Hay tres momentos especiales en la bibliografía de Jason. Por un lado, en 2003 publicó en Noruega, su país natal, el cómic El carro de hierro que sería la única adaptación en toda su carrera, trasladando a viñetas la novela homónima del también escritor noruego Stein Riverton. Por otro lado, como ya les comenté hace unas semanas, un año más tarde, introducía por primera vez en su obra el color de la mano de Hubert; algo que se convertiría en una constante en sus tebeos posteriores. Y finalmente, en 2011 publicó su primera (y única hasta la fecha) historieta cuyo guion no fue firmado por él mismo, sino por Fabien Vehlmann, y de cuya colaboración nació
Lo más llamativo de esta colaboración es que no parece que esté escrito por otra persona, sino más bien, da la sensación de que fuese otro cómic de Jason. Y es que Vehlmann se mimetiza perfectamente con el artista noruego, y nos ofrece un guion que no desentona para nada con el conjunto de la obra del autor de Los hombres lobo de Montpellier. Así pues, tenemos un libreto lleno de humor con gags continuos; unas relaciones personales/familiares alejadas de todo convencionalismo; situaciones surrealistas… Todo con un dinamismo y precisión que encaja perfectamente con el estilo de Jason. Asimismo, los gags textuales son complementados con chistes visuales.
La isla de los cien mil muertos
Con una extensión ligeramente superior a las 48 páginas habituales, tenemos un cómic que, una vez más, se lee un instante. Ésta es otra de las características por las que el excelente trabajo de Vehlmann funciona a las mil maravillas como cómic de Jason, puesto que su estilo directo y desenfadado nos ofrece una obra continuista en este aspecto, y no rupturista, que tal vez, hubiese chocado demasiado con la peculiar trayectoria del historietista noruego. Al autor francés lo conocen ustedes de sobra como el guionista actual de la legendaria serie Spirou y Fantasio, de la que hemos dado buena cuenta en esta web. De tal manera que podrán encontrar reseñadas los tres últimos álbumes firmados por Vehlmann; es decir, La trampa viperina; Un botones en Sniper Alley, y La furia del marsupilami.
Una vez más, el trabajo de Hubert es excepcional, y siempre eleva el nivel gráfico de Jason unos puntos. El cambio de tonalidad es constante, adaptándose en todo momento a la escena y el lugar en concreto. Más allá de algún homenaje al cine clásico de Jason, como puede ser En pocas palabras (donde se entiende que debe ser en blanco y negro), sus tebeos ganan fuerza y entidad con el empleo del color. Recordemos que Hubert no solo es colorista, sino que también ha hecho sus pinitos como guionista de sus propias historias; sirva como ejemplo Belleza, publicado por Astiberri.
Como ya ha manifestado en más de una ocasión, para Jason el dibujo es la parte difícil, y la creación y escritura del guion, la parte más amena. En este sentido, pese a divertirse mucho dibujando piratas, prefiere ser él mismo quien escriba sus propios guiones. De hecho, solo ha colaborado una vez con un escritor. Su objetivo artístico es que mientras él tenga ideas para desarrollar, no colaborar con otros guionistas. Eso sí, no descarta que en un hipotético futuro cuyo torrente literario se hubiese agotado, volver a trabajar con los textos de otra persona.
La colaboración de Vehlmann surge del deseo constante de evolución de un artista que le gusta ponerse a prueba. Al fin y al cabo, fue una experiencia positiva que lo desafió como historietista. Este relato de aventuras saca a relucir por diferentes escenarios exóticos el estilo gráfico de línea clara deudor de Hergé; uno de los grandes referentes visuales dentro de la obra de Jason.
Guion - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Arr!
Jason y Vehlmann, mano a mano, nos ofrecen una historia de piratas nada convencional y con muchas dosis de buen humor.
Creo que Fabien Vehlmann y Zidrou son los mejores guionistas de la bd actual y en este comic en particular, el primero ha tenido la humildad de ser consecuente con la obra de su dibujante. Otra muestra de grandeza.