La forja de una heroína
Muchas son las obras que abordan el origen de Wonder Woman. Existen trabajos que lo hacen desde su propia serie regular, buscando generar nuevos conceptos con los que poder redefinir a un personaje que lleva ya 80 años de vida editorial y que, como pasa con todo, siempre está en constante evolución. Por otro lado, hay trabajos que se mueven en la periferia de la serie regular, como la iniciativa Tierra Uno de Gran Morrison, obras auto conclusivas, como Wonder Woman: La verdadera amazona de Jill Thompson, u otras en la que su origen no se trata de forma directa, enfocándose más en un tono crepuscular, como Tierra Muerta de Daniel Warren Johnson o la más reciente y pendiente de llegar a nuestro país, Historia the Amazons, de Kelly Sue DeConnick y Phil Jimenez, en la que se introducen en el mismo concepto de las Amazonas dentro del Universo DC, ambas para el sello de Black Label.
Venga de donde venga, la tentación es grande y pocos autores no sucumben a introducirse en esa reescritura sutil (o no) de su origen, buscando ser capaces de generar movimientos telúricos con los que aportar algo relevante y significativo a tan importante personaje.
No es la primera obra que tiene como título la Leyenda de Wonder Woman, pues se publicó a mediados de los ochenta una miniserie que lucia el mismo título, escrita por Kurt Busiek y dibuja por Trina Robbins con el que Wonder Woman mantuvo su presencia en las tiendas hasta la llegada del trabajo de George Pérez tras Crisis.
Dentro de esta línea de trabajos perimetrales se posiciona el que nos atañe, La leyenda de Wonder Woman, donde la autora, Renae De Liz, en labores de dibujo y guion, afronta el proyecto de revisitar el origen de Diana con una perspectiva nueva respecto a los establecido. Un movimiento que se traslada a Wonder Woman a nivel mitológico, apartándola de ciertos patrones establecidos y algunos aspectos cuestionables en su relación con el mundo exterior, sus relaciones en Themyscira y su figura como princesa de las amazonas y su descubrimiento personal.
El proyecto nace con la intención de ser publicado tanto en papel como en digital por parte de la autora y DC Comics donde, a través de nueve entregas, recorrer la infancia y juventud de Diana centrando la atención en sus vínculos mitológicos y no tanto en la parte superheroica del personaje, mientras se sientan las bases de su construcción como protectora del mundo exterior.
Se trata de una obra de hace cinco años que se había quedado pendiente de reseñar y que, motivados por el 80 aniversario de Wonder Woman, rescatamos para hacer foco en un trabajo con sus más y sus menos, pero que logra proyectar una interesante versión de Wonder Woman con valores añadidos y descartes sobre su origen, de indudable potencial. Sin olvidar que muchos de ellos bien podrían trasladarse a lo que se supone en canon para el personaje.
Wonder Woman es un referente cultural. Como todo referente tiene unas bases canónicas, establecidas en sus inicios, que han ido adaptándose a lo largo del tiempo. El personaje ha tenido periodos muy oscuros en su vida editorial, pero ha logrado imponerse por encima de las tendencias rancias para sobresalir y seguir siendo considera todo un icono.
La propuesta de Renae De Liz busca entrar en una cuestión muy importante de la identidad personal, alrededor del debo que ser, frente al quiero ser, influenciado por la presión ambiental que rodea a Diana desde su infancia en la isla y sus hermanas y en el mundo exterior donde el conflicto interno se recrudece. La autora logra construir una historia que proyecta de forma equilibrada las ideas sobre las que desea hacer foco, pecando solo de desarrollarlas a través de una narrativa innecesariamente densa, llegando casi a la reiteración. La prosa que se usa resulta excesiva para alcanzar el objetivo deseado, lastrando al mensaje de la obra. En definitiva, bien el mensaje, fallando la ejecución a la hora de trasmitirlo. Se nota poca habilidad a la hora de condensar y centrar las ideas para aprovecharlas de forma más certera en la comunicación que se genera entre la obra y el lector.
El recorrido vital de Diana en la obra transcurre en un periodo muy concreto de la historia, con el mundo en plena Segunda Guerra Mundial, lo que dota a la obra de un fondo adecuado para poder adentrarse de manera justificada en muchas de las cuestiones que quiere abordar la autora. La visión de la mujer a mediados de los años cuarenta en colisión con el prisma rompedor a esa imagen que encarna Diana, con una más que interesante Etta Candy que sirve como caja de resonancia para los acontecimientos y las experiencias de Diana, se ponen en primer plano como eje vertebrador de una trama de corte vitalista.
Al otro lado del cuadrilátero hay dos puntos que restan fuerza al conjunto y que se añaden al ya mencionado exceso de prosa. El primero es un color, de la mano de Ray Dillon, que sobrexpone mucho las masas de color, con degradados muy extremos que puede resultar interesante si se lee la obra en formato digital, pero que en papel llega a fatigar las pupilas. La segunda es el dibujo es si, pues Renae De Liz se muestra muy errática en las escenas de acción, con serios problemas a la hora de dibujar la ambientación militar, aviones de combate, etc, que a ojo de algún lector entendido pueden resultar molestos, pues las fuerzas del Eje tienen aviones que visualmente son apenas indistinguibles de las fuerzas Aliadas, en concreto de las americanas. Esa dejadez en a la atención al detalle rompe un poco la lectura.
Un dibujo algo rígido, con muchas limitaciones, que se muestra sólido en los momentos conversacionales, pero que adolece de dinamismo cuando la trama así lo precisa.
Por tanto, es una obra sobre Wonder Woman, donde Diana se muestra cargada de inseguridades, que evoluciona, que se crece, que aspira a ser lo que quiere ser, hasta dar con la clave de que es su humanidad donde se esconde toda su fortaleza. Una comprensión de si misma que desata lo que su interior se esconde para transformarse de forma definitiva. La obra escapa de convencionalismos, cae con demasiada frecuencia en el patriotismo americano, pero desarrolla una historia que tiene un mensaje claro, despojándose de muchos aspectos tóxicos alrededor de la protagonista, para posicionar un origen que mira al pasado, pero con mentalidad del siglo XXI.
Lo mejor
• La reinvención del origen.
• El mensaje que proyecta la obra.
Lo peor
• El abuso de diálogos y texto.
• Un dibujo muy encorsetado.
• Un color instrionico.
Guion - 6
Dibujo - 6
Interés - 8
6.7
Brillante en concepto, floja técnicamente.
Un trabajo que se muestra brillante en la caracterización de Diana, pero que se tambalea en su propuesta con una trama irregular, densa sin necesidad de ello, que hace que sus virtudes queden algo enterradas. El dibujo no acaba de tener la fuerza que necesita el guion.
Un tebeo muy discreto. A mí me interesó un poco más la parte que transcurre en Isla Paraíso con el origen,niñez y crecimiento de Diana, aunque básicamente esa parte me pareció un remake del número 1 de la Wonder Woman de George Pérez, pero muchísimo peor narrado(tanto a nivel de guión como de dibujo).
Luego ya la parte que transcurre en el mundo del hombre con la guerra,infinitamente peor contado que en la película.
En definitiva, un tebeo olvidable y prescindible.
querrán decir histriónico :V