad como guerrero incansable en busca de una paz que ni se sabe si quiere en realidad, el guerrero eterno está enganchado a la acción.

La idea era muy interesante y desarrollada con una enorme calidad por Raúl Allén y Patricia Martín en los cuatro primeros números de la colección, pero nos dejaba con un cliffhanger inmenso, alguien estaba matando a Gilad y haciendo que resucitase en la misma habitación una y otra vez con motivos extraños, pero quién y por qué es algo que quedaba en el aire, este tomo viene a dar ideas al respecto.

Laberinto se divide en dos partes totalmente conectadas bajo una frase, “la respuesta no se encuentra en el presente sino en el pasado”, así el tomo comienza con una historia de dos números que tira de la vida de Gilad en una de sus etapas tempranas, situada en Mesopotamia, un grupo de bandidos atacan al poblado de este y, tras matarlos a todos, raptan a su primer hijo, Gilad se pasará la historia persiguiendo, asesinando y tratando de rescatarlo, es decir, estamos ante una narración enfocada en la vida personal del Eternal Warrior y no de su parte como protector de los geomantes, lo cual es como mínimo interesante. Se trata de dos cómics muy bien escritos y que cuentan con los lápices de uno de los mejores autores de la editorial y de nuestro país, Juan José Ryp, que está tan impresionante como siempre.

El misterioso personaje que está detrás de todo esto es alguien con la capacidad de reencarnarse que sabe de la existencia de Gilad y está obsesionado con su inmortalidad. Sus distintas reencarnaciones se distinguen por el color de sus ojos, uno verde y otro marrón, con lo que la fuerza del detalle recae en los dibujantes, no hay problema, si la primera parte era de Ryp, con Jordie Belaire al color, para la segunda vuelven Raúl Allén y Patricia Martín, dibujantes muy diferentes pero igual de buenos, no había duda de que íbamos a disfrutar de este cómic, con esos nombres era imposible no hacerlo.

Las dos partes son muy diferentes pero se complementan perfectamente, a la primera no solo se la sitúa en una época antigua sino que la ambientación que consigue Ryp nos traslada al pasado, la segunda se va más a la ciencia-ficción con Gilad metido en un laberinto dentro de una montaña y un gran número de máquinas matándolo de diferentes formas, Allén y Martín consiguen la atmósfera claustrofóbica necesaria para meternos en la historia a la par que muestran la tranquilidad del otro lado cada vez que muere. La primera parte es una persecución y en la segunda es él quien está atrapado sin salir, sin embargo una se sigue de la otra con total naturalidad y sin que el cambio de dibujante sea molesto, al contrario, tenemos a los perfectos para cada cosa.

Al igual que ocurría con el primero tomo, los cuatro números finales del tomo y que ocupan el arco argumental llamado Laberinto se leen muy rápido, son cómics en los que hay mucha, muchísima acción y nadie mejor que Allén y Martín para desplegar un festín de violencia, no excesivamente explicita gracias al uso de sombras y al juego de colores, con una narrativa clara que mantiene al lector en tensión en todo momento, con diálogos fuertes y generando muchas ganas de ver el encontronazo final.

Es momento de poner nombre al villano, El Moribundo será la nueva némesis del guerrero eterno y su objetivo es el control y no la inmortalidad como se suponía desde un principio, quiere tener la capacidad de controlar el cuerpo en el que reaparece al morir o, por lo menos, resucitar en el mismo como lo hace Gilad, pero hoy, aquí, lo único que consigue es sufrir la ira de Eternal Warrior. Lo mejor del tomo es que detrás de toda esa violencia hay cosas, hay un trasfondo que trata la inmortalidad con tristeza, la guerra, la acción como medio de vida y la familia. Estaba claro que El Moribundo moriría y reaparece en un epílogo dibujado por Robert Gill un poco como previo al tercer y último tomo que genera más ansias de ver el final de esta gran serie por las reacciones finales de los dos personajes, mientras uno quiere volver a empezar, Gilad quiere volver a morir para volver a ese cielo con su familia. De momento este equipo ya nos ha dado 10 números redondos que rozan la perfección.